Soma 7 interiores

Contenido Director General Elfego Sosa

Psicosomáticom Sitios de la web

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Director Editorial Ricardo E. Tatto

Música Baruch Velázquez Muñoz Algunos fundamentales del rock duro

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Teatro Raquel Araujo Madera De las fronteras y el deseo de cruzarlas

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Diseño Edilberto Barrero Dávalos Corrección de Estilo Lourdes Flores Ricardo E. Tatto Colaboradores Raquel Araujo Madera Débora Carnevali Omar Góngora Raúl H. Pérez Navarrete Svetlana Pribilowska Garza Ragel Santana Burgos Ricardo E. Tatto Baruch Velázquez Muñoz Créditos Imágenes e Ilustraciones: Jorge Espinosa Torre Christian Núñez Tony Peraza Jorge Pinto Portada: Jorge Espinosa Torre “San Sebastián” Óleo sobre tela 80 cm x 120 cm 2008

Los artículos firmados y las imágenes son exclusivamente responsabilidad de sus autores. Patente del logo, registro de marca y derechos de autor en trámite.

Soma, Arte y Cultura: Año 01 N° 7 MAR 2009

Humor Soma Atizando con el cartonista Tony Peraza Artes Visuales Raúl H. Pérez Navarrete Entrevista a Jorge Pinto Omar Góngora y Débora Carnevali El archivo artístico.

Preámbulo para la apertura del Centro de Documentación Laboratorio Dzityá Cine Ragel Santana Burgos Buffalo 66-The Brown Bunny ó Los Viajes de un Niño y un Conejo Invisible.

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Suplemento Literario Punto y Soma Ricardo E. Tatto Martes 13: Una noche triste

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Svetlana Pribilowska Garza Crisálidas

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Soma, Arte y Cultura, ha alcanzado el número 7 correspondiente a marzo. Si bien el siete es considerado una cifra cabalística, nosotros no creemos en ilusiones metafísicas o falsas quimeras de índole supersticiosa. En lo que sí creemos es en el trabajo constante, por lo que continuamos esforzándonos por entregarles mes tras mes, contenidos de calidad y reflexiones críticas en torno al quehacer artístico en el estado sin importar la disciplina.

Y ya que hablamos de números, no podemos dejar de lado las fechas relevantes de este mes; una de ellas, el 21, no sólo marca el inicio de la primera, sino que también es el natalicio del ilustre prócer nacional, Benito Juárez, hijo pródigo de nuestra América, gran intelectual y masón del más alto nivel.

Por ello, no es casual que también se cumpla el décimo octavo aniversario del periódico Por Esto!, que desde sus trincheras comandadas por Don Mario Renato Menéndez Rodríguez, también ha brindado cuantiosos espacios dentro de sus páginas para la difusión, análisis y crítica cultural tan necesaria para nuestro entorno, por lo que se ha constituido en un imprescindible baluarte para las plumas más avezadas y conscientes dentro de la intelectualidad yucateca. Vaya desde aquí una felicitación para el periódico y un fraterno abrazo para su congruente director.

Ahora bien, el 27 es igual una fecha digna de celebrarse: El día mundial del teatro, por lo que nos sumamos a los festejos y congratulamos a los colegas, colaboradores, amigos y conocidos que se desempeñan en las lides teatrales, por un año más sobre las tablas yucatecas.

Además, por si no se han enterado, el escritor e historiador Eduardo Galeano estará en Yucatán los próximos 6 y 7 de abril para la presentación de su libro Espejos, eñ lunes 6, a las 7PM en el teatro “Felipe Carrillo Puerto” de la UADY; al día siguiente, tendrá una lectura de textos y diálogo abierto sobre “La historia latinoamericana desde sus antiguos protagonistas”, a las 5PM en la Escuela de Agricultura Ecológica en Maní.

Para no prolongarme más, les diré que Soma ha experimentado un cambio evidente, por lo que este mes hemos salido un poco tarde, pero esperamos que las mejoras sean de su total agrado. Vaya la presente dosis de su droga cultural favorita, que les aproveche…

Psicosomáti .com

Espacio dedicado a los sitios más importantes y eclécticos en Internet así como en la blogósfera, con todo lo concerniente a temas relacionados con la cultura y las artes.

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Editorial

Biblioteca Virtual de Yucatán www.bibliotecavirtualdeyucatan.com.mx

En esta página encontrarás un amplio acervo de archivos documentales con obras de José Peón Contreras, Leopoldo Peniche Vallado, Rodolfo Menéndez de la Peña, etc. Así como otros registros literarios, históricos y de obras en lengua maya.

El Último Libro www.sorrowultimolibro.blogspot.com

Una biblioteca en Internet donde se pueden descargas libros, revistas, información de autores, obras y artículos relaciones. Además, cuenta con una gran cantidad de cómics europeos, americanos y asiáticos totalmente en español.

La Luna de Mélies www.lalunademelies.blogspot.com

La luna de Méliès es un espacio dedicado a los ciclos del cine club del Centro Cultural José Martí y a la programación de la videosala del Centro Cultural Olimpo, donde también puedes encontrar artículos sobre el séptimo arte y la cartelera del mes.

Vendrán Lluvias Suaves www.vendranlluviasuavesii.blogspot.com

Blog donde se puede encontrar música y poesía, administrado por Lourdes Flores quien es parte del grupo literario Marsias y que constantemente sube versos de variados autores, así como algunos haikús y poemas de su autoría.

La Ciudad Saqueada www.laciudadsaqueada.blogspot.com

Ricardo E. Tatto somaculturarte@gmail.com www.revistasoma.blogspot.com Envíanos tus imágenes, colaboraciones y comentarios a: somaculturarte@gmail.com Sintonicen la nueva sección cultural “El arte es largo, la vida breve…”, conducida por su servidor todos los jueves a las 5.45 PM en vivo por Radio Fórmula en 650AM y a las 10.45 PM en Telefórmula, por canal 11 de cable. Nos vemos ahí.

Blog de creación literaria donde se pueden encontrar cuentos, citas y minificciones. Es administrado por Iván Vázquez, actual becario del FOECAY en el área de literatura y estudiante de letras en la UADY. La Periferia www.galerialaperiferia.com

Página oficial de la galería La Periferia, un centro cultural alternativo donde se realiza investigación, difusión y producción artística, con información de los eventos que tienen cada mes, así como las obras de jóvenes estudiantes de arte en Yucatán.

rock duro

del

fundamentales

Baruch Velázquez Muñoz* *Periodista y melómano rockero, he colaborado en el periódico Reforma de la Ciudad de México, el blog mexicano de rock Arritmia y con la revista Gran Cinema en Mérida.

Tengo y mantengo el blog http://elbarametal.wordpress. com donde trabajo constantemente sobre materiales de rock que resulten no tan comerciales o conocidos por la gente para darles mayor difusión.

A

ntes que nada me considero un fanático del rock and roll, los subgéneros más pesados son los que me apasionan, la honestidad con la que se atacan los instrumentos me parece innegable y la adrenalina y mensajes que emanan del metal son adictivos y ciertamente bastante efectivos en mi persona.

Gracias a estos momentos es por lo que quiero compartir con los amigos lectores algunos discos que considero fundamentales para entender el desarrollo del rock duro (hard rock) y el posterior auge del llamado heavy metal.

Sin más, vámonos unos 40 años atrás a San Francisco, California, donde el power trio Blue Cheer entregaba su debut titulado Vincebus Eruptum, toda una joya en el nacimiento del stoner rock y el metal dada su estructura densa, pesada, espesa, un rock psicodélico con riffs potentes, sucios pero altamente recomendables. La pieza fundamental de este álbum es el cover de Summertime Blues, original del gran Eddie Cochran.

Básico es también In A Gadda Da Vida de los fumadísimos Iron Butterfly, quienes con su rock ácido fuertemente influenciado por el folk y la música de protesta hippie encontraron uno de los riffs más memorables del rock en general: una oda al progresivo, al método y por ahí hasta al viaje astral… cómo no.

