l igual que la mayoría de Comunidades Autónomas, la de Madrid también tiene a sus espaldas una larga tradición vitivinícola. Tanto es así que el arraigo histórico de este cultivo fue uno de los motivos por los que en 1990 recibió la protección de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, aplicable a las tres subzonas en torno a las que se vertebra esta región productora: San Martín de Valdeiglesias, Arganda del Rey y Navalcarnero. Las Rutas del Vino de Madrid Conocer Madrid desde otro punto de vista. Eso es precisamente lo que propone el Gobierno de la región a través de “Madrid Rutas del Vino”, una iniciativa que desgrana la oferta enoturística local y propone visitas guiadas a 21 bodegas y viñedos, talleres de cata de hasta 16 variedades de uva diferentes y apetitosas propuestas gastronómicas y culturales. Las bodegas inscritas ofrecen todo tipo de servicios al turista, que van desde recorridos temáticos hasta paseos por los viñedos, incluyendo también talleres de cata, gastronomía, picnics, museos, cuevas o enotecas. A estas propuestas se suman otras mucho más lúdicas, concebidas especialmente para el disfrute de los niños en compañía de los mayores.
¿Una cuarta subzona? A finales de 2013, el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) publicaba un informe favorable a la creación de una cuarta subzona en la DO Vinos de Madrid que, con epicentro en El Molar, pretende revitalizar la viticultura en el valle del Jarama. Dos años después, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba la Resolución por la que se resolvía, también favorablemente, la modificación del pliego de condiciones de la DO, posibilitando así la creación de la mencionada subzona. El arraigo de la viticultura en esta área del norte de Madrid se remonta a la fundación del monasterio de Santa María del Paular en la localidad serrana de Rascafría, allá por 1390. Allí se instalaron los cartujos y fueron ellos quienes elaboraron los primeros vinos en la zona. En la actualidad, algunas localidades como El Molar o San Agustín de Guadalix cuentan en sus términos municipales con viñedos muy viejos, muchos de ellos abandonados. La tradición se fue perdiendo con los años hasta resurgir de nuevo recientemente con jóvenes viticultores dispuestos a darle una segunda oportunidad.
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