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Vegefobia, el miedo a la injusticia - HUGO DANIEL CARRIÓN

VEGEFOBIA

El miedo a la injusticia

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Ilustración extraída de: www.veggiepride.org

VEGEFOBIA COMO FORMA DE DISCRIMINACION

La discriminación es toda aquella acción u omisión realizada por personas, grupos, instituciones o entes estatales, en las que se da un trato a otra persona, grupo o institución en términos diferentes al que se da a sujetos similares, afectándose el principio universal de igualdad. En todos los casos, los individuos que discriminan tienen una visión distorsionada de la esencia del hombre y se atribuyen a sí mismos características o aptitudes que le permiten colocarse en un escalón más arriba que otras personas. Desde esta deforme visión se construye el prejuicio y con éste nace un prejuzgamiento hacia ciertos grupos (“los veganos son extremistas, hippies, violentos”, etc.). Aún antes de conocerlos, ya existe un estereotipo o etiqueta social. La Teoría sociológica del etiquetado, postula que la desviación no es inherente al acto concreto, sino que es una manifestación de la mayoría social que califica o etiqueta negativamente los comportamientos de las minorías al desviarse de las normas culturales estandarizadas de la mayoría. Para esta generalización y rechazo son determinantes la intolerancia y la ignorancia.

AVERSIÓN CONTRA QUIENES CUESTIONAN EL ESPECISMO

El especismo es la discriminación contra quienes no están clasificados como pertenecientes a una o más especies determinadas. Dicho término suele emplearse habitualmente para aludir a la desconsideración moral que sufren los

VEGEFOBIA

por Hugo Daniel Carrión

animales no humanos en comparación con los humanos. Entre los humanos, la representación más común del especismo es el antropocentrismo moral, es decir, la infravaloración de los intereses de quienes no pertenecen a la especie Homo sapiens. Esta sobrevaloración de los humanos, puede ser el germen de un fanatismo peligroso (vgr: el genocidio). Así Steven Pinker, sostiene que “quien se oponga a los derechos de los animales y sostenga que el hecho de ser persona se basa en ser miembro de la especie Homo Sapiens no es más que un fanático de la especie…Después de todo, los demás mamíferos luchan por seguir vivos, experimentan el placer y sufren el dolor, el miedo y el estrés cuando su bienestar peligra…”.

Desde esta posición nace una clara aversión hacia aquellos que cuestionan el especismo, los veganos. Por todas esas razones, un grupo francés de activistas creó la palabra “vegefobia” durante la primera reunión de Orgullo Veggie. “Vege”, que significa vegetariano/vegano por los animales (razones éticas) y “fobia”, que quiere decir miedo, rechazo, y todas sus consecuencias, como en la “homofobia” o la “xenofobia”. Comenzaron en Francia en 2001 y hay manifestaciones anuales durante las cuales la gente que se niega a comer animales lo exteriorizan y les muestran a todos que ellos existen y le recuerda a la sociedad que tienen derechos.

Unos de los objetivos de esto es reunir a veganos y pedirle a cada uno que se convierta en un portavoz de la causa de los animales, en lugar de permanecer inadvertidos y ocultos. Es, más allá de una afirmación de principios éticos, una manifestación política solidaria. Consecuentemente, la identificación con el animal no-humano explotado, no solamente representa un simple proyecto emocional, sino la expresión de conocimiento de una comunidad con un destino común dentro de un mundo de relaciones de seres sensibles. Y aquí ya no se habla de compasión, sino de un acto de estricta justicia, donde el otro es un ser sintiente y consciente, que posee un valor inherente por ser portador de una vida, con derecho a experimentarla y proyectarla en sus expectativas e intereses. Vale aclarar que los animales no humanos poseen conciencia, conforme la Declaración de Cambridge de julio de 2012 y que, su correlato jurídico, la Declaración de Toulon del 29 de marzo de 2019, hace manifiesta la necesidad de reconocer la personalidad jurídica a aquéllos, con los derechos que la categoría de persona no humana conlleva.

