Revista de viajes Magellan Nº15

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magellan De viajero a viajero

Año 2 - Marzo 2016

ISRAEL

SARAJEVO

LA VIDA EN EL ETERNO DESIERTO DE NÉGUEV

RECUERDOS DE UN PASADO AÚN PRESENTE

INTERRAIL

SUIZA UN PARAÍSO ENTRE MONTAÑAS

VIAJE EN TREN POR EL NORTE DE EUROPA

ISLA DE PASCUA LOS ENIGMÁTICOS GIGANTES DEL PACÍFICO

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magellan De viajero a viajero

magellan De viajero a viajero

Año 2 - Marzo 2016

EDITORIAL ISRAEL

Año 2 - Nº15 - Marzo 2016 Publicación de periodicidad mensual

SARAJEVO

LA VIDA EN EL ETERNO DESIERTO DE NÉGUEV

RECUERDOS DE UN PASADO AÚN PRESENTE

INTERRAIL

SUIZA UN PARAÍSO ENTRE MONTAÑAS

VIAJE EN TREN POR EL NORTE DE EUROPA

ISLA DE PASCUA LOS ENIGMÁTICOS GIGANTES DEL PACÍFICO

Editor Fabrizio Rodilossi fabrizio@edinext.com Redacción Laura Fabregat redaccion@magellanmag.com Marketing y publicidad Rocío Arconada Sergio Permanyer publicidad@magellanmag.com Redes sociales Javier Perez Elizabeth Rickard Gonzalo Paraiso redes@magellanmag.com Han colaborado en este número Josep Prats Fiol Jordi Canal-Soler Nicolás Marrero Txema González Allende Anna Bonet Martínez Suscripciones suscripciones@magellanmag.com Suscríbete y te mantendremos informado sobre la salida de cada número y acerca de todas las novedades de Magellan. Contacto Tel. +34 680624660 info@magellanmag.com www.magellanmag.com

‘Magellan’ no se hace responsable de los artículos firmados por los autores. Foto de portada: Isla de Pascua (Josep Prats Fiol)

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Amigos y Viajes

L

os que amamos los viajes sabemos que una de las razones que mueven a las personas a seguir descubriendo nuevos lugares no es únicamente explorar rincones desconocidos, sino también poder conocer otras personas de culturas similares o diametralmente opuestas a las nuestras y que en muchos casos hacen de nuestra vida un lugar diferente. Llegar a un lugar y poder entrar en el alma de un sitio nunca visto antes de la mano de un lugareño es uno de los privilegios más grandes que existen. Conocer otras culturas, otras maneras de vivir, a través de otras miradas, es una de las mejores enseñanzas que nos regala la vida viajada. Grandísimas amistades se han forjado compartiendo un vagón de tren, recorriendo un tramo del camino de Santiago, desayunando en un pequeño bar en Santorini, o haciendo cola para deslizarse por una pista de hielo en la bella Estocolmo. Cualquier lugar es bueno cuando viajamos con las mismas ganas de ver que de conocer, cuando además de amar el lugar amamos también a su gente. Una de las mejores experiencias que nos ha regalado Magellan, desde que nos embarcamos en esta aventura hace ya más de un año, es la posibilidad de haber viajado por el mundo a través de los ojos de grandes personas con las que a lo mejor nunca nos hubiéramos cruzado. Hubiera sido una verdadera lástima.


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SUMARIO

INTERRAIL OSLO BREMEN

SUIZA

SARAJEVO ISRAEL

ISLA DE PASCUA

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06 Noticias Repasamos algunas de las noticias y

mejor foto de mi viaje 08 La Este mes visitamos Italia, España, Argentina y Hungría a través de instantáneas de algunos de sus mejores rincones.

eventos más destacados de la agenda internacional en nuestra sección de noticias, y descubrimos cuales son los 10 rincones del mundo más buscados por los ‘instagramers’ para hacerse fotos durante sus viajes en nuestro Top 10. ¡Te sorprenderán!

hacia el enigma 12 Viaje Volamos desde Santiago de Chile a la recóndita Isla de Pascua para admirar sus impresionantes y enigmáticos ‘moais’.

