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LOS CAMPOS DE BATALLA Y EL ARTE DE DESCIFRAR EL PASADO
Explorar una de las facetas más fascinantes de la arqueología histórica, como el estudio de los vestigios bélicos para reconstruir eventos clave en la historia, no es una tarea sencilla. A través del análisis de los restos materiales y humanos encontrados en los campos de batalla, se puede descifrar relatos desconocidos de guerras y conflictos que han dejado una huella profunda en las sociedades del pasado. Desde artefactos y armamentos hasta los cuerpos de los combatientes, cada fragmento descubierto ofrece valiosas pistas sobre las estrategias, motivaciones y sufrimientos de aquellos que vivieron estos episodios dramáticos. En este contexto, se destaca el trabajo pionero de la arqueóloga Patricia Milena Vega-Centeno Alzamora, quien estudió en la Universidad Nacional San Antonio Abad, obtuvo su maestría en el Centro de Altos Estudios Nacionales y realizó estudios de maestría en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha dirigido investigaciones sobre sitios de arte rupestre al sur del país, la arqueología de campos de batalla de la Guerra del Pacífico y la arqueología histórica peruana, entre otros temas. Actualmente, lidera una investigación sobre los campos de batalla de la Independencia peruana. Su principal interés de investigación radica en comprender los procesos de formación de sitios de conflicto y el patrimonio histórico militar. A lo largo de su carrera, ha publicado artículos en diversas revistas y participado como expositora en eventos académicos, dedicando su trabajo al estudio de los campos de batalla en Perú. Su labor demuestra cómo el arte de interpretar el pasado puede transformar nuestra comprensión de la historia, ofreciendo un testimonio fiel sobre la resistencia y el valor de quienes participaron en estos enfrentamientos.
1 ¿Qué fue lo que te atrajo al estudio de la arqueología de campos de batalla, especialmente en el contexto de la Guerra del Pacífico? Lo que me atrajo de este estudio en el contexto de la Guerra del Pacífico, fue la posibilidad de humanizar y entender la guerra a través del análisis material y el paisaje cultural. Los campos de batalla no son solo escenarios de enfrentamientos; son lugares cargados de historias humanas. Cada artefacto encontrado, desde fragmentos de uniformes y armas rotas hasta objetos personales como medallas, botones o pertenencias que lleva consigo el testimonio de las personas que vivieron esos momentos duros y críticos. Estos vestigios permiten acercarnos a la experiencia de los soldados y civiles, revelando aspectos personales, las adversidades que enfrentaron y su cotidianidad. Ya sea durante la vida en el campamento o en la guerra.
En el caso específico de la Guerra del Pacífico, el análisis arqueológico tiene un potencial único para iluminar un periodo crucial en la historia regional y nacional, permitiéndonos ir más allá de los documentos históricos y explorar los matices humanos del conflicto. Lo que más me motiva es la idea de conectar estos fragmentos materiales con las experiencias humanas, rescatando no solo las narrativas de los líderes o estrategias militares, sino también la de los individuos anónimos, aquellos que no aparecen en los libros de historia, pero cuyas vidas quedaron marcadas o se extinguieron por este conflicto. Esto no solo enriquece nuestro conocimiento histórico sino cómo impacta la guerra en los seres humanos y cómo las memorias colectivas que se construyen posteriormente, pueden ayudarnos a construir una cultura de paz.
2 ¿Qué fue lo que te llevó a dedicarte a la arqueología? ¿Hubo algún momento o experiencia en particular que marcara tu decisión? Mi decisión de dedicarme a la arqueología nació de un momento muy especial durante mi etapa escolar. Un día, cayó en mis manos Asesinato en Mesopotamia de Agatha Christie, y al recorrer sus páginas, descubrí una conexión inesperada entre la arqueología, el desentrañar enigmas y la investigación. Me fascinó cómo cada sitio arqueológico se convierte en un rompecabezas que debe ser armado o entendido con paciencia y atención a los detalles. Ese libro me abrió los ojos a un mundo donde los fragmentos del pasado pueden contarnos historias complejas y donde podemos encontrar respuestas a las muchas interrogantes que tenemos. Por esa época, una arqueóloga que influyó profundamente en mí fue Lilian Vázquez. Ella se convirtió en una gran inspiración para mí, por su dedicación y perseverancia logró salir adelante con determinación y éxito. En ese momento pensé que, si ella podía hacerlo, no había nada que pudiera impedirme estudiar arqueología.
3. En tu día a día como investigadora, ¿qué es lo que más disfrutas de tu trabajo? ¿Hay algún momento que te haga sentir que todo el esfuerzo vale la pena?
