Proverso, 1 de septiembre de 2016

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más” ―justificabas a menudo, aunque yo en ese tiempo no lograra entenderlo.

dispuesto para lo que fuera.Sobre todo, para el tango.

Algunos momentos dulces tuviste, pero otros muchos más, con sabor amargo, te acometieron. Escasas fueronlas risas que pude escuchar de tu boca. Aquellas, fueron remitiendo paulatinamente. El paso de los años y las cargas padecidas abovedaron tu espalda. Las arrugas de la frente se te marcaban como surcos recién arados. Las ausencias en el habla y en la comunicación con nosotros, se hicieron latentes y pronunciadas. Nadie supo interpretarlas. Tampoco las hubieras aclarado tú de habértelo preguntado.

―La siguiente que pongas que sea “La Cumparsita”―me pedías en las noches de fin de año―. La fiesta organizada en el salón de nuestra casa, repleta de vecinos amables y también de gorrones, de familia cercana, en maravillosa y perfecta armonía. Y brillaba con luz propia ese tango que aún resuena agradable en mis oídos. Esa joya de la música que resonaba en el viejo tocadiscos de madera y aluminio, vibrando la aguja sobre los surcos del vinilo negro y desgastado que la contenía. A mí, comenzaron a gustarme sus notas desde pequeño, desde aquel día que me lo descubriste cuando te vi bailarlo con tu mujer, aparentando ser porteñosgenuinos y auténticos ¡Qué tiempos fantásticos!

Los años para ti viajaron rápido. Introvertido, lejano, ausente. El mundo lo viste pasar con tu personal indiferencia, sentadoal raso a la puerta de tu casa, como lo hace la gente de los pueblos cuando parece que ya no esperan nada, cuando no existe la prisa para ellos. Así transcurrieron tus postreros momentos, como noche cálida de verano entregada a los mágicos efectos de la luna nueva.

Mucho tiempo después —superada mi generación e incorporada al mundo— llegaron los días de mi hijo, juntos y de la mano, junto a las vías del tren. Era su sueño, verlos rodar a toda máquina. Tú, mientras los veía pasar desde lo alto del paso, observabas su rostro de niño cubierto de asombro y disfrutabas sin disimulo de su compañía.

Viajaste, bailaste, viviste. Bailaste, jugaste al mus. Bailaste. En todo momento emparejado,

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