REVISTA SAPO CUENTOS 08

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¡SAPO 8 CUENTOS! Ya es 2019 y vamos por la octaba edición de Sapo Cuentos con la mejor selección para ustedes. Hoy desde Texas, EEUU, y Costa Rica preparamos ésta edición con los cuentos e historias de nuestros amigos que nos envían desde varias partes del mundo. Esperamos que sea un grano de inspiración para aquellos que les gusta escribir e imaginar. Disfruten!

Revista Sapo Chile DIRECTOR GENERAL: Marcelo Díaz S. EDITOR: Danthe Thenad, Costa Rica.

DISEÑO: Marcelo Díaz Soto. Pancho Hidalgo. Contacto contacto@revistasapo.com revistasapo@gmail.com www.issuu.com/revistasapo Marcelo Díaz S. Revista Sapo.

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NOTA DEL EDITOR Prólogo a los cuentos de Hatillo danthe thenad Coordiné en el 2018, junto a un par de chicos, unos talleres de literatura. La selección de cuentos aquí incluidos es producto de ello. Todos son asistentes del Taller Literario Uroboros impartido de la Biblioteca Pública de Hatillo. Surgen a partir de las anécdotas y de la preocupación por el cambio que ha tenido la comunidad. Sirve hacer la salvedad de que Hatillo limita con Alajuelita y a su vez, Alajuelita se comunica con Escazú y Santa Ana. Estos sitios son muy importantes para la Costa Rica hoy clásica. Dato curioso se da en la corrección de los textos pues me tomé el atrevimiento de no cambiar datos lingüísticos como el empleo de vistes y distintos regionalismos. Sin embargo, quiero rescatar algunas ideas importantes para entender Hatillo.

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En primer lugar, es conocida por ser una ciudad satélite. Es decir, se creó a lo largo de una gran carretera: la circunvalación. Debido a ello y a las ideas arquitectónicas de la época, se hacen las casas sin calles pero con un frente común y lleno de vegetación: las alamedas. Sin embargo, hoy en día han ido desapareciendo ligado a la urbanización y delincuencia.

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Entonces, Hatillo se forma por familias que ocupan casas por lo general con ayuda del gobierno. Se divide dando así a los conocidos Hatillo centro, Hatillo 5 o Hatillo 8 por nombrar algunos. Esto se ve perturbado por las grandes ferias del agricultor que es una de las más reconocidas en Costa Rica. El café ha sido siempre un producto sobresaliente en Costa Rica. Hatillo estaba rodeado de cafetales y además, Escazú ha sido siempre un lugar de fuerte cultivo cafetalero. Muchas de las anécdotas de los adultos incluyen la actividad de cogida de café y las posas pues hasta hace poco, el país contaba muchos afluentes de agua cristalina. Otra característica se da en el calzado de los adultos de aquella época. El país tuvo que recurrir a un decreto por aquellas fechas para ordenar el uso de zapatos. Por eso, está el recuerdo del estereotipo de señor humilde sin zapatos y saco de gangoche. Este último elemento muy presente por el café y otras fábricas. Por último, quiero rescatar es sistema educativo. Muchas de las escuelas llevan el nombre de una república pues, cerca de los años 50 con la reforma a la educación y demás movimientos, se declara la educación obligatoria. Por supuesto, ligada a la caída del ejército. La construcción de escuelas fue masiva y debido a ello, las escuelas llevan nombre de repúblicas o personajes célebres de la época. El fenómeno de nueva escuela X o Y, se da ligado a la construcción o remodelación de ellas. Sin más qué agregar, los dejo con los textos de los asistentes.

Danthe Thenad @danthenad Berrinchesdedanthe.tumblr.com

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ADVERTENCIA Esta revista tiene contenido para adultos. EstĂĄ pensada para gente con criterio formado y mente abierta. TambĂ­en Revista Sapo no recibe dinero, los que la realizan, lo hacen por amor al arte.

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COLABORAN EN ESTA EDICIÓN: Nacional (Chile).

Lidia A Corona, Chile. Hernán Jorquera, Chile. Kevin Ezequiel, Chile. Nicole Castro, Chile.

Internacional. Gloria de los Angeles Bennetts Carlock, México. Axel Ovalle Dávila, Guatemala. Oscar Botero, Colombia. Luis B. González Ruiz, Costa Rica. Manuel Corral Vide. Argentina. Silvia Moscatel, Argentina. Nicolás ortega, Costa Rica. Karim Yaver, México. Andrea Carranza, Honduras. Zayin Aguila, México. Emmanuel Morales Mora, Costa Rica. Francisco Porras Guerrero, Costa Rica. Manuel Díaz García, Costa Rica. Yislen Umaña, Costa Rica. Orlanda Torres, USA.

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ÍNDICE SAPO CUENTOS 08 El inicio de una escalofriante era 12 Mi Hatillo 3 de antaño (Hatillo) 14 Cinco de la tarde 16 Convergencia 17 Carnitas a la olla 19 No me hables de amor 24 En el cole 31 Soy esperanza 34 Calle del Tomatazo (Hatillo) 35 Sea la Mujer 41 Jugo de naranja 44 Salvación 45 Historia de una Rosa 46 La Adelina (Hatillo) 48 Las Almendras 50 La bendición de ser madre 52 Mi amiga de las flores 55 Un conocido que me recomendó alguien 57 ¿El amor es un misterio?¿Una locura? ¿Una aventura? 60 Jabón azul y sábanas (Hatillo) 62 Los duendes (Hatillo)

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EL INICIO DE UNA ESCALOFRIANTE ERA Todo lo que está pasando es tan extraño, mis piernas tiemblan con tan solo escribir sobre ello. Acabo de ver cosas impresionantes en el zoológico donde trabajo, mis colegas salieron corriendo y los jefes nos han dicho que no hablemos de ello. No sé qué está pasando, no sé si tendré problemas en hacer viral esta noticia pero tengo tanto miedo que debo hacerlo. Esta es la publicación que estaba llegado a todas las redes sociales. Debajo de él, se encontraba insertado un video de dudosa

procedencia. El escabroso video mostraba cómo una chimpancé daba a luz. Se escuchaba ruidos ensordecedores y enseguida salía de ella un ser humano. ¿Cómo era eso posible? ¿Qué mente enferma había montado todo para hacer llegar dicho video? en cuestión de segundos el video estaba dando vuelta al mundo entero. Los jóvenes dejaban de lado lo que estaban haciendo para reír de aquel acontecimiento.

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A los pocos minutos, la cuenta del hombre que subió el video estaba deshabilitada, era de esperarse después de aquel acto. El video fue bloqueado por organizaciones internacionales pero al poco rato, empezó a llegar millones de fotos al ciberespacio, videos y publicaciones desde diferentes países del mundo. Las personas empezaron a aterrarse y realizar teorías que explicaran dichos eventos. Cuando los gobiernos no pudieron parar la historia, se dieron a la tarea de confirmarlo por todos los medios posibles: miles de niños habían nacido de chimpancés. Enseguida sociólogos, zoólogos, médicos y distintos especialistas empezaron a describir en las redes sociales cosas que habían podido distinguir. Los niños se encontraban sin ninguna deformación, todos tenían diferente color de piel, ojos y cabello, habían nacido totalmente sanos. Fue después de una hora que sucedió algo aún más aterrador: los niños empezaron a expresarse en una lengua extraña. Era inverosímil lo que estaba sucediendo, ningún

país lograba descifrar el extraño lenguaje. Ningún poliglota reconocido conseguía entender lo que ellos decían. Los gobiernos se volvieron locos, canalizaron a los mejores científicos pero estos no podían explicar de forma clara y coherente lo que estaba pasando. El mundo se quedó perplejo y para el atardecer se había dado un toque de queda, militares en las calles cuidando a la ciudadanía ¿pero de qué? Nadie lo explicaba: avionetas por todo el cielo. Los medios de comunicación estaban invadidos de incertidumbre y miedo. El caos por las distintas teorías religiosas fue la gota que derramo el vaso. Enseguida, personas publicaron que la población debía hacer algo. Los lugares que tenían bajo su responsabilidad dichos bebés, estaban siendo atacados por civiles. Algunos eran policías ordenados por su mismo gobierno, entraban y aniquilaban a esos extraños humanos de las formas más espantosas.

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Fue entonces que empezó la compra. Un repugnante desfile de fotos de recién nacidos con su respectivo precio. Grandes magnates de la industria, científicos de renombre, políticos e incluso altruistas regateaban. Páginas de internet con mercancía humana a plena luz. Decían que estos no eran humanos sino monstruos. Al venderlos, hacían firmar una carta de responsabilidad deslindándose de todo percance. El mundo era un caos, las personas estaban desconcertadas viendo las noticias, leyendo las redes sociales y algunos pocos escuchando la radio. Incluso, algunos de estos bebes se encontraban en el bajo mundo del internet siendo vendidos como alimento.

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Una noche fue suficiente para aniquilar a todos aquellos nacidos de chimpancés. Muchos compradores cubrieron su rastro y los utilizaron como conejillos de indias encerrándolos bajo jaulas y cadenas para que jamás vieran la luz del sol. Los pocos altruistas que entraron a subastas fueron encontrados a la mañana siguiente asesinados por civiles, religiosos y/o militares por tratar de ayudar a los extraños humanos. El mundo fue participe del horror más deshumanizante de la historia y nadie intento pararlo. Solo observaron desde la comodidad de sus hogares, desde sus teléfonos inteligentes. Al otro día, iniciaron sus actividades como si nada hubiera pasado, sin saber que había muerto una nueva especie y con ella la humanidad entera.

