PERIPLO Vol. XV. Vacíos

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About us PERIPLO somos un grupo de jóvenes que por diversas circunstancias de vida, nos hemos visto envueltos en un periplo. Un periplo es un viaje, una circunnavegación y, así, una exploración. Una revista es una propuesta literaria que sostiene un diálogo, a la manera antigua, número con número, que profundiza en un océano virgen. Es la propuesta de un itinerario digital y bimestral en el que las letras naveguen con los vaivenes de nuestro tiempo. PERIPLO es una tentativa de reconocer los mares que surcamos, uno a uno. Es nuestro objetivo abordar distintas temáticas que serán la columna vertebral de cada número, desde las más diversas disciplinas humanistas, con el desafío de ser transversales en el tiempo y en el espacio y con una óptica integradora. Buscamos lograr esto con el reto de los antiguos cartógrafos que diseñaban mapas bajo la premisa del rigor y la belleza, preocupados simultáneamente por la utilidad y la estética de sus atlas, nosotros procuramos aprender ese ademán. Para PERIPLO el viaje no es solo un trayecto, sino también el ejercicio imprescindible de imaginar que hay algo que aguarda al otro lado. En este espíritu, PERIPLO quiere aunar la razón de planear la ruta y la emoción de zarpar hacia lo desconocido. Por eso ofrecemos espacio a la creación y a la reflexión; condiciones necesarias para avanzar hacia el conocimiento. Estamos convencidos de que la imaginación es el impulso vital del pensamiento: para partir hacia el horizonte hay que atreverse a imaginar, con plumas y pinceles, que el mundo no se acaba donde la vista alcanza. PERIPLO es un espacio en el que confluyen las bifurcaciones de un idioma. El espacio trasatlántico en el que el español va y viene, muta, se sostiene y se camufla, es también el territorio cultural en el que nuestro idioma y se mide en dialéctica de tensión y reconciliación. En PERIPLO subyace el espíritu linguísticamente panhispánico que pone en sintonía la creación y el pensamiento de quienes comparten una lengua con la convicción de que, soñar y creer en español, es en sí mismo un puerto de partida y, por ello, han de estar más cerca que nunca. Somos cosmopolitas por surgir y habitar ciudades de todo el mundo: nuestros orígenes son diversos pero nuestra lengua es una y nuestra palabra plural. PERIPLO es además hijo de su tiempo por estar comprometido a dar testimonio al siglo que vive; considerando la trayectoria histórica de la humanidad, buscará reflejar el pensamiento de un tiempo y sus dudas, sus posibilidades, sus inspiraciones y bloqueos. En una época de cierta incertidumbre cultural, PERIPLO pondrá de relieve las inquietudes de unos cuantos; curiosidades de muchos que, como nosotros, buscan ver el otro lado de las cosas. En la medida en la que no huimos, nuestra pequeña embarcación literaria será un viaje que irá dejando rastro y huella por si, en algún punto, queremos regresar a una costa conocida. Viajar también es perderse; he aquí una brújula por escrito para aquellos que no teman desprenderse de sus raíces y busquen profundizar en nuevos mares. Las expediciones de los antiguos dejaban evidencias instructivas documentadas en sus περίπλους (periplous), porque cuando la humanidad quiere dejar asentado algo que considera importante, lo escribe. Nosotros aprendimos el gesto y, sin conocer el destino final de nuestro periplo, decidimos dejar testimonio de nuestro recorrido.

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PERIPLO • Giada Ricci PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 3 •


Cul de sac En este número termina su trayecto la búsqueda introspectiva que se inició en Geopoéticas: espacios del sentido y fue acotándose en los Límites del cuerpo deslindando después en aquellos Números que representaban la unidad de medida de la esencia. Esa búsqueda de las energías fundamentales que se materializó en Mínimos, da su último paso en el vacío absoluto. La nada, el silencio y la soledad son el resultado ineludible de esa busca de los principios elementales. Nos proponemos arrojar a nuestros lectores al abismo. Lanzarse al vacío desde un puente colgante es aventurarse, saltar intrépidos a rellenar el espacio sin voz, sin nombre. El silencio como lenguaje; poesía, escultura o arquitectura que modula oquedades y las incorpora en su marco, las inhala, las justifica. También el desierto, espacio de cruce, de extensión que se abisma en el vacío del que resurge, muere para renacer. El sentido de vacuidad en la creación es un estigma que compartimos con el arte de Extremo Oriente cuya expresividad reposa en un vacío que elimina la congestión interior, la libera. El silencio distiende nuestra profundidad. Y, por último, el vacío del amor, al que no debemos tener miedo a referirnos. Para Platón, el amor es una aventura solitaria. Y añadimos nosotros: silenciosa, secreta. «Los amorosos callan», escribió Jaime Sabines. En todos los humanos subyace una carencia, vacío que se materializa en búsqueda de completud, de verdad, de belleza. Querer: tender hacia, es el principio que nos impulsa a crear desde el vacío. Ese recorrido, la búsqueda de huecos, es el trayecto que plantea el volumen XV de PERIPLO. Vacío: carencia de forma o de materia inherente al ser humano, al artista, al poeta que describe vacuidades y esa concavidad lo justifica. Ilustración de portada: Mar Ample 4 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV


Incluso la belleza es antifaz del vacío». – Bernard Noël

« Pero la luz es sombra de la nada – Antonio Gamoneda

v cío PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 5 •


PERIPLO •Maite Mutuberria

Índice

AITÍA A solas Cristina Martínez Gómez

[18]

CINE EN RAMA La antena del vacío Gonzalo Muñoz Agopián

[76]

SÍNDROME DE STHENDAL Abriendo huecos. El vacío como lenguaje en la escultura moderna Ángel Saiz

[19]

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Índice

MANO A MANO Aquel espacio habitado. Entrevista a Virginia Cosin Trinidad Moliterno

[40]

GAVIA Edmond Jabès. Un flâneur errante en el vacío Nerea Oreja

[61]

ET CETERA Aproximaciones a una ficción del vacío Jorge Martín

[69]

LENGUAS VIVAS Poesía china: el vacío como inspiración o como esencia del universo [24] Sara Sáiz

PANOPLIA De la idea a lo manifiesto Lilliana Alemán Román

[50]

NOSTOS Cuando todo desapareció Claudia Alonso

[32]

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Índice

PLUMAS LIBRES Huecos Denisse Vega Farfán

PAPELES NÁUFRAGOS Juana Adcock Ernesto Cecilia Farías El paredón Jonathán Gutiérrez El lamento de Hans Feyerabend

MICROTRAYECTOS Claudia Sánchez Amnesía Manuel Alcántara Vacía Miguel Amores El mito de la nada Xavier Blanco El circo de los recuerdos Paula Zumalacárregui Vacía

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[56]

[30] [38] [72]

[23] [28] [48] [60] [66]


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PERIPLO • Mar ample

PLUM AS EN EL TINTERO

Ángel Saiz. Historiador y crítico de arte vallisoletano. Nómada y desarraigado. Conversador pausado y enemigo de la perfección. Cuando empezó a perder el norte decidió refugiarse en él para vivir hipnotizado con el vaivén de las olas. Es un buscador de musas, ya que su amor por el arte nunca fue correspondido. angelsaiz@revistaperiplo.com Agustín de la Haya. Lima. Literato por confiar en el ocio productivo. Explorador de rutas, trayectos y periplos, sin conocer finales. Le encanta el efecto de las palabras y su relación con los distintos estados anímicos. Dirige la sección Plumas libres de PERIPLO. joseagustindelahaya@revistaperiplo.com Bego Ariza. Cádiz. Estudiante de Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca. Amante del tiempo libre, la cocina y los gorriones. La música es su mejor compañía. Cree que en las vías del tren crecen flores suicidas y que, igual que hay sueños que no llevan a ningún lugar, hay lugares de ensueño. begoariza@revistaperiplo.com

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Carolina Arrieta. Zaragoza. Ella atraviesa las fronteras de la aduana y la locura con inusitada insistencia. Le obsesiona la fugacidad, el fútbol, la cocina y le inquietan como a nadie los rizadores de pestañas. Aprendió a mezclar vinagre e incertidumbre y aliña de interrogaciones las superficies blancas. La realidad se la come viva mientras duerme.

PLUM AS EN EL TINTERO

carolinaarrieta@revistaperiplo.com Cecilia Farías Calderón. Monterrey, 1990). Máster en Performance Practices and Research por la Central School of Speech and Drama (Londres, Reino Unido). Licenciada en Arte Teatral por la Facultad de Artes Escénicas de la UANL. Ha sido publicada en la antología El sueño y el sol: Poetas jóvenes de Nuevo León nacidos entre 1985-1993 (Ediciones Intempestivas, 2012), en la revista Posdata y en Homo Ludens. Claudia V. Alonso Moreno. Madrid, 1988. Licenciada en Historia. Arqueóloga y viajera infatigable. Sus grandes pasiones son Grecia, las lenguas antiguas y la escritura. Homero, Joseph Conrad y Terry Pratchett son su refugio, pero no renuncia al compromiso con la sociedad, pues cree que es prioritario para cualquier historiador. Y adora a los gatos.

Claudia Sánchez. Buenos Aires. 1965. Apasionada por la lectura y la observación minuciosa de la realidad cotidiana, disfruta recreando mundos fantásticos detrás de las palabras. Convencida de que una frase, al igual que los gestos inconscientes, expresa mucho más que lo que dice, escribe minificciones intentando que la realidad nunca supere a la ficción. Eventualmente recibe colaboraciones espontáneas de su hijo de siete años. Claudia Toda. Salamanca. Licenciada en Traducción e Interpretación y en Filología Alemana por la Universidad de Salamanca, ha dado vueltas por Europa arrastrada por el sonido de las lenguas. Un inocente comienzo en Alemania y Austria terminó llevándola a Grecia y a Albania. Cerrando el círculo, ahora está de nuevo en Salamanca escribiendo una tesis en Traducción Literaria y, siempre que puede, traduce literatura para seguir viajando, al menos, desde casa. claudiatoda@revistaperiplo.com Cristina Aguilar. Madrid, 1985. Estudió Musicología e Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, donde actualmente disfruta –de y con– una beca para realizar su tesis doctoral. Dirige la Revista de Musicología Síneris, y es aficionada a la caza de comas en cursiva. Está a cargo de la sección más musical de PERIPLO. cristinaaguilar@revistaperiplo.com

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Cristina Martínez Gómez. Madrid. Filóloga Clásica. Siente debilidad por buscar conexiones entre lenguas. Apasionada del teatro, la fotografía y la cocina, así como a viajar a diferentes épocas y lugares. cristinamartinez@revistaperiplo.com

Daniel Ruiz. Mexicali. Comunicólogo y defensor de las causas perdidas. Pianista esporádico y lector de la línea sofisticada que frecuenta el coñac. Añora y reinventa el siglo XVIII y su iPod parece estar atrapado en los noventas. Escritor lento pero apasionado, atento siempre a los pequeños detalles que a menudo se olvidan. danielruiz@revistaperiplo.com Denisse Vega Farfán. Trujillo, Perú, 1986 Autora de los poemarios Euritmia (2005), Una morada tras los reinos (CCE & Lustraeditores, 2008 – ganador del premio Poesía Joven del Perú), y de la plaquette Hippocampus (La Propia Cartonera, Uruguay, 2011). Poemas suyos aparecen en revistas especializadas como Hueso Húmero, Fórnix, Periódico de poesía (UNAM), Un vicio absurdo y Review (Nueva York).

Esteban Barbera. Morón-Buenos Aires. Trapecista de cordón. Se anima al arte: actúa, canta y toca la guitarra, convencido de que el mundo es un lugar hermoso, a pesar de los pesares. Escribe, mucho. Si pudiese, escribiría dormido.

Gaizka Ramón Melendo. Nació en 1991. Perseguido por un afán cosmopolita, aterriza en Salamanca. Actualmente estudia Filología Hispánica en un tándem de fervor intelectual y decepción universitaria. Odia los -ismos encastillados, las moscas que no dejan dormir la siesta y el cazurrismo español. Le interesa todo lo demás. Sobre todo, lo gratis, lo vegetariano, y tú. Gonzalo Muñoz Agopián. Buenos Aires. Psicólogo, de orientación junguiana, trabaja con autismo, sordera y clínica. Es también pintor y escritor, hijo de padre chileno y madre austríaca, de abuelos armenios, bávaros y mapuches. Mató al Pez, al toro, a la luciérnaga y nuevamente al Pez. Y, sin embargo, se deja llevar por la claridad del sol. El Panteísmo Empírico que profesa lo ha llevado a formular su máxima de vida y entendimiento: la realidad es expresión.

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Jonathan Gutiérrez Hibler. Monterrey, 1986. Editor de la sección de Arte y Cultura de Revista Deliberación. Ha participado en publicaciones como el Centro de Inteligencia Política (CEINPOL), Revista Deliberación, Unión Hispanoamericana de Escritores (UHE), La otra Revista y Los perros del alba. Cuenta con algunos artículos en el libro Ensayos del Seminario literario publicados en Porrúa. Actualmente trabaja como asistente de investigación en el Tecnológico de Monterrey.

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Jorge Martín Mora-Rey. Madrid, 1985. Licenciado en Física por la Universidad Autónoma de Madrid, lector compulsivo, mitómano, viajero low cost, aficionado al chocolate, al ajedrez, al cine y a las series. Perdedor ocasional de concursos de cuentos: accésit de narrativa INJUVE 2008, finalista de relato joven El Fungible 2009. Sus padres creen que trabaja en un banco. Joserra Ortiz. San Luis Potosí, México, 1981. Es candidato a doctor en estudios hispánicos por la Universidad de Brown, donde escribe una tesis sobre los corridos de Jesús Malverde. En 2011 publicó su primer libro de cuentos, Los días con Mona (FETA) y, además de Periplo, forma parte del equipo de Los perros del alba. Dirige el proyecto de difusión “Jornadas de detectives y astronautas” y su revista, Cuaderno rojo estelar. joserraortiz@revistaperiplo.com Juana Adcock. Monterrey, 1982. Vive perdida entre el inglés y el español. Su trabajo ha aparecido en las antologías Transversalia ( J Frank, 2012), Porque el país no alcanza (El billar de Lucrecia, 2011), Sushirexia (Freight Press, 2009), Scräp Poesi (PoesiaconC, 2009), Antología Mínima del Orgasmo (Ediciones Intempestivas, 2009), y revistas literarias como Los perros del alba y San Diego Poetry Annual. Actualmente radica en Glasgow, donde escucha mucha música y hace el vago.

Liliana Alemán Román. Puerto Rico. Escritora, pintora y soñadora de clóset. Nació en los campos frescos de Trujillo Alto. Es fanática sin remedio del arte clásico. Lilliana es estudiosa de la cultura visual, ergo, es presa de la semiótica, que invade todo aquello donde se posa nuestra mirada.

Luis Pérez Valero. Barquisimeto, Venezuela. Compositor, director, devoto de Bukowski y musicólogo aficionado. Magister en Música (Universidad Simón Bolívar) y Licenciado en música mención composición (IUDEM); sus obras han sido interpretadas en diversos festivales. Peregrino empedernido, actualmente reside en Madrid donde realiza un Máster en Música Española e Hispanoamericana en la Universidad Complutense y colabora con la agrupación de música contemporánea PluralEnsemble.

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Manuel Alcántara Plá. Madrid. Amante del lenguaje y de las lenguas, lo que intenta contagiar en la Universidad Autónoma de Madrid. Destaca por su habilidad para pasar desapercibido y es culpable de Artivismo.es entre otras barbaridades.