La creación del metal estaba por darse cuando los británicos Black Sabbath, liderados por Tony Iommi, lanzaron al mercado Paranoid, disco que contiene clásicos del rock como Iron Man, War Pigs y Electric Funeral. Considerados los padres del metal, Black Sabbath se

mantiene en el gusto de metaleros y otros rockeros al ser su influencia innegable para el avance tanto musical como lírico y estético del rock en los años siguientes.

Así también están por ahí los poderosos Led Zeppelin como creadores del hard rock tanto en actitud como en estética, pose y sobre todo en música. Robert Plant es probablemente el vocalista que más ha influenciado a otros en el mundo y eso está casi certificado. Led Zeppelin 2 es su obra cumbre con cortes del tamaño de Whole Lotta Love, Ramble On y la genial Moby Dick.

Para terminar de definir los orígenes del metal tenemos sin duda a Machine Head de los rockerísimos Deep Purple, comandados por Ritchie Blackmore e Ian Gillan. Ellos mezclaron elementos psicodélicos, densos, pesados y de alto octanaje, con definitorios conjuntos como para ser catalogado uno de los discos más pesados de la historia. Contiene temas tan clásicos como Highway Star y la inigualable Smoke on the Water.

Hasta aquí llego con los orígenes del rock duro. Ahora enumeraré algunos básicos que hay que tener para abarcar un mayor espectro rockero sin problemas, como por ejemplo Raising de la banda Rainbow, de Blackmore y el potente Ronnie James Dio con el tema Stargazer como una de sus máximas glorias; o los americanos Kiss y su Destroyer de 1976, con los clásicos Detroit Rock City, Beth y Shout It Out Loud.

Mención aparte para The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, una verdadera obra de arte del art rock y del progresivo, con la ya mítica alineación de Roger Waters, Nick Mason, David Gilmour y Rick Wright; el complejo trabajo de los canadienses Rush y su Hemispheres de 1978, donde se incluye la genial La Villa Strangiato, aportando las estructuras complejas y fuera de tiempo al rock y metal posteriores.

Para tener una discoteca rockera sin fallas también se pueden contar con el Back in Black de AC/DC, lleno de actitud rockera con el poder de Angus Young en las liras y la voz rasposa de Brian Johnson; y ni qué decir de The Number of the Beast de Iron Maiden, el debut clásico de Bruce Dickinson en las vocales de la Doncella de Hierro,

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discos Algunos

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donde haría historia con tracks como Run to the Hills, The Number… y Hallowed Be Thy Name.

Más adelante encontramos muchos otros discos definitivos e incluso más densos y algunos ciertamente poco comerciales, como los daneses Mercyful Fate: su disco Don´t Break the Oath con todo y su vocal King Diamond serían un referente en el black metal escandinavo de los años 90, o los ingleses Venom y el material Black Metal: oscuro, denso, malévolo, rápido, sucio, agresivo, rock duro de verdad para los que no son débiles de corazón.

Ejemplos norteamericanos hay varios, de los principales se puede nombrar a Metallica con su Master of Puppets, Anthrax con Among the Living, Megadeth con Rust In Peace, Sadus con A Vision of Misery, Exodus con Bonded by Blood, Testament con Practice What You Preach y Seven Churches de Possessed, todos ellos discos de thrash y death metal que ganaron la aceptación de millones alrededor del mundo y dieron al rock duro su estatus global.

Sería absurdo terminar este breve listado sin mencionar a Chuck Schuldiner y su banda Death con discos como Individual Thought Patterns y Symbolic, mezcla perfecta entre el jazz y el metal más puro; los ingleses Carcass con Heartwork y su melodía intensa, recargada y agresiva; así como otros ejemplos más relajados pero igualmente intensos como Alice in Chains con Dirt; o algo de grunge pesado y poderoso como Soundgarden con Badmotorfinger en esa misma métrica aunque mucho más progresiva y, por supuesto, Tool con efectos inimaginables en la mente al ejecutar con maestría piezas complejas en discos como Undertow o Lateralus.

Por último, recomiendo ampliamente escuchar con detenimiento estos discos conceptuales: Metropolis 2: Scenes From a Memory, de Dream Theater; Operation: Mindcrime de Queensrÿche; Abigail de King Diamond; The Wall de Pink Floyd y, claro, Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band de The Beatles.

Recordemos que estas recomendaciones se basan en mi limitada conciencia rockera y musical. Sería bueno compartir algunos otros materiales así como los comentarios. Saludos a todos, Carpe diem.

De las fronteras y el deseo de cruzarlas ( Fragmento del texto presentado en el marco de las II Jornadas Teatrológicas del CINEY. Febrero 2009.)

* Raquel Araujo Madera ha desarrollado varios proyectos como: “Los errores del subjuntivo”, “La importancia de llamarse Ernesto”, “Medea Múltiple” y “Tío Vania”. Su obra ha sido presentada en México, Estados Unidos, Filipinas, Indonesia, Argentina, Colombia, Brasil y Japón. Fue directora fundadora de de Artes Escénicas de la ESAY de 2004 a 2007 y actualmente es profesora para la misma.

Fundó y dirigió el espacio Escena 40, y actualmente es

Raquel Araujo* Para Roberto Franco, viajero incansable de paisajes interiores.

‘Todo director (escritor) dirá entonces: loco no puedo, sano ni me lo planteo, sólo soy siendo neurótico.

La obra (El texto) que usted dirige (escribe) debe demostrarme que me desea. Esa prueba existe: es la escena (escritura). La escena (escritura) es esto: la ciencia de los gozos de la presencia (del lenguaje), su kamasutra (de esta ciencia no hay más que un tratado: la escena (escritura) misma).

El placer de la escena (del texto) es ese momento en que mi cuerpo comienza a seguir sus propias ideas —pues mi cuerpo no tiene las mismas ideas que yo.

El texto es un objeto fetiche y ese fetiche me desea. El texto me elige mediante toda una disposición de pantallas invisibles, de seleccionadas sutilezas: el vocabulario, las referencias, la legibilidad, etcétera; y perdido en medio del texto (no por detrás, como un deus ex-machina) está siempre el otro, el autor. Como institución el autor está muerto: su persona civil, pasional, biográfica, ha desaparecido; desposeída, ya no ejerce sobre su obra la formidable paternidad cuyo relato se encargaban de establecer y renovar tanto la historia literaria como la enseñanza y la opinión. Pero en el texto, de algún modo, yo deseo al autor: tengo necesidad de su figura (que no es ni su representación ni su proyección), tanto como él tiene necesidad de la mía…’.

directora artística del Laboratorio de creación y residencias artísticas Teatro de la Rendija.

Tomado del libro “El placer del texto y Lección inaugural”.

Esta ha sido una pequeña intervención del texto de Roland Barthes, sustituyendo director por escritor y obra por escritura.

1. Tomo prestado el concepto de mi amigo Byrt Wammack, director del festival de cine y video Geografías Suaves. El Festival de cine y video “Geografías Suaves”, de Byrt Wammack y Ana Rosa Duarte, se propone proyectos que provoquen el tránsito entre la ciudad y las comunidades indígenas que realizan sus propios videos de ficción y documentales.

Cd. De México, 1987), hasta mis “Errores del subjuntivo” (Escena 40°, Ciudad de Mérida, 2005), puedo afirmar que seguí en la búsqueda del gozo. De ese estadio íntimo que cruza la frontera de la razón hacia el abandono dentro de mí misma en escena. Curiosamente, no ha sido así en mis performances, en los que he procurado un espacio interno objetivo y analítico revisando los aspectos de mi vida puesta en una mesa de operaciones. El ser uno y a la vez otro en el teatro, abre mi deseo a lo ilimitado del goce de percibir desde adentro de mi cuerpo: estar en performance me permite verme de afuera hacia adentro.