Por: Gloria de los Angeles Bennetts Carlock, México.

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MI HATILLO 3 DE ANTAÑO Llegué en 1963 a la comunidad de Hatillo 3 procedente de barrio Los Ángeles de San José gracias a que a mi madre el INVU le adjudicó una de las 150 casas. No había tocado la casa 300 en la alameda 9. Era de las últimas alamedas, rodeada de cafetales y lotes sin construir. Tampoco había alumbrado público y se tenía que cocinas ya sea con una fogata o con un anafre. En las noches nos alumbrábamos con candelas. Para adquirir los víveres se tenía que caminar unos 800 metros donde estaba el establecimiento La Proveedora. Ahí también se podía tomar el bus rumbo a San José para ir al Mercado Central o al Borbón para comprar verduras, frutas y carnes. La escuela de esa época era la Escuela República de Paraguay en Hatillo Centro. Luego de asistir a la escuela, hacer las tareas y ayudar en los quehaceres de la casa, salía a jugar con los niños y niñas del vecindario. Jugábamos con bolinchas y se jugaba haciendo cinco huecos: uno en cada esquina y el último en el centro. Tenían cierta distancia uno de otro y el que iniciaba era quien decía el número más alto. También se jugaba bola pero con cuidado de no quebrar un vidrio del vecino pues no habían rejas y había que pagarlo vendiendo frutas o haciendo mandados. www.revistasapo.com

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Otro de los juegos era uno llamado Puros. Consistía en poner un pedazo de palo entre dos piedras y alzarlo con otro palo. Luego se le daba un golpe para tratar de llegar a una cierta distancia. Quien lo llegaba más largo, se le pagaba con envolturas de cigarros de la época: Ticos, Delta, Capri, L&M, Marlboro, Viceroy. Cada uno tenía un valor de cinco hasta mil. Los cigarrillos extranjero valían más. En las noches jugábamos quedó o salvando al tarro. Eso consistía en tirar un tarro y comprar cierta cantidad de números mientras todos se escondían. Luego se buscaba a las personas y quien podía llegaba corriendo a tocar el tarro y decía: 1, 2, 3, salve el tarro. Sino quien era agarrado, le tocaba contar. En la entrada y salida de la alameda habían unos poyos donde nos sentábamos a tertuliar. Era una época muy linda e inocente. Hoy en día, el consumo de drogas, tráfico y peleas por territorio ha hecho que en los últimos años hayan balaceras. Por ejemplo, en una un vecino de Hatillo 4, cuidador de carros, recibió un impacto de bala en el cuello; otro fue herido por el parque La Bolivia estando dentro de su carro. El temor de ser asaltado también aumenta cada vez que uno va a hacer un mandado a la esquina o simplemente caminar. Cómo añoro esos años donde se podía jugar sin meor a la violencia, andar en cafetales recogiendo y comiendo guabas, mangos, manzanas rosa, naranjas e ir a la poza el Jorgo que era de agua limpia. Por: Nicolás A Ortega Araya, Costa Rica. Hatillo

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CINCO DE LA TARDE Cinco de la tarde, mi sombra se adelanta en paso. Percibo a las aves entonando un dulce canto, adyacentes al viento, fraccionan el silencio. Follaje de árboles desplomándose en el concreto. Cuatro cambiantes de brillo, exposición, saturación y color. Las nubes naranjas alrededor. Se atenúan un duplo de enamorados, un

vendedor de rosas, un domicilio de ladrillo y un poste de luz sin bombillo. Una pelota resuena en la pared, un carpintero baldea su taller. La empleada del inmueble cuarenta y tres, barriendo su cuadra se descubre, una nube de polvo; globos por el callejón, es otro mercader.

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Tres pasos por la avenida, casas desiguales, contrarias en sus esmaltes. Unas con dos lumbreras, otras con balcones, todas semejantes. Se acercan las risas, un grupo de jóvenes, un niño con tirantes. Un perro desbocado que advierte a su dueña de los autos que transitan apremiantes. Dos canarios cantan al son de una caja musical, melodía proveniente de la vecindad. Árboles, flores e interminables colores se dedican a adornar, la entraña de la vía al pasar. Una hermosa tarde, riada de vida y el eterno paisaje, consigo llegar a casa. Encajo la llave, giro la perilla y al voltear con coraje, ¿qué imagen traspasa? Nada. Nada de lo que esta historia te narra.

Por: Axel Andrés Ovalle Dávila, Guatemala.

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CONVERGENCIA Una gitana le dijo a H. que los ojos de muchas mujeres se posarían en él a lo largo de toda su vida. A mil kilómetros de ahí otra gitana le dijo a M. que terminaría en la cárcel en una semana luego de atropellar a un hombre. M. no quiere cometer el crimen y huye a la ciudad de H., pero en su veloz carrera M. atropella a H. y le quita la vida frente a la cárcel de mujeres.

Por: Hernán Jorquera, Chile.

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CARNITAS A LA OLLA Después de una larga vida vegetariana, el tuétano de sus huesos no produce glóbulos rojos normales. Enjuto de cuerpo y con el alma llena de pensamientos encarnados, la voz de sus obras teatrales resuena adolorida. El actor anémico parpadea bajo las luces como un pequeño cocuyo cuya vitalidad quiere escapar. Desmayado, es llevado en camilla a la sala de urgencias. “debemos internarlo” dice el médico “Su estado es grave y empezaremos a tratarlo inmediatamente”. Toda su vida huyó de agujas y rehusó

consultorios. Estricto practicante de su personal universo del yoga, la salud acompaña la incesante producción literaria de Bernardo. Una gota de sangre derramada le causa nauseas, cualquier acto de violencia le deprime. El poder de su energía fluye en el repertorio acuciante de sus obras, en el río ardiente de frases y ademanes, irruptor trashumante de parques y escenarios. Era testigo visionario de festines hipertróficos en la cacofonía orgiástica de los apáticos despóticos.

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Fluida sed de los desiertos en la forjada joroba del camello vociferante es su viaje. Acrisolado manantial alimentado con la savia del perejil y el arroz blanco, como la nieve de sus cabellos, es marinero de la barca, el loco. Ángel tachado de la lista proba, de la prueba vana, de la vena seca. Ha recalado su nave de velas incendiarias en el puerto de la carne molida. Bernardo, el prófugo de la fitoterapia “deberá comer alimentos ricos en proteína y vitamina B-12”, dictamina el médico. El material sostiene la fruta, mano de las ramas ansiosas de sol, pletórico de células que convirtieron el agua en vino y el vino en sangre. . Por: Oscar Botero, Colombia.

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NO ME HABLES DE AMOR No estaban enamorados. Entraban al enorme edificio en la esquina de la calle Arroyo y Suipacha, allí, justo enfrente al predio donde estuvo la Embajada de Israel antes de la tragedia, y a metros de la mítica boîte Mau-Mau que cerrara en 1994, dos veces por semana. Los martes y los jueves a las dos de la tarde, con diez minutos de diferencia para que nadie los viera juntos ingresaban, saludaban al hombre de seguridad con una inclinación de cabeza, subían en uno de los cuatro ascensores al séptimo piso y recorrían el pasillo circular de lo que ella, alguna vez calificó de palomar, hasta la puerta del departamento, su nidito decía él, cuidándose de no añadir de amor. Era uno de esos típicos dos ambientes que se alquilan amueblados: nada remitía a sus

transitorios ocupantes, no había fotos suyas ni cepillos de dientes, nada personal. Las pocas veces que se acercaban a la ventana podían ver las vías del ferrocarril, el hotel Sheraton frente a la estación de Retiro, la Torre de los Ingleses, el río marrón y la Villa 31: una síntesis perfecta de la ciudad. Él, como estaba convenido, llegaba primero, servía dos whiskys con hielo, encendía el aparato de música, ponía un tema de los Beatles en la notebook y la esperaba a ella sentado en el sofá. Era como un rito que se repetía sin alteraciones desde hacía tres años. Sólo se interrumpía en el mes de enero y en julio: eran abogados y cada uno se iba de vacaciones con su familia. No estaban enamorados y eran felices.