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SUMARIO

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el desierto de Israel 28 Néguev, Cruzamos el extenso y místico desierto

paraíso alpino suizo 52 El Valles, prados infinitos y colosales monta-

de Néguev para descubrir cómo son sus gentes, y como logran sobrevivir en él.

ñas esculpen el paisaje suizo, que regala al visitante vistas de ensueño.

en tiempos de guerra 42 Jugar Recorremos la cotidianidad de la capital

disfrutando del trayecto 66 Interrail, Viajamos al norte de Europa con la mochi-

bosnia de la mano (y los recuerdos) de Mara, que vivió la guerra de niña.

la bien cargada y saltando de tren en tren: de Bremen hasta los Fiordos noruegos.

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NOTICIAS El Titanic II, para 2018 El millonario australiano Clive Palmer, dueño de la línea marítima Blue Star Line, ha decidido hacer realidad su sueño más descabellado y construir una réplica del famoso transatlántico Titanic, que se hundió el 14 de abril de 1912. Si todo va bien,106 años después, en 2018, la réplica surcaría de nuevo el mar, eso sí, cubriendo una ruta distinta: de China hasta Dubai. Tampoco hay que tentar a la mala suerte...

ANTHONY PAPPONE

¡Valencia está de Fallas!

Baile de máscaras africano Sucede cada dos años, cuando el invierno toca a su fin: la ciudad de Dédougou se llena de fiesta, máscaras y animales de lo más exóticos.Ha sucedido así durante siglos: los bailes de máscaras son y han sido siempre parte de la cultura africana, de ahí que el Festival Internacional de las máscaras y las Artes (FESTIMA) sea todo un acontecimiento. El evento dura una semana (hasta el 5 de marzo) y atrae a las mejores comparsas preparadas en los pueblos de Burkina Faso, Benin, Costa de Marfil, Malí, Nigeria, Togo o Senegal. Músicos y bailarines enmascarados bailando a ritmo de cultura. www.festima.org

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El pasado 28 de febrero la ‘Cridà’ dio el pistoletazo de salida oficial a una de las fiestas populares más singulares y conocidas de España: las Fallas de Valencia. Trajes de falleras, grandes estructuras satíricas y el inconfudible olor a pólvora ya impregnan las calles de la ciudad para celebrar unas fiestas que podrían ser proclamadas por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad este año. Los días grandes serán el 14 y el 19 de marzo, fechas en que arden las colosales monumentos. De momento, y hasta el 15 de marzo, se pueden admirar las mejores creaciones en la Exposición del Ninot. ¿Cuáles se salvarán de la quema? www.fallas.com


NOTICIAS Las ciudades que marcarán tendencia en 2016

TOP 10 LO MÁS ‘INSTAGRAMEADO’ La popular red social ‘Instagram’ se ha convertido en un buen medidor de tendencias. ¿Sabes cuales fueron los lugares más georeferenciados en 2015?

La aclamada revista de diseño ‘Wallpaper’ ha hecho publicas las cinco urbes que marcarán tendencia este año. El número uno, como hace ya tres años, sigue siendo para Copenhague, una ciudad que parece entusiasmar a los responsables de los premios anuales Design Awards, que otorgan las calificaciones. La siguen de cerca y por este órden Beirut, Miami, Los Ángeles y Taipéi, la capital de Taiwan, cuyos proyectos arquitectónicos la han relanzado como ciudad ‘hispter’.

Tasa turística en Lisboa El Ayuntamiento de Lisboa cobra a partir de este año 2016 un euro como tasa turística a cada visitante que duerma en la capital. Con esta media prevé recaudar 16 millones de euros, que se destinarán a un fondo para financiar distintas inversiones en la ciudad. Para evitar tasas desorbitadas, el pago queda limitado a una semana, por lo que el máximo que cada turista podría llegar a pagar serían unos siete euros.

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Disneyland (California). Disney se alza como vencedor indiscutible del ranking ¡con dos entradas!

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Times Square (Nueva York). Un clásico en toda lista de lugares más visitados. (Casi) no conoce rival.