Un nuevo cruce de frontera ha sido ahora el texto de otro. “La importancia de llamarse Ernesto” de Oscar Wilde, pasado por manos de José Ramón Enríquez y de la actual compañía de Teatro de la Rendija (Auditorio Silvio Zavala, Cd. De Mérida, 2007). El placer del texto, puro y sencillo, aunque como dice Algernon Moncrief la verdad rara vez es pura y sencilla. O sea, trasladar ese placer a escena, en otros cuerpos, en otras voces, en otras palabras. Ahora he experimentado también el ‘placer’ que en sentido opuesto al ‘gozo’ que disipa y fracciona la identidad, me ha integrado y regresado a otra yo. Si en su momento el posmodernismo abrió el campo para lo intersticial, lo híbrido y lo fragmentario, es ahora que deseo pegar mis partes.

Mi cuerpo no es el mismo. Desde hace algunos años el gozo de mi cuerpo en escena se convirtió en un campo de batalla. De gozar mi cuerpo pasé a temerle a mi cuerpo enfermo, desmantelado, incompleto.

El nuevo camino de la puesta en escena está orientado a colaborar con los otros campos. Abrir y cerrar, ‘solve-coagula’ alquímico. Abrir las fuerzas centrífugas pero también las centrípetas.

Desde el placer de dirigir “Tío Vania” de Chéjov, hasta el gozo del performance de “Medea Múltiple”, nos queda más que compartir contigo, estimado lector, nuestro arte de la presencia. Ven a visitarnos a Teatro de la Rendija. www.rendija.net.

Ilustración: Christián Núñez

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n “Horizonte de sucesos” (Teatro Santa Catarina, Cd. de México, 1997) decía: el deseo es una forma de conocimiento. Asociando este texto-pensamiento-parlamento a las ideas que Helene Cixous derivara del mismo texto de Barthes, la satisfacción de mi deseo ha tenido las vías del ‘placer’ y del ‘gozo’.

El ‘placer’, entendido en Barthes y Cixous como disfrute intelectualizado, cultural, asociado a un movimiento homogeneizante del ego, integrador y finito; mientras que, el ‘gozo’, propone la connotación de fluidez, duración indeterminada en un dar y un gastar sin fin, ni clausura. En una clara contraposición de economía libidinal y lúdica, asocio estas descripciones a mi propia experiencia de la creación.

Mi trabajo en escena como creadora comienza su desarrollo a partir de las ideas fundacionales de Gabriel Weisz sobre la teoría de la representación. Estas ideas pretendían revisar estructuras afines encontradas en el teatro, pero no reglamentadas por los mismos principios espaciales, temporales o narrativos. Esta forma de trabajo fue llamada por el mismo Weisz: Teatro Personal. Una tendencia que se sumaba a la corriente de las vanguardias norteamericanas y el performance art feminista de los sesentas y setentas. Experimentos escénicos que cruzaron en su momento los densos y complejos límites del teatro, abriendo así su campo de posibilidades.

Teatro de la Rendija comienza a existir a finales de los ochenta con la finalidad de poner a prueba estas ideas. Más que ideas, intuiciones. Tal vez más que intuiciones, deseos.

Mi deseo primero fue, y sigue siendo, dar cauce a la vida en escena.

Estos cruces de fronteras, de límites que se iban diluyendo al aproximarnos a un trabajo autobiográfico, eso que es el teatro personal: confesional, testimonial y lúdico… construyendo la topografía de ‘geografías suaves’ entre el arte y la vidaB. Desde 1988, que comenzamos con el trabajo de Rocío Carrillo “La sangre del silencio” (Teatro Santa Catarina,

Raúl H. Pérez Navarrete*

“algunos apoyan su vida con la fe, otros lo hacemos con la verdad”

Ilustraciónes: Jorge Pinto

Jorge Pinto

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n 1995, la revista Comics Scene publicó en su número 50 las respuestas que varias personalidades del mundo de la historieta otorgaron luego de cuestionarles sobre cómo imaginaban el cómic en el siglo XXI. Escritores, dibujantes y editores como Mike Richardson, Timothy Truman, Roy Thomas y Bill Sienkiewicz destacaron que el uso de la computadora y las herramientas que la rodean serían indispensables en el futuro de la industria. No se equivocaron, las nuevas tecnologías dieron lugar a fenómenos como los webcómics, historietas publicadas en internet y producidas por sus mismos creadores. XKCD, El pequeño Lovecraft, Caballo negro, Oseano y La caricatura existencialista son algunos ejemplos de esta forma de expresión en la red.

Uno de los más interesantes webcómics surgidos recientemente es Bunsen, escrito y dibujado por Jorge Pinto, diseñador gráfico de 24 años nacido en Mérida, Yucatán, y que actualmente reside en el D.F. Un proyecto fuera de control Bunsen tiene como escenario principal un laboratorio en donde el Dr. Víctor Arroyo y el Dr. Adel Ortega conviven con los animales Orvil (un ratón de color rosa y de aire siniestro cuyo nombre proviene del inventor Orvil Wright), Diana (un ave que funge como la voz maternal del grupo), y el Rey Mono (oficialmente espécimen MN-96) y Niko (por el científico Nikola Tesla), un par de simios, padre e hijo.

“Originalmente lo concebí como una plataforma para hablar con humor sobre temas que me interesan, específicamente la ciencia”, comenta Jorge Pinto sobre su obra, “pero con el tiempo se ha ido transfor-

mando en una historia más compleja. Una historia que, entre muchas otras cosas, relata las dificultades que uno pasa cuando intenta hacer bien las cosas en un país que no sabe apreciar las cosas bien hechas”.

Calificada por su autor como un reto personal que se salió de control (“a ver si puedo hacer 150 tiras de un cómic sin parar”), Bunsen es el lugar donde Jorge Pinto conjuga su pasión por el mundo y la cultura del pensamiento crítico, con su admiración por la obra de Charles Schulz (Peanuts), Bill Watterson (Calvin & Hobbes) y Quino (Mafalda).

“Recuerdo específicamente el planteamiento que me llevó a escribir el primer guión de Bunsen”, confiesa Pinto, “¿Cómo hago un chiste burlándome de los creacionistas? (aquellos que reniegan de la Teoría de la Evolución y creen que sus textos religiosos son relatos históricos literales). La respuesta fue: ‘Usa a un mono que no cree en la evolución porque piensa que las (horribles) personas nunca pudieron haber salido de su (admirable) especie’”.

“Un mono me llevó a un científico y un científico me llevó a un rector de universidad”, continúa explicando su autor, “es decir, mi motivación fue poder crear humor con un tema que me apasionara, evitando recurrir a los moldes de cómic tradicional que todos nos sabemos de memoria. Nadie necesita otra historieta sobre las aventuras de un niño travieso”.

El comentario anterior se ve reflejado claramente en varias de las tiras en donde las referencias a la tecnología y la ciencia se conjugan con alusiones a la cultura de masas (videojuegos, películas, series de televisión) y a las relaciones de los personajes. Un ejemplo de esto es la tira número 034, donde el laboratorio sufre de una plaga de Pacmans debido a que Adel insistió en fumigar una madriguera de fantasmas: “eso es lo que pasa cuando alteras un ecosistema”, le reclama furioso el profesor Víctor a su colega en una de las primeras viñetas.

Un ícono de la subcultura geek La popularidad de Bunsen es tal que en la página de la historieta se venden copias de la mayoría de las tiras en memorias USB con la forma de algunos de los personajes, además, ha permitido a su creador involucrarse en otros proyectos como la ilustración de libros infantiles y la página Candelario, junto a otros artistas visuales.

Cuestionado sobre la razón del éxito del cómic, Jorge Pinto responde que la “razón por la que se volvió tan popular fue porque la temática de la historia - la ciencia - sirve como estandarte para una subcultura que por fin está explotando en todo nuestro país: los geeks”.

“Un geek”, explica el diseñador y guionista, “es una persona con intereses muy marcados, con una inclinación hacia el conocimiento que lo lleva a descubrir cosas muy variadas (y a veces muy extrañas) en la vida. Los geeks están naturalmente atraídos hacia la ciencia y la tecnología porque éstas son las principales proveedoras de conocimiento e

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Humor de laboratorio entrevista con Jorge Pinto

¿Cómo hago un chiste burlándome de los creacionistas?