Miguel Amores. Madrid, 1986. Periodista desertor, traductor autodidacta y literato ocasional, abandoné el bullicio de Madrid por la cálida frialdad de Salamanca, donde el romanticismo me llevó a elegir una carrera que pronto desaparecerá: Teoría de la Literatura. Por el momento el pudor me obliga a sólo enseñar microrrelatos, pero amenazo con volverme más osado en el futuro… Neila García. Ourense. Estudiante de Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca. Maniática, perfeccionista y nostálgica. Disfruta a partes iguales del frío, la lluvia y los cielos grises. Sueña con despertar un día salpicada de pecas y calzando medias largas. Entretanto se abstrae con relatos, melodías e imágenes que la transportan tan al norte como le gustaría estar. neilagarcia@revistaperiplo.com Nerea Oreja. Pamplona, 1989. Licenciada en Filología Hispánica. Actualmente profundiza en sus conocimientos sobre Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, interesada especialmente en la óptica comparatista del análisis que descubre la relación existente entre las diversas artes, así como en la línea sociocultural de los estudios literarios. Paula Zumalacárregui Martínez. Nació en Bilbao simplemente porque los vascos nacen donde quieren. De pequeña quería ser sirena y de mayor no hay cosa que no quiera ser (excepto, tal vez, economista y… espera, la idea de ser monja tampoco la seduce). Escribe siempre y siempre pierde lo que escribe, ansiando y temiendo el día en que por fin sean las palabras las que la encuentren a ella.

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PLUM AS EN EL TINTERO

Sara Sáiz Pozo. Cuenca, 1987. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Valencia. Malinchista, xenófila e idólatra de la gastronomía. Filóloga en el sentido más literal de la palabra, colecciona idiomas y ciudades que la adopten; la última de ellas es Salamanca, en cuya Universidad realiza actualmente un máster en Traducción y Mediación Intercultural. En sus ratos libres gusta de redactar cartas sin destinatario y dibujar con el dedo caracteres chinos en espaldas ajenas. Trinidad Moliterno. Buenos Aires. Literata torpe y extractora de quintaesencia. No necesita ser su propio hogar, su casa está en los libros: el más perfecto de los nomadismos. Devota del chocolate blanco. Cree en las salamandras de invierno y aspira a ser la Anaïs Nin argentina. Coodirige el barco de PERIPLO y domina las vicisitudes del Mano a mano. trinidadmoliterno@revistaperiplo.com Víctor Bermúdez. Humanista breve, teórico del té, la convicción humana y otras vicisitudes similares. Ha crecido en Mexicali y se ilustra en Salamanca, donde el autor aprende sobre los vicios, la avaricia y el fervor vacacional. Entre las vehemencias impuestas por el invierno y el ejército femenino, el joven poeta encuentra tiempo para mirar el techo. victorbermudez@revistaperiplo.com Violeta Gomis. Madrid. Filóloga. Veintitantos. Apasionada de las palabras, las islas Cícladas, la cocina y la naturaleza. Le encanta viajar, especialmente a lugares con yacimientos arqueológicos en los que poder perderse entre inscripciones griegas. Comprometida con la sociedad, siempre encuentra el modo de relacionar el mundo antiguo con la actualidad. violetagomis@revistaperiplo.com

Xavier Blanco. Barcelona. 1965. Trapecista de sueños, mago sin chistera. Me deleita caminar sin rumbo, con el norte perdido y rondar el silencio de la multitud, buscando rostros que me iluminen. Me gusta escribir, renovar constantemente la memoria, revivir los recuerdos, inventar cada momento, cada intervalo, cada instante. Me gustan los libros y también la gente.

Letras que navegan PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 15 •


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Antígona, Sófocles

TRAVESÍAS MITOLÓGICAS

Tr aducción de Violeta Gomis

De ningún modo ha sido Zeus quien ha proclamado esto, y tampoco la Justicia, que habita entre las divinidades del Inframundo, ni ha implantado esas leyes entre los hombres; y no creo que tus proclamas sean tan poderosas como para que tú, siendo un mortal, puedas pasar por encima de las leyes no escritas y firmes de los dioses, transgrediéndolas. No son de hoy, ni de ayer, sino que han sido siempre vigentes y nadie sabe cuándo aparecieron. Yo no voy a pagar este castigo ante los dioses, temiendo la razón de ningún hombre, puesto que quien va a morir ya lo sabía perfectamente – ¿cómo no?– aunque tú no lo hubieras decretado antes. Pero si voy a morir antes de tiempo, esto para mí es una ventaja, pues el que como yo vive entre muchos males, ¿cómo no va a sacar provecho de su muerte? De esta manera, para mí al menos, alcanzar este destino no supone pena alguna. Al contrario, si no hubiera sepultado el cadáver de mi hermano, de aquel que ha nacido de mi misma madre, por ello sí sentiría un profundo dolor, pero por esto, no. Por tanto, si a ti ahora te parece que actué de manera insensata y alocada, quizá es que para un loco soy culpable de locura.

Ilustr ación de Nuria Bono

Ἀντιγόνη 450. οὐ γάρ τί μοι Ζεὺς ἦν ὁ κηρύξας τάδε, οὐδ᾽ ἡ ξύνοικος τῶν κάτω θεῶν Δίκη τοιούσδ᾽ ἐν ἀνθρώποισιν ὥρισεν νόμους. οὐδὲ σθένειν τοσοῦτον ᾠόμην τὰ σὰ κηρύγμαθ᾽, ὥστ᾽ ἄγραπτα κἀσφαλῆ θεῶν 455. νόμιμα δύνασθαι θνητὸν ὄνθ᾽ ὑπερδραμεῖν. οὐ γάρ τι νῦν γε κἀχθές, ἀλλ᾽ ἀεί ποτε ζῇ ταῦτα, κοὐδεὶς οἶδεν ἐξ ὅτου ‘φάνη. τούτων ἐγὼ οὐκ ἔμελλον, ἀνδρὸς οὐδενὸς φρόνημα δείσασ᾽, ἐν θεοῖσι τὴν δίκην 460. δώσειν· θανουμένη γὰρ ἐξῄδη, τί δ᾽ οὔ; κεἰ μὴ σὺ προυκήρυξας. εἰ δὲ τοῦ χρόνου πρόσθεν θανοῦμαι, κέρδος αὔτ᾽ ἐγὼ λέγω. ὅστις γὰρ ἐν πολλοῖσιν ὡς ἐγὼ κακοῖς ζῇ, πῶς ὅδ᾽ οὐχὶ κατθανὼν κέρδος φέρει; 465. οὕτως ἔμοιγε τοῦδε τοῦ μόρου τυχεῖν παρ᾽ οὐδὲν ἄλγος· ἀλλ᾽ ἄν, εἰ τὸν ἐξ ἐμῆς μητρὸς θανόντ᾽ ἄθαπτον ἠνσχόμην νέκυν, κείνοις ἂν ἤλγουν· τοῖσδε δ᾽ οὐκ ἀλγύνομαι. σοὶ δ᾽ εἰ δοκῶ νῦν μῶρα δρῶσα τυγχάνειν, 470. σχεδόν τι μώρῳ μωρίαν ὀφλισκάνω.

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AITÍA

A solas

Cristina Martínez

L

a soledad nos envuelve en aislamiento. Vacío existencial. La soledad física o mental, impuesta o libre, es necesaria para el ser humano, y así se manifiesta en el lenguaje. Los términos del castellano relacionados con la carencia de compañía tienen esencialmente un origen latino, aunque también se observa la recepción de voces griegas, cuya delimitación semántica es mayor. La herencia latina siempre se nos muestra más obvia, por lo que poco podría añadirse al proceso que nos lleva del latín solus, solitas y solitarius al castellano “solo”, “soledad” y “solitario”. Sin embargo, el olvidado griego configura determinados campos semánticos de nuestra lengua: μοναχός / monachós/ (adjetivo que significa “solo”), también se empleaba como sustantivo para designar a los monjes, pues eran individuos solitarios que vivían

dado lugar a “desierto” en castellano. El significado del latín nos lleva a entender que un desierto es aquel lugar que ha sido abandonado y, por lo tanto, está despoblado, ¿o ha sido abandonado porque es inhabitable? “Yermo”, término más culto, tiene su origen en el griego ἒρημος /éremos/ y llegó al castellano a través del latín tardío eremus, aunque con la acentuación griega. En la baja época latina, el término se generalizó entre los escritores eclesiásticos para designar el lugar ocupado por ermitaños. De esta misma voz griega (más tarde surge ἐρημίτης / eremítes/), el latín adopta eremita para denominar al ermitaño; sin embargo, lo que en un principio hacía referencia a la persona pasó a designar el lugar, pasando este significado locativo al castellano “ermita”. No es casualidad que los procesos evolutivos que parecen más simples sean los del latín, pues efectivamente el latín clásico desembocó en una serie

apartados. El propio término castellano “monje” lo hemos heredado del latín, aunque realmente procede del griego –como la mayor parte del vocabulario griego que hemos heredado– monachus, al igual que “monasterio” (μοναστήριον /monastérion/), lugar habitado por los monjes y que, generalmente, se hallaba en lugares alejados de la civilización. Este juego de raíces latinas y griegas nos abre más puertas, y nos encontramos frente a la dualidad desierto/yermo. El verbo latino deserere, cuyo significado es “abandonar” y, en un contexto bélico, “desertar”, tiene el participio desertus, que ha

de lenguas que surgieron a partir del latín vulgar que se hablaba en cada provincia. Así, tampoco es accidental que el griego nos haya aportado tanto vocabulario religioso-espiritual, pues la relación del pueblo griego con la introducción de nuevos cultos y religiones, entre ellas el cristianismo, es evidente. La soledad nos envuelve en aislamiento. La humanidad se ha venido refugiando durante siglos en el mismo vacío, un vacío que tan sólo ha evolucionado en su forma de expresarse. Hoy en día, es tarea difícil estar a solas, pues las raíces grecolatinas nos acompañan en todo momento.

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Síndrome de Stendhal

Abriendo huecos El vacío como lenguaje en la escultur a moderna

Ángel Saiz

L

«El vacío del centro de la piedra, círculo horizontal prolongándose por sí solo, redondo y pleno todo, lengua llameando, izando entre la piedra cóncava, cuchara de la palabra, sílabas oleando, rítmo brizando en el silencio, ahondando en el cuenco de la mano poderosa de Oteiza». Blas de Otero. Palabra en piedra. 1977.

a explosión de los movimientos vanguardistas supuso toda una revolución para el lenguaje escultórico, que poco había evolucionado hasta comienzos del siglo XX. Desde el comienzo de la expresión artística, la escultura había consistido en la talla o modelado de la masa para la representación más o menos realista de algún elemento inspirado en la naturaleza. Puede parecer un poco súbito resumir en una sola frase la evolución de la historia de milenios de expresión escultórica, pero para el propósito de este artículo resulta muy ilustrativo. La concepción monolítica con solidez matérica

artística occidental. La escultura estaba concebida para trascender en el tiempo: sólo se esculpía aquello que merecía ser recordado en el futuro. Por lo tanto, el resultado siempre era monumental, imponente, perdurable y corpóreo. A ello contribuía en buena medida la nobleza de los materiales, cualidad ostensible no tanto por su belleza como por sus condiciones de eternidad. En ese objetivo, el más apreciado material era el bronce, seguido del mármol, la piedra, la madera y el barro cocido. El buen escultor era aquel que sabía quitar de la materia todo aquello que sobraba y liberar el objeto escultórico que ésta contenía. La materialidad, el volumen, la belleza de los materiales y la tendencia

de la escultura fue reforzada por el ideal clásico que la escultura griega consolidó en la expresión

a la eternidad del resultado siempre la hicieron la más propicia de las artes para los fines de adoración religiosa, PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 19 •


Síndrome de Stendhal

así como las loas a aquellos personajes y gestas dignos de ser recordados por las generaciones venideras. Con ligeros avances y modificaciones estilísticas, se puede establecer una permanencia de las ideas expuestas con anterioridad hasta el advenimiento de los movimientos rupturistas que eclosionaron a comienzos del siglo pasado. De todos ellos, quizá fue el cubismo el que más influyó en la investigación de nuevos lenguajes escultóricos, y la aceptación de materiales novedosos facilitó el proceso evolutivo. De todas las innovaciones planteadas, sin lugar a dudas es la búsqueda del vacío la que marcó en buena medida el devenir artístico de la escultura a lo largo de todo el siglo XX, proceso aún abierto a día de hoy. Como se comentaba con anterioridad, la incorporación del vacío suponía la ruptura de un paradigma, la negación de la solidez matérica de la escultura, su apertura tanto al espacio que la rodea como a su propio espacio interior: la evolución de la simple presencia volumétrica en el espacio hacia la creación y modificación de espacios. Este hecho supone una permeabilidad entre lenguajes artísticos, ya que la construcción espacial era hasta ese momento una característica propia de la arquitectura, creadora de lugares para ser habitados. El vacío, como absoluto, no está presente, hay que crearlo intelectualmente para después representarlo. Pero desde el punto de vista del espectador, la aparición del vacío en la escultura, así como el desplazamiento de la mímesis, requieren también una contemplación intelectual de la obra. La conquista del vacío ha sido la gran revolución de la escultura y su lenguaje. Desde el descubrimiento de la escultura como contenedor y aislante del vacío se eliminaron los paradigmas clásicos y ya nunca volvió a ser lo mismo. El cubismo fue una de las tendencias de vanguardia que más atención prestó a la escultura y algunos de sus artistas más representativos fueron los que incorporaron el uso del hueco al lenguaje escultórico. Entre ellos destaca Alexander Archipenko,

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que de una manera muy intuitiva abrió una veta explorada por artistas de su misma generación. Sus obras tienen perfiles sinuosos, diluye las fronteras entre lo sólido y lo vacío, lo interno y lo externo. Un buen ejemplo es Mujer peinándose, de 1914, en las que utiliza superficies cóncavas y planos negativos para la representación de la anatomía humana. De la misma manera elimina totalmente el rostro de la mujer, quedando un espacio vacío en su lugar. Julio González comienza a dibujar con el hierro. Utiliza líneas y superficies planas concediendo especial importancia al espacio. También explora la “trasparencia” de la obra y avanza hacia una economía formal a través de la que el espacio se independiza de la forma. Muy representativo es el caso de Pablo Gargallo, cuya intención de incorporar el hueco a la composición le llevó a crear una de las grandes obras de la escultura moderna: El gran profeta, de 1933. No está realizada con un bloque sólido, sino a través de láminas que se curvan y retuercen entre sí, construyendo el volumen en negativo y generando los contornos que nos hacen intuir la figura del profeta. Materia y vacío se articulan a la perfección, uniendo el espacio interior y exterior de la figura. Desde las propuestas futuristas también se produjeron importantes aportaciones a la incorporación del vacío como lenguaje escultórico. Se observa muy bien en la obra Desarrollo de una botella en el espacio de Umberto Boccioni realizada en 1912 a través de la que se pretende romper el aislamiento perceptivo de la obra, incorporando la continuidad del objeto en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, es desde las tendencias constructivistas rusas donde se comienza la investigación del vacío como objetivo estético, anunciando la eminente desmaterialización de décadas posteriores desde un marcado geometrismo abstracto. Entre los ejemplos más destacados está el caso de Tatlin, cuya obra se encuentra a mitad de camino entre la escultura y la arquitectura. Uno de los