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Cuando se reunían, brindaban y charlaban sobre cosas triviales, nunca de cuestiones personales ni laborales, sentados cada uno en su lugar, apenas se saludaban con un beso en la mejilla, de buenos amigos. Se habían conocido en el Palacio de los Tribunales, en un caso de divorcio: ella representaba al marido y él defendía a la esposa. Discutieron muchas veces desde posiciones irreconciliables, hasta que las partes, por su cuenta, llegaron a un acuerdo que no dejó satisfecho a ninguno de los letrados. Luego, el azar los volvió a reunir: hubo cafés compartidos, roces casuales, miradas, idas y venidas. Al principio, se veían en el Petit Colón de Libertad y Diagonal, luego en el Foro y más tarde en el bar del Plaza Hotel sobre la plaza San Martín. Desde el principio, fue una relación extraña, atracción de los opuestos. Parecían el agua y el aceite. Ella, menudita y tímida, piel mate y cabello castaño muy corto. Siempre vestida muy formal, y poco proclive a sonreír, era egresada de una de las universidades privadas más caras, su padre era juez y su

esposo un conocido fiscal. Tenía el futuro asegurado pero estaba obsesionada con aumentar su patrimonio y tal vez por ello no había tenido hijos, se esmeraba en progresar profesionalmente. Él, alto y de cuerpo atlético, moreno, pelo renegrido y de amplia sonrisa, extrovertido y divertido, había tenido que trabajar mucho mientras estudiaba en la Universidad de Buenos Aires. Compartía el estudio con otros cuatro abogados y vivía con su esposa y dos hijos en la zona oeste del Gran Buenos Aires. El agua y el aceite. El amaba divertirse y hacer deportes, viajar. Ella, aunque diez años menor, vivía para su trabajo. Pero algo los atrajo, algo en su interior clamaba por acercarse al otro, cuando sus miradas se encontraban sentían que veían su propia imagen en un espejo; algo invisible para los demás los identificaba y atraía. Fue inevitable, entonces, que desearan unirse físicamente.

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La tarde en que sucedió, ella dejó que sus dedos se entrelazaran con los de él y su mirada penetrara sin disimulo en su escote providencialmente hospitalario. No se dijeron una palabra. Caminaron las cinco cuadras que los separaban del albergue transitorio más cercano, sobre la calle Viamonte. Entraron en la habitación, se desnudaron sin tocarse y ella se limitó a abrirse de par en par para que la penetrara con furia, sin ningún indicio de amor, ni gemidos, embistiendo él y aceptando maquinalmente ella. No hubo necesidad de escribir un contrato, de aclarar detalles, ni pactar honorarios. Al salir a la calle, caminaron hasta la Avenida Córdoba, siguieron por la acera del bellísimo palacio de las Aguas Corrientes y se separaron al llegar a Callao. Estaban los dos convencidos de que habían sellado un pacto secreto. Apenas confirmaron días y horarios de próximos encuentros. Lo único que cambió fue el lugar, o los lugares, porque iban siempre a distintos hoteles del microcentro porteño. Pero a los seis meses, él le dio la llave del departamento que sería su secreto de allí en más. Así llevaban tres años y no estaban enamorados. Pero eran felices, el acuerdo funcionaba de maravillas, aun basado en la rutina. Porque todo lo hacían siempre de la misma manera, como siguiendo un guión preestablecido que a ambos apetecía. Estaban, cada día, dos horas juntos, ni un minuto de más, ni de menos.

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Cuando terminaban, cada uno su segundo whisky, fumaban un cigarrillo, siempre hablando de bueyes perdidos, limpiaban los vasos, y se llamaban a silencio. Se desvestían sin tocarse, ella plegando cuidadosamente la ropa sobre una silla en el baño y disponiendo una enorme toalla sobre las sábanas, y él amontonando la suya, su ropa, a los pies de la cama. Ella siempre se ponía de espaldas, y de tanto en tanto en cuatro.Una vez se acomodó arriba y cabalgó su miembro sin convicción, nunca más repitió esa posición. Él se limitaba a introducirse en su carne con fuerza y cierta saña, ella a permitirlo. No emitían palabras, ni gemidos, no se besaban, nunca optaron por el sexo oral. No estaban enamorados pero se usaban mutuamente y eran felices como niños. Hasta que un día, ella llegó alterada, con otro aroma y como en celo, con una blusa que dejaba ver sus hombros y un pantalón ajustado, una sonrisa diferente y una mirada provocadora. Él supo que algo alteraba sus vidas para siempre cuando ella lo quiso

besar en la boca. Evitó molesto sus avances e intentó con mucho esfuerzo retomar la rutina que tanto le agradaba. Tomaron su whisky y compartieron el cigarrillo repitiendo la habitual ceremonia pero el aire se enrareció, olía a tormenta e incienso. Ella insinuó que quería contarle algo personal, compartir sus deseos. Ante su silencio y las miradas que simulaban no tener más nada que decir, se desvistió delante de él por primera vez y dijo te quiero cuando sintió que el tipo entraba en su carne como tantas otras veces, con fuerza y mucha maldad, sin decir palabra. Ella se sorprendió cuando la sombra que pujaba encima de su vientre emitió un gemido desgarrador mientras la navaja que ocultaba en su mano derecha se hundía totalmente en la espalda de ese hombre desconocido como un falo vengador. Lo hizo a un lado, observó la hora en su móvil.

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Comprobó que tenía tiempo de sobra. Con calma, deslizó el preservativo de su sitio y limpió su pene enrojecido, el pubis y el pecho con esmero. Recogió el toallón que siempre ponía debajo de su cuerpo. Puso todo en una bolsa de residuos que llevaba ex profeso, incluyendo la navaja. Repasó los vasos y recuperó las colillas de cigarrillos. Fue descartando uno a uno los

electrónicos, ni mensajes de texto. Nadie los había visto juntos en estos tres años en que evitaron a conciencia cruces profesionales, y por imposición suya, siempre llegaba a su encuentro con ostentosa peluca rubia, anteojos de sol, tacones muy altos y ropa no habitual en ella. Las imágenes de la mujer que se fueran a ver en las cámaras de seguridad no se parecerían a ella en nada. Siempre había

pocos vestigios suyos en el departamento, dado un nombre falso y el alquiler estaba a recordando los conocimientos adquiridos nombre del muerto. Y lo más importante: no en cientos de juicios penales que había estaban enamorados... ganado. Nunca se habían mandado correos Por: Manuel Corral Vide. Argentina.

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EN EL COLE Capítulo 05, Dualidad (En clases de filosofía) PROFESOR: ...para entender y comprender la vida es importante tener experiencias positivas y experiencias negativas; haber conocido la experiencia, haber caminado un largo recorrido, esto es el referente a la dualidad en la vida. El bien y el mal, el día y la noche, lo positivo y negativo, lo masculino y lo femenino, todo en el universo está dividido en círculos o ciclos duales, el Yin y el Yang y esto, hace al equilibrio. Muy bien la clase se acaba, y como tarea para mañana… ALUMNOS: ¡Buuuuuuuu!

PROFESOR: Tranquilos, que les conviene. Me van a realizar un trabajo sobre la dualidad que los rodea. FERNANDO: ¡Puta la wea! Tarea, yo que quería ir a vender rifas. PROFESOR Les conviene porque va con nota coeficiente dos y esta va a reemplazar la prueba. FERNANDO: A bueno, si es así bakán así no tengo que estudiar…

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(Fernando en casa intentando realizar la FERNANDO: ¡Ah, mira, acá apareció! tarea frente al computador) Dualidad: concepto filosófico o teológico. Es Dualidad, dualidad…vamos San Google.. el orden físico natural de la vida, todo tiene (Entra Rosita nana de Fernando) un orden equitativo, véase el Yin Yang. ROSITA: Ya apaga esa cuestión, tu mamá te dijo que no más computador ni esa custión del play estaichon. ¡Ponte a hacer las tareas no ma! FERNANDO: ¡Oye, yaaa, si estoy haciendo una tarea. ROSITA: Si te tengo cachao, te metí a la internet, a puro ver ¡monas piluchas! FERNANDO: No vei que estoy buscando información de la dualidad. ROSITA: ¿La dualidad? ¿Y qué es esa custión?

ROSITA: Ya te dejo hacer tu tarea mejor y cuidado con andar viendo monas piluchas. Sino, te voy a acusar con tu mamá. FERNANDO: ¡Ya oh! No vei que estoy estudiando, aparte que es mi materia favorita. Dualidad… dualidad… dualidad en mi entorno. …mmm ¡ah fácil po! (Fernando comienza a escribir su trabajo en el computador)

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La dualidad en el Cole. En el universo entero, en la vida existe la dualidad, desde lo más grande hasta lo más pequeño, en mi trabajo expongo la dualidad en el colegio. Sí existe dualidad en el cole. Esta todo en equilibrio gracias a la dualidad de los alumnos, dentro de los diferentes cursos, voy a describir la dualidad del primero medio. Hans Frank Fourteinsmagenboldinberstainmayer o más conocido como el Alemán, o Hans Solo, porque siempre anda solo, a pesar de su apellido que es impronunciable y nadie lo sabe pronunciar bien solo él y su papá, está en dualidad con Javiera Colonco, más conocida como la Pocahontas y siempre anda en grupo. Aquí podemos ver el equilibro de razas de lo rubio europeo a lo negro indígena chileno. Hernán “He-man” Manríquez, todos lo conocen por su corte de príncipe valiente y su parecido al gran He-Man de los dibujos animados, es el más forzudo del curso y está en plena dualidad con Pedro Locht, o el “pollito” Locht, ya que este pobre individuo no salva a nadie y siempre anda enfermo, no tiene nada de fuerza, es un pollo sin fuerza.