Jorge Pinto

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la filosofía general del pensamiento científico: la objetividad, el sentido común, la autocrítica, la imaginación enfocada, la honestidad intelectual Jorge Pinto * Raúl H. Pérez Navarrete (Mérida, Yucatán, 1983).

Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Modelo. Actualmente se desempeña como maestro de preparatoria y como colaborador del cine foro del Centro Cultural José Martí.

Es miembro de la Red Literaria del Sureste y forma parte del consejo editorial de la revista Al pie de la letra. Ha publicado en el periódico Por Esto!, en Cataficcia (Zacatecas) y Mística espiral (revista electrónica). Es autor del cuento para niños El monstruo del armario publicado por la U. Modelo.

innovación en nuestra civilización. En otras palabras, hay mucha gente que, al igual que yo, quiere burlarse de los creacionistas, homeópatas, psíquicos y, en general, de la gente que detiene el progreso”.

Detrás del humor aparentemente infantil, Bunsen se revela como una tira cómica que va más allá de los guiños a series clásicas de televisión y películas de culto pues en los gags y situaciones creadas por Jorge Pinto subyacen realidades mucho más prosaicas: “el cómic funciona porque encontré a muchísimos lectores que me entienden perfectamente cuando dibujo a un jefe que no tiene idea de lo que hace.

Cuando escribo chistes sobre alguien que está orgulloso de su propia ignorancia. Cuando cuento la historia de alguien con iniciativa que no encuentra a nadie que sepa apreciar sus esfuerzos”.

Más allá de las viñetas En un mundo en donde el oscurantismo surge inesperadamente de los más diversos rincones -desde autobuses londinenses hasta reglamentos que guardan “la moral y las buenas costumbres” en ciudades mexicanas-, Bunsen es sin duda una apología de la ciencia.

Dejando de lado la historieta, mi última pregunta se enfoca hacia cómo nació en Jorge Pinto el interés por la ciencia: “Antes de poder tener logros personales”, responde, “desde muy joven, el escepticismo me dio algo de lo que sentirme orgulloso. La acción de investigar la verdad sobre cosas que la mayoría de la gente entiende incorrectamente se convirtió en uno de mis primeros hobbies”.

“Esto dio paso a que descubriera a la ciencia. Y no me refiero necesariamente a la ciencia dura que la mayoría de la gente conoce, sino a la filosofía general del pensamiento científico: la objetividad, el sentido común, la autocrítica, la imaginación enfocada, la honestidad intelectual, etc.”

“Yo no sé casi nada sobre el genoma humano o la teoría de cuerdas.

Lo que sí sé, por ejemplo, es que las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias y que si vas a decir que te visitan los OVNIS o sentiste el espíritu de un familiar muerto, vas a necesitar más argumentos que “no puedes probar que no es cierto”. Y esto, que parece tan exótico, en realidad se cuela a todos los aspectos de la vida. La ciencia nos da lecciones que todos podemos y debemos aprovechar en nuestro día a día... Observa a tu alrededor. Cuestiónalo todo. No llegues a conclusiones precipitadas. Cuando no sepas algo, investígalo. Defiende tu visión personal. Rectifícala cuando alguien señale sus defectos.

Toma riesgos. Aprende a controlarlos. Experimenta.”

“Todo esto va mucho más allá de la propia ciencia porque cuando uno aprende a usar esas herramientas, puede construir con ellas lo que quiera. Por eso me interesa tanto; algunos apoyan su vida con la fe, otros lo hacemos con la verdad.”

El archivo artístico

Preámbulo para la apertura del Centro de Documentación Laboratorio Dzityá

*Débora Carnevali Ramírez. Caracas, Venezuela, 1985.

Becaria del FOECAY, 2006, en artes visuales. Ha ganado diversos premios y ha participado en festivales a nivel nacional y local.

Ganó la Mención Honorífica en el Premio Estatal de la Juventud (2007) en la categoría de Logros Artísticos.

Actualmente cursa el déicmo semestre de la Lic. en Artes Visuales de la ESAY y es curadora residente en La Periferia.

Débora Carnevali y Omar Góngora* Si bien no se puede describir de otra forma, el Centro de Documentación Laboratorio Dzityá (CDLD) es la creación de una memoria visual.

Mérida, como muchas otras ciudades de la periferia mundial, lleva años integrándose, poco a poco, en un mainstream global. Aunque esto no sea visible, digamos, por reconocimiento, si lo es en cuanto a las formas de representación. Mérida se ha ido despertando del letargo en el que estuvo por varias décadas y ahora es una ciudad que produce arte contemporáneo. Dado a la lejanía con la civilización cultural, se ha tenido que ir forjando un nuevo lenguaje; nuevos signos.

Yo creo que lo más rescatable de lo que se está produciendo aquí en la actualidad es precisamente eso: el arte que se hace en Yucatán no es una imitación de formas del primer mundo, es un arte que se alimenta del aislamiento para producir algo único. Claro que como en todo, siempre hay sus excepciones.

Desde que el ser humano inventó o descubrió la forma de representar su realidad, se volvió indispensable mostrarlo a otros. Enseñar, difundir, propagar, son formas de conocer y de hacer evidente el conocimiento que se desprende de toda representación. La era del Internet, de los medios hipermasivos, de la sociedad hipercodificada, son caminos a los que hemos llegado y a los que se enfrenta el quehacer del nuevo paradigma del artista; aquél que ya no sólo es artista sino también curador, galerista, programador, promotor, crítico y cínico por excelencia. Este nuevo artista o, mejor dicho, esta nueva concepción del artista nos lleva a cuestionarnos cuál es la producción contemporánea y qué es lo que produce el artista hoy en día, pero sobre todo cómo se da a conocer este trabajo.

La necesidad de la creación de archivos es algo que nos parece pertinente reflexionar en la actualidad. En una era donde existe una constante búsqueda de encontrar una individualidad pero al mismo tiempo pertenecer al mundo, se vuelven importantes las formas de construcción de la memoria colectiva. Considero que ya no existe una idea de historia como una verdad única, sino que más bien existe la simultaneidad y narraciones personales que se unen y agrupan por contexto. Nuestro interés a la hora de crear un archivo es insertar estas nuevas formas dentro de la mancha voraz que es el arte contemporáneo internacional.

Ahora, el archivo es el medio perfecto para lograr esto. Estas nuevas formas artísticas han sido, cada vez más, efímeras. El registro de es-

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* Omar David Góngora Guzmán.

Ciudad de México, 1982. Becario del FOECAY, 2005, en literatura y 2008 en artes visuales.

Fue ponente en el IV encuentro nacional de ensayistas de Tierra Adentro (2008). Ha publicado el poemario Helicópteros Llorando (2006) y también ha participado en diversas muestras de performance y bienales de artes visuales.

Actualmente cursa el décimo semestre de la Lic. en Artes Visuales de la Escuela Superior de Artes de Yucatán y dirige el centro de documentación de La Periferia.

tas acciones es la única forma para acceder a estas piezas. Desde que nos dimos cuenta, hace cinco años, nos hemos dedicado a documentar metódicamente todo lo que ha sucedido en la ciudad. Hemos sentido la necesidad de darle importancia a lo que nadie más voltea a ver; todo esto porque hemos visto que, más que eventos aislados o underground, lo que se está produciendo es la construcción de una nueva cara cultural de nuestra localidad.

La mayor parte del acervo del CDLD es digital. Por lo tanto, tendrá dos salidas principales: 1) El Centro de Documentación físico, un lugar para poder ir y consultar con calma lo sucedido en las artes visuales del estado (que actualmente funciona mediante citas a falta del equipo necesario para su apertura).

2) La página Web del CDLD, una página que utilizará estrategias de construcción generadas por los usuarios; es decir, de lo que se conoce como Web 2.0.