Lo que más disfruto es ese momento de conexión con la investigación, es cuando, después de horas de trabajo intenso dictando clases o gestionando proyectos, puedo sentarme en mi escritorio y dedicarme plenamente a leer y redactar los resultados de mis investigaciones. Es un instante donde todo parece cobrar sentido, un espacio de reflexión y creatividad que me permite ordenar mis ideas y plasmarlas en papel. Además, hay algo especialmente fascinante en llegar al gabinete de trabajo y observar las piezas o evidencias producto de la excavación. Es como ver cómo los fragmentos de una historia toman forma, y cada detalle aporta algo único al panorama general. Aunque este trabajo puede ser agotador y, en ocasiones, demandar recursos y tiempo significativos, la satisfacción que genera es incomparable.
4.En tus investigaciones, se mencionan los desafíos para acceder a información y materiales debido al saqueo de los campos de batalla. ¿Cómo han influido estas limitaciones en tu enfoque y qué estrategias has desarrollado para superarlas?
El saqueo de los campos de batalla plantea desafíos significativos para la investigación, ya que muchas evidencias cruciales han sido destruidas, afectando nuestra capacidad para explicar el pasado con precisión. Sin embargo, estas limitaciones también han influido positivamente en mi enfoque, empujándome a desarrollar estrategias más creativas y colaborativas. Primero, he adoptado un enfoque interdisciplinario que combina fuentes arqueológicas, documentales y etnográficas para compensar las lagunas de información. Por ejemplo, los registros históricos y testimonios orales han sido fundamentales para contextualizar lo que no puede recuperarse físicamente en el campo de batalla de Ayacucho. Además, priorizo técnicas no invasivas, como el uso de tecnologías como drones y georradar, para identificar estructuras o evidencias en los campos de batalla sin necesidad de depender exclusivamente de hallazgos materiales. Esto me permite trabajar incluso en contextos donde el saqueo ha sido severo.
5. Tu trabajo pone el foco en los aspectos sociales y humanitarios de la guerra, temas que a menudo pasan desapercibidos en las historias militares tradicionales. ¿Por qué es importante explorar estas dimensiones y qué nos revelan sobre la experiencia humana en los conflictos?
Explorar los aspectos sociales y humanitarios de la guerra, en estos tiempos donde escuchamos de conflictos en otros países, es crucial. Solo con este tipo de conocimientos podemos ser conscientes de lo que realmente significa vivir en medio de una contienda. Además de ello también podremos comprender cómo estos eventos transforman profundamente a las personas, las comunidades y en conjunto a la sociedad, no sin dejar de lado su impacto en los paisajes donde se desarrollan.
Las investigaciones en arqueología de campos de batalla han demostrado que detrás de cada proyectil, trinchera o resto material, hay historias humanas: el sufrimiento de quienes combatieron, las pérdidas irreparables para las familias y el impacto duradero en las sociedades de cada país. Estas dimensiones son esenciales para comprender que la guerra no solo puede verse como un evento heroico idealizado, sino como un fenómeno real cargado de dolor, sacrifico cuyo legado trasciende generaciones. Reflexionar sobre esto no solo nos ayuda a interpretar el pasado de manera más completa, sino que también fomenta una mayor empatía y comprensión sobre el impacto de los conflictos en la actualidad. En un mundo que aún enfrenta guerras y divisiones, recordar la dimensión humana puede ser un poderoso llamado a construir una cultura de paz y reconciliación.

6. En tus estudios, haces hincapié en reconciliar los relatos históricos con la evidencia arqueológica. ¿Podrías compartir algún descubrimiento que haya desafiado las versiones históricas más conocidas o que aporte nueva luz sobre los eventos de la Guerra del Pacífico o de la Independencia peruana?
En la Guerra del Pacífico, donde excavaciones han revelado datos sobre la vida cotidiana de los soldados que no se describen en los documentos históricos. Esto incluye hallazgos de utensilios, alimentos y objetos personales que muestran una realidad más humana y compleja mostrando aspectos que no se suelen referir en los documentos o partes de guerra. Estos descubrimientos no solo complementan la historia escrita, sino que también permiten dar voz a quienes participaron directamente en estos eventos, desde los soldados hasta las comunidades afectadas.

Uno de los casos más interesantes que he encontrado es el análisis arqueológico en los campos de batalla de la independencia peruana, como Ayacucho. Los hallazgos de municiones, restos materiales, la configuración geográfica como las zanjas o “Yaguar zanjas” en el campo de batalla y patrones de distribución de tropas han permitido reinterpretar algunos aspectos de la estrategia militar que no están claramente reflejados en los relatos históricos tradicionales. Por ejemplo, la evidencia sugiere que las posiciones defensivas y los movimientos de las tropas patriotas fueron más dinámicos y adaptativos de lo que se registra en las narrativas oficiales, las cuales tienden a simplificar las tácticas empleadas.