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Marianela Soto, más conocida como “la Tónica”. La gorda toma agua tónica todo el día para poder adelgazar, según ella es una dieta nueva que vio en TV. La A-guatón-ica como le decimos en el underground de la clase, está en dualidad con Carolina Sáez, “La flaca”, nuestra compañerita que cree estar gorda pero es un palo y vomita todo lo que come para no engordar como la Aguatónica. Aquí vemos: la dualidad de lo gordo y lo flaco. Carla Casís, más conocida como “La abogada”, es la matea del curso, la que se saca las mejores notas ya que quiere ser abogada igual que sus padres. Está en dualidad con Rodrigo Pérez, o más conocido como “el gran Atila”. Rodrigo, el más flojo del curso, llamado así porque es el verdadero Atila, el rey de los unos. Sus notas, a como van, repetirá de curso. En este ejemplo podemos ver la mente brillante con la cabeza llena de aire de Atila. Luciano “Luck” Martínez, nuestro compañero que hemos nombrado así gracias a la gran saga del cine Star Wars. Luciano “Luck”, no tiene padre y quedó huérfano. Le decimos “Luck, yo soy tu padre” por que no tiene papá. Está en dualidad con el Marco “Frutilla” Gonzáles, el que tiene la cara como frutilla. Tiene dos papás porque la mamá se volvió a casar. Perfecto equilibrio, perfecta dualidad, uno no tiene padre y el otro tiene dos lo que equilibra la falta de papá de uno al otro. ¿Se entiende?

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Francisca Román o, más conocida como “La Franki”, es fea y horrorosa. Se parece a Frankenstein. Está en perfecta dualidad con María José “La Loba” Miranda. Nuestra compañera mina, rica hermosa, le decimos la Loba porque Fabián y Jorge Pizarro más conocidos como “Rómulo y Remo” a la Loba se la agarraron en una fiesta y, bueno, la historia se las cuento otro día. Está en perfecta armonía entre lo feo y lo bello. Me refiero a la Franki y la Loba. Carlos “Elena” Jiménez, muy buen compañero a pesar de su baja estatura. Carlitos “el enano” Jiménez tiene un gran corazón. Está en dualidad con Francisco “Largo” Correa. Como su apodo lo dice, es realmente largo, grande y amorfo igual a Largo de Los Locos Adams. Acá está la dualidad y el equilibrio de lo grande y lo chico. La dualidad del movimiento se refleja en RR o Rene Ríos, más conocido como “Robok”, el que baila como robot, tieso y sin agilidad. Está en dualidad con Felipe Méndez, “Piri, pirinoli”. Es apodado así cuando se volvió el pirinola de la fiesta. Sus pasos de Michael Jackson dieron de qué hablar en el fiesta de 15 del Guatón cara de Chancho.

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También tenemos en este apreciado curso grandes nombres de marcas que representan a nuestros queridos compañeros, como es el caso de nuestra querida Mercedes Benítez. Su padre, Juan Benítez, cuando joven, lo único que quería era tener un gran y lujoso Mercedes Benz. Para ello, juntó dinero toda su vida pero un error de profiláctico hizo que naciera una amada bebita y su sueño se le cumplió de otra manera. Nació Mercedes. Por otro lado, está el gran Jesús Jack Daniel, otro querido de nuestra aula con nombre de marca. El mito dice que su padre le puso así porque en su tiempo de alcoholismo, después de beber una botella de whisky Jack Daniels, tuvo una visión y vio a Jesús. Y para terminar voy a mencionar la trinidad, o sea tres. Samuel “Emo” Heredia, el que anda triste todo el día con ganas de suicidarse, Cristián Farías más conocido como el “Dujas”, ya que es fanático del grupo de metal Ramstain y canta Dujas todo el día, anda de mal humor y odiando a todo el mundo.

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Y la gran, literalmente la gran Cami, Camila Cerda, es gorda y le dicen la Camión, la gran Camión anda feliz todo el día. Cree que la vida es una fiesta, irradia alegría, no le importa comer sin parar así brinda un homenaje a su apellido, o sea, como Cerda y seguir siendo la Camión del curso. Su gran tamaño, peso y simpatía equilibra a los otros dos infelices. Como conclusión, mi curso está en dualidad y en un completo equilibrio como el Yin y Yang. Fin. Pd: profesor, podría seguir dando ejemplos de dualidad pero no quiero opacar a mis queridos compañeros. Fernando Maldinni, primero medio B. FERNANDO: Con esta gran tarea me voy a sacar un siete seguro. Se imprime.

Por: Marcelo Díaz, Chile.

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SOY ESPERANZA No sé cómo ni cuándo nací o llegué a este mundo. Vivo en todas partes y también en ningún lugar. Mi cualidad: poder acomodarme al tamaño que deseen. Poseo el don de ver más allá del horizonte, no me duele cuando me abandonan pero me entristece que dejen de intentar lo que desean intensamente. De persona en persona, de pueblo en pueblo, de país en país alguien o quizás muchos me llevan. Eso me permite conocer lugares, hogares, personas. Como aprendizaje, he vivido tantos años que cargo mi mirada de miles de imágenes. Soy tan atrevida que logro sin que lo noten meterme en los sueños más ocultos de muchos. Algunos al despertar parecen que se hubieran dado cuenta, otros necios o cegados por la desesperación nunca notaron que fui su vigía.

Estuve en tantos lugares, mesas llenas de gente feliz, mesas vacías de comida, gente rodeada de gente y gente terriblemente sola armando su hogar en una vereda o bajo un puente. Estoy con niños ilusionados de miradas brillantes y otros aferrados a una vidriera con la mirada teñida de hollín. Descubrí palabras hermosas: amor, libertad, compañía, respeto, dignidad, paz y otras qué nunca pensé que existieran: odio, represión, intolerancia, violencia, necedad, guerra. Viví lo que llaman progreso, tecnología, ciencia y desde mí encontré que cada una de estas cosas tan importantes para innumerables beneficios se convertían en nocivas y dañinas para muchos otros.

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En mi transmutaciones por el mundo y dependiendo de quién era el que me llevara, fui testigo de ancestrales conflictos de poder religioso donde no hubo consideración ni respeto por pensar distinto o por creer en otras cosas. Vi luchas sangrientas por límites invisibles de territorios aún separados por inmensos mares sólo cegados por poder que identificaban con una tela con signos y colores a las que llamaban banderas y a quienes obedecían blandiéndolas. Cada lugar un idioma, una costumbre, una regla, una orden cargada de intransigencia, llena de ambición por más. Muchas veces me quedaba pensando cuánto más es necesario, cuánto más es obligatorio que la sangre de las personas siga tiñendo la tierra, la misma donde germina el trigo. Otras veces me ilusionaba con que el respeto surgiría como un dios para expresar su deseo de búsqueda de comprensión. No pasó. Sí ocurrió que los encontró a todos robotizados porque la evolución de la tecnología no tuvo límites y ahora sólo miran atentamente la pantalla de un ordenador o de un teléfono

móvil. Autómatas caminando por las calles, en los medios de transporte, en las mesas donde no se comparte un café y muchos menos una charla, en las mesas familiares, en los trabajos, como un virus se apoderó de todos los sentidos, dependientes hasta convertirse en seres desprotegidos si se pierde la señal del servidor de Internet. Tienen acceso a las últimas noticias al segundo que ocurren, sí. Tienen la posibilidad de entablar una conexión sólo con la mirada, no. Se han convertido en superficiales, metidos dentro de su propio y solitario mundo, buscando la primicia de filmar una tragedia antes de socorrer a las víctimas, se desesperan por grabar cómo sopla la velita de su primer cumpleaños un hijo por buscar el mejor ángulo, la mejor luz y sonido para que el video quede perfecto y mostrarlo. El momento, ese único e irrepetible momento sólo queda dentro de un aparato, ya no lo guardan en el archivo imborrable del corazón.

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Dicen vivir y sólo compiten por algo más que lo que tiene su próximo más cercano. Corren con desesperación detrás de algo que llaman meta y no sienten pisotear a otros o cansarse sin sentido porque esa meta es sólo la zanahoria delante del hocico del burro. No los deja ver que más allá de cualquier logro. Cada segundo en este planeta fue hecho para transitar, para caminar por el sendero que mejor nos cuadre o para ir haciendo el sendero como mejor nos parezca En mis ratos libres, que cada vez son más, me gusta subir a la terraza de altísimos edificios y desde allí mirar la inmensidad que rodea a las personas como hormigas cuando el hormiguero se rompe: desorientados, apurados, centrados sólo en la reconstrucción. Aunque duele reconocer, las hormigas instintivamente saben por qué y para qué la urgencia de reconstruir su hogar, los humanos casi no distinguen que su hogar no son sólo ladrillos.

Juego con los niños, ellos en su inocencia me encuentran, en sus ilusiones hacen que viva y en su llanto nunca dejan de buscarme. La longevidad eterna hará que sea testigo de infinitas cosas y eso por momentos me agrada porque no me pierdo en lo perdido y busco encontrarme en los encuentros. Intento salpicar con luciérnagas el sinsentido de la gente y es hermoso cuando los veo convertidos en seres de luz iluminando la vida. Soy Esperanza: incansable guerrera de los que siguen de pie a pesar de todo, de los que sufren y secan su dolor sintiendo que se puede intentar una vez más. Soy el hoy con todo su tiempo, soy el ahora y puedo convertirme en la posibilidad de un mañana, pero eso ya no depende solo de mí, eso depende de la magia de aceptarme, de sentir que soy, de permitirme estar y de no dejarme ir si alguna vez llegué un poco tarde o tal vez no supieron cómo encontrarme.

