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Dos décadas de cambio vital - DAVID ROMÁN

DOS DÉCADAS DE CAMBIO VITAL

Vaya, quién lo diría. Ya han pasado 20 años desde la creación de la UVA, organización pionera de un mensaje que, en aquellos tiempos, se parecía mucho a un desafío utópico. ¡Qué cosas!, hoy ya no lo es tanto. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que, tras estos 20 años, el mundo ha cambiado. De algún modo, hemos conseguido nuestro objetivo. Bueno, no del todo, es cierto, pero si evaluamos todo lo que ha cambiado, quizás es más de lo que hubiéramos imaginado en aquella época. Y lo mejor de todo, es que observamos una tendencia sostenida y con previsión de seguir creciendo, lo cual augura mejores expectativas a futuro. Creo que esa es la mejor felicitación que se puede hacer a la UVA, por toda la labor desarrollada en estos 20 años. ¡Felicidades!

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La opción vegana/vegetariana ya se ha hecho un hueco en la sociedad actual, con mayor o menor implantación en cada país, pero es algo generalizado. Hemos logrado que ya no se vea como algo “raro”, sino que esté relativamente aceptado como una opción positiva y que conlleva beneficios. Lógicamente aspiramos a alcanzar un punto en que juguemos en igualdad de oportunidades, ante la posición dominante. Creo que esa debe ser nuestra aspiración para los próximos años. Y ya es mucho. Que se nos respete y seamos considerados como una opción más. Respecto a los demás, la imposición no es buena, ni en un sentido ni en

afiche de activismo de la UVA por David Román

el otro; cada persona tiene el derecho a interiorizar sus opiniones y decidir. Pero ante todo, el respeto y la tolerancia, que no se pierda nunca. Por supuesto, no voy a ser ingenuo: nos queda mucho por avanzar. Todavía vivimos en un mundo en el que la explotación de los animales como meros recursos sigue siendo “lo normal”. Vivimos en un mundo en el que la alimentación de la mayor parte de la población está centrada en la carne y los productos lácteos. Un mundo en el que la vida animal tiene escaso valor, es un objeto de propiedad y una mercadería, que se puede usar como plazca. Podemos usar los animales como diversión, aunque les cause sufrimiento, porque son nuestros. Ejercemos nuestro poder como ser supremo de la creación, cuando más bien parecemos el ser destructor de la creación. Nuestro poder debería concedernos la responsabilidad de la protección de toda la naturaleza y la vida, en lugar de actuar como lo hacemos. Por eso, tenemos que seguir hablando de nuestras reivindicaciones. Por suerte, cada vez somos más las personas que hemos abierto los ojos y estamos más concienciados en este sentido. Y estas actitudes son las que estarán logrando que cambie el mundo.

En el pasado mes de diciembre, se celebraba en Madrid (España) la rescatada Cumbre del Clima COP25 que tuvo que cancelarse en Santiago de Chile, un evento que despertó gran interés y que se llenó de mensajes esperanzadores. Si bien es cierto que una vez más, los acuerdos alcanzados no llegaron a satisfacer las expectativas, sí puso de manifiesto el creciente clamor social en defensa

del medio natural que estamos poniendo en grave peligro por el desenfreno del desarrollo industrial y económico.

Pocos meses después, la crisis global de la pandemia del COVID-19 ha hecho tambalearse el modelo de vida tal como lo conocíamos. Todavía nos resistimos a creer que algo así pueda estar sucediendo. Lo cierto es que esta crisis ha dejado un poco en suspenso aquellas reivindicaciones de lucha contra el cambio climático, porque la emergencia sanitaria ha pasado a un primer plano. Una crisis provocada, no lo olvidemos, por la forma en que tratamos a los animales, nuestra falta de respeto hacia ellos.