La razón por la cual lo hacemos así es muy sencilla. La creación de un archivo no basta con el propio. Un archivo debe alimentarse de manera constante y simultáneamente por muchas personas. La mejor forma para lograr esto es trabajando con la Internet. Una página generada por los usuarios da la plataforma idílica para la creación de un archivo. Páginas como Facebook (www.facebook.com), You Tube (www.youtube.com) o Wikipedia (www.wikipedia.org) son evidencia suficiente de las capacidades de una comunidad en línea, sin mencionar muchos otros portales que han revolucionado la forma en la que entendemos la actualidad; un ejemplo de ello es Google. Lo fundamental es darle forma a lo local para que pueda tener presencia ante lo demás. Si bien la identidad se obtiene por lo que hace uno, también se moldea a través de la mirada del otro.

Lo interesante de estos nuevos medios -como sería la página del CDLD- es precisamente esta capacidad de convertirnos simultáneamente en productores y consumidores de imágenes. En gran parte esa es la labor de un archivo artístico: reinterpretar y contextualizar una serie de eventos aislados y volverlos historia. El arte no concluye su ciclo de vida hasta que se documenta, difunde, critica e investiga. Es decir, hasta que repercuta en la comunidad artística y el público en general, ya sea local o global; la inserción en un marco histórico, en un contexto, es necesario para el arte. Sin este proceso no hay historia.

Invitamos a todos los creadores y promotores a compartir su archivo con nosotros para incrementar el acervo del CDLD. Para mayor información visiten la página de La Periferia (www.galerialaperiferia.com) y háganse esta pregunta: ¿es necesario un Centro de Documentación de artes visuales en Mérida?

Buffalo 66The Brown Bunny ó Los Viajes de un Niño y un Conejo Invisible.

Ragel Santana Burgos* Vincent Gallo es un cínico: usa el código del habla como un hooligan de corbata, bebe té de jengibre en un hotel de Malba mientras manifiesta su gusto por las muchachas criollas que le parecen complicadas; ha tenido el encuentro más íntimo que cualquier director de cine haya filmado con la actriz fetiche de los noventas (Chloë Sevigny), visualiza su infancia y cualquier regresión como un método para transgredir el panorámico de su vehículo y dejarnos con la vacuidad del acto: conducir es regresar hacia adelante, la luz de cada semáforo piensa por las prostitutas de las esquinas. Gallo mantiene su línea narrativa entre dos polos: la mujer y la carretera. Su dialéctica está muy cercana a los preceptos de la filosofía cínica (Antístenes, Diógenes de Sínope, Hiparquia) la cual reniega del diálogo platónico y establece vínculos con lo humano para cuestionar la especie con la utilización del cuerpo y el gesto. En una escena de The Brown Bunny (2004), la breve caminata de Bud Clay desde su furgoneta hasta el comedor de su antigua vecina incluye una máquina negra, un conejo abandonado, un retorno a lo dulce de la niñez y tres generaciones de mujeres que olvidan. Tiempo de la acción: 5 minutos. […] Tomé un viaje solo en mi bicicleta una vez –tan lejos como pude ir- realmente lejos, cinco cuadras, hasta una parte de Bu-

asiste a la presentación de sus dos filmes para dar la cara y la palabra, para representarse a sí mismo cuando habla de sus múltiples representaciones, el Vincent Gallo que viaja, el que maneja, el que apuesta, el que mata, el que apesta, el que llora y se baña y llora cuando se baña, el que dispara en un club desnudista, el que vende sus pinturas, sus pósters de películas antiguas, su semen y su compañía a las mujeres por medio de su página en internet, el que habla solo... ante sus espectadores. […]Mi primer abordaje de avión fue hacia Europa. Me metí en uno de esos servicios de mensajería donde viajas gratis si cargas un paquete en el avión. Tenía diecisiete entonces. Era realmente fácil. Todo lo que tenía que hacer era dormir en el aeropuerto por cuatro o cinco días esperando por un paquete que necesitara ser llevado hacia algún sitio de Europa. Cuando llegué lo único que tenía que hacer era encontrar algo de comida gratis y un sitio para quedarme y pensar en cómo regresar. ¿Por qué diablos la gente pobre viajaría en avión? ¿Por qué lo haría cualquiera? Es una joda. Una grande y asquerosa joda. ¿Por qué alguien se treparía a un avión a pesar de gastar millones en el viaje?

No lo entiendo. La gente apesta y los aviones apestan también, están llenos de enfermedad. Los aeropuertos son malos y caros, sucios, es un fastidio. Un puro fastidio y una pura joda. ¿Quién chingados viajaría por avión en un cojín? Es espeluznante. Unas vacaciones deberían ser sentarse en cama comiendo papas fritas y dips, viendo televisión mientras se es masajeado y chupado por un robot –eso son vacaciones. Eso es viajar. Los jodidos vuelos al extranjero no tienen sentido, son tontos, especialmente hacia Francia, el primer lugar al que fui. ¿Cuánto queso, tabaco, cafeína, vino y azúcar puede una obscena persona en Francia meterse en el cuerpo por un día? Ni siquiera el aire contaminado de París cortaría el hedor de los fermentados culos franceses.

Vincent Gallo es libre: como Diógenes, reclama a los que lo esclavizan un trato injusto pero luego se sienta a degustar con ellos los alimentos sobre cubierta, les hace reír, les dice que el onanismo no es el acto de un cuerpo reprimido sino más bien el paradigma de la vacuidad, les hace ver que lo que hoy en día se necesita son esclavos que sepan ordenarse a sí mismos (ordenar a otros hombres), luego desaparece: “corro todos los días en el parque, voy al sauna, al gimnasio, escribo música y también unos ensayos filosóficos. Voy al mercado de San Telmo a comprar comida, cocino... todas cosas que tienen que ver con una vida hermosa y saludable. Pero no tengo vida social. Me cae muy bien Francis (Ford Copola) pero no nos podemos ver mucho”.

*Ragel Santana Burgos es veterinario de tiempo completo. Cualquier dinero extra le viene de sus personajes de ficción. Actualmente toma un curso particular de Taxidermia para revivir su arte efímero.

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ffalo llamada el Cordón de las Frutas. Las calles tenían nombres de frutas, ¿sabes? Como Calle Banana. Digamos tan sólo que en ese vecindario había más de un puñado de negros. Actualmente, pienso que yo era el único blanquito ahí, ese día. Pronto me atracaron, me golpearon y me robaron el único níquel que tenía en el bolsillo, eran tres niños negros de diecisiete. Yo tenía seis. Cuando volví a casa mi padre me golpeó y me llamó maricón. Dijo que por qué no los llevé para que robaran la casa entera. Ese fue mi primer viaje. Podrían afirmar que viajar está en mi sangre.

Vincent Gallo es un taxidermista: el viaje que lleva a cabo en Buffalo 66 (1998) tiene costuras internas, hay una constante fluctuación de la misma idea por esa carretera que no concluye nunca: trastornar el olvido, pervertir la inmanencia de la muerte, saludar al recuerdo que permanece como un reloj en la pared familiar o un plato de rosquillas de chocolate incomible. No en vano la primera imagen es la fotografía del niño Billy Brown sosteniendo a su perro Bingo. El cine de Gallo no es un cine de tintes vitales, no es ese cine que nos lleva a las carreteras para buscar encuadres de mañana plena o verde continuo, es más bien todo eso bajo la pátina de la regresión trunca, rellena de sucesos que narran el pasado interno del autor sobre algodones duros. Como si la mano del que dirige se dedicara a congelar, descongelar y volver a congelar su propia figura en el plano cinematográfico que al final se presenta dudoso. Cuando Diógenes de Sínope cuestionó a su maestro sobre la propiedad en el transcurso de nuestro tiempo terrenal, Antístenes le respondió que la única propiedad del ser humano debería ser la representación.

Vincent Gallo es numérico: cuando Bud Clay nos muestra su motocicleta, ésta tiene el número 77, cuando Billy Brown muestra un acta de nacimiento (si es que lo hace) es quizá a los hombres que no aparecen en ningún encuadre del film. Billy Brown no es libre, nació en el 66, número que divide para Layla (Christina Ricci), número corporal: al término del trayecto la libertad se coarta, pero uno de los cuerpos seguirá siendo tan amable como una taza de cocoa y una sesión de fotos instantáneas en mitad de la nada. Por el contrario, Bud Clay es sólo moldeable por él mismo y por la velocidad de su moto de carreras.