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LA NEGACIÓN FÍSICA DE LOS ANIMALES MEDIANTE LA NEGACIÓN SIMBÓLICA DE LOS VEGANOS

¿Por qué es tan crucial pedir a los veganos que sean las voces de los animales no-humanos? Porque muchas de ellas han cesado. No dispuestos a enfrentar la presión social, la burla, la broma, la demanda omnipresente para la justificación, el ostracismo, muchos veganos empiezan a citar la salud o razones del medio ambiente o simplemente una aversión por la carne (no puedes discutir sobre gustos) como la razón por la cual no comen animales. Acá es cuando la vegefobia cumple otro de sus objetivos: borra el tema de los derechos animales del debate público y hace el no comer carne una simple elección personal. Y los animales pierden la única voz que tienen en nuestra sociedad. La presión social de comer carne es tan grande, que algunos incluso dejan de ser veganos, porque no quieren ser excluidos, porque no quieren ser constantemente objeto de burla, ser eternamente cuestionados. Así, la vegefobia le va dando forma a la conducta social, que, en definitiva, depende de la influencia de otros individuos. Las interacciones regularizadas de este tipo constituyen la base de muchos de los hechos de influencia que ocurren dentro de las sociedades. Y estos estándares pueden moldearse con docilidad a través de estos múltiples mecanismos que sojuzgan y adoctrinan.

EL DESPRCIO A LOS VEGANOS ENCUBRE EL VERDADERO TEMOR: EL MIEDO A REALIDAD DE LOS MATADEROS

David Olivier afirma que “Los animales son sometidos a una increíble violencia. Desde el momento en que decimos y mostramos que nos solidarizamos con ellos no comiendo sus cuerpos, es inevitable que esa violencia salga en la manera en que somos tratados. La vegefobia es la huella en nosotros de la violencia causada a ellos. La vegefobia es una parte integral de la opresión animal. La violencia causada a los animales no es un simple proceso mecánico. Es el primero y principal, basado en la negación a escuchar: escuchar el grito del cerdo que tiene miedo y no quiere morir, a escuchar a la vaca que quiere encontrar a su

cría. Vegefobia es rehusarse a escuchar a los vegetarianos: el rechazo de cualquier debate real sobre la legitimidad del consumo de carne. La violencia causada a los animales es entonces una imposición: la de morir. Para nosotros, la vegefobia quiere imponer el acto de comerlos”. Es menester señalar que la vegefobia, funcional al especismo, es el camino más corto para evitar escuchar a los veganos hablar de por qué se rehúsan a comer animales. Es un mecanismo simplista que esconde el hecho que existe un temor de discutir con aquéllos porque tendrían que enfrentar el hecho horrendo de ser parte de un sistema que causa a los animales tremendos sufrimientos y billones de muertes cada año, sin mencionar la destrucción del medio ambiente y la pauperización de las sociedades de los países del tercer mundo. La complicidad es inaceptable. En definitiva, los veganos son el recordatorio al resto de la sociedad que el mundo está lleno de injusticia y si sienten que no quieren o no pueden hacer algo sobre eso, prefieren reírse de eso antes que hacer algo que pueda hacerlos sentir mejor. Esta burla, este acoso, este desprecio, no se produce hacia los veganos, es hacia el sufrimiento de los animales. Y aquí, veladamente, se esconde otra verdad: vegefobia es miedo y/o desprecio a la injusticia. A la relación de sometimiento-explotación de los animales no humanos por el ser humano. A la asimetría del poder, es el rechazo al avasallamiento de derechos que no sólo son humanos (porque involucran la base de todos los demás y son compartidos por todos los individuos: la vida, la integridad, la libertad), un velo de ignorancia a la notoria desigualdad, silenciando los gritos y cerrando los ojos a esta horrenda realidad.