Por: Silvia Moscatel, Argentina. www.revistasapo.com 33


CALLE DEL TOMATAZO No recuerdo cuando llegué a vivir a Hatillo 3. En realidad sí pero eso me hace envejecer demasiado. Recuerdo que cuando llegué me hizo mucha gracia saber que había una alameda cerca de mi casa que tenía un nombre tan particular. Descubrí ese nombre cuando empecé a ir a la escuela, segundo grado, camino a mi escuela PACÍFICA FERNÁNDEZ. Tuve que ir a esa porque la que está a la par de mi casa (me recuerda el libro don QUIJOTE DE LA MANCHA pues lleva el nombre de MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ya no tenía cupo. Entonces, tuve que ir a la de Hatillo 4. Rápido hice amigos porque yo no era el único que tenía que ir hasta allá. Al pasar por dicha alameda, descubrí que había una verdulería que le daba el nombre. Ese negocio era famoso por la delicia de helados y apretados caseros que su dueña preparaba. ¡Deliciosos, grandes y baratos! ¡Con unos sabores inigualables! Había de natilla, de coco, frutas, maní, crema... Por eso se nos hizo parada obligatoria ese lugar camino a clases. Yo me iba con Xinia y Hayde que son hermanas, Pedro y recuerdo especialmente a Magda Paniagua Ortiz.

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Magda Recuerdo especialmente a Magda porque número uno, nos hicimos muy buenos compañeros pero sobre todo muy buenos amigos. Teníamos una química especial. Recuerdo que ella llevaba una bolsa de cases de un palo que había en su casa a vender a la escuela pero a mí me los regalaba siempre. Eran los más grandes. Nos sentábamos en los recreos a comerlos en las maceteras de la escuela. Ella me llevaba un poquito de sal en una servilleta. Tengo muchos recuerdos con ella desafortunadamente falleció cuando estábamos en sexto grado. Siempre la recuerdo cada vez que paso por su casa y por la escuela. Siempre nos íbamos y nos veníamos juntos jamás la olvidaré.

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Recuerdos Volviendo a ellos, con el pasar de los años, los vecinos decidieron convertir la alameda en calle. Aunque le dieron el nombre que tenía registrado en la Municipalidad de San José, con placa y todo, nunca pudieron variar el nombre por el cual se hizo conocida por todos los vecinos. La calle Con brincos y asaltos, los vecinos lograron convertir su conocida alameda en calle. Siempre hay un pero, el de ellos es que lo único que cambió es que ahora ya no es famosa o conocida por sus ricos helados sino por todo lo malo que ocurre ahí. Desde que abrieron la nueva calle, ahora los comentarios son: oistes los balazos en la madrugada ,vieron que había redada anoche ,sabían que el OIJ está realizando un operativo, se enteraron que a la primera casa le dispararon como 8 balazos vieron, que los ladrones se fugaron en carro por esa calle. Los vecinos El último comentario que escuché de los vecinos en la Taquería COSTA RICA es que muchos vecinos están vendiendo sus casas. Todo eso asociado a la problemática que hay ahí en la calle el TOMATAZO. Bueno creo que por una u otra razón sigue siendo conocida esta calle. Yo por lo menos siempre recordaré que he oído su nombre muchas veces desde mi infancia, que me recuerda su nombre asociado con una legumbre. LA CALLE EL TOMATAZO. Por: Manuel Díaz García., Costa Rica. Hatillo

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SAPO LECTURA

SEA LA MUJER Capítulo 2 Con los años mi abuela encontró un buen hombre y se casaron y se llevó a mi madre a vivir con ellos. “por suerte” su padrastro fue un buen hombre, nunca le hizo daño y la quiso. Vivieron en la ciudad y muchas veces, en distintas oportunidades mi madre vivió episodios de abusos sexuales; en un cumpleaños, un hombre la encerró en un dormitorio y comenzó a sobajearle las piernas, mi madre estaba paralizada, sin poder tragar saliva... hasta que “por suerte” alguien tocó muy fuerte la puerta y el hombre tuvo que abrir y mi madre salió corriendo; y así otras veces en la casa de una compañera...

en la calle... Finalmente fue violada por mi padre... “los hombres son unos malditos engendros” afirmaba yo con convicción... nunca pude acariciar a mi mamá, abrazarla, o sobarle la espalda cuando le dolía, porque se molestaba... con los años comprendí. Mi entorno, además me jugaba en contra, vecinas, parientas, mujeres en general, siempre vivían vejámenes, y uno siempre oía conversaciones, comentarios, ojos moreteados... “crecí en un mundo errado”

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SAPO LECTURA

Lamentablemente los hombres y el matrimonio no eran temas para mí. Al crecer, me di cuenta que atraía miradas... que era atractiva para “ellos”... me puse mala; quería desquitarme de cada hombre que pudiera... eso no estaba bien, Dios no quería eso... pero yo no quería acordarme mucho de Dios, no quería amar, no quería perdonar, no quería olvidar. Muchas noches lloraba hundida mi nariz en la almohada, pidiendo perdón por ser mala; yo sé que Dios me miraba con lástima. Para variar, mi mejor amiga de colegio, no tenía papá... ese era mi mundo. Mi padre también tuvo muchas mujeres que enviaban cartas a mi madre, mi madre sufría; también tengo hermanos o hermanas por muchos lados... sin reconocer claro... Me podrían haber pasado muchas cosas... por ejemplo, tener sexo y quedar embarazada, haber caído en la droga, en el alcohol, como mi hermano... la verdad, la primera vez que

me emborraché fue a los 14 años y ya fumaba desde los 12 y me emborraché en mi misma casa en las narices de mi mamá, pero ella estaba ocupada en mi padre... “por suerte” nada pasó a mayores... creo que había “algo” que no permitía que yo cayera en cosas graves. El mensaje más pronunciado que me daba mi madre era: “cuida tu cuerpo hija, tu cuerpo es el tesoro más bello que tienes” Mi madre decía que ella vivía una maldición por haber fornicado... y yo también le tuve miedo a fornicar. También supe que mi mamá había sido obligada a abortar; mi padre no quería más hijos, la había amenazado y cuando se enteró, la llevó a una clínica y pagó por matar a mi hermano...mi mamá despertó llorando y pidiendo perdón, cuando volvió de la anestesia...las enfermeras la miraban con pena.

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SAPO LECTURA

Cuando mi madre se enteró que yo venía, tuvo que esconderme y se colocaba sangre de pollo en las toallas higiénicas, para simular una menstruación... pero mi padre igual se dio cuenta, porque mi mamá tenía los pechos muy hinchados y la llevó donde una mujer que hacía abortos, porque el anterior le había salido muy caro... la mujer le dijo que yo estaba muy grande ya (tres meses) pero que igual podría hacer algo y acordaron una fecha...en esos días “por suerte” se murió una mujer por abortar de 3 meses y a mi padre le dio susto y no la llevó donde esa mujer... que me quería matar... Pero yo muchas veces me pregunté ¿Por qué no me mataron? Esa mujer me debería haber sacado y morir. Y así pasaban los años y me iba dando cuenta que el tema de la mujer no era solamente en mi entorno, sino en todo el país, mundo, planeta... universo entero! Oír constantemente que la mujer es débil, tonta, fácil, llorona, manipuladora... y muchas calificaciones burdas e insignificantes, y todo ello me iba afectando, porque yo era mujer...soy y seguiré siéndolo.

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JUGO DE NARANJA Lo primero que notó al despertar fue un desagradable hedor a humedad corrompiendo su habitación y un amarillo opaco tiñendo las sábanas de su cama que, por la noche ―recordaba―, lucían inmaculadamente blancas. Luego observó que las manecillas del reloj de pared no se movían, que se habían quedado fijas a las 9:30, y que las hojas del calendario que colgaba sobre la cabecera de su cama estaban carcomidas, sucias y atestadas de hongos. Finalmente, se dio cuenta de que no escuchaba nada. Pero no porque estuviera sordo, sino porque no había en toda su casa más que silencio y error: ninguno de los aparatos electrónicos, ni siquiera los de batería, funcionaba. Continuó un rato recostado, hasta que decidió estirar las piernas. «¡Crac!», un crujido extraño escapó de sus huesos y rompió el silencio que imperaba. El dolor lo obligó a mover los brazos primero y después la espalda. Una serie en cadena de nuevos e intolerables dolores le atravesaron entonces el cuerpo, dolores que, no obstante, rápidamente se esfumaron. Tuvo que aguantar cerca de cinco minutos casi petrificado antes de poder mover sus miembros con normalidad.

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Ya sentado, pero aún en la cama, un tremendo antojo de jugo de naranja se le aferró al pensamiento como una sanguijuela. Este antojo lo impulsó a levantarse, a vestirse y a salir a la calle. Ignoró, al pasar por la fría y enmohecida cocina, la no menos enmohecida nevera, enterrada bajo una fina capa de polvo. Una vez dejadas atrás ―la nevera y la cocina―, tras franquear la puerta de entrada y estando ya fuera, descubrió que todo, que absolutamente todo, desde el pavimento hasta las tres luces de los semáforos, era blanco, que no había más tonos, que no había colores ni luces ni sombras, sino puro blanco, puro y deslumbrante blanco. Descubrió que no tenía idea de qué hora del día podía ser, y, por último, que no tenía forma de saberlo: buscó por todos lados un reloj que no pudo encontrar jamás. Pensó que era como si el

tiempo hubiera sido abolido. Había pasado toda la mañana en busca de un jugo de naranja, pero lo único con que se toparon sus ojos fueron casas blancas y cerradas, calles blancas y vacías, y aves blancas y cansadas silbando al viento canciones que, de tan suaves, eran blancas también. Tras cerca de dos horas de infructuosa búsqueda, decidió regresar a su hogar. Pero el camino, como todo, era igualmente blanco, y las señalizaciones, si las había, debían ser blancas también. Y ya sabe uno, blanco sobre blanco… Pensó entonces que, tal vez, no había gente en las calles porque seguro los pocos que se habían atrevido a salir después no pudieron regresar a sus casas.