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Central Park (Nueva York). Este parque urbano en pleno Manhattan hace las delicias de viajeros y locales.

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La Torre Eiffel (París). Recibe cerca de 7 millones de visitantes al año y es todo un símbolo. No es de extrañar...

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Walt Disney World (Florida). Sí, en 5ª posición encontramos de nuevo un parque. Sí, también de Disney.

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El Museo del Louvre (París). Dedicado al arte anterior al impresionismo, es de los más relevantes del mundo.

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Dodgers Stadium (Los Ángeles). Desde 1962 causa admiración por sus impresionantes vistas de Los Ángeles.

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De Santa Monica Pier (California). Este muelle y su icónica entrada de más de 100 años son todo un reclamo.

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Plaza Roja (Moscú). Es la plaza más famosa de Moscú y de lo más popular entre los ‘intragramers’

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Siam Paragon (Bangkok, Tailandia). Destino al alza en los últimos años, su popularidad aumenta en la red social.


LA MEJOR FOTO DE MI VIAJE

Envíanos tu mejor foto a: fotos@magellanmag.com

James Stuart Siena Cortina D’Ampezzo. En medio de los Alpes Dolomitas, al norte de Italia, encontramos Cortina d’Ampezzo, una ciudad de la región del Véneto que se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos internacionales gracias a sus ya famosas pistas de esquí.

Yolanda Peris Barcelona Barcelona. La bonita Rambla del Mar, en Barcelona, es una prolongación moderna de conocida La Rambla de Barcelona. Lo más característico es que se trata de un puente flotante que gira para dejar pasar a los barcos que entran y salen del puerto.

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LA MEJOR FOTO DE MI VIAJE

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Miguel Àngel Pes Barcelona Argentina. Paso Garibaldi es el único paso carretero que ha logrado atravesar el encadenamiento de los Andes fueguinos, conecta el sector trasandino fueguino con el resto de la Argentina. Lo mejor: en su punto de mayor altitud, se sitúa el Mirador del lago Escondido.

Tobia Bordoni Verona Budapest. La Plaza de los Héroes es una de las más importantes y bonitas de la ciudad de Budapest, en Hungría. Está situada en un extremo de la avenida Andrássy, con la que conforma parte del conjunto que es Patrimonio de la Humanidad.

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APPS DE VIAJES

NH Hoteles

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Hello viajeros!

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atiramhotels.com 11


Viaje hacia el enigma Gigantes de piedra anclados en una remota isla del PacĂ­fico TEXTO Y FOTOS JOSEP PRATS FIOL FECHA DEL VIAJE OCTUBRE 2012

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A

las siete de la mañana salíamos del hotel dirección al aeropuerto. Habíamos pasado tres días visitando Santiago de Chile y nos aguardaba un colofón de viaje fascinante: La Isla de Pascua. Sentíamos una agitación especial. Habíamos leído mucho sobre este remoto destino, navegado por webs para ver videos, pero sabíamos que la realidad iba a desbordar las ideas preconcebidas que teníamos. Nos separaban 3.800 kilómetros, unas cinco horas de vuelo, para aterrizar en aquel micromundo inmerso en interrogantes y misterios. Todo eran preguntas: ¿Cómo surgió una cultura única en un lugar tan remoto? ¿De dónde venían sus primeros pobladores? ¿Cómo podían vivir y abastecerse en tal aislamiento? ¿Por qué esculpieron gigantes de piedra como los moai? ¿Qué significaban? ¿Dioses o ancestros? ¿Cómo fueron capaces de mover estas moles si no habían descubierto la rueda? ¿Qué sucedió para que aquella cultura desapareciera súbitamente? Tal eran las ansias de llegar que el viaje se nos hizo muy largo. Desde cabina, el comandante anunció que en media hora íbamos a aterrizar. Una recomendación, si viajáis a la isla de Pascua: Cuando llegue este momento intentad mirar por la ventanilla. Tendréis una primera percepción de impacto: una pequeñísima isla en medio del intenso azul del Pacífico. Alejada del mundo y solitaria. Sólo unos 165 kilómetros cuadrados. Color ocre-gris, que delata su origen volcánico, con un tapizado verde de vegetación. La roca se corta abruptamente, como si hubiera sido