Síndrome de Stendhal

hitos de su obra es el Monumento a la III Internacional, en la que se concede más importancia a la estructura del edificio que a sus cerramientos. Por otro lado, Naum Gabo comienza a utilizar materiales transparentes como el cristal mostrando el interior de la escultura. Sin embargo, los dos grandes representantes de la investigación escultórica respecto al vacío son Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. El primero de ellos fue uno de los primeros escultores que comenzará a vaciar la piedra, liberar el vacío mediante la desocupación de la masa. Y lo hará desde sus trabajos más tempranos, cuando todavía trabaja con el figurativismo. Uno de los ejemplos paradigmáticos es el apostolado que realiza para la Basílica de Aránzazu, donde las figuras se muestran vacías, se ha eliminado su parte matérica para centrarse en su esencia metafísica. Son unos primeros pasos todavía experimentales de una trayectoria teórica que perfeccionará en los años siguientes, sobretodo en el estudio de las Cajas metafísicas, a través de las que estudiará el proceso de desocupación del cubo. Para Oteiza el vacío es una pura concepción estética. Parte de un concepto mental y lo desarrolla en el espacio real mediante planos geométricos unidos. Despoja a las esculturas de lo que les hace esculturas. Las desnuda, las desmaterializa, llevándolas hasta prácticamente la nada. Este proceso le llevó a pensar durante una época que había terminado su proceso de investigación artística, abandonando la práctica de la escultura durante una larga época. Consiguió que mediante un mínimo de materia el espectador pudiese percibir la totalidad del vacío. Convierte al vacío en representación, en el objetivo a lograr, aun siendo consciente de la imposibilidad de desprenderse por completo de la materia. Eduardo Chillida tiene una concepción de la escultura próxima a la de Oteiza, aunque llega a ella por caminos diferentes. Para Chillida, sólo se entiende el vacío desde la presencia de la materia, por contraste con ella. Sus esculturas aluden al vacío,

pero desde una rotundidad material imponente, como una especie de diálogo de contrarios. Lo homenajea de forma constante, al igual que a otros conceptos etéreos como la ausencia, el aire o el horizonte. Se observa muy bien en algunas de sus obras más monumentales como El peine del viento (1976), Lo profundo es el aire (1982) o Elogio del horizonte (1990). Pero lleva su investigación al máximo nivel con el proyecto Tindaya una montaña en la isla canaria de Fuerteventura. En 1993, inspirado por su concepción mística y trascendental del arte, desarrolla la idea de vaciar el interior de la montaña para crear un gran cubo y entradas de luz que creasen una atmósfera mágica. Tal proyecto nunca llegó a realizarse debido a problemas burocráticos, judiciales y ecológicos, pero sirve de testamento artístico de un escultor que siempre mantuvo vivo el interés por contraponer el vacío y la materia. La investigación sobre el vacío en la escultura continua vigente, aunque de una forma más academizada puesto que muchos de los trabajos actuales han perdido la frescura y el carácter rupturista y teórico que tienen los ejemplos aquí reseñados. No obstante, se ha convertido en un tema casi obsesivo, puesto que su análisis implicó comenzar a estudiar la escultura desde la propia escultura, no desde la naturaleza.

____ Bibliografía Delgado Navalpotro, Nuria, El hueco como herramienta del trabajo escultórico: la presencia del vacío en la escultura, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2011. (Tesis doctoral). Llodrá, Joan Miquel, Chillida, Madrid: Biblioteca El Mundo, 2006. Wittkower, Rudolf, La escultura: procesos y principios, Madrid: Alianza Forma, 2002.

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Un trayecto puede ser más largo o más corto, dependiendo del espacio a recorrer y del tiempo que tardemos en llegar a su destino. Sin embargo, la mayoría de las veces, la llegada al destino es solo el inicio del febril periplo aventurero. Como somos la sección más impaciente de esta revista, el destino de nuestros microtrayectos se alcanza en apenas instantes, cuando el final sobrecoge inesperadamente al pasajero. Solo entonces comienza el verdadero desplazamiento; a solas el lector y el cuento, su forzosa sospecha de sentido, la brevedad de la vida, y el desafío que supone llegar a descifrarlo. Redacción a cargo de: carolinaarrieta@revistaperiplo.com

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Microtr ayectos

Nuria Bono

Claudia Sánchez Amnesia

En un lugar de la mancha descubrió finalmente el nombre que no podía recordar: Beatriz. Y el sonido de su imagen desplegó ante sus ojos, sobre la misma mancha, los destellos tornasolados de su historia. Desde el comienzo de los siglos, hasta el momento en que, por haberla matado, fue encerrado en la celda del olvido. Y entonces lloró –aún sabiendo que las lágrimas no rescatarían el mundo perdido– hasta quedarse otra vez vacío, frente a la musgosa mancha de humedad.

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Lenguas vivas

Poesía china:

el vacío como inspir ación o como esencia del universo

Sara Sáiz Pozo

Germán Dotta

Introducción y traducción por Sara Sáiz Pozo Siglo XI, final de la dinastía Song del Norte (北宋), y una joven poeta que goza de la poesía en compañía de su esposo. Vuelcan al unísono en su vida cotidiana su pasión por la literatura y por las pequeñas delicias mundanas. Devotos de colecciones en bronce, rollos de caligrafía, copias de inscripciones en metal y piedra, su suerte gira en la dirección opuesta tras el éxito de la incursión manchú en la capital del reino Bianjing (汴京), actual Kaifeng (开封). De forma paralela a la fortuna que sufriría la dinastía Song, Li Qing Zhao ha de abandonar la capital y, en su éxodo, la mayor parte de su preciada colección. Viaja al sur para reencontrarse con su esposo, Zhao Mingchen, que ejercía de magistrado en la ciudad de Nanjing (南京). Pero a la pérdida absoluta de su panoplia artística se suma un año más tarde la muerte de Mingchen, y el vacío ante la ausencia de su compañero de viajes literarios transforma radicalmente la poesía de Li Qing Zhao. La poeta, que en sus inicios componía versos cálidos y repletos de aromas, generosos en imaginería sensual, despojada ahora de toda dicha, materializa ese vacío rotundo en sus nuevos versos. El vino, el sabor de las frutas y el tacto del lecho compartido que caracterizaban esa época de plenitud son ahora metáforas al servicio de la ausencia de todo ello, al servicio del “hueco” que sus sombras imprimen en ella.

Qing Zhao, Li. Poemas escogidos. Edición bilingüe. Traducción de Pilar González España. Málaga: Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2003. p. 80. 24 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV


Lenguas vivas

Li Qing Zhao De una mariposa enamorada de su flor (II) El rumor de la lluvia cálida y el fino soplo de aire van derritiendo el invierno. La mirada soñolienta del sauce y el rubor de los ciruelos devuelven la vida a la estación. ¿Y yo con quién compartiré este viaje? ¿Y el vino y el deseo y la poesía? A su paso, las lágrimas limpian el maquillaje. Los adornos pesan ya sobre mi cabeza. Sin más caricia que la seda bordada en oro me dejo caer sobre la almohada y entre mis cabellos, lucha por liberarse un fénix de adorno. Sola, sin más abrazo que la pena y los sueños nefastos, y en las horas muertas de la noche, me dedico a recortar la mecha de cuantas velas se han consumido. PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 25 •


Lenguas vivas

Si la idea de vacío psicológico fue el germen que dio como fruto gran parte de la obra poética de Li Qing Zhao, el vacío funcional (無) que se deja entrever en los capítulos del Daodejing (道德經) es, paradójicamente, la esencia de todo «lo que es» (有, 是). Poco se sabe acerca de la fecha de composición del clásico (siglo VI o IV a.C.), como tampoco se puede afirmar a ciencia cierta que existiese realmente Laozi (老子, «Viejo Maestro»), ya sea bajo ese u otro nombre, ni que fuera él el verdadero o único autor. El Daodejing reúne los pilares sobre los cuales descansa la filosofía taoísta. Sus 81 capítulos breves invitan a la meditación acerca de la naturaleza del ser (是) y la «sustancia» de que se compone el universo. A la hora de plantearnos una definición del dào, encontramos una nueva forma de vacío, pues el propio autor afirma que se trata de algo inabarcable, innombrable, inmanente a la misma existencia. Se sabe más del dào a través del silencio que mediante las palabras. Igualmente, en algunos de los pasajes aparecen recomendaciones sobre cómo debe comportarse un gobernante y qué cualidades deseables debe poseer el sabio: un compendio, por así decirlo, de mores maiorum orientales. Todo ello, escrito en un lenguaje poético dotado de ritmo y de rima, reducido a la mínima expresión debido a las características inherentes a la lengua china, que puede concentrar en un solo carácter varios significados y matices diferentes, a veces incluso contradictorios. En este capítulo, la «estructura ausente», «lo que no es», da forma a la vasija, hace girar la rueda y también acoge a los habitantes de un hogar. El vacío es el dào (道), piedra angular de la filosofía taoísta, razón de ser de todo lo que existe, como el soporte intangible de todo lo tangible. Lo inalterable, gracias al cual existe lo mutable, lo cambiante.

L aozi. Tao Te Ching. Edición bilingüe. Traducción de Arthur Waley. Beijing: Foreign Language Teaching and Research Press, 2009, p. 22. 26 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV


Lenguas vivas

Laozi Daodejing: Capítulo 11 Treinta radios se unen para formar una rueda, pero es el espacio entre cada uno el que alberga la esencia que mueve el vehículo. Se tornea la arcilla de forma cóncava, pero es el hueco de la vasija el que sirve de utilidad. Se enmarcan puertas y ventanas en una estancia, pero es el espacio entre sus muros el que nos sirve de hogar. Es fácil ver la utilidad de lo material, pero la utilidad de lo inmaterial es algo implícito.

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Microtr ayectos

Manuel Alcántara

Germán Dotta

Vacía Todas lo decimos, pero a mí cada vez me preocupa más la manía de Mariana con las figuritas de porcelana aunque al principio su ánimo colector nos gustase a algunas, deslumbradas por su gusto de tiendecita frágil. Pronto las figuras comenzaron a reproducirse hasta ocupar cada rincón de su casa, desde el dormitorio hasta el baño. Escuchen: El único señor que ha entrado a visitar a Mariana desde que vive aquí, fue visto salir por última vez minutos después de que Lourdes oyera, a través de la pared, el chillido nítido de la porcelana golpeando el suelo. Después las figuritas conquistaron las ventanas y seguidamente las barandas. Hace tiempo que Mariana ya no sale de su casa ni para realizar la compra, probablemente temerosa de enfrentar su mirada al espacio sin ellas. Esta mañana, al abrir los ojos, he descubierto dos figuritas brillantes acosando al despertador en mi mesilla de noche.

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Microtr ayectos

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Papeles Náufr agos

Juana Adcock

Jenny Castellanos Ernesto

Un día, como un principito, me embarqué en un viaje muy largo. Dejé a Ernesto a cargo de la iguana, las plantas, las sábanas, los cuadros, y la nevera: una nevera verde pistache muy vieja que perteneció a mi abuelo y que todavía olía a higos podridos. Soy hombre, no tengo hijos; me enorgullecía enormemente mantener vivas todas estas cosas. Le daba comida a Ernesto y a la iguana, los dos comían muy poco. Le daba agua a las plantas, lavaba las sábanas cada semana, desempolvaba los cuadros en las paredes, descongelaba la nevera. Era un bonito hogar, pero era hora de partir. Cuídense, ¡volveré! Y los besé a todos antes de irme. Cuando regresé, Ernesto estaba más pálido, las plantas polvosas y duras, los cuadros y sábanas ya no estaban, la nevera tiraba escarcha por todos

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Papeles Náufr agos

lados, y el terrario estaba lleno de arena. Le pregunté por qué; había confiado en él. Me respondió que él no se ocupaba de nimiedades y que prefería los muros y el colchón sin nada. En cuanto a la iguana, me dijo que cada día, en lugar de comida, echaba un puño de arena al terrario. Si yo amaba a mi hogar lo suficiente, regresaría antes de que quedara enterrada. Durante largo rato estuvimos en silencio, fumando y mirando a la iguana nadar en la arena, asomándose de vez en cuando para tomar aire, y echándose clavados para dentro otra vez, como sirena. Su cola rayada lo seguía en círculos lentos que se hacían cada vez más pequeños hasta que la arena se tragaba el diminuto agujero. No pude más. Volqué el terrario. El contenido se derramó, la iguana rodó al pie del túmulo, respirando terrible y lento. Dragón ancestral, diablo mudo; su cabeza se había hecho demasiado grande y había perdido casi todo su color. Me acerqué con cuidado, pero no parecía asustada. Cuando al fin me atreví a levantarla, se rompió en mi mano. No era más que una cáscara vacía, frágil, una oblea delgadísima. Rompí en llanto. Ernesto puso su mano en mi hombro, un gesto humano reservado tan sólo para los peores momentos de desesperanza. Alcancé mi mano hacia la suya pero mis dedos se hundieron por su piel, cayendo las migajas por mi suéter. Ay, ¡Ernesto! ¿Cuánto tiempo estuve lejos, mi vida, para que desaparecieras así?

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NOSTOS

Cuando todo desapareció La vida en el período pospalacial en Grecia

Claudia Alonso

S

on innumerables las obras literarias y cinematográficas que nos han planteado no sólo el fin del mundo tal y como lo conocemos, sino también lo que pasa después. Esos momentos tras la conmoción, en los que una u otra causa ha barrido de la faz de la tierra lo que conocemos y amamos, suelen ser incluso más dramáticos que aquellos en los que vemos todo saltar por los aires. No deja de ser curioso que, si bien escritores y guionistas demuestran una asombrosa capacidad inventiva para destrozar el planeta de una y mil formas distintas, lo que sucede después muestra una asombrosa uniformidad. Una terrible sensación de pérdida se apodera de los personajes, que vagan solos, desamparados y hambrientos por las cenizas humeantes de lo que antes constituía su rutina. Ficción y nada más, pensamos. Advertencias de ecologistas que tardarán aún mucho tiempo en concretarse, queremos creer. Pero ya ha sucedido. Un buen número de pueblos de la Antigüedad tuvo que enfrentarse a situaciones que provocaron la desaparición de su sociedad, sus costumbres y su forma de vida. La desaparición de los reinos griegos micénicos, alrededor del 1200 a.C., y el impacto que ésta tuvo son un ejemplo perfecto de esta situación. Los siglos subsiguientes al colapso 32 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV

Alejandra Fernández

de los estados palaciales micénicos, conocidos en la historiografía como los “Siglos Oscuros” (Desborough, 1972), nos muestran que éste fue un punto de no retorno en la historia de Grecia, que marca, además, el camino que llevará al nacimiento de la polis en el siglo VIII a.C. Como nos cuenta Deger-Jalkotzy (2008: 392), las estructuras arquitectónicas, sociales y económicas palaciales no se reconstruyeron, y las manufacturas y representaciones artísticas asociadas a este tipo de organización apenas sobrevivieron. Pero hay más. Aquellos que vivieron la caída de las estructuras estatales en las que encuadraban su forma de vida y las de las generaciones posteriores


debieron lidiar con una transformación social radical. La complejidad de la estructura económica y política cayó en el olvido, así como el arte de escribir, y los reyes y sus familias pasaron a formar parte de los mitos. Teniendo en cuenta todos estos factores, el estudio de estos momentos de desamparo y confusión se revela fascinante y problemático a la vez. En primer lugar, tenemos la dificultad de realizar una correcta valoración del período pospalacial. Ha sido Dickinson (2010: 85) quien mejor ha esbozado esta cuestión. Por un lado, está la escasez de información, un mal endémico del período posterior a la caída de los estados palaciales y que no cambiará hasta el siglo VIII. Por otro lado, se ha tendido a extrapolar las evidencias presentadas por unos pocos yacimientos para realizar una explicación global de la situación en toda Grecia. Si bien es cierto que apenas tenemos documentados lugares de habitación y que de éstos, muy pocos han sido sistemáticamente estudiados y publicados, sí tenemos claras varias cosas, todas ellas tendentes a señalar un nivel menor de complejidad. Los reinos y sus líderes desaparecen, y el término wanax, que designaba al rey, cae en el olvido con este significado de la historia de Grecia para siempre. Las grandes tumbas de tipo tholos de Micenas se abandonan: es el fin de la dinastía