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La cabeza se le enfrió de pronto y se desmayó, así, en medio de la calle, o de la banqueta, o de alguna pista de patinaje; tal vez un parque o un estacionamiento… quién sabe, todo era blanco. El caso es que cayó, como el árbol que cae en el bosque pero que no cae en realidad, porque nadie lo escucha, porque no hay nadie en el bosque, así como tampoco había nadie a la vista, paseando por las calles blancas y sin relojes de la ciudad.

para despertarlo. ―Dígame la hora, el día… ¿en qué año estamos? ―dijo al hombre, creyendo apenas sus propias palabras, como delirando, aferrándose sin embargo a la vaga esperanza de que todo fuera producto de su imaginación, o de una recientemente adquirida locura. El hombre, no obstante, se molestó. ¿Y cómo no? Es de muy mal gusto jugar con ello, hacer esas preguntas, pues todo mundo sabe que un día, simplemente, llegaron y se lo llevaron.

Un hombre, asido de la cintura por una cuerda negra que se extendía más allá de lo que alcanzaba la mirada, lo encontró a los pocos minutos, derrumbado, y lo sacudió Por: Karim Yaver, México.

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SALVACIÓN A llegado la hora. Durante toda mi vida tuve que estudiar y esforzarme para lograr mi meta: salvar a este mundo, mi tierra, la cual me dio todo para vivir y yo ahora seré quien le devuelva el favor. Nunca fue fácil, pero me he hecho con todos, soy un salvador, cree esta máquina para dar esperanzas, estoy a una semana de por fin hacer historia. Mientras preparan mi máquina, paso estos últimos días dando conferencias. Se me reconoce por ser el paso a la siguiente era, aquel que traer otra oportunidad. Fue así como nombraron a mi máquina “segunda oportunidad”. Con mi hija y mi esposa conocí varias partes del mundo, todos querían hablar conmigo, mi esposa e hija estaban orgullosas de mí. Fue en ese momento en el que pensé en detenerme pero no fue así. Tenía que seguir con mi invención. Cuando llegó el día, subí hasta la cima de

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mi gran máquina. Abajo de esta, muchos espectadores, a mi alrededor estaban algunas cámaras para ver cada ángulo en todo momento, mi familia me miraba con admiración, solo quedaba dar el anuncio. —Gracias a todos por su presencia, hoy se hará historia (la máquina se enciende), dentro de un minuto la tierra tendrá una oportunidad para sanarse, ya no hay vuelta atrás. Mi máquina destruirá la humanidad ya que esta es y ha sido la que ha causado tanto mal. Adiós mi querida hija, siempre te amaré. Adiós a todos y aprovechen de despedirse. En ese momento, el mundo quedó en silencio. Faltaban unos segundos, no supe que más decir. “A los sobrevivientes, suerte”.

Por: Kevin Ezequiel, Chile.

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HISTORIA DE UNA ROSA Recuerdo ese dicho tan popular “caras vemos y corazones no sabemos”. Lo había escuchado muchas veces y hasta entonces desconocía su verdadero significado. Pero ese día que ella apareció en mi vida quedé deslumbrada ante tal hermosura. Ella irradiaba belleza, una belleza natural, como cuando encuentras la rosa más hermosa en un jardín. Y esa era ella, esa rosa tan maravillosa. En muchas ocasiones intenté cuidarla, pero cada esfuerzo era inútil, la rosa no se dejaba acariciar y sus espinas siempre estaban ahí para recordarme que solo debía observarla. Creo que me gustó demasiado porque lo seguí intentando, hasta salir lastimada en todas las ocasiones. La belleza que irradiaba por fuera estaba ausente por dentro y fue ahí cuando comprendí el significado de aquel dicho. Lo que es hermoso por fuera no siempre es hermoso por dentro, lo digo por esa rosa que con sus espinas me alejó.

Por: Andrea Carranza, Honduras.

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LA ADELINA Agua, alegría, vicios, juegos, calles, tiempos, muertes, misterios, horror, fantasmas de personas muertas. Por las noches, a las 12 am aparecen la Carreta Sin Bueyes, caballos llevando un carretón con un ataúd y mujeres muy lindas. Como de costumbre, bajamos a la casa de Napoleón en donde se reunían los vecinos del barrio. La casa era como un castillo, tenía más de treinta gradas y no había luz eléctrica. Ahí se reunían varias personas entradas en años y se prohibía la entrada a menores. Sin embargo, siempre lográbamos entrar sin que nos vieran en aquel laberinto de candelas y lámparas de canfín. Se reunían a jugar naipes y a contar relatos de aquella época donde los únicos medios de transporte eran las carretas y carretones. Contaban que en la época de las fiestas de Alajuelita no se podía pasar por el cruce entre Hatillo y Sagrada Familia hacia Barrio Cuba ya que en el puente del María Aguilar se aparecía la Cegua y La Carreta Sin Bueyes. Al escuchar eso se nos pararon los pelos. Don Felipe, que se había tomado unos tragos, le dijo a Napoleón que todo eso era mentira pero la verdad es que el año pasado Licha y Suco pasaron a eso de medianoche. Entonces, se les apareció una mujer muy linda pidiendo fuego para encender un cigarro. Su cara era como de un animal. Era la Cegua. www.revistasapo.com

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El miedo se apoderó de estas personas. No sabían qué hacer. Se enmudecieron y quedaron fríos como el hielo. Luego, echaron a correr sin parar y le contaron a todo el barrio lo ocurrido. Cuentan que era una mujer muy linda que mataron en un cafetal Luego, se contaba acerca de La Carreta Sin Bueyes. El dueño de esta venía entrando muy tarde de la noche y le arrancaron la cabeza. Sin embargo, la peor era la historia de una mujer que se bañaba por el lado de Hatillo y Calle Morenos y se ahogó. Por eso le habían puesto La Adelina a la posa. Asustados salimos del escondite. Teníamos que pasar por el puente del María Aguilar. De pronto escuchamos un carretón y seis caballos negros. Buscamos dónde escondernos. Llevaba un ataúd y decía Adelina. El miedo nos atacó: ¡Es cierto lo que decían! A veces no creemos y otras sí que el miedo es algo que llevamos todos como si fuera una cruz en la espalda. Siempre está. Por: Luis B. González Ruiz, Costa Rica. Hatillo www.revistasapo.com

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LAS ALMENDRAS Recuerdo perfectamente esa noche. Estaba caminando entre aquellas calles, iluminadas y con olor a comida. Me detuve por un momento a observar la luna, mientras bebía mi café. Estaba completamente llena y reluciente. De pronto, aquel destello rosado iluminó la luna, hasta que una oscuridad total la cubrió por completo. Las luces de la calle se apagaron y todo el mundo entró en pánico. Las personas corrían, familias enteras se resguardaban en sus casas, mientras un olor a fetidez invadía el ambiente. A como pude me resguardé bajo el techo de una casa y otras personas hicieron lo mismo. En eso, comenzaron a caer miles de objetos color café, los cuales parecían almendras enormes, poco más grandes que una naranja, y por el ruido que hacían al caer, supuse que eran metálicas.

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Dejaron de caer estos objetos y la luna se iluminó de nuevo. Las personas no sabían cómo reaccionar. Muchos se acercaban a tomar aquellas almendras, mientras había otros quienes estaban heridos. Mi curiosidad me hizo tomar un par de aquellas cosas, las observé fijamente sin saber lo que eran. Una extraña vibración corrió por todo mi cuerpo. Lo único que deseaba en ese momento era volver a casa, y no sé como sucedió, pero en cuestión de segundos aparecí en mi habitación y una de las almendras había desaparecido. Solo tenía una en las manos y decidí guardarla bajo mi cama. Al siguiente día, prendí mi televisor y pude ver devastado aquel lugar en donde sucedió

todo. Al parecer, cada una de las almendras se trasformó en diferentes cosas. Algunas tomaron formas de monstruos, otras mataron en segundos a las personas, otras se volvieron armas y miles de cosas más. Al ver todo ese caos, tomé en mis manos la última almendra que me quedaba y desee que todo volviera a ser como antes. Nuevamente aparecí en aquella calle, todo seguía como antes y parecía no haber pasado ni un minuto desde que yo miraba la luna. Corrí rápidamente a mi casa y no salí más de ahí durante esa noche. Aún sigo soñando con ese evento y es una pesadilla que aparece constantemente en mi cabeza.

Por: Zayin Aguila, México.