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golpeada por un martillo gigante, formando abruptos acantilados. Una corona de espuma de mar rodea el litoral. El avión en su descenso pasa muy cerca del cráter del Rano Kau y podemos disfrutar de la primera vista del verde azulado del humedal que cobija en su interior (una maravilla botánica la disfrutaréis de cerca cuando visitéis el volcán). Desde arriba se aprecia la forma triangular de la isla con un volcán en cada vértice. Preparad vuestras cámaras. La llegada es un recuerdo para siempre. El avión te deja a escasos metros de una terminal que nada tie-

DNI DEL VIAJERO Nombre: Josep Prats Fiol Edad: 66 años Nombre: Roser Boj Edad: 64 años La Isla de Pascua era un destino que siempre a mi esposa y a mí nos había fascinado. En la Universidad nos prometimos que algún día iríamos allí. Las imágenes de moais que veíamos en revistas y documentales nos provocaban un misterioso magnetismo. En octubre del 2012, muchos años después, pudimos al fin hacer realidad aquel sueño. Para aprovechar un desplazamiento tan largo diseñamos un viaje con tres escenarios diferentes: Las imponentes cataratas de Iguazú; el impacto del desierto de Atacama y el misterio de la Isla de Pascua. Un total de 26 días. Aquí tratamos de transmitir las sensaciones y emociones que provoca un mundo único, remoto, en medio del Pacífico, cuya personalidad la imponen los moais, gigantes de piedra que dibujan una cultura inmersa en interrogantes y enigmas.

“La roca se corta abruptamente, como si hubiera sido golpeada por un martillo gigante, formando abruptos acantilados” ne que ver con los edificios convencionales de los aeropuertos. Su diseño es el típico de las casas de Hanga Roa, su pequeña capital. Habíamos reservado una cabaña en un lodge cercano a esta población. Por internet vimos que estaban encaradas al mar. No quisimos perdernos la oportunidad de un amanecer o atardecer mirando al Pacífico. Llegamos y ni tan siquiera abrimos las maletas. ¡Ni nos duchamos! Era tal la ansiedad por tener nuestro primer contacto con la isla, que dejamos para la noche las rutinas tras un largo viaje. Una ansiedad que se aceleró cuando desde la ventana de nuestra cabaña vislumbramos a lo lejos la pequeña silueta de un moai junto al mar. Estábamos a poco más de un kilómetro. Hacia allá nos fuimos. A lo largo de un cami-

no ancho y algo pedregoso veíamos como este moai iba creciendo. Hasta que llegó el gran momento de encontrarnos con él. Era el Ahu Tahai. A unos diez minutos andando de la capital Hanga Roa. Nuestro primer reflejo fue fotografiar el perfil de este moai con las casas de la población al fondo con el marco azul de la bahía. Antes de seguir hay que explicar

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que un ahu es una plataforma ceremonial formada por bloques de piedras, a la que se accede por una rampa adoquinada, encima de la cual se colocaban los moais. A lo largo de la isla vamos a encontrar muchos de estos altares religiosos. Hay que ser muy respetuoso. Las autoridades locales son muy celosas de sus reliquias históricas y está totalmente prohibido subir a un altar o tocar a un moai. Hay carteles que lo advierten. Vale la pena seguir estas normas de respeto para preservar el imponente legado de una cultura única. A pocos metros, a la izquierda, un segundo altar, el Ahu Vari Uri. Uno de los más antiguos sobre el que se alzan restos de cinco moai que revelan los efectos de una erosión que ha ido difuminando sus rostros y formas. Y a la derecha, un terce-

Ahu Ko Te Riku, un moai de 5 metros de altura que fue restaurado para mostrar cómo eran estos gigantes en su época de esplendor.