7. Tus publicaciones mencionan las consideraciones éticas en la excavación y análisis de restos humanos en campos de batalla. ¿Cómo manejas estas sensibilidades y aseguras el respeto hacia quienes perdieron la vida en el conflicto?
Siempre procuro abordar la excavación y el análisis de restos humanos en campos de batalla desde un enfoque profundamente respetuoso y ético. Entiendo que estos restos proporcionan evidencias arqueológicas, pero principalmente son los vestigios de vidas humanas que se extinguieron en contextos de conflicto, en circunstancias trágicas. Por ello, priorizo la dignidad póstuma y la memoria de quienes participaron en estos eventos. Además, reconozco que uno de los retos principales es garantizar que estos restos no se conviertan en objetos más dentro de una colección institucional.
Por ello, abogo por el entierro digno de estos combatientes acorde a las prácticas religiosas de la época, de esta forma también podemos sensibilizar y fomentar una reflexión sobre la memoria histórica, la cultura de la paz y las implicaciones del conflicto. Pienso que, con esta perspectiva, los trabajos de investigación futuros pueden contemplar una labor respetuosa y sostenible con las vidas de aquellos que lo dieron todo por el país que hoy vivimos. Además, destacó la importancia de buscar financiamiento y alianzas interinstitucionales que permitan realizar investigaciones respetuosas y sostenibles.

8. Más allá de identificar individuos o reconstruir eventos, ¿qué implicaciones sociales tiene tu investigación en la arqueología de campos de batalla? ¿Cómo contribuye a que el público entienda mejor la historia, la memoria y los legados de los conflictos? Creo que la investigación que se ha venido realizando, posee implicancias sociales que se orientan hacia la identidad colectiva. Más allá de identificar individuos o reconstruir eventos históricos, este enfoque permite explorar cómo los conflictos han modelado paisajes, memorias colectivas e identidades. A través del estudio de los restos materiales, los lugares y las marcas del pasado, podemos entender cómo las sociedades procesan la guerra y sus consecuencias, no solo en términos de pérdidas humanas, sino también en transformaciones culturales, políticas y económicas.
Un aspecto central de mi trabajo es fomentar una relación crítica entre las personas y su historia. Al presentar hallazgos arqueológicos en contextos educativos y museográficos, se logra que el público comprenda mejor no solo los eventos históricos, sino también sus legados duraderos. Esto contribuye a resignificar los campos de batalla como espacios de reflexión, promoviendo valores como la paz, la memoria digna de los caídos y el entendimiento de los conflictos como fenómenos que trascienden lo bélico. Por último, mi investigación también busca integrar a las comunidades locales en este proceso, reconociéndolas como custodios de este patrimonio como el caso de Tacna o Ayacucho. Esto no solo fortalece el vínculo de las personas con su historia, sino que también impulsa el desarrollo de una memoria histórica inclusiva y sostenible, que sirva como herramienta para la difusión de la cultura de la paz.
9. ¿Cuáles han sido algunos de los descubrimientos más sorprendentes o inesperados que encontraste en tus investigaciones en el campo de batalla del Alto de la Alianza y el campo de batalla de Ayacucho? ¿Cómo han enriquecido tu comprensión de la batalla y sus consecuencias?
En el caso del campo de batalla del Alto de la Alianza, uno de los hallazgos que más me impactó emocionalmente fue el descubrimiento de restos humanos de combatientes. Este hallazgo no solo me sensibilizó profundamente al conectar de manera tangible con los sacrificios humanos de esa época, sino que también me permitió reflexionar sobre la dimensión humana de la guerra, más allá de las estrategias y las tácticas militares. Me recordó que cada fragmento hallado cuenta una historia personal que forma parte de una historia que no debe quedar en el olvido.
Por otro lado, en el campo de batalla de Ayacucho, uno de los descubrimientos más inesperados fue la identificación de numerosas zanjas conocidas localmente como “Yaguar zanjas”. Estas formaciones naturales no están documentadas en los textos clásicos de historia militar, pero su análisis revela una importancia estratégica significativa. Parecen haber jugado un papel crucial en el desarrollo y la progresión de la batalla, proporcionando evidencia de tácticas que no habían sido previamente consideradas en el estudio de este conflicto. Este hallazgo me llevó a reexaminar cómo los combatientes utilizaron el terreno y adaptaron sus estrategias a las condiciones locales, ofreciendo una nueva perspectiva sobre la creatividad militar y la complejidad del enfrentamiento. Estos descubrimientos han enriquecido mi comprensión de las batallas, mostrándome que los relatos históricos tradicionales muchas veces necesitan ser complementados y cuestionados con la evidencia tangible del campo. También subrayan la importancia de la arqueología como una herramienta para desentrañar detalles que permanecen ocultos en los textos, contribuyendo a una visión más completa y humana de nuestra historia.