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reinante. Entendemos que el período pospalacial conoció nuevas formas de poder (esta cuestión ha sido bien analizada en Middleton, 2010: 92-112), quizás basadas en el dominio sobre el mar y en el monopolio de la fuerza, tal y como muestran las cráteras pictóricas halladas en el asentamiento de Kynos, en la Lócride oriental, donde las representaciones de guerreros en barcos desarrollando actividades bélicas hace volar nuestra imaginación al preguntarnos si éstos eran los líderes de la comunidad o temidos piratas: probablemente, en muchos casos llegaron a ser lo mismo. Los habitantes de Grecia han de afrontar un día a día más sencillo, sin impuestos ni otro tipo de cargas ­ –corveas fundamentalmente–; pero los estados han dejado otros muchos vacíos, como la seguridad o la organización económica. Viajemos ahora por las características generales de este sombrío período. La jerarquía palacial, por supuesto, dejó de existir, si bien suponemos que las aristocracias locales continuaron perpetuándose en el poder. Probablemente, fueron sus herederos quienes disfrutaron con los poemas homéricos y dejaron sus huellas en la tumba heroica de Lefkandi, en la isla de Eubea, y en el cementerio geométrico del Dípilon en Atenas. Tras la destrucción de los palacios, también hubo un menor control sobre la población que habitaba en las ciudadelas micénicas; por ejemplo, ¿qué fue de los obreros dependientes del palacio? ¿Y de los esclavos adquiridos en los mercados de Asia menor y la costa siro-levantina? No podemos dudar de que la crisis del 1200 a.C. supuso un cambio radical en su situación vital, más libre. Pero que no nos engañen estos atisbos de esperanza. Las comunidades rurales también se vieron afectadas por el vacío que dejaron tras de sí las estructuras estatales. Las tablillas en Lineal B, fundamentalmente las de Pilo, demuestran que la base del sistema la componían los bienes agrícolas proporcionados por aldeanos, quienes obtenían a cambio la seguridad que les PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 33 •


NOSTOS

suministraba el sistema estatal. De esta forma, el pueblo llano también sintió la caída de los reyes micénicos: ahora estaba desprotegido. Suponemos que los reinos micénicos se regulaban por algún tipo de normas y que tenían en sus manos un gran poder de coerción. Que todo esto desapareciera sólo hizo que imperase la ley del más fuerte, y fue el pueblo llano quien sufrió las consecuencias del bandidaje, la piratería y las apetencias de los aristócratas que ya no debían rendir cuentas ante el Estado. A todo esto hay que sumarle la desaparición de la escritura y del flujo comercial con Oriente Próximo y Egipto (Sandars, 2008: 205); no del todo, pero sí a unos niveles que podemos calificar, sin lugar a dudas, como miserables. Pero aún hay más. Algo terrible debió marcar a fuego el final del período de esplendor de los palacios para que uno de los rasgos distintivos de estos siglos sean los cambios en los patrones de asentamiento (DegerJalkotzy, 2008: 393) y los movimientos de población (Dickinson, 2010: 87; Sandars, 2005). Algunos poblados y los cementerios asociados a ellos se abandonaron, otros se fundaron en estos momentos como “lugares de refugio”, un fenómeno relativamente común en Creta y las Cícladas (un ejemplo de ello es el yacimiento de Koukounaries, en la isla de Paros), quizás para protegerse de una amenaza procedente del mar. En Mesenia, otrora sede de un próspero reino micénico con centro en Pilo, hogar de Néstor en los poemas homéricos, la población decreció de forma dramática, y lo mismo puede decirse de Laconia y Tesalia. En Beocia, la desaparición de una estructura capaz de organizar un gran volumen de trabajo así como de una población que demandase alimentos, provocó que las obras de drenaje del lago Copais se colapsaran y que la zona se inundase de nuevo. En la Argólide, el yacimiento de Tirinte, probablemente dependiente de Micenas en el pasado, conoció un renacimiento. Buena parte de la población de la región se agrupó a gran escala 34 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV

al calor de sus murallas, y un nuevo gobernante instaló su residencia en la acrópolis, sobre las ruinas del antiguo palacio real, el megaron, sin duda para marcar su vínculo con el poder anterior y, por tanto, su legitimidad. Como ahora, la migración, la huída de la miseria de los lugares de origen hacia tierras lejanas, donde se esperaba encontrar prosperidad, fue una solución deseada. El flujo migratorio tuvo un doble sentido: por un lado, al oeste, a Acaya, y por otro, al este -relacionado con el fenómeno conocido como los “Pueblos del Mar”-, al Dodecaneso, Cilicia,

Chipre, Egipto, e incluso, Palestina. Este último caso es muy llamativo, puesto que los filisteos bíblicos, al parecer, no son otros que personas procedentes del Egeo, que se asentaron en la zona desde comienzos del siglo XII a.C. Migraciones, agrupamiento de la población para defenderse o despoblamiento masivo de algunas zonas. No fueron tiempo fáciles. Los relatos referentes a la guerra de Troya y a los regresos de los héroes aqueos a sus hogares bien pueden estar guardando un cierto recuerdo de esta época.


Por su parte, Hesíodo, que escribió a finales del siglo VIII, nos describe en unos versos la Edad de Hierro. El poeta nos muestra un mundo escalofriante para él y para sus contemporáneos, y su virtuosismo logra que nosotros, más de dos mil años después, sintamos lo mismo. Casi sin querer, podemos ver en ellos la evocación de estos aciagos días donde la desaparición de las estructuras estatales que sancionaban el orden social, político y económico bien pudo traer esto: El padre no será semejante a los hijos, ni los hijos al padre; el huésped no

será grato al que da hospitalidad, ni el compañero al compañero, ni el hermano al hermano, como antes. Despreciarán a los padres tan pronto como lleguen a la vejez; los censurarán hablándoles con duras palabras, faltos de entrañas, desconocedores del temor de los dioses; no podrán dar el alimento debido a los padres que envejecen […] uno ejercerá el pillaje sobre la ciudad del otro; no habrá

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consideración del que es fiel al juramento, no del justo ni del bueno; estimarán más al malhechor; la violencia y la justicia estarán en las manos; no habrá respeto; el malvado dañará al hombre bueno increpándole con palabras de franqueza y jurará un juramento. La destructora envidia de mirada siniestra, que se alegra del mal ajeno, seguirá a todos los hombres malvados (Los Trabajos y los Días, 181-197).

Así pues, ¿cómo ponderar estos años? ¿Son estos siglos un verdadero hiato para la civilización griega? Y es que, todo esto podría significar que la caída del sistema palacial supuso también la desaparición de la cultura micénica. Sin embargo, es necesario señalar que eran dos cosas distintas, aunque íntimamente unidas. Los siglos XII y XI, conocidos como Heládico Reciente IIIC (HR IIIC) en términos arqueológicos, nos muestran unos estilos cerámicos semejantes; de hecho, la impresión que se desprende de un detallado análisis de la cultura material es la de una gran continuidad con los siglos de hegemonía palacial: plantas y elementos, muebles caseros, cerámicas comunes, usos funerarios, útiles domésticos y aspectos religiosos. Este último caso es particularmente llamativo, puesto que el sacrificio continuó siendo el principal mecanismo de comunicación con las divinidades. Las tablillas en Lineal B también nos han legado el nombre de las deidades adoradas en las sociedades palaciales; algunas nos son desconocidas, pero Zeus, Hera, Dioniso o Poseidón también desfilan por ellas. Y por supuesto, hay un elemento de continuidad fundamental con las épocas arcaica y clásica: la propia lengua griega. En unos tiempos sin duda oscuros, estos logros han de parecernos magníficos. Así pues, los conocidos como “Siglos Oscuros” quizás no lo fueron tanto y cada vez más PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 35 •


NOSTOS

se aceptan estos grados de continuidad, que son más conocidos conforme avanza la investigación avanza. Sin embargo, no se puede evitar pensar en aquellos que, bien de un día para otro, o bien tras un deterioro progresivo, vieron cómo su mundo se venía abajo. Nada puede asegurarnos que nosotros o los que nos sucedan nos enfrentemos a un vacío similar, y pensar que compartimos la misma vulnerabilidad no deja de ser una maravilla. Merece la pena reflexionar unos instantes sobre ello, puesto que el colapso se produjo en el momento de mayor auge de las sociedades palaciales, cuando éstas eran capaces de comerciar con Egipto y Oriente Próximo y de poner en jaque a las autoridades imperiales hititas. Cuando Micenas se fortificó. Cuando se pintaron los frescos de Tirinte, Pilo y Micenas que hoy nos contemplan y maravillan. Cuando se escribieron las tablillas que conservamos. Cuando aquellos campesinos debían preparar sus cosechas para dar parte al palacio o a los templos. Cuando en Pilo se estaban organizando una serie de cuadrillas que debían vigilar la costa. Indicios de problemas, sí; pero también indicios de unas estructuras preparadas y organizadas para funcionar y durar, y que de pronto desaparecieron sin que aún sepamos por qué, y que obligaron a los habitantes de Grecia a sobrevivir con estructuras ya conocidas y probablemente anteriores a la propia implantación del estado, fijadas en los lazos de parentesco pero, por otro lado, también a innovar. Nuestra sociedad también está ahora en un proceso de cambio. La vida de nuestros mayores poco se parece a la nuestra, e incluso nuestros padres crecieron en circunstancias muy distintas a las actuales. El mundo es un espacio más pequeño, donde la información fluye de una punta a otra del planeta en cuestión de segundos, donde la economía y la guerra se dirigen desde despachos y donde las revoluciones se organizan desde las redes sociales. A veces parece que el ritmo del progreso no va a detenerse jamás y que estamos ante sistemas que van a durar eternamente. Hemos de entender que nuestras instituciones no son infalibles y que ciertas conquistas de nuestra sociedad no son permanentes pero, sobre 36 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV

todo, que todas las novedades no tienen por qué tener consecuencias positivas. La experiencia del período pospalacial griego lo demuestra. Y no es sólo la necesidad de tener en perspectiva que lo que tenemos no vaya a durar para siempre, que la posibilidad de enfrentarnos a la nada no sea un pensamiento vano. En el día a día también nos enfrentamos al vacío. El emigrante que se marcha en busca de un sustento y ve cómo la cultura en la que se educó no tiene cabida en la tierra en la que se asienta. El joven que, pese a estar sobradamente preparado, no encuentra trabajo y es vapuleado por los que deberían ayudarle. Los mayores internados en residencias o que viven solos en sus casas. La soledad del que tiene dificultades o del que es diferente es la forma que ha adoptado el vacío en nuestro tiempo. No es difícil ver que, pese a todo, somos tan vulnerables como los griegos micénicos. Pero también tenemos su afán de supervivencia. El genio de estas personas les ayudó a soportar problemas y peligros, y a buscar nuevas formas de organización en un camino que culminaría con el nacimiento de la polis. Tras el colapso de su sociedad, para bien o para mal, ya nada sería igual, y nosotros somos testigos privilegiados de ello: lo que sucedió es ejemplo y lección. ____ Bibliografía DEGER-JALKOTZY, Sigrid. “Decline, Destruction, Aftermath”, The Cambridge Companion to the Aegean Bronze Age. New York: Cambridge University Press, 2008: 387-415. DESBOROUGH, Vincent. The Greek Dark Ages. London: Ernest Benn Ltd., 1972. DICKINSON, Oliver. El Egeo. De la Edad del Bronce a la Edad del Hierro. Barcelona: Ediciones Bellaterra, 2010. HESÍODO. Teogonía. Trabajos y Días. Escudo. Certamen. Madrid: Alianza Editorial, 2007. MIDDLETON, Guy. The Collapse of Palatial Society in LBA Greece and the Postpalatial Period. Oxford: Archaeopress, 2010. SANDARS, Nancy. Los Pueblos del Mar. Madrid: Oberon, 2005.


Hay relatos que flotan en la marejada. Relatos que constelan el mar, como pequeñas islas móviles, como barquichuelas valientes sin ancla. Relatos que escaparon de una botella o de un autor que, falto de público, decidió regalárselos al agua salada. Son relatos náufragos. Esta sección es una caña que intentará pescar alguno de esos textos para darle unas páginas de tierra firme. • Redacción a cargo: joserraortiz@revistaperiplo.com

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Papeles Náufr agos

Cecilia Farías Calderón

Ana Sansó

El paredón

Siempre había querido vivir en una isla, en el tipo de islas que la gente imagina cuando hablan de una, eso es. Palmeras, lancha despintada, pescado fresco, aguamalas reventadas en la playa. Vivir en el gran cliché parecía tentador, habiendo nacido en un desierto. Cuando llegué a vivir a Inglaterra, lo hice sabiendo que me encontraría en una isla y la idea me emocionaba. Recordaba las palabras de Gilles Deleuze al describir filosóficamente los dos tipos de islas que existen, aquellas que siempre lo han sido y esas otras que han nacido de una separación de la tierra que las rodea. Yo era ya una isla fracturada, alejada de todo aquello que no se hunde. Como modo de vida, había adquirido la costumbre de sumergir el cuerpo entero en algo que lo hiciera ver más pequeño, como visto a través de un telescopio. Como se ven las cosas inalcanzables, justamente así. Sonaba bien: una isla que adopta un pedacito de otra para vivir en ella, para dejar de ser lo que es. No sabía cuánto podría durar la falsedad de presentarme ante los demás como bien adaptada. Yo solo quería encontrar un charco, ponerle nombre y llamarle mar, a falta de ver aquél que se me había ocurrido que conocería. Conforme pasaron las mañanas me percaté de que aquí el agua no se acumula de modo horizontal. Lo que marca el paso del mediodía hacia la tarde es la potencia vertical que moja los abrigos de quienes salieron sin paraguas, confiados en cinco minutos de sol. Es una lluvia tan insistente y fina que me toca los nervios como aparato rechinando contra algún pedazo de hueso en mi boca. En esta zona no hay barcos ni hay pesca, hay paredón. En esta isla no hay ancla, pero sí llegan restos de conchas que contenían perlas y que alguien más abrió. 38 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV


Papeles Náufr agos

Ya se fue la última persona que quedaba en esta ciudad. Sellé la puerta de mi casa y subí al cuarto con la ventana más alta para observar cómo, una a una, la gente desapareció. Ser una cosa fracturada y ser inmune es cosa de dos sentidos, ignorar y ser ignorado, con pocas probabilidades de inventarse otra opción. Caí desbocada. Babas, estupor. Anoche, el aire en el cuarto me pesaba y el sol no salió. Anoche, Micheli me dijo que no voy a alcanzar el mar aquí. Ella es la mujer mediterránea que amo y los dedos flacos de sus pies me hacían pensar que la playa estaba cerca. Anoche, Micheli me dijo que no. Era la última, la única que quería yo. Le quedaba bien ser ella, ser de allí, de en medio. Sin mí, aunque cerca. Imagino sus dedos tocando la arena de una isla como la que quería para mí. En esta imagen se pierde su piel, que en Inglaterra es más pálida, en el resplandor. Imagino que yo soy la isla que ella también quería habitar, y me voy en el sonido mojado que anuncia que hoy, como siempre y a pesar de todo, el día también pasó.