ro. Este muy peculiar. El altar llamado Ahu Ko te Riku está formado por un solo moai de cinco metros (se cree que fue tallado en el siglo IX). Luce un pukao (sombrero rojizo de cuyo origen hablaremos más adelante) y se han reconstruido sus ojos en base a un original encontrado en el norte de la isla hecho de coral blanco, con un círculo de piedra volcánica rojiza como pupila. Esta mirada pétrea e inmóvil desde las alturas de un gigante de piedra fue para nosotros el primer impacto para entender el poder que estas moles ejercían sobre la mente de los poblados a los que impertérritamente observaban. A lo largo de nuestro recorrido por la isla esta experiencia se iría repitiendo. Nos pasamos más de una hora experimentando el magnetismo de este lugar con un el intenso azul del Pacífico como escenario de fondo. Después decidimos

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recorrer Hanga Roa, que en el idioma nativo Rapa Nui significa ‘bahía amplia’ y describe perfectamente donde se ubica esta población cuyo censo en el 2012 era de 5.761 habitantes, el 95% de los que residen en la isla. Aún no habíamos digerido que estábamos en un lugar tan remoto. Queríamos patear… pero no hay mucho para patear. Es una población pequeña con dos avenidas, Atamu Tekema y Avareipua, que aglutinan tiendas, restaurantes, hoteles. No hay edificios altos, ni hoteles de diseño. Las casas son de construcción rudimentaria con la madera de elemento básico, sin uniformidad, pero con vida y colorido. Nada convencional, pero con mucho sabor. Hanga Roa tiene buena oferta de actividades turísticas, excursiones, música y danzas tradicionales. Recomendamos visitar la iglesia parroquial, el museo etnográfico y el mercado de artesanías. Nos sentamos en un chiringuito de cara a la bahía.

Recapitulamos las pocas cosas que sabíamos. Por ejemplo, el nombre de la isla en lengua nativa es Rapa Nui, que significa Isla Grande. Su nombre actual proviene de 1722 cuando una expedición holandesa comandada por Jakob Roggeveen llegó aquel remoto lugar del que no se tenían noticias ni estaba registrado en ningún mapa. Como era el día de Pascua de Resurrección la bautizaron como isla de Pascua. Los rasgos de los nativos que hunden sus raíces generacionales hasta los tiempos de los moais son polinesios y la mayoría hablan el idioma ancestral rapa nui, aunque el oficial sea el castellano al pertenecer a Chile. Que, por cierto, los del lugar no parecen llevarlo muy bien según pudimos entender por un cartel que decía así: ‘Isla de Pascua pertenece a Chile pero no es Chile’. En la calle se observa esta mezcla entre nativos y chilenos venidos de la metrópoli para explotar el filón del turismo.

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Vista de Hanga Roa, la capital de Isla de Pascua que aglutina el 95% de la población.

El sol iniciaba su descenso y decidimos regresar al centro ceremonial Ahu Tahai que nos cogía de regreso a nuestro lodge. Su nombre significa en lengua nativa ‘El lugar donde se pone el sol’. Nos sentamos en la explanada de hierba a la espera de este regalo visual. No estábamos solos. Había bastante gente aguardando el momento mágico. Fue algo así como una secuencia estética a cámara lenta. El descenso del sol combinando con las nubes iba ofreciendo tonalidades rosas, azules, grises hasta encenderse en un intenso rojo antes de acariciar el horizonte del Pacífico. Era un final precioso a nuestro primer día. EL PODER DE LAS MIRADAS DE PIEDRA

Decidimos alquilar un coche para recorrer la isla. Allí no hay oficinas de renting tipo Avis. Los coches los alquilan particulares. Contactamos con un señor superamable de

Santiago de Chile. A las nueve de la mañana ya teníamos el Suzuki Vitara cerca de nuestra cabaña. Lo único que nos pidió es que le devolviéramos el vehículo con el depósito lleno como nos lo había dejado. Ninguna otra formalidad. Apretón de manos, subimos al Suzuki para iniciar un camino que intuíamos apasionante. La isla es pequeña, de un lado a otro hay sólo 18 kilómetros. Hay dos vías asfaltadas, la del centro y la de la costa este. Es decir, en dos o tres días puedes tener suficiente, pero nosotros estuvimos cinco. Lo recomendamos si podéis. No se trata sólo de ver, sino de vivir. Es una experiencia única concentrarse mirando un moai, observándolo desde distintos ángulos, sólo o junto a sus ‘compañeros’ de altar ceremonial. También es interesante poder contemplar los gigantes de piedra en diferentes horas del día, cuando el sol ofrece tonali-