Aquí el biciclo es símbolo de la soledad de un hombre libre que busca a una mujer en el recuerdo para luego perderla en ese mismo páramo. Como diría Michel Onfray en un ensayo particularmente cursi: la soledad es la única aportación del cínico a la especie Homo Sapiens.

A partir de The Brown Bunny y al ser rechazado por la crítica en Cannes (no así por el público en su mayoría joven), Gallo se dedicó a una vida en el ostracismo. Encerrado en una habitación del hotel Faena en Malba, dice a su entrevistador que no sale más que para comprar los ingredientes de su cocina y asistir a los ensayos de Tetro, película de Francis Ford Coppola de la que él es protagonista principal. Pero luego

punto y soma Crรณnica/Creaciรณn Literaria

Ilustraciรณn: Jorge Espinosa Torre

Ricardo E. Tatto

Todo comenzó el lunes 12 de marzo. Llegué sudoroso y agitado al parque de Santa Ana, la manifestación en contra de George W. Bush se había programado para las 7 PM. A las 7.30 cuando me asomé en la esquina de la calle 60 por 47, me sorprendí por el numeroso grupo de manifestantes que ahí se encontraba. Pensé que serían menos.

El ambiente era inmejorable, en el suelo y en las bancas del parque, todos escribían en las cartulinas que se repartieron entre los asistentes. Un señor tocaba música folk o de protesta en su guitarra, lo que contribuyó a elevar los ánimos y dio una sensación de que todo sería llevado a cabo de manera pacífica.

7.4OPM. Arrancó la manifestación y todos se arremolinaban para seguir al contingente. Mantas, pancartas, banderas e instrumentos de percusión eran esgrimidos por estudiantes y ciudadanos por igual. Me dio gusto saludar a varios conocidos y también a algunos que nunca pensé que irían a tal protesta. Al parecer, en todo el mundo hay consenso: nadie quiere al indeseable Bush.

Doblamos en la glorieta del “remate” y tomamos la amplia y larga avenida del Paseo de Montejo. Ver a tanta gente alineada y ya más organizada extenderse a lo largo de la calle era impresionante. Numerosos periodistas grababan y disparaban sus flashes a diestra y siniestra.

Del contingente manaban aguerridos gritos de descontento: -¡Gobierno panista, cachorro imperialista!

-Señora piojosa, ¿porqué parió a Hinojosa?

-Presos políticos por luchar, ¡Libertad! ¡Libertad!

-Bussssshhhhhh, ¡Asesino! ¡Asesino! ¡Asesino! ¡Asesino!

Durante nuestra trayectoria, numerosas personas se nos unieron.

Otras, desde los balcones de los hoteles y en los restaurantes, manifestaban su apoyo al movimiento levantando sus pulgares en señal de aprobación –eran norteamericanos-. Los autos que venían de norte a sur, claxoneaban y saludaban hermanándose con la causa.

Poco a poco nos acercábamos al muro de acero emplazado frente al hotel Fiesta Americana y, paulatinamente, las exclamaciones arreciaban mientras los ánimos se seguían exacerbando.

Apenas llegamos frente al muro, la algarabía general se ensombreció. Seguros y sin dudar ni un segundo, un grupo de jóvenes enmas-

carados comenzaron a golpear las vallas y a lanzar proyectiles. Sus armas: piedras, botellas, banderas, palos y todo lo que fuera susceptible de ser lanzado por los aires, inclusive sus propios cuerpos.

Pateaban y golpeaban incansablemente, mentaban la madre mientras trataban de recuperar el aliento, agarraban vuelo y lanzaban patadas voladoras a doble pierna. Varios caían. Se levantaban, retrocedían y volvían a impactarse de nuevo.

Entretanto, los demás mirábamos impávidos lo que estaba sucediendo; no dábamos crédito a lo que veíamos y por unos minutos no supimos como reaccionar. Gente y reporteros por doquier. La columna se deshizo en un instante.

El ambiente era tan denso, que por primera vez viví en carne propia ese lugar común en el que “la tensión cortaba el aire”. Detrás de las vallas, las filas de antimotines se compactaban y recibían órdenes. Unos metros atrás, en el camellón central, un individuo con guayabera color crema miraba todo con facciones inexpresivas.

Se mantenía ecuánime. Desde el inicio de la marcha lo vi; no me daba buena espina.

Todos estábamos nerviosos. La cacofonía imperante al abrigo de la noche no ayudaba en nada a tranquilizarnos. Las placas del muro relampagueaban sin cesar, los gritos se perdían entra la multitud.

Mientras fumaba copiosamente, busqué entre la gente a mis amigos y conocidos, en especial a las féminas que eran bastantes y que me preocupaban. Me acerqué a una amiga que me abrazó fervorosamente mientras me preguntaba con la voz afectada: -Ricardo, ¿Porqué hacen eso? ¡Lo están arruinando todo!

Lo que me dijo me conmovió. Me estaban comenzando a encabronar esos desconocidos encapuchados. No obstante, increpamos a los agitadores con gritos de otra índole: -¡No a la violencia! ¡No a la violencia!

-¡Compañeros, este es un movimiento pacífico, cálmense por favor!

-¡No nos igualemos al asesino Bush y a su cachorro FECAL! -¡La violencia genera más violencia!

Pero nuestras exclamaciones cayeron en oídos sordos. La división de la otrora unida manifestación era evidente. Aproveché para acercarme al muro y, por entre las rejillas, tomé fotos de los granaderos,

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martes 13: Una noche triste*

Martes 13, 6PM Otra concentración de manifestantes en el parque Santa Ana. De nuevo hacia el muro metálico, convertido en símbolo y blanco de la inconformidad y el repudio hacia Bush y su “puppie” Calderón. Sólo que esta vez, había unas vallas de aluminio en el camino.

Fácilmente y sin dudar, fueron derribadas por una turba cada vez más iracunda. En el seno del contingente la discordia ya empezaba a asomar su horrible rostro: No todos estábamos de acuerdo con que se siguiera utilizando como móvil la violencia y el daño a edificios públicos; acudimos con la esperanza de que este día los ánimos estuvieran más sosegados. Nos equivocamos.

Más de lo mismo. Ataques contra el muro, proyectiles que lanzaban sobre el y que unos estúpidos granaderos devolvieron como si fuera un juego de voleibol, hasta el grado de dañar a una periodista.

Mientras mirábamos con desencanto la escena que se repetía desde el día anterior, una amiga me mostró en su cámara de video a los francotiradores apostados en el techo del hotel Hyatt, justo frente al Fiesta Americana. Las imágenes me trajeron reminiscencias de aquel fatídico 2 de octubre de hace casi 40 años. Desde entonces ningún joven se ha vuelto a sentir seguro ante la presencia de militares.

Esta vez, no llegamos hasta el monumento a la patria. Dos camiones de “antimontones” habían bloqueado el paso y trataron de amedrentarnos. Decidimos retornar al centro. “Los infiltrados”, como ya les comenzábamos a llamar a los vándalos que no tenían respeto hacia nada y mucho menos a los preceptos del movimiento continuaron con su desmadre. Lograron debilitar el muro que ya se sacudía en sus cimientos. Atacaron una caseta telefónica y de nuevo la embajada norteamericana.

Unas personas del contingente sacaron sus instrumentos y la música surgió para calmar a las bestias; sin embargo, esto surtió un efecto a medias. Durante todo el camino de regreso seguían dejando destrozos a su paso –casi parecía carnaval, sólo que en lugar de mujeres semidesnudas había sucios encapuchados-.

El retorno fue deprimente. Los que habían organizado el movimiento durante toda la semana pasada realizando marchas y actividades con miras a sensibilizar a la sociedad, caminaban cabizbajos y decepcionados. Todos nos conocíamos por las marchas contra el alza en los camiones, así que a simple vista ya sabíamos distinguir a los “infiltrados”, alborotadores -algunos bien chemos-, que cuando pasaron por Bancomer no contentos con haberlo pintarrajeado el día anterior decidieron lanzar una piedra y rompieron un vidrio. Cuando se les antojó un helado, cruzaron la avenida y se adentraron en la sorbetería Colón, exigiendo un postre. Consiguieron sólo unos vasos con agua.