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Mano a mano

Aquel espacio habitado Entrevista a Virginia Cosin Por Trinidad Moliterno Fotogr afía de Diego Fermepin

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Mano a mano

Virginia Cosin (Caracas, 1973) escritora, periodista. Nació en Venezuela pero vive en Buenos Aires desde los cinco años. Estudió cine en la Escuela Nacional de Experimentación Cinematográfica del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, dirigida por Mauricio Kartun. Actualmente coordina un taller de escritura. Colabora en distintas publicaciones culturales. En 2011, publica su primera novela Partida de nacimiento (Editorial Entropía). Su libro, tejido a base de fragmentos polifónicos reflexiona, entre otras cosas, sobre la pérdida, la ausencia, la soledad. En esta entrevista para PERIPLO, la autora se pregunta sobre la existencia del vacío.

PERIPLO.– En tu libro Partida de nacimiento se habla de la intimidad, de lo doméstico. Se viven situaciones de carencia y ausencia que están ligadas a la vida íntima de la protagonista. ¿El ámbito de lo doméstico es siempre una forma de resemantizar el vacío? Virginia Cosin.– «Nunca pensé al libro en términos de vacío. Quizás la escritura misma es una forma de llenar un vacío. Sí hay algo alrededor de la soledad y la soledad, de alguna manera, se puede vincular con la idea de vacío. Llenar un espacio con el pensamiento, con la intimidad. La palabra vacío no se me presentó nunca como una problemática dentro de la novela. Sí me pareció que hay muchos momentos de soledad y esa soledad se desarrolla, se hilvana como una serie de pensamientos, percepciones y situaciones que son siempre en primera persona, más allá de que la novela tenga esta combinación de personas. Siempre hay algo muy pegado a este yo que en ese sentido está muy solo. Para mí la soledad no es una forma de vacío». P.– Vos definís a la soledad con una imagen: «La soledad es un papel de calcar» ¿Por la fragilidad que supone ese estado? V.C.– «La verdad es que son esas cosas que uno escribe y que después, quizás, alguien pueda ver qué significan. Creo que tiene que ver con algo y es que uno nunca termina de ser uno solo por más solo que esté, sino que se mimetiza con la gente que está cerca. Cuando se está solo se está más predispuesto a copiar incluso cosas. Uno tiene como esa transparencia con lo que está cerca se te pega un poco».

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P.– En el libro nos topamos muchas veces con la imagen de una niña y una mujer lectora. Hay dos actividades que están ligadas a al soledad: leer y escribir. ¿Podemos decir que la escritura se fundamenta en el vacío o en la soledad? V.C.– «Me parece que lo que sucede cuando uno tiene predisposición a la escritura, por más que haya soledad, siempre hay algo que está lleno todo el tiempo que es la cabeza. La cabeza no para nunca y es esa sensación de lleno , todo lo contrario al vacío. Es necesario, casi imperioso, volcar todo ese ruido que hay en la cabeza. Es casi un cliché eso de volcar los pensamientos, pero hay algo en la idea de volcar que me gusta. Es casi para dejar un poco más de espacio. Esta cosa del leer y escribir. Leer también es una forma de meter otra cosas en medio de los pensamientos diarios. Son maneras de separase, de perderse de uno, de olvidarse de uno. Tal vez son búsquedas de vacío, de hacer vacío en algún lado». P.– Edmond Jabés se pregunta para qué escribe uno. La respuesta para él es: para una persona, para el silencio, para quien se ocupa de uno. ¿Para qué escribís? ¿Para qué sentís que es útil? V.C.– «Yo creo que escribir no es útil para nada. No hay necesidad, a nadie le interesa más que a uno. Eso no significa que pueda producir interés. Uno escribe porque no le queda otra, porque lo necesita. A mi me gusta bastante lo que dice Marguerite Duras en Escribir. Ahí sí, eso si me gusta: escribo para saber qué tengo para decir. Es como un descubrimiento. Freud habla del block mágico cuando habla del inconsciente. El block mágico es ese juego que usan los chicos donde hay un papel carbónico debajo de la hoja. Se dibuja y luego levanta el papel. De alguna manera escribir tiene algo de eso, lo grabado en el carbónico que a su vez ya se borró. Hay una búsqueda, pero está borrada.

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Uno empieza a escribir desde el desconocimiento total y comienza a escribir cosas de las que no tenía idea y están en uno. Son de uno. Me salió, escribí esta frase. Después, la puedo pensar». P.– Sí, pero en una unidad. V.C.– «Claro. Sí, por eso escribo. Porque me fascina ese poder de aparición. Esa cosa mágica que tiene la escritura. Revela algo que no sabías que era tuyo. Que estaba ahí». P.– Levrero plantea un poco esa idea en El discurso vacío. Hasta planteaba la idea de su escritura con cierta función de autoayuda, terapéutica. Recae en la idea en que la literatura como una forma de…

V.C.– «Catarsis». P.– O retomando a Deleuze, la literatura como una forma de sanidad, de salud.

V.C.– «De cura. Sí, pienso que es así. Me parece que la literatura que se hace con fines terapéuticos puede estar buena o no tener ningún valor, pero que puede salvar escribir, sí, creo que sí, definitivamente». P.– Como lectora, ¿qué autores podrías reconocer que trabajen con una dialéctica de vacío?

V.C.– «Yo creo que todos aquellos que trabajan con el lenguaje y que precisamente, de alguna manera, dejan de lado la trama o la historia y desarrollan una forma. Estoy pensando, vacío lo asocio a abismo. Quizás


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esas literaturas abismadas. Virginia Woolf, Arno Shmidt. Me cuesta un poco vincular vacío con escritura porque la escritura es todo lo contrario, aunque el vacío podría ser un tópico, pero como cosa ontológica la escritura se contrapone a la idea de vacío». P.– El vacío puede revelar un doble discurso. Desde mi punto de vista, en el libro puede evidenciarse de esa forma. Hay soledad, carencia y hay un deseo de reinvención desde el título mismo. La idea de partida indica inicio y ruptura. Esos momentos de desesperación esconden también la idea de lanzarse al vacío que implica a ventura en cierto punto. El acto de parir encierra este doble discurso. Uno deposita algo en el mundo que implica el compartir, pero es un acto de expulsión que implica emancipar el propio organismo, con algo que cargas.

V.C.– «Exacto. En cuanto al embarazo, antes de embarazarse una se siente vacía. Quizás pensaría en términos de falta y completud pensando en vacío.

Sí, somos seres incompletos y estamos signados por la falta y de hecho, de ahí, el deseo. El embarazo fue un momento de plenitud total, el lugar común, es así y el momento de parir es difícil por eso mismo, porque volvés a experimentar esta cosa incompleta que tiene esta fantasía. Pienso en el hermafrodita de Aristófanes. El mito del banquete, el hombre y la mujer eran un sólo ser. Uno tiene un poco de hybris cuando está embarazada. Me preguntaste algo en torno a la escritura también». P.– Partí de la idea de la ambigüedad del vacío que el libro se veía un poco eso. Tomé como punto de partida el título. V.C.– «Insisto que para mi no es vacío es falta. Falta de, falta de algo que implica necesariamente que otra cosa esté». P.– Bueno, de hecho con el paratexto que iniciás la novela, el de Michaux, habla de un ser habitado. V.C.– «Exacto. Estoy habitado. Hablo a los que fui y los que fui me hablan».

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P.– La protagonista de Partida de nacimiento no habla mucho del futuro ¿Estamos hechos de pasado y memoria? ¿En base a esos cimientos vamos construyéndonos? V.C.– «Este libro en particular es un libro que trabaja con la memoria como materia. El tema del tiempo: pasado, presente, futuro, a mi me interesa mucho. Hace un tiempo, me puse a leer a Paul Ricouer que interpreta a San Agustín, que lo explica un poco, y dice que en realidad el pasado es presente y el futuro también. El pasado es presente porque uno lo rememora y el futuro es presente, es expectativa, se lo imagina y experimenta. Entonces, hay un presente continuo donde ni pasado ni futuro existen en sí». P.– ¿Entonces cómo definís el vacío? ¿Sólo como falta? V.C.– «Con todas estas cosas que me preguntabas vos, me preguntaba si el vacío existe, como decíamos recién, incluso desde un punto de la física, desde el punto de vista filosófico, de la religión. Es todo un tema: ¿qué había antes de que hubiera algo? Es una de las preguntas de los presocráticos. Bueno, ¿vacío? Pero

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entonces, ¿cómo lo pensamos? Antes de la creación del mundo, del Big Bang o de dios como querramos llamarlo ¿Es posible que no existiera nada? Yo creo que es algo imposible de pensar de la misma forma que el infinito. Son términos que se relacionan». P.– ¿Qué pasa con el silencio?

V.C.– «Y el silencio tampoco existe por esto mismo que te decía. Será que yo soy muy “croquetera”. Me doy máquina todo el día. No paro nunca. Por eso tengo insomnios espantosos. Todo me hace mucho ruido. Igual cuando uno se duerme, todo eso aflora en el inconsciente. O sea que tampoco hay silencio. El silencio no existe. Yo soy muy obsesiva con los ruidos. Me ponen loca los ruiditos y escucho muy poca música, además. Es algo que la gente mucho no entiende. Es algo que me puse a pensar hace poco». P.– ¿ Jamás se te ocurriría escribir con música?

V.C.– «No, no puedo, imposible. La música me molesta, la tengo que apagar. Tengo tanto ruido que no puedo agregar más».


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Microtr ayectos

Miguel Amores

Gonzalo Aguirre

El mito de la nada

Microrrelato, límite 200 palabras y el vacío absoluto como temática. Resolvió que unas restricciones tan acusadas requerían de audacia y originalidad, pero sobre todo de desfachatez. Por eso agarró un folio completamente blanco, lo metió en un sobre y lo envió al certamen con un gesto casi desdeñoso, dando por descontados tanto su genio como su victoria. Pero ésta no sólo no se produjo, sino que recayó en un concursante que había engañado al jurado con un texto sin grandeza que se fundamentaba, cómo no, en el recurso pueril de la onomatopeya. Su ego quedó tan humillado que no pudo menos que enviar una carta exigiendo explicaciones, y lo malo fue que éstas llegaron, y que las sintió inapelables: «Señor concursante —decía la misiva—, su texto atesoraba una calidad literaria indiscutible, pero el jurado lo descartó porque su ejecución excedía, con mucho, las 200 palabras permitidas».

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Panoplia

De la idea a lo manifiesto

Lilliana Alemán

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Itsaso Arizkuren

uth Merino, periodista chilena anunciara peligro: ‘NO HABLAR EN PRIMERA y coautora del libro Periodismo y PERSONA’”, (Vicens, 1958: 28) se lamenta José sin creatividad, habla sobre el “crítico escribir una sola palabra. Se irrita cuando los únicos interno”, esa vocecita imprudente que nos dice que nuestra idea no sirve y que causa el bloqueo mental. Esa misma vocecita, es la inspiración de Josefina Vicens en El libro vacío, y es lo que Hegel considera que “desempeña un papel del elemento natural y sensible que forma parte del talento”. (Hegel, 1834: 105) El crítico interno es señal de que el artista se enfrenta a su proyecto con seriedad, pero no es la clave de su éxito, y hacerle caso puede resultar en que la idea nunca se llegue a concretar, a no ser que si uno sea Vicens. Vicens se apodera de su crítico interno, lo convierte en su idea y éste se transmuta en palabra. Es su conocimiento en letras, que provoca en José García, personaje principal de El libro vacío, criticar el punto de vista escogido y su falta de originalidad al escoger los vocablos más precisos para expresar su visión de un modo que sea percibida del mismo modo en que fue concebida. Pero su preocupación por la por la forma le desvía del contenido. “Y creo que así continuaré sin tener nada que decir, porque lo primero que anoté con grandes letras, como una flecha que 50 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV


adjetivos que encuentra para describir el interior de un hogar son “lujosos muebles y finas tapicerías”, que son adjetivos tan comunes que denotan la carencia léxica de su autor, pero “lujosos” y “finos”, son mejores que un papel en blanco. También observa la dificultad de poetizar la prosa cotidiana, pues el discurso diario “se hace más frívolo en el locutor docto y literato”. (Vicens, 1958: 109) Todas estas objeciones son legítimas pero no conducen a la idea, sólo dirigen a procrastinar. Es interesante que quienes se sienten atraídos por las artes tienen como denominador común esta misma ansiedad de José: el deseo de crear y de no saber qué o cómo. De cierto modo, el artista debe erigir un producto cultural con “forma sensible” (Hegel, 1834) de un deseo espiritual, de un ideal que es menos perceptible que el aire. El origen de la palabra escrita, de la pintura o la partitura musical no pertenece al orden de lo concreto y, sin embargo, su creador depende de los límites del mundo y de la finitud de lo palpable para lograr una idea que pertenezca al orden de lo que no es tangible. El producto

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artístico, según Hegel, es la suma de “la forma y la idea”, o de “la realidad y su sentido espiritual”. Parece que Vicens tomó un atajo al llenar un libro vacío. Pero El libro vacío no se hubiese podido llenar si su autora careciera de los elementos que, según Hegel, componen al músico, al poeta o al pintor. Como se mencionó anteriormente, al principio es la idea impalpable e insensible y ésta debe objetivarse a través de la ejecución artística. Del mismo modo, su creador debe tener unas cualidades que le permitirán generar la idea y convertirla en un objeto de nuestros sentidos. Para obtener la idea, es necesario poseer imaginación, talento, inspiración y objetividad al representar durante el proceso meditativo. En su ejecución, el artista debe ostentar manera, estilo y originalidad. (Hegel, 1834) Hegel llegó a estas conclusiones estudiando por pedazos el proceso, los elementos y fundamentos que dan resultado a un producto estético aparente a los sentidos para crear sus Lecciones sobre la estética (1834). La ironía del libro es que él mira el arte objetiva y científicamente, acto que él mismo considera injusto pero necesario. “¿Es digno el arte de que la ciencia se ocupe de él? Indudablemente, si sólo se le considera como una diversión, un adorno o un simple medio para gozar, no es el arte independiente y libre, sino el arte esclavo. Pero lo que nos proponemos estudiar es el arte libre en su fin y en sus medios” (Hegel, 1834: 21). Mientras que El libro vacío es una bitácora del proceso exhaustivo de transmutar los códigos mentales en palabras, Lecciones sobre la estética disecciona y estudia dicho proceso por sus partes. Para quienes abogan por la libertad que debe poseer el artista, estas lecciones de estética pueden parecer incoherentes o contradictorias. Pero aquél que anhela objetivar sus ideas debe acercarse a estas observaciones con la mente abierta que le es innata y tomar estas guías que pueden ofrecerle una estructura al hábil novato, que adquirió sus destrezas con esfuerzo, disciplina y trabajo arduo. Es posible presumir que se ha creado una imagen hiperreal del artista; que éste es libre y que dicha libertad se interprete como escasez de PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 51 •