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LA BENDICIÓN DE SER MADRE

Ainhoa

Tras una larga plática sobre situaciones que podrían cambiar la vida, se escuchaban comentarios provenientes de dos mujeres. Ambas coincidían en que el ser madre a temprana edad podría tornarse un proceso difícil de asimilar, mas otra asentaba según su percepción que sería una de las mayores bendiciones que podría traerle la vida. La segunda mujer entre sus razones expresó: —La divinidad puede percibirse no solo en lo sobrenatural, o en lo que muchos expresan figuras angelicales. Debo reconocer que los ángeles, según mi percepción, logran encarnarse en figuras humanas para plasmar aprendizajes y encaminar vidas a retos diferentes cuyo objetivo principal es crecer. Tras nueve meses de embarazo, una joven madre ansía cargar en sus brazos al ser que poco a poco nace en su vientre. El tiempo puede correr lento, la espera angustiante y el deseo de ver plasmada la bendición de Dios en su vida de seguro cada vez será más fuerte. Quedan de lado los “sacrificios” que se deban realizar. Cuando se tiene 15 años y se debe enfrentar al qué dirán de los tantos comentarios suicidas puede que creas que no es sencillo afrontar tal situación. Sin embargo, solo quien realmente ama lo que la vida le presenta se vuelve figura invulnerable a los señalamientos de la cruda sociedad. www.revistasapo.com

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Al final muy poco saben los que tanto comentan de manera malintencionada o cuestionan el porqué de esa madre, mas cuando hay una fuerza impenetrable que le alimenta y le tilda de figura sedienta por demostrar que se encuentra preparada para ser llamada mamá no hay nada que limite el sueño de desarrollarse como mujer. Es sabido que en esto de ser madres primerizas no existen instructivos que indiquen con precisión las decisiones que se deben tomar, mas estas decisiones se hacen acompañar de pinceladas de amor y de inspiración, donde a una mujer se nutre con tan solo el momento en el que escucha el llanto de quien se espera con impaciencia y al mismo Dios se ruega por ver su dádiva plasmada en su mayor esplendor.   La otra mujer que escuchaba con atino respondió: —He sido fiel admiradora de lo que una madre hace, de sus noches de desvelo durante la instancia de germinación y lo que está dispuesta a dar en su máximo esplendor, de su valentía de asumir el reto de amar más allá del dolor que carga en sus huesos por asumir con agradecimiento lo que de un romance nació. He sido fiel admiradora de cada gesto, sonrisa y lágrima que de su rostro desborda por cuanto no le inquieta que algunos le tilden como gorda tras este nuevo proceso; de igual modo, por la ingeniosa manera de trazar con sus manos nuevas pinceladas y labrar un presente de la forma más perfecta. Al final bien haces en decir que ser madre es una bendición y sin importar la edad en el que esto ocurra, no habrán comentarios hirientes a quien se prepara para ser llamada mamá. Por: Emmanuel Morales Mora, Costa Rica www.revistasapo.com

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MI AMIGA DE LAS FLORES

Salí a caminar un día, recuerdo que era verano y necesitaba comprar unas flores pero no imaginé que ese día encontraría a este ser que me invadió de alegría. Fue un 28 de julio 2007. Se produjo un contacto especial cuando la conocí, rara vez encontramos personas como ella aquí en este país. Sentí inmediatamente que esta señora no solo era la señora que vendía flores sino un ser mágico enviado por Dios: un ángel. De pronto, se convirtieron en recurrentes mis visitas a su puesto de flores; no sé si en busca de ellas precisamente o en busca de aquella señora que cultivó mi interés por escuchar sus sabias palabras, su sabiduría aprendida por la vida y su maravillosa sensibilidad para llegar al ser humano. Y así regresé varias veces. Sentía que entre ella y yo había muchas cosas que nos conectaba. Descubrí en una de las conversaciones, por cierto fue la última que sostuve con ella, le gustaba escribir y coincidentemente las dos estábamos escribiendo un libro de nuestras vivencias. Me di cuenta de que existía similitud en nuestra manera de pensar sobre la vida y la proyección ante ella. Llegué a considerarla un ser místico. www.revistasapo.com

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Me dijo muchas cosas pero una de ellas me quedó grabada y espero se cumpla algún día. Llegué a la conclusión que era enviada por algo divino, para que con sus sabias palabras recobrara la esperanza y mis fuerzas pues parecían fenecer en aquel entonces. Y así logré ir varias veces a visitarla y el día 21 de septiembre 2007, visité su puesto de flores y me puse a conversar con ella, creo que por espacio de 45 minutos no recuerdo exactamente. Habían personas que venían a comprarle sus flores y cortábamos nuestra conversación y así cuando se iban la volvíamos a retomar. Nos contamos muchas cosas aquel día, sobre su vida y la mía. Quedé maravillada, me gustaba hablar con www.revistasapo.com

ella. Decidí despedirme y retirarme debido a que la lluvia hacia su aparición y no quería mojarme pues había olvidado mi paraguas. Me despedí de ella con un beso y la abracé fuerte diciéndole que ese día no había ido a comprarle flores, había ido a saludarla. Ella me dijo: “ven por aquí en estos días para darte mi teléfono y mis datos”. Le respondí que yo regresaría, no sé, pero presentía que no la iba a encontrar a mi regreso. Recuerdo que se lo dije y ella se me sonrió y me contestó: “regreso a mi país el 4 de octubre”. En ese momento, mi cuerpo se erizó, algo en mi me estaba avisando que en realidad lo que había presentido se convertiría en realidad.

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Para entonces, comenzó la semana siguiente y el lunes, martes y miércoles llovió fuerte, los días estuvieron tristes, había mal tiempo, no podía ir a verla. El viernes 28 ya el tiempo mejoró y me preparé para ir en busca de ella, quería escucharla, sentía esa necesidad. Adorné un regalo que le compré y me destiné a buscarla. Caminé las escasas cuadras y cuando llegué, mi impresión fue grande: no estaba. Me dije que a lo mejor hoy no había venido a trabajar, seguro era su día de descanso. Le pregunté por ella a la señora que en ese momento estaba allí y me respondió: “No, ya no trabaja aquí, ella se fue”. De pronto enmudecí y recordé lo que ya había presentido. Se lo había dicho. Me quedé pensando y sentí una gran tristeza. Regresé a casa sollozando, mi amiga de las flores se había marchado y no pude despedirme de ella. La perdí de vista, no llegó a darme su teléfono. Desde entonces, no he vuelto a encontrarla. Creo que ella fue otro ángel en el pasaje de mi vida. Hoy camino por el mismo lugar, ya no existe aquel puesto ni mi amiga de las flores, no hallo su figura, solo el recuerdo. Mi amiga se fue y no sé si algún día vuelva a encontrarla. Por: Orlanda Torres, USA. www.revistasapo.com

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UN CONOCIDO QUE ME RECORDÓ A ALGUIEN Ya es tarde y quiero volver a casa. Después de un día eterno de trabajo sólo sueño con volver a mi refugio. Camino con paso apurado y a lo lejos, veo a un hombre guapo. No intento disimular que lo miro y que lo sigo viendo mientras camina hacia mí (o yo hacia él). Esquivo su mirada con una media sonrisa y mis ojos vuelven a clavarse en los suyos. El viento me trae un aroma y logro detectar ese exquisito perfume que usa y que tan familiar me parece. Saca la mano del bolsillo de su abrigo y me dice “¡Anita!”. Sólo cuando escuché su voz, logré reaccionar. Tuve que tenerlo frente a mí, escucharlo decir un nombre al azar (siempre tan impulsivo cuando está tenso, me acordé) y entonces me di cuenta de que definitivamente lo conocía en algún lugar que (aún) no recuerdo. Le vi su rostro y me acordé que cuando decidimos no vernos más, nos habíamos topado tiempo después. Varias veces, sólo que no habíamos tenido la oportunidad de parar a conversar. Quizás sólo no teníamos que hacerlo. Seguro que tampoco ahora. “¡Qué buen nombre elegiste!” le digo mientras me reía. Lo llamo por el suyo y le pongo la mejilla para que me salude. Lo miro y me doy cuenta de que está realmente sonrojado, imagino que no esperaba verme. Nos saludamos. Se disculpa por ser tan olvidadizo (aunque esa no es la palabra que hubiera elegido). Le digo que no se preocupe ¡Lógico que no me olvidaría! (Él sabe que yo tampoco) Le sonrío de vuelta. www.revistasapo.com

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Lo miro mientras habla y me doy cuenta que de cerca ya no es tan guapo. Disimuladamente, doy un paso hacia atrás, pero no hay caso. Debiera tenerlo a una cuadra para encontrarle el atractivo que hace tantos años le vi. Hablamos de temas sin sentido, él con una ansiedad por llenar los silencios que me pone un poco incómoda. En un segundo, me doy cuenta de que ni siquiera sé de qué me está hablando y creo él terminará por darse cuenta. Dejo de asentir y lo miro con una sonrisa forzada. Pienso que debiera irme, pero me quedo. No sé a qué. A mi mente vienen recuerdos borrosos, tapados de una vida entera: recuerdo la paz que sentía cada vez que sus ojos se topaban con los míos, el lunar en su espalda y la punta de la nariz que se le movía al hablar. Recuerdo las caminatas eternas conversando, los dibujos que le regalé y los cuentos que me escribió. Recuerdo el “lugar perfecto”, con las paredes plagadas de textos (ahora que lo pienso, ya ni siquiera me acuerdo qué decían, pero tampoco hago el intento). Recuerdo… y sólo es eso. No sé muy bien qué fue lo que hablamos esa tarde. Sólo sé que saludé a un conocido que me recordó a alguien a quien amé profundamente y que por poco no reconozco. Quizás el tampoco estaba tan equivocado cuando me llamó “Anita”. Por: Nicole Castro, Chile.