Durante el regreso al centro, injuriaron a algunos periodistas por mentirosos y por tergiversar la verdad en los medios; inclusive rodearon a uno y le quitaron sus fotos digitales. Necios que además de poner a la policía y milicia en nuestra contra, ahora hacían lo mismo con la prensa. Así no se puede. Mamarrachos.

Me separé del contingente para acompañar a dos amigas que, descontentas por todo lo acontecido y al ver el esfuerzo y el movimiento desvirtuado por unos cuantos cerrazónicos, decidieron de mutuo acuerdo retirarse y no acudir a la concentración del día siguiente. Me pidieron que las acompañara y las seguí hasta su auto, ya que tenían miedo de alguna represalia.

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que cada vez se acercaban más y más. Temí lo peor.

De pronto, me percaté que mientras tomaba las fotografías, un individuo junto a mí aporreaba el muro y lo pintaba con aerosol. Sobre su hombro, varias cámaras de video lo filmaban y otros lo fotografiaban. Ahí fue cuando me “cayó el veinte”. Era obvio que también yo saldría detrás de él en las imágenes y mi primer instinto fue alejarme de él. La solidaridad se había perdido, no quería ser asociado con esos actos vandálicos.

Al parecer, lo mismo pensaron los demás, ya que empezaron a exhortar a la gente a reagruparnos metros más adelante, en el monumento a la patria.

-¡Los que estén a favor de la paz, al monumento!, gritaron algunos.

-¡Vamos compañeros, no se queden atrás, todos al monumento!

Numerosas personas se fueron para allá. Atrás, sólo se quedaron los vándalos -algunos inclusive trataron de saltar el muro-, los curiosos, y la prensa que se estaba dando un festín noticioso.

En el monumento a la bandera, los antimotines ya habían rodeado la escalinata más alta. En los escalones y en los alrededores nos apostamos los menos violentos y los más sensatos. Acto seguido, un militante del PRD yucateco quiso tomar la palabra, pero la gritería se lo impidió.

Las exclamaciones eran contrastantes: “¡Déjenlo hablar! ¡Silencio!”, “¡No! ¡Ni PRI ni PAN ni PRD!”, “¡Este no es un movimiento afiliado a algún partido político!”.

Al final, las voces se acallaron y el individuo pudo hablar. Era Gerardo Fernández Noroña. Entre otras cosas, dijo que no era un asunto partidista lo que lo llevaba ahí, sino manifestar su apoyo a la causa.

Para ese momento, los rezagados que incurrieron en acciones violentas ya se nos habían unido. Estuvimos ahí un rato decidiendo cual sería el curso de las acciones a seguir. Unánimemente elegimos emprender el regreso y dirigirnos hacia la plaza grande.

Al volver y pasar de nuevo frente a las vallas metálicas, los enmascarados reincidieron en sus necios intentos de derribar el muro. Esta vez, no los esperamos. Seguimos avanzando. Algunos nos gritaban: “¡Esperen, aún hay gente atrás!”

Confundidos, los esperamos a lo lejos, y muchos otros se siguieron de largo. No sabíamos que hacer. Después, alcanzamos a ver que dos camionetas de antimotines se llevaron a tres personas que se habían quedado rezagadas. Al parecer, estaban pintando la embajada norteamericana con esvásticas. Algunos querían ir a los separos de la policía en la Av. Reforma, pero optamos por ir hacia el centro histórico. En el camino, pintaron también una sucursal de Bancomer con la siguiente frase: “Sin justicia no hay PAZ”. En la plaza grande, gritaron consignas frente al palacio de gobierno. Después, se desbandaron.

punto y soma | 24 *La presente crónica fue publicada en el Por Esto! luego de los hechos acontecidos el 13 de marzo del 2007.

La reproducimos aquí como parte de las actividades que se realizaron durante este mes para conmemorar –y protestar- por la salvaje represión perpetrada por la policía municipal en contra de la juventud crítica y libre de Yucatán.

Después, alcancé a la columna de los manifestantes en la calle 60 con 61. Logré vislumbrar a Jorge Cortés Ancona, intelectual y profesor de mi universidad, quien se había unido a sus filas. Yo también me reincorporé.

Momentos antes, una de las amigas a las que acompañé me expresó su decepción y repudio hacia todos aquellos que desde un inicio hicieron lo posible por tirar por la borda el verdadero espíritu de las protestas y las marchas. Tenía razón; de alguna manera, alcanzó a vaticinar lo que aún estaba por venir.

Al llegar a las puertas del Ayuntamiento, los infiltrados arremetieron en su contra, mientras unos granaderos se defendían pobremente de sus ataques. Vidrios, luces, macetas rotas y destrucción por doquier. Los comercios aledaños cerraban sus puertas y bajaban sus cortinas. El zafarrancho había comenzado.

Una vez más lo intentamos: “¡No a la violencia! ¡No a la violencia!”.

Pero todo fue inútil. Envalentonados con su aparente éxito –rotundo fracaso-, continuaban agrediendo y pintando con aerosol las paredes y todo lo que tuvieran enfrente.

Los periodistas no se la acababan. Continuaban disparando sus flashes y grabando toda la batalla campal. Detrás, con la mirada sombría los antes manifestantes nos limitamos a ser mudos testigos de la muerte definitiva del movimiento Anti-Bush a favor de la paz.

La gente se empezó a desperdigar por doquier. Yo también comencé la retirada, en la esquina de la 62 con 61, me detuve. Camiones llenos de antimotines rodearon la zona. Eran alrededor de 400. El ruido de sus botas tronaba contra el pavimento mientras golpeaban las macanas contra sus escudos. Métodos de intimidación practicados desde tiempos de los romanos y conocidos por todos.

No obstante, funcionaron. Infiltrados y manifestantes corrían por todas partes. Eran las 8.30PM. Yo me refugié en el Teatro Mérida donde los vigilantes ya me conocían y no me cobraban entrada por ser un cinéfilo asiduo. Entré con el semblante tranquilo, pero con pasos rápidos.

Diversas cifran se manejan. Los que estaban ahí y se quedaron, dicen que hubo alrededor de 50 detenidos, la mayoría inocentes. ¡Me lleva la chingada! Fue una noche triste, en la que todos perdimos algo.

Más tarde, en la oscuridad de la sala de cine, la película alemana que proyectaban era sobre unos jóvenes anarquistas que secuestraban a un viejo magnate capitalista. En uno de los diálogos, el ricachón les decía a sus captores: “Yo era como ustedes, rebelde y lleno de esperanza. Pero el tiempo pasa y las ideas cambian. Si tienes menos de 30 años y no eres idealista, no tienes corazón. Si tienes más de 30 y lo sigues siendo, no tienes cabeza”.

Qué irónico. No sé qué me dolió más en ese angustioso y revelador momento: los macanazos y las patadas que más tarde supe le fueron propinados a los compañeros arrestados, o darme cuenta de súbito de la terrible verdad que escondía aquella frase.

Crisálidas Svetlana Pribilowska Garza* Nosotros y nuestras obras Nos debemos a la muerte Horacio Éramos felices. Vivíamos en una casa pequeña con un jardín enorme lleno de árboles que fueron plantados mucho antes de nosotras.

Claudia decía que era como si hubiesen estado esperando por nosotros y así vivíamos, como si las cosas esperaran para que las tuviéramos, como si cada nueva alegría nos perteneciera de antemano. Pero a ella no le bastaba. Siempre buscaba pretextos para necesitar más cosas, más aventuras. Para no ser tan feliz.

Aparte de nuestro cuarto había en la casa una sala de estar que cada semana llenábamos con visitas, una cocina donde revolvíamos pimienta con azúcar y hacíamos pasteles de paprika que nos daban más risa que hambre y dos estudios. En uno yo tenía mis libros y mis cuadernos y me encerraba tres horas al día a tratar de escribir. En el estudio junto al mío ella hacía pinturas en las paredes, en el techo, en el piso, luego las pintaba de blanco y volvía empezar. Luego se extendió al pasillo y más tarde me despertaban soles amarillos, rojos y naranjas en el techo de mi habitación. Nada era suficiente. Yo no era suficiente.