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disciplina. Que el genio es innato y que las grandes obras sólo nacen de los genios cuya formación no requirió esfuerzo alguno, pero es todo lo contrario. José se lamenta por carecer de esta cualidad y piensa, “escribo esto, tan rotundo, y pienso que si un artista lo leyera me diría que el arte es tan natural e inexorable como la muerte y el instinto”.(Vicens, 1958: 210) Pero las grandes ideas requieren tiempo de contemplación y estudio, y obtener el talento para hacer del blanco de un papel un poema o de un pedazo de piedra macizo una escultura, requiere años de práctica, organización y estructura. El genio no puede existir sin el deseo de perseguir la perfección a través del ejercicio creativo. Empecemos con el significado de “imaginación”. Para Hegel, una gran imaginación no es una mente en blanco que por “generación espontánea” crea imágenes de la nada. Imaginación es la capacidad de observar y retener los códigos cotidianos. “Este poder de crear supone, primero un don natural, un sentido particular para percibir la realidad y sus formas diversas, una atención que sin cesar despierta a todo lo que puede impresionar la vista o el oído, graba en el espíritu imágenes varias de 54 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV

las cosas, y al mismo tiempo la memoria, que conserva todo este mundo de representaciones sensibles” (Hegel, 1834: 98). Pero eso es sólo el comienzo. Esta recopilación de códigos no es suficiente. De nada vale conocer todas las palabras del diccionario si no se es capaz de redactar una oración coherente. Tampoco cuatro oraciones coherentes hacen un verso hermoso. Se necesita al genio que, para Hegel, es el talento de usar lo que se encuentra en la imaginación. “El talento y el genio, se dice de ordinario, deben ser innatos en el hombre” (Hegel, 1834:101). Pero lo que es innato no es el talento en sí, sino la disposición natural de cultivar unas habilidades. “Este elemento es el que el sujeto no puede obtener de su propia actividad; debe encontrarlo inmediatamente en sí mismo” (Hegel, 1834: 101). Este don natural desarrolla la facilidad y destreza técnica para manejar los materiales de cada arte. Es la urgencia de crear algo que tiene José y que sabemos cuando dice: “…Tengo que escribir porque lo necesito” (Vicens, 1948: 38). Cuanto más extensas son la experiencia y la práctica del artista, más fácil le será superar los obstáculos y retos que se le presenten, ya sea el dominio de la métrica del soneto para el


poeta o la perspectiva en escorzo para el dibujante. Es de creencia popular que la inspiración llega como un rayo. Que los grandes maestros ganaron su estatus porque su erudición era constante, que la idea llegaba a ellos y no ellos buscando activamente a sus musas. De ser esta premisa cierta, entonces el individuo creativo tiene una actitud pasiva. Como si el mismo genio del artista hiciera que la inspiración llegase a él. Éste es el error de José García en El libro vacío. José se sienta a lamentarse de su vida y de sus responsabilidades familiares que no lo dejan producir. Éste se pierde en el pasado y se lamenta del presente sin escribir una palabra, buscando excusas para su falta de inspiración y, entonces su esposa le avisa que es hora de dormir. José se aleja de su escritorio y abandona su papel en blanco. Se queda estancado escuchando al crítico en su cabeza y, al final de la historia, José se va a dormir y no quedan más que páginas blancas e ideas que no volverán. Bastaba con escribir lo que fuera, aunque pareciera inútil. Lo importante es comenzar. Pero Hegel exhorta a ser activo, a no esperar por la idea. “Ni la excitación puramente sensible, ni la voluntad y el propósito deliberado proporcionan la inspiración” (Hegel, 104). A falta de visión, debemos continuar nuestra búsqueda de códigos. La posición hegeliana sobre la objetividad puede resultar controvertida. Para Hegel, el arte no debe utilizarse para presentar con orgullo al individuo que lo crea. Al hacer esto, explica Hegel, el creador se arriesga a cerrar la puerta a las verdades del espíritu. Esta posición puede ser objeto de un debate feroz, pues cada artista deja una parte de sí mismo en su obra y espera se le reconozca por su producción. Además, ¿cómo puede hablar Hegel de un acercamiento objetivo del sujeto a su espíritu? Precisamente, es ésta la dificultad planteada desde el principio: convertir una idea del sujeto en algo perceptible. Cuando Hegel habla sobre la objetividad del artista, se complica la labor del individuo que aspira a tener todos los elementos que merecen el título de “artista”. Para él, la objetividad consiste en encontrar las palabras exactas que describen un sentimiento, capturar la luz que hace

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sublime un paisaje y que cualquier otra persona no puede ver y, al mismo tiempo, despojar lo cotidiano de lo “vulgar y prosaico”(Hegel, 107). Una vez se encuentra la idea, es momento de ejecutarla. El verdadero artista tiene una manera consistente y propia. Aunque Hegel murió antes del tiempo de Vincent Van Gogh, su pincelada es el mejor ejemplo para explicar su manera. Nadie ha podido repetir el movimiento pastoso de sus óleos. Quien haya visto un Van Gogh, no los ha visto todos, pero sin duda reconocerá quién lo hizo. La manera, según Hegel, está atada intrínsecamente al estilo, pues este manejo consistente de los materiales de producción artística es lo que hace sobresalir a su productor. “La falta de estilo […] es entonces ya la incapacidad de apropiarse de este modo particular de representación necesaria en sí misma, ya al capricho del artista que se abandona a lo que le place y emplea una manera mala en lugar de la que es conforme a las reglas”(Hegel, 111). El elemento final que resalta en la ejecución de una obra es la originalidad, o la “verdadera objetividad”. Es no permitir que elementos externos interfieran con la personalidad del artista. Es abrir paso para que las palabras fluyan con sólo la idea en mente. Es cesar la cavilación en los maestros y callar a la vocecita que nos dice que nunca seremos Neruda, Vargas Llosa, Van Gogh, Beethoven o Dvorak, aunque tenga razón. Mientras el artista enfoque su atención en otros, nunca sabrá quién es. Su libro permanecerá vació, su lienzo en blanco y su partitura en silencio.

____ Bibliografía Georg W. Friedrich Hegel. Lecciones sobre la estética. Madrid, España: Ediciones Mestas, 2003. (Original publicado en 1834) Josefina Vicens. El libro vacío. México: Compañía General de Ediciones, S.A., 1958. Kevin Hall & Ruth Merino. Periodismo y creatividad. México D.F.: Editorial Trillas, 1998. PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 55 •


Plumas Libres

Denisse Vega Farfán

Daniela Tieni

Orificios

puedes dibujar un templo o una simple bocanada de uranio en el vacío agitar los brazos y chocar con otro vuelo a lo mejor más violento y miserable llamar a alguien responderte muchas voces en el vacío puede ensordecerse el verde hacerse tirano el ocre tener espuelas el blanco o llegar a la cima con tan sólo poner el primer pie sucio ampollado y desfallecido en el primer peldaño

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abres los ojos el mundo frente a ti germina vacío escondes el izquierdo tras una de tus manos el derecho deletrea las mismas nubes atestadas de rayos como venas por las que fluye una espinosa oración y con el otro te convences de lo mismo que el calor de tu mano también era otra oquedad volver a enterrar los ojos en el paisaje interno donde la oscuridad es un címbalo la luz la pausa entre campaneo y campaneo en la que te arrojas a dormir sin límite es mejor


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tú querías un templo en el que tranquilamente harías el amor con tu sombra hasta nacer tramado con otras redes entonces oirías las señales de tu corazón en cada piedra en cada raíz que arranca la corriente del río un templo como una palabra que nadie recuerda y se la llevan los matorrales a dormir en la garganta de los sapos es una semejanza a la verdadera oscuridad rodeada de pálpitos y líquidos que te avisan que ahí no se es invidente sino que el nombre pesa más hasta tenerlo como una tumoración en el estómago tú querías una madre para preguntarle lo que eres y amaneciste con la cabeza en un nido de hormigas con tu boca agachada en el lavabo tú querías un silencio como las aletas de un pez en gestación y despertaste con el gemido de las mulas siendo azotadas con el parto prematuro de tu hija y ese niño ha de ser otro jumento que te despertará cuando pase siendo azotado por tu casa un día él prófugo del garrote te dirá padre: ahora sé a dónde van todas las cosas el templo se eleva detrás de mi corazón pero tú ya habrás muerto ambos ojos dando vueltas como balas que olvidaron las instrucciones del verdugo PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 57 •


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el cuerpo del poema II yo nunca pronuncié esa palabra tampoco tú ni nadie no hemos navegado aún en sus corrientes no hemos brindado aún con su transpiración nunca fui informada de su nacimiento ni de su último vahído sólo frente a nosotros aún solemne pero con aplomo de títere la hoja sosteniendo al poema como un espectro deforme un arca donde caimanes hombres garzas topos y demás animales no dejan de rasguñar la madera bajo la cual se absorbe el mar en sí mismo y las palabras vomitan con tan solo percibir el indiferente viaje de las nubes sólo frente a nosotros con la columna maltrecha lánguido bullicioso abisal el poema veteado arroyo mostrándonos en retrospectiva desde nuestra nariz hasta el primer mono y millares de palabras como torpes aletas

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contagiando su precaria suerte de elevación desde entonces todo fue rastrillar contra lo oscuro evaporarse entre setos de cadáveres algunos despertares sobre enjambres dúctiles pero dónde el lenguaje estoy segura siempre me lo pregunté desde que las palabras dejaron de ser un molino de apolilladas praderas pero dónde el lenguaje no el que alzo en estos momentos para asestar estas letras sobre el vibrátil dorso de lo inexistente sino aquél sin mortajas desnudo del todo de la nada con el ojo despejado impoluto aunque detrás de estas rancias lianas de luz llamadas palabras que anudo y desanudo que fracturo y cicatrizo que embadurno de sangre e hirviente saliva

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Microtr ayectos

Xavier Blanco

Anna Masini

El circo de los recuerdos El circo emergía cuando el verano angostaba. Aparecía sin música ni elefantes. No había magia, tampoco equilibristas. El público acarreaba sus propias sillas hasta la plaza y, como no tenía carpa ni pista que montar, la función se representaba en la calle. Los vecinos participaban facilitando los animales: una cabra, un conejo y un par de gallinas. Tío Anselmo, el gaitero, se soltaba con alguna salmodia; y Marcial, el alguacilillo, relataba historias tristes de otros tiempos. Nadie oficiaba de maestro de ceremonias y nunca se escucharon risas ni ovaciones. Decían que el mejor número era uno protagonizado por fantasmas, pero ningún ser humano pudo verlo. Las campanas tañían a muerto y, finalizada la función, la compañía se evaporaba. Sin música, sin aplausos, sin nada, y marchaban por el mismo camino por el que nunca vinieron.

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Gavia

Edmond Jabès. Un flâneur err ante en el vacío

Nerea Oreja

Giada Ricci «Soy como un explorador que avanza hacia el vacío. Eso es todo». – Enrique Vila-Matas

V

iajemos por un instante a aquel espacio ingrávido que se abre cual abismo aterrador entre el desierto y el cielo, entre

lugar sin lugar, de tiempo sin tiempo, de tortura y horror como único equipaje, reflejado en las palabras de Yukel, amante que vagabundea por las

la Nada y el Todo, donde vemos los pasos lentos de la duda que se gesta en la arenosa sequedad y que camina hacia una tierra prometida que nunca llega, que siempre es horizonte y vacuidad. Ser que se interroga y no halla respuesta, sino solo la ausencia de la inmensidad y el vacío de una identidad ya perdida en los espejos rotos de la memoria. Edmond Jabès nos mira y escribe, interroga a las palabras que se posan sobre una página en blanco que bien puede ser el desierto mismo en el que él divaga. Levanta los ojos y cuestiona a un Dios ausente, muerto, metáfora del vacío. No habrá respuesta y la pregunta arderá en el intolerable silencio de la nada, noche interminable, universo inenarrable, donde la palabra de Dios se mantiene secreta y no dicha, primer vacío universal al que se une el silenciamiento de una historia indecible. «El hombre que interroga participa de una universal interrogante cuyo centro es el abismo» ( Jabès, 1991: 166). Desierto, cielo, Libro, palabra, vacío serán los conceptos que vertebren la escritura de este poeta nacido en el Cairo y exiliado en París. Extranjero de sí mismo, como todo desterrado que escribe en una lengua ajena, su condición judía lo extrañará todavía más, constituyéndose como otredad y destinado a errar por el desierto, sin patria y sin memoria, arrastrando un pasado innombrable de

páginas del libro: «Estoy en la noche, entre el alba sepultada y la aurora perdida» ( Jabès, 1991: 198). Ante este desarraigo, el poeta encuentra cobijo en las palabras y en el Libro que va escribiendo, debatiéndose siempre entre el sonido y el silencio, constante musitar, como corresponde a todo escritor que ha vivido un pasado atroz y que teme que la palabra no sea capaz de reflejar aquello que sintió, pero siendo consciente al mismo tiempo de su deber de darlo a conocer. Las palabras se vaciarán de significado y sentido y, como afirma al inicio de El libro de las preguntas, su lugar estará en el umbral de la puerta entreabierta que son los vocablos: Tengo la impresión de que me muevo a la sombra de las sílabas, en esas regiones que anteceden a las confidencias, en las que la lengua aún no tiene la posibilidad de responder a la llamada del pensamiento; en esas ciénagas en las que, cada vez que respira, puede uno hundirse en la arena ( Jabès, 1991: 202). Un lugar indefinido que constituye la otredad con respecto al interior y al exterior, una identidad no identificada en ninguno de los lugares, un exilio existencial en el que el referente es la Nada, ya que pasado y futuro no existen y el presente es desierto, arena PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 61 •


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escurridiza y horizonte inalcanzable. De este modo, para Jabès «hacer un libro podría significar cambiar el vacío de escribir por escribir el vacío». La poesía de pocas palabras, este «minimalismo épico» de escritura lacónica, rechaza a aquella otra poesía que enmudece, siendo la economía de medios una necesidad, más que un recurso estilístico. Islotes dispersos separados por toneladas acuosas a duras penas franqueables. Y el vacío se alza como Duda unamunianamente angustiosa, en un espacio en el que las afirmaciones apenas tienen cabida y, en caso de tenerla, sólo logran quedar suspendidas sin arribar a puerto alguno. Ser es interrogarse y, siguiendo a Descartes, Haim Chertok afirmará I doubt, therefore I am (MuñizHuberman, 2006: 337), máxima jabèsina donde las haya. «Cada vocablo es un nido donde se guarece un pájaro de duda», dirá el poeta y cuestionará cada palabra como modo de forjar una poética fiel a su condición. Las palabras, vacuas, incapaces, se posarán sobre la página en blanco como solitarios lunares navegantes en las blanquecinas llanuras de la piel, y la verdad luminosa dormitará en los espacios abismales que se abren entre cada una de ellas y todas las demás, siendo el margen el núcleo en el que habita y donde la escritura se desvanece:

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El libro es un lugar en el que el escritor, en silencio, sacrifica su voz. Así, todo margen es playa de una declaración contenida, al borde de la cual los vocablos retornados sellan, con el mar, su alianza ( Jabès, 1991: 153).

labor del escritor en la opresión de la no existencia que acecha al judío errante y que, a pesar de las palabras que crean el universo en el que poder vivir, se filtrará e invadirá todo margen que no haya sido mencionado, rompiendo el equilibrio del existir, quedando éste como un estado entre dos condiciones: ser o no ser, sonido y silencio, vida y muerte. Esta ruptura será inherente al ser que camina con un pasado quebrado sobre el que el mundo gira, incapacitando la llegada de la esperanza, encerrada todavía en la caja que Pandora algún día destapó y sellando para siempre el presente continuo del desierto. Espacio desértico en el que no hay coordenadas espacio-temporales y la arena crea laberintos sin muros, torbellinos que poco a poco van formando la eterna Nada periférica, donde el porvenir no es más que la vuelta incesante al pasado, como dirá Reb Evne ( Jabès, 1991: 195). La escritura de Jabès no pretende mostrar un pensamiento ni una filosofía, sino, como dice Derrida, ofrecer un «silencio apofáticode la ausencia, el desierto, los caminos abiertos poco transitados, la memoria deportada, el duelo, todos los duelos imposibles», una forma de estar en la tierra y de enfrentarse a la vida. Y así es como, mediante el no perpetuo, se forjará una poética del silencio vacuo o de la vacuidad silenciosa donde habita el olvido, tiempo presente de este sujeto desértico que aguarda alcanzar el conocimiento o buscar la respuesta certera a si «tomar conciencia de la unidad del universo, ¿no es acaso describir la existencia involucrada de Dios, inventar a la nada un centro?» ( Jabès, 1991: 72).