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dades, sombras, ángulos distintos. Es como una película con imágenes del mismo objeto cuyos matices de colores diferentes parecen darle vida y significado. Una visión profunda y no superficial. Nuestro primer destino fue el Ahu Tongariki, la plataforma más monumental, de 100 metros y 15 moais. Cogimos la carretera del este. Nos saltamos lugares arqueológicos que dejamos para el último día. En poco más de media hora llegamos a aquella imponente panorámica. Colosos de piedra volcánica, de espaldas a la brumosa bahía escarpada de piedras con el arco azul profundo de mar coronado por el blanco de la espuma. Desde la altura –el moai más alto del Tongariki tiene quince metros- su mirada imponía, o mejor, acongojaba. A espaldas del mar, éste

es el impacto que debían producir en los poblados a pocos metros de sus pies. Nuestro destino siguiente fue la playa de Anakena. La leyenda tradicional cuenta que en esta bahía desembarcó su primer soberano, Hoto Matu’a con su esposa Vakai y su hermana Ava Rei Pu’a procedentes de la Polinesia central. El rey había recibido en sueños el mensaje de que su continente Hiva se iba a hundir y desaparecer bajo el mar. A llegar a Anakena quedó maravillado y fijó su residencia en aquel paraje idílico. De allí surgió la raíz polinesia de los nativos de la Isla de Pascua según la tradición. Se conoce el lugar como el Valle de los Reyes Rapa Nui. A escasos metros de la orilla de arena blanca se levantó una plataforma con siete moais: El Ahu Nau Nau. Están de espaldas al mar y Ahu Tongariki, la plataforma de moais más monumental de la isla

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Ahu Nau Nau, altar ceremonial en la playa de Anakena

cuatro de ellos lucen pukaos (sombreros). El lugar nos ofrece una postal preciosa: Los cinco gigantes de piedra, entre palmeras y con el azul turquesa del océano al fondo, que hace resaltar el rojo de sus pukaos. Esta playa es el mejor lugar de la isla para bañarse y tomar el sol. Es muy popular. Los días de fiesta se llena de gente. Nosotros quisimos coincidir con uno de estos festivos para vivir el ambiente. Hay chiringuitos, barbacoas, vestuarios, servicios y una amplia zona de aparcamiento. Fue toda una experiencia tomarse una torta de atún en una modesta mesa, con la arena blanca a los pies, el Pacífico de fondo, niños jugando y familias disfrutando al aire libre. En esta playa hay otra plataforma, el Ahu Ature Huki, con un solo moai, que muestra la erosión de los tiempos. Se supone que es

uno de los más antiguos, de una época muy anterior al vecino Ahu Nau Nau. Después de caminar junto a la orilla, observa los moais desde distintos ángulos regresamos al coche. Desde Anakena un trazado asfaltado te lleva hasta Hanga Roa. Tomamos esta ruta. Antes de llegar a la población hay un desvío a mano derecha, que conduce a otro de los lugares emblemáticos: El Ahu Akivi. El tramo es pedregoso, pero no complicado. Antes de llegar a esta plataforma, recomendamos torcer hacia la izquierda, hacia Puna Pau, la cantera de piedra volcánica roja con la que se esculpían los pukaos. El camino es en subida, pero se puede ir en coche. Arriba se despliega una bonita panorámica de la isla con Hanga Roa al fondo. Impresiona ver pukaos, unos que no llegaron a colocarse