Lo dejaba muy claro con sus repentinas ocurrencias: “Llévame al mar”, “Hay que hacer un lago en el jardín de atrás”, “Quiero ir a Antártida”.

Yo cumplía los caprichos que estaban en mis manos, y solventaba con

*Svetlana Pribilowska Garza es pasante de Letras Inglesas en UNAM. Fue presidenta de la Red Nacional de Estudiantes de Literatura y Lingüística y coordinadora general del 6to ENELL “De eFectos Literarios” (2008). Tradujo el libro “Trozos de mi”, del poeta Bob Kaufman, publicado en editorial laberinto.

Ha sido publicada como autora y traductora en revistas como “Síncope”, “Este revista se llama blasfemia”, “Viento en Vela”, “Textofilia”, “Cataficcia”, etc.

regalos los que no, posponiéndolos indefinidamente: “En este época del año hace mucho frío en Antártida”, “Vamos cuando estés mejor de salud”, “Hay que esperar a la temporada baja”. En realidad lo único que lograba posponer era el momento en que Claudia finalmente se hartara y se fuera “al mar”, “a Antártida”, a una ciudad vecina, pero para siempre y sin mí.

“Quiero ser un ángel”, me dijo cuando terminamos de ver “Las alas del deseo”. Si los ángeles quieren ser humanos y lo consiguen, por qué ella no iba a convertirse en ángel. Le dije que para ser un ángel, primero tendría que aprender a volar. Ella notó la malicia en mi boca y explotó en llanto, como los niños cuando les dices que se han comido todo el helado. Yo no quería lastimarla, pero resentía esta nueva ambición, sobre todo porque si ella lograba su cometido tendría que abandonarme.

Si bien yo no soy el diablo, sé bien que no van a recibirme en el cielo.

Un día se fue a comprar veinte metros de tela blanca y la extendió en el jardín. Yo pensé que se iba a hacer un disfraz, ahí, en el patio, para que todo mundo la viera. Pero para mi sorpresa se trepó a uno de los árboles y amarró fuertemente la tela a una rama, de modo que los extremos colgaran paralelos entre si. “Así que no crees que pueda convertirme en ángel”, me dijo victoriosa, mientras yo la miraba desde abajo con más curiosidad que rabia. No entendí bien qué planeaba, hasta que enredó sus tobillos a la tela, y se quedó colgada allí. Así se quedó todas las tardes, de cabeza, esperando a convertirse en ángel.

No recuerdo cuántas semanas pasó de esta manera, primero sin dirigirme la palabra, luego sólo para pedirme algún favor: “Puedes regar las plantas, hoy me resulta imposible”. “Si llama mi madre dile que estoy fuera”. Con el tiempo nuestra relación volvió a la normalidad, tan normal como puede ser una relación cuando una de las partes vive colgada de cabeza en la rama de un árbol. Pero yo me resignaba porque me daba cuenta que al cooperar con su meta, o al menos no interferir, Claudia volvía a quererme. Hasta que se aburrió. Se cansó de cómo se veía el mundo volteado y de columpiarse durante horas sin resultados.

Entonces se entretenía arrojándome ramitas y hojas secas, hasta que se le ocurrió algo mejor. Colgada en sus telas, empezó a inventarse traviesos juegos y acrobacias. Extendía el cuerpo y arqueaba la espalda.

Estiraba los brazos y las piernas como para alcanzar los cuatro puntos cardinales, y luego se hacía bolita, ahí amarrada, cómo si hiciera frío.

Corría, nadaba, bailaba sostenida en el aire hasta que la tela de la que se sujetaba se volvía invisible para el que miraba, y yo la amaba más cuanto más feliz era. Siempre que Claudia aprendía una figura nueva, me llamaba al patio para que fuera a verla y cada vez eran más her-

mosas y más complejas. Al principio me preocupaba que se lastimara, pero como esta plenitud la hizo olvidarse de aquel asunto de hacerse ángel, me llené de alivio.

Con el tiempo los vecinos empezaron a asomarse, a acercarse al jardín para ver a Claudia, a aplaudirle, a elogiarla y a llamar más vecinos que a su vez llamaron a sus vecinos, hasta que los que empezaron a llegar venían de tan lejos, que seguro eran vecinos de alguien pero ya no nuestros. De pronto ya no tenía tiempo para mí, regalaba sus actuaciones a los extraños junto con sus sonrisas y si quería verla tenía que pararme de puntitas y alzar mi cabeza sobre la muchedumbre. Al pasar el tiempo, empezaron a unírsele a Claudia otras mujeres en su arte.

Llegaban desde muy lejos cargando sus telas (ya no siempre blancas), las ataban en un árbol de mi jardín y jugaban el juego que ella inventó.

Se retaban a inventar nuevas formas, y se conjugaban todas ellas en una sola danza, que parecía más un acuerdo que un desafío. Entonces se ponían celosas, pero sus celos las hacían más bellas pues las motivaban a inventar un dibujo nuevo con su cuerpo. A veces me daban tristeza (aunque esto habla más de mí que de su arte) y me encerraba a escribir en aquel estudio porque me dolía en lo más hondo contemplar esta práctica de lo efímero. Pues, según yo lo entendía, la belleza del baile residía en su continuidad, en su irreversible trayecto a la desaparición. La gracia de cada nueva figura, dependía de la sutileza con la que al dibujarse fuera borrando la anterior. Estas artistas de la muerte, la desafiaban y la encarnaban al mismo tiempo, asesinando el círculo que eran ellas mismas al convertirse en una cruz que moría para nacer en una flecha. Lo más hermoso es que con sus muertes, el que mirara se convencía del infinito. Me daban tristeza, sí, y también envidia.

A mí sólo me quedaba repetir. A mí sólo me quedaba repetirme pero ya sin Claudia, sin la rutina que habíamos instaurado y en la que yo encontraba la dicha. Me consolaba pensando que ella bailaba para mí. Nuestra relación se quedó atorada en el aire pero yo seguí nuestra rutina fielmente durante años. Pero las visitas en la sala sólo querían ver por la ventana, y la comida no me daba risa y sus dibujos ya no me despertaban. Y ya nadie me gritaba en las noches ni me aventaba libros: “Dijiste que ibas a llevarme a Antártida”. La soledad se hizo patente. El blanco de nuestras sábanas no competía con el de sus alas.

Los cuadros en los pasillos se derritieron dejando lágrimas gigantes en las paredes. En la bailarina del patio, dejé de reconocer a Claudia. Una tarde abandoné el estudio, lo cerré y le di la espalda a nuestro jardín de ángeles y me fui a enfrentar a la muerte, del modo en que podemos los humanos.

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Ilustración: Jorge Espinosa Torre

nuestro artista en portada Jorge Espinosa Torre

Jorge Ermilo Espinosa Torre nació en Mérida, Yucatán, en 1983. Actualmente cursa la Licenciatura

en Artes Visuales con orientación en pintura en la Universidad de Guadalajara. Anteriormente hizo estudios particulares bajo la dirección de su abuelo, el maestro Ermilo Torre Gamboa.

Ha tenido exposiciones tanto individuales como colectivas en sitios tan diversos como el D.F., ciudad

de México; Guadalajara, Jalisco; Zapopan, Jalisco; Zacatecas, Zacatecas y La Habana, Cuba. Sus dos más recientes exposiciones fueron “Delirios”, en la Galería Hecaro, en el D.F. (Octubre, 2008) y “Murmullos en Babel”, en el Centro Cultural Olimpo (Julio, 2008).

Próximamente tiene programada su participación en dos colectivas de artes visusales: “Devenires”,

en el Museo de la Ciudad en mayo del 2009 y “Mutatis Mutandis”, en la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, en La Habana, Cuba, en junio del 2009.

Contacto: jorge@espinosatorre.com | Sitio Web: www.espinosatorre.com