La palabra es el terreno firme del exilio, el Libro la patria del judío, donde escribe y se escribe en una continua lucha por la supervivencia, por lograr una identidad, por tener un espejo lacaniano en el que mirarse y empezar a existir. Pero el reflejo no encontrará más continente que estructuras anagramáticas en las que la nada anda y l’un est nul. El verbo será reflejo del poeta en un infinito mirar circular de ida y vuelta, tránsito bajo el cual dormita el abismo, el vacío como identidad. «Para existir se necesita primero ser nombrado» ( Jabès, 1991: Introducción), esa será la

Bibliografía BIANCHI, Enrique. «Edmond Jabès: Una poética del vacío». <http://liccom1.liccom.edu.uy/docencia/lisa/ articulos/jabes.htm> DERRIDA, Jacques. «Elipsis». La escritura y la diferencia. Barcelona: Anthropos, 1989. JABÈS, Edmond. El libro de las preguntas. Madrid: Siruela, 1991. MUÑIZ-HUBERMAN, Angelina. «Edmond Jabès: Exilio, palabra, memoria». PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 63 •


La gavia es la vela principal de una embarcación, es el punto más alto del barco que suele llevar una pequeña canasta desde donde vigila el gaviero. El gaviero es un marinero que, desde su punto de altura privilegiada, debe registrar cuanto se pueda ver desde ahí, escribirlo. El gaviero es el alma más sensible de toda la embarcación. Es el poeta, el vigía, el cartógrafo, el faro, el portador del cuerno de guerra. Esta sección de literatura se propone entonces como una gavia, desde donde se guarda registro de la expresión escrita con un talante comparativo, prosa, poesía, relaciones entre arte y literatura, literatura y política, la historia, culturas, influencias, etc. • Redacción a cargo de: victorbermudez@revistaperiplo.com

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Nuevo podcast PERIPLO ¿Qué son los Audiotrayectos? Nada más y nada menos que la transmisión oral de los textos literarios publicados en la revista. Todos ellos se convierten en literatura vociferada. La oralidad nos permite narrar, producir, sentir por medio de la voz, seguir conquistando canales sensitivos, hablar con los oídos. Con los audiotrayectos volvemos a los orígenes, a las fuentes, a jugar a ser juglares otra vez.

Encuéntralo en revistaperiplo.secciones/audiotrayectos.com y suscríbete gratis a través de iTunes

LETRAS QUE NAVEGAN PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 65 •


Microtr ayectos

Paula Zumalacárregui Martínez

Vacía Como siempre, Alfredo había sido rotundo: —No. No podía prescindir del coche ni un solo día, así que María había terminado comprando los caramelos en los chinos y cargando hasta casa con las tres calabazas. Esa tarde encenderían las luces naranjas que ya acechaban en el porche, se enfundarían en unos disfraces terroríficamente ridículos y repartirían caramelos entre los niños del vecindario, que llamarían al grito de trick or treat. Las fiestas como Halloween ponían de relieve aquellas carencias de las que Alfredo siempre la estaba culpando a ella. Yo soy un hombre como Dios manda. El problema es tuyo. Era curioso: no se le había ocurrido al vaciarlas, sino que fue mientras contemplaba las cáscaras, de un vibrante color naranja, cuando María estableció la aterradora comparación. En ese instante hicieron contacto las llaves con la puerta; agarró el cuchillo, del que pendían jugosos restos, y se acercó a la entrada con determinación. Estaba dispuesta a recibir a su marido. Horas después, mientras recogía los desperdicios y las herramientas, María contempló satisfecha el fruto de todo un día de trabajo: cuatro calabazas perfectamente huecas le mostraban desde la mesa sus bocas desdentadas, deformadas en un rictus de incomprensión y desconcierto.

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PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 67 •


PERIPLO presenta esta breve bitácora que recoge las diversas observaciones del camino. Siguiendo la línea transversal que rompe espacio y tiempo, Et Cetera es ese apartado de todo lo demás, sus voces son las más plurales y desconocen los límites de la irreverencia y la corrección política. Un poco de todo, una selección protagonista. • Redacción a cargo de: trinidadmoliterno@revistaperiplo.com

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Et Ceter a

Aproximación a una ficción del vacío

Jorge Martín

E

mpiezo estado a

con sin la

física: partículas unidad

vacío

|0>,

Termino cambiando física por literatura.

normalizado

Pienso en el miedo del escritor al vacío de la hoja en

<0|0>=1. blanco y pienso en Augusto Monterroso escribiendo

El vacío es un convenio, un estado

que el verdadero miedo del escritor, sobre todo del

fundamental en el sentido hilbertiano,

centroamericano, son las dictaduras militares. Pienso

una forma, probablemente la mejor, de mínima

en la mínima energía y pienso en Flaubert escribiendo

energía. Toda la física –y, en verdad, la física es todo–

que le gustaría colgarse de todos los árboles que trataba

se puede escribir como un camino hacia la mínima

de describir para Madame Bovary. Pienso en los objetos

energía –el universo, tus domingos por la tarde o mis

en expansión y pienso en Cervantes y Joyce escribiendo

días completos–. Toda la física podría aproximarse

short stories que acaban en novelas gigantescas. Pienso

como una combinación de las distintas posibilidades

en Bolaño escribiendo que la literatura de calidad

de vacío (desde el Big Bang hasta dejar indefinidamente

siempre ha sido saber saltar al vacío, y pienso

los platos en la pila, mirar series y leer libros).

que saltar al vacío es equivalente a caer al estado

Sigo perdiendo precisión y bajo hasta el

fundamental, a liberar energía hasta quedar exhausto.

DRAE: vacío 13. Fís. «Espacio carente de materia».

Pienso en Juan Rulfo exhausto después de

Según la única fórmula que habréis visto en camisetas, tantos espectros y Pedro Páramo, pienso en Shakespeare E=mc2, toda la materia es energía y al revés. Faltaría más

como prestamista después de tanto teatro, pienso en

que el estado de mínima energía, quiero decir materia,

Rimbaud como contrabandista en África después de

quiero decir el vacío, no tuviera ninguna de éstas. Por

tanta adolescencia, tanta revolución y tanta poesía,

tanto, el vacío no está vacío, tiene materia –aunque

pienso en J.D Salinger oculto en cualquier suburbio

podría tener más– y tiende a expandirse (el universo,

americano y en Ambrose Bierce perdiéndose en México.

tus domingos por la tarde o mis platos en la pila).

Pienso en Bartleby atrapado voluntariamente en una

PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 69 •


Et Ceter a

oficina prefiriendo no hacerlo y en Wakefield mirando

lectores –que es como decir el lado bueno de un

el vacío de su propia vida desde la calle de al lado.

escritor– y espectadores –que es como decir el lado

Como subconjunto de la física, la literatura está

bueno de un director, en caso de que lo tuviera–

formada por vacíos, por escritores que desaparecen o

dispuestos a aceptar que las historias tienen mucho

dejan de escribir, por personajes que no terminan de

más que ver con lo que no nos cuentan que con lo que

llegar o son invisibles, por espacios entre líneas, elipsis

nos acaban contando. Lectores y Espectadores mucho

prolongadas e historias-iceberg. Existe un subconjunto

más dispuestos a perder su tiempo en historias que

de la literatura exclusivamente constituido por vacío.

no conduzcan a nada –y aquí conviene aclarar que

Un subconjunto que consiste mucho más en borrar que

la nada no tiene nada que ver con el vacío– que en

en escribir, en reducir hasta lo mínimo, en saber caer

historias que sepan exactamente adónde conducen.

hasta el estado fundamental (|0>), en utilizar el talento

Tan cerca del final, podría llegar a parecer que

del lector para completar los huecos. La literatura

la ficción del vacío, por su naturaleza fundamental

del vacío está construida por escritores perezosos de

y expansiva, comprende todo, pero no; la novela,

pereza, llenos de lecturas y de ganas de desaparecer,

no. La novela está llena, está muerta y –sólo la

cuyo único propósito es acabar escribiendo sin escribir.

mejor– es zombi. Aunque eso ya es otra historia.

La literatura del vacío exige exactitud, intensidad y precisión. Exige poesía. Poesía en la

Para terminar, copio a Rodrigo Fresán y

narrativa, poesía en el teatro e incluso poesía en la

pongo las referencias con forma de agradecimientos.

poesía (y esto casi es lo más difícil). Pienso en los

En la parte física del vacío (realmente avergonzado):

inmensos espacios vacíos de los cuentos de Raymond

-Paco Yndurain, su Mecánica cuántica relativista

Carver, de Rey Rosa, de Franz Kafka, de Chéjov, de

y

John Cheever. Pienso en el vacío casi absoluto del teatro

Autónoma de Madrid, que me enseñaron a

de Beckett, de Chéjov –sí, otra vez Chéjov–, de Camus.

pensar algo mejor y me disuadieron de seguir.

Pienso en el vacío en expansión de la poesía de Gil de

-Albert Einstein y su Ist die Trägheit eines Körpers

Biedma, de Cernuda, de Walt Whitman (aunque aquí la

von

expansión se parece más a una explosión, al Big Bang).

realmente importante del siglo XX (bendito

Cuando he estado escribiendo literatura, y lo

1905), pero casi nadie se molesta en entenderlo.

sus

clases

seinem

fantásticas

Energieinhalt

en

la

abhängig?,

Universidad

que

fue

lo

he hecho muchas veces, en realidad quería escribir

En la parte libros, películas, libros y otros vicios:

ficción. Quería escribir ficción para poder llegar

-Todas las que he ido citando, incluyendo las que

al cine. Para poder escribir de corrido Chunking se me han olvidado y son imperdonables y me daré Express, In the mood for love, Persona, Un hombre sin pasado,

cuenta tarde. Especialmente Enrique Vila-Matas

Centauros del desierto, París, Texas; Los cuatrocientos

por Bartleby y Compañía, que llevo saqueando desde

golpes. Para poder llegar a las series y escribir Twin

que lo leí. También mención especial a Rodrigo Rey

Peaks, The Wire, Six feet under, Mad Men, Seinfeld y Los

Rosa porque nadie lo lee, está vivo, tiene una familia

Soprano con su final abrupto y la pantalla en negro.

que mantener y Otro zoo o Ningún lugar sagrado son

¿Cómo hay qué aproximarse a la ficción del

vacíos excepcionales. Por último, aunque quedan

vacío? Sin miedo, pero no porque no sea peligrosa,

montones, Samuel Beckett, que es el vacío todo el rato

sino porque somos unos completos temerarios,

y escribió la obra ideal para terminar: Fin de partida.

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Kalós bella éidos imagen scopéo observar. La bella imagen siempre ha sido objeto de placer para el ser humano. La belleza se reconoce visualmente y tiene la capacidad de fascinar, de atrapar al humano con un lazo invisible: la vista. Caleidoscopio se ofrece como una sección que albergue un elemento hedónico al barco de PERIPLO, basada en una premisa básica: tenemos que volver a un estado de inocencia visual para apreciar nuestro mundo. Aquí se adentrará al tema central mediante el arte fotográfico, prestándose así para una reflexión visual que rebase las letras y permita explorar otros espacios sensoriales de la experiencia humana. • Redacción a cargo de: julietapiaggio@revistaperiplo.com

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Papeles Náufr agos

Jonathán Gutierrez

Germán Dotta

El lamento de Hans Feyerbend

«Bebamos hasta que mi corazón se detenga» – El fantasma del espacio de costa a costa I

Una vez que vio el cadáver de Liliana Coloto en la pantalla, no pudo evitar las ganas de hacerle

el amor cuando apagara el ordenador. Mejor así. ¿Para qué arruinar el resto del largometraje con su presencia? Sólo hacía falta que el escroto ablandara sus égidas con ternura mientras acariciaba el colchón. A muchos la noticia les pareció absurda. Al primer ministro de la república le conmovieron las imágenes, pero nadie lo supo. Hacía lo mismo con sus hijas, pero en su lugar usaba fotografías. II

El siguiente tráiler cinematográfico explica con claridad los acontecimientos

del 15 de Julio de 2063 en el apartamento de Phillip Lojero alias Hans Feyerabend. Siga las instrucciones con cuidado para lograr que se la suden en HD:

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Papeles Náufr agos

1. Recorte el recuadro señalado por las líneas en la parte superior. 2. Ponga un espejo detrás del orificio y sosténgalo frente a su rostro (sic) a la mayor distancia que le ofrezcan ambos brazos. 3. Recorra toda su casa por dentro. Una vez que lo haga, con el espejo siempre enfrente, salga de ella por la vía más incómoda. 4. Lo primero que recuerde, justo cuando empezó el recorrido, la primera imagen que vio (o recuerda haber visto), ese será su asesino. 5. Probablemente, también se lo/la cojan con eso. Nota: si el recuerdo es otro espejo, puede relajarse. Un día le aplicarán el Leng Tch’e un clon de Fabio Lanzoni o Iryna Ivanova, según su respectivo género o preferencia sexual. La última colección oficial tiene registro de estos acontecimientos. III

Lo primero que recuerdo, dijo detrás de las rejas, fue verlo a los ojos el día que vino a visitarnos

en la institución. Supe por el aroma de sus manos que usábamos la misma loción para masturbarnos. Cuando le pregunté por el final de una novela de Evelio Rosero y los sucesos cómicos en la historieta infantil “El perro azul de la memoria”, usted me contestó que eran bastante desagradables. Lo seguí hasta el estacionamiento. Usé mis binoculares y lo vi llorar en el auto. Estaba hojeando los paneles del boceto original. Nadie, salvo una logia secreta de los más exclusivos masones, donde no se muestran sus rostros ni voces, conoce el segundo escrito del que le hablé. Usted es el único miembro que ha llorado, de acuerdo a las pruebas diseñadas en nuestra fracción, por eso. Así, según la profecía, es como fue elegido primer ministro del país. A mí me hubiera gustado. Eso lo sé porque ambos coleccionamos casi lo mismo, y las marcas en sus manos lo delatan, sobre todo el aroma de la loción que compartimos en secreto. Usted sabe que todo esto lo hice por amor. De otro modo no estaría llorando conmigo. IV

Principio de Tlön: consiste en copiar o crear ficciones en

carne y hueso dentro de una jaula o colección privada. La mayoría de sus manifestaciones permanece en el anonimato. Los resultados terminan siempre en desastre. De acuerdo a la norma, no se permite disecar ninguna figura. Ejemplo: la colección Hans Feyerabend.

PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 73 •


Papeles Náufr agos

V

El último incidente conocido consistió en un extraño cosplay de la familia Burrón. A todas las

mujeres, la mayoría teiboleras retiradas, solamente una niña con parálisis cerebral, las vistió de doña Borola Tacuche de Burrón, de preferencia la versión que mejor les quedara con su rostro. Al final de los hechos, la policía lo encontró abrazando a todos los cadáveres, diciendo que extrañaba a su madre. Su homólogo supremo hizo lo mismo en la noche, pero con fotografías de sus hijas. Si no fuera por ello, quizá tendrían la misma colección. VI

Papá me lee todos los días las aventuras de Sandokán. Siempre está muy ocupado, menos para

eso. La gente dice que es un asesino por la forma cómo gobierna el país. Mamá dice que es un héroe aunque sea tartamudo. Yo sólo sé que a mí y a mi hermana nos toma muchas fotografías cuando nos lee a Salgari por las noches. A veces nos pone ropa de otras mujeres. Por eso lo extrañamos cuando se va a trabajar. VII

Todas las noches se abrazan desde el arresto-subasta. Yo le haré dibujos de sus hijas, le dice Lojero

al ministro. Si las fotografías ya no le sirven, yo se las dibujo con gusto. Lo que sea para no contaminar su colección. Hagamos otra juntos si las fotografías no llenan su cabeza. Si quiere, las pinto de Sailor Moon o de Paprika, como a usted le parezca. Esa noche lloraron abrazados hasta que el ministro le dijo a Lojero al oído: píntalas como Liliana Coloto, píntalas como Liliana Coloto. Sus hijas se parecían a ella.

VIII Lost trailer

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Papeles Náufr agos

1. Recorte. 2. Ponga un abanico detrás, póngalo en la velocidad máxima y acérquese lo más posible al orificio. 3. Si después de una hora seguida de contacto puede llorar, entonces tiene todo derecho de vomitar los acontecimientos ocurridos antes, durante y después del 15 de Julio de 2063 o bien crear su propia colección en la clandestinidad.

Advertencia: no poner en práctica este tráiler puede provocar en su familia cercana el principio

de Tlön. Una vez leídas estas páginas no hay devoluciones.

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Cine en rama

La antena del vacío

Gonzalo Muñoz Agopián

L

a incisión del vacío en una sociedad

¿Qué hacer cuando, como recitaba aquel viejo

que naufraga en las orillas de lo fácil,

adagio — «la hipercomunicación es descomunicación

lo cómodo y lo moderno se manifiesta

y la soledad queda en las espaldas» — se adueña de

profundamente en La Antena, película

nuestra vida cotidiana y, aún más lejos, el espacio de

argentina dirigida por Esteban Sapir

la intimidad es ajeno y silencioso? Es entonces cuando

y filmada en 2007. Con un marcado

la voz que nos robaron asimila el vacío como el gran

tinte expresionista insuflado de imágenes, símbolos

precipicio de lo moderno. El hombre hipnotizado en

y atmósferas, y con la simpatía de la poesía de un

el film, como en la vida real, vive ignorando las ansias

Gondry entusiasmado, esta dialéctica entre el ser y su

caníbales del ser de espíritu adormecido y de su alma

estandarización nos invita a examinar las profundas

profanamente defraudada. Sin embargo, esta historia

vivencias de vacío que vive el hombre contemporáneo.

discursiva y actual propone una escapatoria y una

En una comunidad que se quedó sin voz, resolución al conflicto de las neurosis existenciales donde todo gira entorno al monopolio de la vida por

del presente. La nave capaz de guiar al aventurero, al

parte de una unilateralidad de dominio corrosiva, en

nuevo Ícaro, es la individuación personal a través del

este caso el Sr. TV, observamos la distancia del cruce

rescate de lo sagrado, de la simbología intrínseca. Es

entre el vacío y su espacio de lucha. La brecha entre

bucear en las aguas profundas de nuestro inconsciente

lo genuino y la realidad establecida arbitrariamente

latente que, transpolándose luego en consciencia,

como tal por un sólo simposio sin autoridad: el poder

erigirán las nuevas torres de Babel que guiarán

como intensidad de imponer, recortar y dominar.

al visitante recién despierto, si es que lo que quiere

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Cine en rama

es despertar. Para esto es necesaria una antena.

Tal vez, el temor occidental de naufragar en

La consecuencia inmediata de encontrar una

las aguas donde no hay una única voz dirigente es lo

antena capaz de difundir todas las voces y de resolver

que hará sentir ausente al ser, si éste carece de una

la injusticia de un mundo al que le han robado la

nueva mirada que escuche una posibilidad exquisita

voz es que la voz no sólo no se recupera, sino que

y única de la posmodernidad: construirse desde ese

la represalia es aún más fuerte e intimidatoria ya

interior, sin barreras externas o discernimientos

que, al tratar de recobrarla, las palabras comienzan

políticos, sociales o literariamente acuciantes que

a quebrarse. Con ello, el último bastión posible de

ordenan y encasillan todas las pluralidades de ser. Se

una humanidad hipnotizada en el sueño del idiota,

puede ser ahora un hombre renacentista en potencia

el país de jauja, se encuentra listo para colectivizarse

y acto si la antena, encargándose de difundir la voz

de manera absoluta, radical y para siempre.

de cada una de todas las voces posibles, se repara.

Atrapados en la necesidad impropia y la carencia de

La película termina con un grito de liberación,

ser. Acorralados en el vacío. Abordados a la sombra

de desgarro contenido. Un grito tribal y primitivo

de la palidez de la vida, tomados hasta el extremo

que puede ser promesa o, en última instancia, caer

por una involuntariedad pasiva, deleitándose las

en el ocaso de la repetición, del eterno circulo, de

formas al devorar finalmente la individualidad,

la navegación en serie, del valor de supermercado

consumándose “la fuga del alma”, y por el Sr. TV.

moderno. La acuciante separación, el sacrifico, la

¿Cómo no necesitar de un niño para resolver

muerte y la búsqueda, enmarcados todos en una

con propiedad un sistema tan desgastado? El niño,

poesía sublime, con un simbolismo alemán poco

el único que conserva la voz, no ve. Es entonces

casual que refiere a la existencia del primer cine del

cuando el filme de Sapir adopta una tonalidad

cine, del nacimiento de la posibilidad de filmar la

dramática, críptica y mitológicamente esencial.

representación de los sueños en su lenguaje inconsciente

Este niño representa esa antigua imagen coloquial

y mitológico y, con la modernidad de un Gondry y su

de un Nietzsche descubridor de nuevas esencias:

delicadeza, su aventura y la inocencia de un humor

el estadio ahora es el de crear y no el de dormir,

acentuado, conservan su misterio hasta el final en una

hipnotizarse, acaparar, comprar o retener. Siendo la

interpretación que puede ser vista con incertidumbre,

imaginación la encargada del nuevo renacimiento, de

preocupación o libertad de libertades al recobrar lo

la profundización de la psiqué, de la ampliación de la

humano por excelencia: la posibilidad y el lenguaje.

consciencia, ya que, como apreciamos en este sueño

¿Cómo evitar que las miasmas del vacío

filmado, es ella la que “ha salvado a los hombres”.

devoren nuestros adagios interiores? Tal vez la frase

La diversión no es la mecha que prende el

de la película que proclama “nos han quitado la

fuego de todos los fuegos, sino que la creación desde la

voz pero aun tenemos las palabras” es el camino

elección, la fantasía y la impronta es el muro deseado

inicial para entender que en el alma humana se

para contener todos los embates de la vacuidad. El

encuentran todas las semillas púrpuras que llenan las

niño ciego, llama a su madre y no tiene ojos, como

vasijas de nuestro Santo Grial, de la unión del Self,

Edipo, que se los arranca al darse cuenta de su

del desenvolvimiento de lo propio; la comunicación

inmoralidad de su “ante quién”, de su “para qué” y

entre ambos, la Antena necesaria, la voz que le da

de su “desde dónde”. No sufre ni se somete a todas

voz a esos simbolismos, la posibilidad única de

estas preguntas que ya no tienen un parámetro

construir un nuevo hombre: el plural individual.

únicamente

unilateral

y

totalmente

aceptado.

Y, tal vez, si su conquista es conquista, con su Voz.

PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 77 •


PERIPLO • ANNA M ASINI

PINCELES EN LA PALETA

Alejandra Fernández Mingorance. Madrid. Ilustradora de sueños. Espíritu autodidacta y coleccionista de imágenes. Andalucía le mostró los colores, las texturas y los aromas a cuento y desde entonces desarrolla su faceta más creativa ilustrando palabras. alejandrafernandez@revistaperiplo.com

Anna Masini. Milán. Dibuja, escribe, toca, mira, observa, saca fotografìas. Huele, rasca, recorta, pega, arranca, encola, rasguea, improvisa, experimenta. Sean làpices, notas, figuras o pensamientos...es la imaginaciòn que habla, a través de los dedos, a través de la materia. annamasini@revistaperiplo.com

Ana Sansó Jiménez. Salamanca. Licenciada en Bellas Artes. Palíndroma detallista. Analista, anaplástica, analgésica. Fotógrafa, diseñadora gráfica, ilustradora y tipográfila. Es toda ojos. anasanso@revistaperiplo.com 78 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV


PINCELES EN LA PALETA

Cecília Murgel. São Paulo. Arquitecta y urbanista por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo, ciudad en la que reside. Actualmente trabaja como freelance en el campo del dibujo y la ilustración, donde se distingue por trazos sumamente coloridos. ceciliamurgel@revistaperiplo.com

Cristina Forts. Barcelona. Ilustradora y diseñadora. Habría querido ser veterinaria pero se demaya cuando ve sangre. Le gusta la música, los ukeleles, los áticos, los pintauñas, los viajes largos en coche, los frigopié, el amor y las mañanas de verano. cristinaforts@revistaperiplo.com

Diego Fermepin. Buenos Aires, 1984. Estudió fotografía en la Escuela Argentina de Fotografía. Complementó sus estudios con cursos dictados por Foto Club Bs As, UBA, Andy Goldstein, entre otros. Realizó varias exposiciones y se afirmó como fotógrafo del circuito “under”. Participa del armado y organización de eventos multidisciplinarios del itinerario cultural porteño.

Gonzalo Aguirre Martínez. Pando, Uruguay. Artesano. Juega a ser fotógrafo y diseñador. Escondido detrás de su cámara, captura imágenes cotidianas llenas de ironía y acidez. Su particular sentido del humor llena sus fotos de un doble sentido donde lo trágico se vuelve cómico, lo cómico se vuelve trágico y viceversa se vuelve ambos. gonzaloaguirre@revistaperiplo.com

Germán Dotta. Montevideo. De pequeña estatura, cresta, queriendo ser Stefan Sagmeister, diseñador todo el día, ilustrador, creativo de agencia y docente, busca salirse de todos los parámetros y hacer lo que le gusta en busca de cuestionar y provocar al observador. germandotta@revistaperiplo.com

Giada Ricci. Riccione-Roma. Disegna da una vita, è illustratrice da un paio di anni. Quando disegna non possono mancare la musica e il suo gatto. Ama i libri, gli smalti colorati uno vicino all’altro, il bianco, il grigio e cucinare il ragù. Le piace sentire nell’aria che sta arrivando la primavera, ed è molto, molto curiosa. Giada ha trovato nell’illustrazione un mondo fantastico, un mondo a parte, suo. PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV • 79 •


PINCELES EN LA PALETA

Giulia Zaffaroni. Milán. Illustradora y colorista, adora hojear livros illustrados, buscar dondequiera inspiraciòn. Navega la red buscando ideas nuevas, cuentos y nuevos pensamientos. Ama su ciudad, pasear en bicicleta y querría concentrarse más en el dibujo y en los mil proyectos que encuentra cada día. Helena Pérez García. Ilustradora y diseñadora gráfica, a caballo entre Sevilla y Valencia. Encuentra la inspiración en la literatura, el cine y lo cotidiano. helenaperez@revistaperiplo.com

Itsaso Arizkuren. Un atardecer fue lo que hizo falta para que la fotografía se convirtiera en epicentro de su actividad artística. La expresión mediante colores, formas, texturas y encuadres, bajo la convicción de la psicología que subyace en estos conceptos. Tras 18 años en Pamplona, emigra casi a Barcelona, donde estudia Comunicación Audiovisual. itsasoarizkuren@revistaperiplo.com Jenny Castellanos. Barcelona. Vivaz en sus creaciones, combina a la perfección desde el diseño gráfico hasta la pintura al óleo. El poder de la imaginación al mando para darnos a conocear un universo de colores y formas donde realidad y sueño se funden para dar lugar a sus ilustraciones. jennycastellanos@revistaperiplo.com Julieta Piaggio. Buenos Aires. Curiosa, amante de la pintura, la música y lo cotidiano, pixela realidades por Buenos Aires. No teme buscar cielos a lo Magritte y caer a un pozo por eso: buscar lo bello y simple no es ridículo. julietapiaggio@revistaperiplo.com Lely Do Nascimento. Foz de Iguaçu, Brasil. Inició su carrera profesional al mismo tiempo que ingresó en un grupo de investigación sobre animación. Antes dibujaba como amatauer. Actualmente es ilustrador de historias, explorador del arte en viñetas, buscando siempre nuevas técnicas para mejorar la concretización de trabajos innovadores y creativos. lelydonascimento@revistaperiplo.com

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Maite Mutuberria. Eltzaburu-Madrid. En el pueblo las labores se hacen en casa. De abuelo carpintero y familia atareada, rellena sus espacios con dosis de dibujo. El mundo de la animación le zarandea entre lo audiovisual y la ilustración pura, siendo ésta la que llena más sus huecos.

PINCELES EN LA PALETA

maitemutuberria@revistaperiplo.com

Mar Ample i García. Valencia. Maga de los colores y las formas, Combina una femenina sensibilidad con una mirada vital de la realidad y deja relucir un estilo que roza lo mágico y el terreno de la irrealidad con gracia. marample@revistaperiplo.com

María García. Se hace llamar ladydilemas porque las interrogaciones duermen con ella. Intenta pintar un realidad soñada, su no-realidad, pero al dibujarla queda manchada de tinta. Estudió arquitectura, trabajó en una revista y diseñó otra. Un lápiz le persigue desde pequeña. mariagarcia@revistaperiplo.com Mireia Ortega. Sagunto. Licenciada en Bellas Artes. Visto a través de sus ojos el mundo podría parecer alegre, sencillo y amable. Tímida, a la vez que vehemente, sus trabajos reflejan la luz del Mediterráneo, especialmente cuando de ilustraciones se trata. mireiaortega@revistaperiplo.com Nuria M. B. B. Valencia. Entiende la vida a través del arte. Es ilustradora y diseñadora gráfica. En sus ilustraciones confluyen detallismo y sencillez con sus figuras estilizadas. Ha publicado el álbum ilustrado Brujas, Carena Editors, y tiene varias tiras cómicas: Luis & cía (Revista Babia) y Dê & cía, como webcomic. Actualmente estudia Historia del Arte. nuriabono@revistaperiplo.com

Samanta Sánchez Abadía. Huesca. Ilustradora y diseñadora. Disfruta desarrollando proyectos diversos con una estética infantil, inocente y colorista. samantasanchez@revistaperiplo.com

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Periplo, revista bimestr al ISSN 1989-8924 C/Cervantes 39, B-D Salamanca, España tel.: 923 04 96 93 info@revistaperiplo.com 82 • PERIPLO • JUNIO 2012 • Vol. XV


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