“La crisis global de la pandemia del COVID-19 ha hecho tambalearse el modelo de vida tal como lo conocíamos”

Pero las repercusiones económicas y sociales de esta pandemia probablemente van a tener consecuencias negativas en aquella lucha por el clima, por el simple motivo de que la recuperación económica será prioritaria para los gobiernos en los próximos meses y años, y la pondrán por encima de cualquier otra necesidad. Pero es justo lo contrario: la apuesta por una salida verde de la crisis, una transición ecológica hacia las energías limpias (que además permitirá la creación de muchos puestos de trabajo en ese sector) es la única apuesta de futuro que nos va a brindar opciones de evitar nuevos brotes zoonóticos como el que ha sucedido ahora, garantizando la protección de los ecosistemas y la biodiversidad, mitigando el cambio climático, reduciendo la contaminación del aire, y cambiando el modelo alimentario basado en la ganadería hacia otro basado en los vegetales. Es vital que, cuando pase la emergencia de la pandemia, recuperemos la senda de la recuperación ecológica.

Pero la responsabilidad no es solo de los gobiernos. En un mundo cada vez más cerca del colapso ambiental, parece que los ciudadanos les exigimos a ellos que adopten las medidas necesarias, y les trasladamos todas las responsabilidades. Si queremos realmente un cambio hacia la sostenibilidad, tenemos que empezar a aplicarlo en la vida cotidiana de cada uno de nosotros. En todos los aspectos de nuestra vida. Y en este contexto, un aspecto fundamental, si no el que más, es la alimentación. Dado su enorme impacto, los expertos afirman que es imprescindible un cambio del sistema ganadero actual. Un cambio hacia un modelo de producción de alimentos más sostenible, porque es un componente esencial para combatir

los problemas relacionados con el medio ambiente,el cambio climático, el bienestar animal y la salud pública. Aunque los gobiernos empiezan a lanzar campañas informativas para aumentar el consumo de frutas y verduras, al mismo tiempo siguen apoyando con subvenciones desorbitadas los productos ganaderos que dañan al planeta y a las personas. ¿Contradictorio? ¿Absurdo? Puede ser. Pero también hay que entender el gran poder de la industria y los lobbys ganaderos, con su influencia sobre las instituciones, lógicamente para no perder su posición hegemónica y su volumen de negocio. Precisamente por eso, ahí está el valor del gesto personal: cada uno de nosotros, como consumidor consciente, puede decidir y puede optar por el modelo de alimentación que coincida que sus principios éticos. Y en este sentido, cualquier avance es válido. Cada vez hay más personas concienciadas que están introduciendo cambios en su alimentación. Y hay muchas posturas válidas: hay quien reduce el consumo de carne, quien deja de comer carne un día a la semana (Lunes Sin Carne, p.ej.), quien adopta una dieta vegetariana, o quien se hace vegano (100% libre de productos animales).

“ Cada gesto cuenta, y nos lo agradecerá el planeta, los animales y nuestra propia salud. Está en tus manos ”

Cada uno según sus posibilidades, según su nivel de compromiso, paso a paso. Nutricionalmente no hay problema, y cuando están correctamente planificadas, estas dietas aportan múltiples beneficios para la salud. De modo que no lo dudes. Cada gesto cuenta, y nos lo agradecerá el planeta, los animales y nuestra propia salud. Está en tus manos.

David Román, mayo del 2020

Activista Vegano. Fundador y Presidente de la Unión Vegetariana Española. Colaboró desde 1998 con la IVU (Unión Vegetariana Internacional) y formó parte del Consejo Mundial de la misma. En 2003 fue fundador de la Unión Vegetariana Española (UVE), la que ha dirigido hasta la actualidad. Es autor de varios libros sobre la ideología y la alimentación vegana, que han tenido cierta difusión en Latinoamérica también: “La Dieta Ética”, “Leche que no has de beber”, “Niños veganos felices y sanos” y “Guía fácil para Vegetarianos” entre otros. Fue inspiración en la fundación de la UVA y colaboró en los inicios de la misma.

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