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¿EL AMOR ES UN MISTERIO? , ¿UNA LOCURA?, ¿UNA AVENTURA? ¿Por qué será que mientras más misteriosa, difícil e inaccesible es una persona, más nos provoca ese deseo loco de conquistarla y tenerla en nuestras vidas? Los cariños buenos, suelen ser amables, seguros, bien portados, fáciles y finalmente aburridos. Los niños malos, son emocionantes, complejos, desafiantes y llenan de adrenalina palpitante. Desde que nos ensartamos en una relación así, ya sabemos que vamos a terminar con el corazón roto. Advertimos que estamos arriesgándonos emocionalmente y sin embargo: ¡allá vamos directo al precipicio por voluntad propia! Con una mínima posibilidad de ganar esa apuesta pero ponemos todas nuestras fichas. Mi último affaire cumplió con todas esas características, mas, ser encantador, divertido, tener los ojos verdes y de remate cuerpo de corredor. Desde la primer mirada yo ya sabía que mi destino estaba ahí. Mis mañanas comienzan en un parque que me gusta decirle el bosque encantado, donde uno se puede encontrar de todo: desde un ex, hasta un semi-dios de ojos verdes. www.revistasapo.com

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Acababa de comprar unos audífonos de última generación, inalámbricos, los cuales no lograba echar a andar. Así que caminaba comenzando la jornada de ejercicios, más concentrada en mi propósito de escuchar música que de ver por dónde iba. Cuando en un recoveco choqué con él y me dedicó una sonrisa tan cautivadora que me dejo temblorosa. Me dije, pues, paso un guapo. Pero en la siguiente vuelta, siguiente sonrisa, (mágica) y el hombre procedió a presentarse. Poseedor de un pasado bucanero, con ese aire elegante de Corsario, tatuaje, arete, barba de un par de días y cara de niño malo. Vestido siempre de negro (igual que yo). Otro punto que en mi caso es requisito básico, son las manos. Las suyas son muy masculinas, pero elegantes, cuadradas, inmaculadas, fuertes, pulcras. Creo, que nunca debes de andar con alguien que no te gustaría ser. Ese es un motivo, que hace que, diría mi madre, excelentes “prospectos-pretendientes” no pasen de eso pues cuando conozco sus vidas, me dan una flojera increíble. Con mi filibustero fue justo al contrario: artista plástico, pianista, fotógrafo, profesor de cine. Y unas historias bien locas. Me encantó desde el momento uno. Lo demás, pues cliches básicos: mensajes, fotos, café de barrio, ir a comer, llamadas por las noches, vino en casa, besos en las esquinas.

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Y pues, como toca en esos casos, un día llego la noche con ese momento para escribir sobre nuestros cuerpos el erotismo. Habían pasado varias lunas y soles y conforme más lo conocía, más ganas tenía de acostarme con él. Luz de penumbra, jazz quedito, lluvia en la ventana. Me recorrió a besos desde los pies, frente y vuelta, y a manera de mándala, en voz alta, iba diciendo cada cosa que le gustaba: mis caderas, mis nalgas, mi cintura, el color de mi piel, cada paso de la seducción y de la conquista. Tan seguro de lo que hacía que parecía el guión de una película, contundente. Naturalmente a cada paso aumentaba el deseo, sexy, procaz. ¿Yo? Me dejé disfrutar. Nunca antes me había sentido tan deseada, provocada, seducida,

plena. Sorprendida y consentida, casi malcriada, reverenciada. Se quedó a dormir, (bueno es un decir), tan emocionados, abrazados, claro que no dormimos. A las dos horas me dice: —Tengo un problema. Necesito volver a hacerlo. Y volvimos a enredarnos en ese abrazo sexy, emocionante, placentero. Envuelta en él, hasta que amaneció, escuchamos los pájaros, vimos salir el sol. Cuando se fue, no sabía si lo había soñado, si era el premio que Dios me tenía guardado, o una trampa del destino.

Por: Lucia Bueno, México.

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JABÓN AZUL Y SÁBANAS Hatillo siempre ha tenido su glamour. Tal vez no sea Hollywood pero ha tenido sus personajes de película muy a lo criollo. Recuerdo, por ejemplo, a Pichu. Él recorría todas las calles de Hatillo con una rueda agarrada en las manos, simulando manejar carro. También hacía el ruido de un carro. Andaba mal vestido y descalzo. También andaba Pedrito. Lo recuerdo bajito, morenito y también descalzo. Andaba con un saquito de gangoche al hombro. En ese entonces, mi mamá era una niña. Ella estudiaba en la escuela viejita de Paraguay en Hatillo Centro. En el recreo, mi mamá y sus compañeros lo molestaban diciéndole: “Pedrito, vení, lloremos juntos”. Él, de inmediato, los perseguía. Siempre andaba un cuchillo y por miedo todos salían corriendo. Ese Hatillo era de calles de tierra. Abundaban las fincas con su producto estrella: el café. Los árboles frutales no se quedaban atrás. Sin embargo, en Hatillo no había agua potable como ahora, en tuberías.

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A pesar de ello, la naturaleza ofrecía a la gente humilde sus tesoros. No hablo precisamente de diamantes o de algún otro metal o piedra preciosa sino del agua que emanaba pura y cristalina de los ríos. De hecho, se aprovechaba para chapotear un poco. Esa fina corriente calmaba la sed con un embriagador vino ofrecido de forma gratuita por la madre tierra. Las señoras de la época iban todos los domingos a lavar ropa al río Tiribí. Cada una tenía su piedrita y simulaban ser bateas. A las sábanas blancas les ponían jabón azul y, extendidas sobre las piedras inmensas, las dejaban blanqueando. El sol las secaba y ellas las mojaban de nuevo para que se pusieran bien blancas y bonitas. Ante la escasez de energía eléctrica se alumbraban con canfineras y candelas. Con tant pobreza, Hatillo no tenía problemáticas sociales. Ahora, solo queda el recuerdo en quienes lo vivieron, un pueblito sencillo y trabajador. Uno que era rico en costumbres y lleno de la misericordia de Dios. Él no cobraba un cinco de factura por la luz o el agua pues todo lo daba puro y de una calidad única. Por:Yislen Umaña, Costa Rica. Hatillo

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LOS DUENDES Cincuenta años después, regreso al pueblo Alto de las Palomas. Allí, vuelvo a ser niño. me deslizo por el cerro sentado en un cartón junto a mis amigos. Luego, cual raudos jinetes montados en nuestros caballos de madera, bajamos por las callecillas recogiendo el polvo del verano. Finalmente, lo dejamos en la poza de Los Sibaja, un paraíso del río Corrogres. Reinaba el canto de los yigüirros, gallitos, mozotillos y setilleros juntos adornados por el arrebol de los Llama del Bosque y el violeta de los Jacaranda. —De vuelta a la casa… ¿dónde está Ricardo? —¡No lo sé, no lo ví! —dijo Sotillo. —Estaba en la piedra por el Guapinol — dijeron los demás. —Vamos a buscarlo, la mitad vaya río arriba y la otra mitad corriente abajo. El miedo de que le sucediera algo malo se nos incrustó en los corazones. Era el más pequeño, a lo sumo seis años.

Cuatro kilómetros más adelante nos topamos al tío Cholo y, de la mano, Ricardo. El tío nos contó que lo encontró caminando solo por el Chapernal donde cultiva cebolla cerca del cauce de la quebrada. Fue cuando bajó a tomar agua que lo vio. —Pero, ¿Ricardo? ¿Qué te pasó? —Mientras ustedes se bañaban en la poza pasaron unos chiquitos con chilindrines, guitarras y pitos. Me fui con ellos y me dejaron arriba de una piedra. Tenían ropa de colores y sombreros. Nos pusimos pálidos. Tío cholo también. El espejo del río me devolvió la imagen de un viejo canoso y nostálgico. Uno que estaba atragantado por el silencio del tiempo que saliniza las mejillas y cae en gotas que se lleva la corriente. Ricardo ya se fue a recorrer los ríos del cielo. Nosotros vemos el Corrogres imaginando que canta y baila con los chiquitos vestidos de colores y esperando por nosotros.

Por: Francisco Porras Guerrero, Costa Rica. Hatillo www.revistasapo.com

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EL ÚLTIMO ÁRBOL CADA SEGUNDO ERA CREACIÓN EN ESTE MUNDO. VIAJABA LEJOS DE MI CUERPO DENTRO DE UNA BURBUJA SIN ESPACIO, AFUERA ESTABA OSCURO SIN PENSAMIENTOS, NADIE CREÍA SOBRE ESTE LUGAR, SÓLO YO. CRECIENDO JUNTO AL ESPACIO, JUNTO A LOS CIELOS LLENOS DE ILUSIÓN, JUNTO A ESENCIAS QUE QUERÍAN SER HUMANOS. VIAJABA Y AVANZABA SIN TIEMPO Y SIN DESTINO. LUEGO UNA LÁGRIMA CAYÓ Y LAS TIJERAS LO RECORTARON TODO EN MILES DE MUNDOS Y EN MILES DE VIDAS SIN VIDAS.

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