10. En tus publicaciones, tocas el concepto de “dignidad póstuma” al referirte a los restos no identificados de combatientes. ¿Podrías profundizar en esta idea y explicar su importancia en la forma en que honramos y recordamos a quienes se perdieron en la guerra?
El concepto de “dignidad póstuma” se refiere al reconocimiento y respeto que se debe otorgar a los restos humanos, especialmente a aquellos que no han sido identificados, independientemente del tiempo transcurrido o del contexto en el que fallecieron. En el caso de los combatientes, este principio es crucial porque va más allá de las diferencias políticas o ideológicas, centrándose en la humanidad compartida de quienes participaron en el conflicto, esto ha sido más ampliamente trabajado por Roberto Parra, quien es uno de los más destacados investigadores forenses peruanos.
Profundizando en la idea, la dignidad póstuma implica tratar los restos con respeto, garantizar su adecuada preservación y, cuando sea posible, promover su identificación para devolverles su identidad y memoria histórica. Este acto no solo honra a los fallecidos, sino que también alivia, en cierta medida, el dolor de sus descendientes y comunidades al reconocerlos como parte integral de nuestra historia. Es, en última instancia, un acto de justicia histórica y un mensaje poderoso para las futuras generaciones sobre el valor de la paz y la humanidad.
11. Más allá de tu trabajo en la arqueología de campos de batalla, ¿Hay alguna otra área de la arqueología o historia que te apasione y te gustaría explorar en el futuro? Sí, definitivamente. Más allá de mi trabajo en la arqueología de campos de batalla, me interesa mucho la arqueología colonial o histórica. Aunque he tenido pocas oportunidades de involucrarme en investigaciones o proyectos relacionados con esta área, considero que es una etapa fascinante de la historia peruana, cargada de transformaciones culturales, sociales y económicas que marcaron profundamente nuestra identidad. Me gustaría explorar más a fondo este periodo, sobre todo desde la perspectiva de cómo las dinámicas del contacto cultural y la resistencia indígena se reflejan en el registro arqueológico. Creo que hay un gran potencial para vincular esta área con enfoques interdisciplinarios y con una narrativa histórica que dialogue con el presente.
12. Cuando no estás investigando o trabajando en el campo, ¿Qué actividades disfrutas para desconectar o recargar energías?
Me encanta viajar, y ya he tenido la oportunidad de conocer parte de los 24 departamentos de Perú, descubriendo que cada lugar es fascinante e inspiran a seguir conociendo nuestro país. También disfruto mucho viendo películas, que me permiten explorar otras culturas e historias. Además, tengo una gran pasión por comprar libros, que siempre terminan ampliando mis perspectivas. Por último, valoro enormemente las conversaciones con mis colegas Jack Chávez, Angélica Gómez, con quienes han sido un apoyo emocional e inspiración fundamental en estos años de trabajo, su apoyo y aliento han sido invaluables.
13. Si tuvieras que dar un consejo a alguien que está pensando en dedicarse a la arqueología, especialmente en áreas sensibles como la arqueología de conflictos, ¿Cuál sería?
La arqueología es una disciplina fascinante y enriquecedora, pero también compleja y muy demandante. A quienes estén considerando dedicarse a este campo, especialmente en áreas sensibles como la arqueología de conflictos, les diría que se preparen para un camino de aprendizaje continuo y multidisciplinario. Es crucial especializarse en varios campos, como la antropología física, la historia militar y las ciencias forenses, dependiendo de su área de interés. También deben ser conscientes de que esta profesión puede implicar una inversión significativa de tiempo, recursos y dinero, especialmente para llevar a cabo investigaciones de calidad.
En el caso de la arqueología de conflictos, un consejo fundamental es actuar con extrema sensibilidad y respeto al momento de encontrar restos humanos. La dignidad póstuma debe ser una prioridad, no solo en el manejo técnico de los hallazgos, sino también en la forma de comunicar los resultados a las comunidades involucradas. La arqueología no solo trata sobre el pasado, sino también sobre cómo ese pasado sigue impactando a las sociedades actuales. En este sentido, más allá del rigor académico, es esencial tener empatía y un compromiso ético profundo.
Grupo Arqueolizándonos agradece a la Mg. Milena Vega-Centeno Alzamora, por su compromiso con el patrimonio, además de su gentil disposición y colaboración en esta entrevista, deseamos siempre los mayores éxitos en todas las investigaciones venideras