CONCLUSION

Hoy los veganos son discriminados en numerosos ámbitos de la vida cotidiana, en comedores de escuelas, universidades, fábricas y clubes, en hospitales y sanatorios, obras sociales y medicinas prepagas, en restaurantes, hoteles y medios de transporte donde no se brinda la comida apropiada para su modo de alimentación, también en medios de comunicación gráficos, radiales y televisivos en ocasiones son denigrados, vapuleados, desprestigiados y sometidos a burlas. Hay casos de bullying en escuelas, como así también acoso y discriminación en ámbitos laborales. Por eso, así como hoy la sociedad reconoce a la xenofobia y la homofobia, entre otras formas de discriminar, la Vegefobia también debe ser reconocida y tipificada oficialmente como otra forma Si sos víctima de discriminación, tanto por el INADI como así también de Vegefobia, por la justicia, para que quienes sufran esta discriminación puedan disponer de herramientas para poder defenderse. Y entendemos que es una cuestión de raigambre constitucional, por cuanto involucra al derecho a elegir un amcomunicarte con ONAVE - Observatorio biente sano, a escoger el sistema de salud más adecuado, Nacional de una alimentación y un trabajo acorde a una visión ética de Vegefobia la vida, similar a los valores religiosos que son protegidos por la misma Carta Magna (vgr.: arts. 15, 16, 41 y conc. de la C.N.). Negar la injusticia del especismo, como sistema de dominación de los más débiles, es uno de los tantos mecanismos de control social que contribuye a mantener el status quo. En una pirámide real de la detentación del poder, en cuya cúspide el mismo lo retienen el sistema finan-

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ciero y las corporaciones multinacionales, las que a su vez imponen sus reglas a los gobiernos, da a luz un sistema educativo y de salud que producen profesionales que replican estas pautas. Establecido el sistema, donde se adoctrina una modelo de explotación animal para beneficio de una sola especie, es claro que corporaciones, docentes y profesionales de la salud discurren por el mismo sendero con una unívoca voz. La voz de quienes reclaman por esta desigualdad debe ser acallada para que el sistema siga vigente con toda su perversidad. La vegefobia, a este nivel, constituiría un eficaz mecanismo de control social, para silenciar estas voces. El panóptico de Bentham, que cita Foucault, en esta sociedad, serían las instituciones médicas, profesionales de la salud, medios de comunicación, docentes, padres, todos alentados por esta estructura de poder que reclama un único discurso y permite vigilar quien se está desviando de esta visión oficial. Todo está conectado mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres humanos por otros, en busca de una ‘normalización’ generalizada. Estas voces disonantes tienen dos opciones en este proceso de estandarización: o se afinan con las demás o se silencian. Así, nace una multitud de vigilantes difusos que controlan la declamación oficial. La vegefobia es miedo y aversión al mismo tiempo a esas voces que claman desigualdad e injusticia.

“La vegefobia es miedo y adversión al mismo tiempo a esas voces que claman desigualdad e injusticia. Es una hostilidad en contra del cuestionamiento del especismo”

Es una hostilidad en contra del cuestionamiento del especismo y es funcional a este sistema de opresión de los animales no humanos. La negativa de reconocer que los más débiles de una sociedad son sometidos genera una incontenible violencia que debe transferirse, hacia los que -paradójicamente- claman por cesar la violencia. La vegefobia es un mecanismo idóneo de control social que asegura, mediante la negación de los animales no humanos como sustrato de sensibilidad, la uniformidad de un discurso profundamente especista y discriminador. Por ello, el veganismo, cuestiona estas bases psico-sociológicas y demanda un debate frontal, impulsa la decosificación de los animales, promueve el igualita-

rismo social y fomenta la paz. Es evidencia científica los efectos nefastos en la salud que acarrea el consumo de proteína animal. Pero también ahora sabemos que estamos en riesgo a nivel medioambiental y tenemos la necesidad imperiosa de salvar el planeta y el veganismo es la solución para aliviar los problemas de sustentabilidad del mismo. El veganismo permitiría conjurar la contaminación ambiental que implica la cría intensiva de ganado, pero a la vez también es justicia e igualdad, no sólo para nuestros hermanos animales sino también en cuanto implica una notoria redistribución de la riqueza. Porque un solo kilo de carne implica el uso indiscriminado de 15000 litros de agua, conforme lo ha dicho la FAO (Organización para la agricultura que depende de la ONU) y si todo el grano que se utiliza para alimentar a todos estos animales se empleara en alimentación humana, se podría alimentar dos veces a toda la población de la Tierra. El veganismo es la revolución más grande, porque implica no sólo cuidar planeta sino ser justos también con los más desfavorecidos en países emergentes. El veganismo podría acabar con el hambre en el mundo, terminar con el holocausto de animales no humanos y permitir vidas plenas a los seres humanos en perfecto estado de salud.

Dr. Hugo Daniel Carrión

Abogado especialista en Derecho Penal, Fiscal en lo Criminal del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, Máster en Derecho, Ciencias y Tecnología de la Información, Vegano, Activista.

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