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encima de un moai y otros sin terminar de esculpir, esparcidos por el suelo. Los hay de dos metros de diámetro y tres de altura. Nos impresionó tocar aquellas gigantescas piezas porosas de color rojo. Estos ‘sombreros’ fueron una producción tardía (se especula que fue del siglo XV) y sólo el 10% de los moais lucía este pesadísimo tocado. Regresamos al coche. El Ahu Akivi nos estaba esperando. Nuestro objetivo era llegar sobre las cuatro de la tarde cuando el sol iniciara su descenso. Habíamos leído que era cuando sus rayos iluminaban de forma esplendorosa a las figuras. Nos encontramos con otra preciosa postal: Una plataforma con siete esculturas relucientes a la luz del sol en contraste con un cielo azul con esponjosas nubes blancas. Esta plataforma tiene la peculiaridad de que

no se construyó en la costa y a espaldas del mar. Está en la zona central de la isla y la mirada de los moais se dirige a una supuesta aldea que tenían bajo su mirada. No es tan monumental como el Ahu Tongariki ni sus figuras tan detalladas como el Ahu Nau Nau, pero imponen igual. Pasamos un buen rato. Fotografiando el conjunto y los moai uno por uno. La luz le daba fuerza a las imágenes. Antes de regresar a nuestro lodge quisimos hacer una primera visita al volcán Rano Kau y a la ciudadela ceremonial de Orongo. El sol estaba en su descenso y a media tarde tenía que dar una iluminación especial al cráter y al acantilado sobre el que se construyó la aldea. Hay taquilla, pero quedaba sólo media hora para el cierre y nos dejaron pasar sin pagar. Los ángulos de los rayos solares rebotaban

Ahu Akivi, conjunto levantado en la parte central de la isla

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sobre el océano dando tonalidades oscuras al azul y brillo a los peñascos y la espuma que los rodeaba. Estábamos solos y a aquella escena cromática se añadían los soplidos de ráfagas de viento que anunciaban el inicio del atardecer. No apuramos la visita. Ibamos a regresar dos días después a primera hora para ver contrastes de luz diferentes. Antes de cenar quisimos cerrar el día como lo hicimos en el atardecer anterior: Disfrutando de otra puesta de sol en el Ahu Tahai. Este iba ser nuestro ritual de cada jornada hasta nuestra marcha. LA CANTERA DE LOS ENIGMAS

Antes de acostarnos rebobinamos las experiencias del día y las intentamos situar en el contexto de datos históricos que habíamos leído y que situaban la llegada de los primeros pobladores de la isla (que, como hemos visto antes, la leyenda nos dice que procedían de la Polinesia, quizás las islas Marquesas) entre los años 600 al 800 d.c. Sobre el 700 se construye el altar Ahu Tahai, el que tiene un solo moai y está a pocos minutos de Hanga Roa. A partir del 900 las moles de piedra se hacen más estilizadas y entre el 1000 y 1200 son los años álgidos de la construcción de moais. Probablemente el Ahu Tongariki es de esta época. Sobre 1450 se erige el Ahu Akivi. Y de forma sorprendente a partir de 1650 se dejan de construir moais. En nuestra última jornada quisimos ir a los lugares que escenifican cómo la cultura de los moais se derribó –lo decimos en el sentido literal de la palabra- de forma brusca. Pero antes había que ir a los orígenes, al volcán Rano Raraku, que habíamos visto en

Moai del Ahu Nau Nau, uno de los mejor conservados

El moai Tukuturi, descubierto en la cantera Rano Raraku, es el único arrodillado


Cabezas de moais en la cantera de Rano Raraku

la lejanía desde el Ahu Tongariki. Allí está la cantera de los moais, el origen de todos los enigmas que rodean la isla. Tomamos la ruta que nos había llevado el día anterior hacia aquella plataforma, pero antes de llegar nos desviamos hacia la falda del volcán. Hay una amplia zona para dejar el coche. Se paga entrada y el mismo tiquet también te da acceso al volcán Rano Kau y la aldea de Orongo si quieres hacer la visita el mismo día. No lo aconsejamos. La cantera de los moais merece horas de visita no un repaso rápido. Y os recomiendo que dividáis la vivista en mañana y tarde. El recorrido del sol ofrece perspectivas diferentes de los moais. Hay senderos señalizados. No os salgáis de éstos, no intentéis tocar los moais.

Hay vigilancia e incluso voluntarios de paisano que te llamarán la atención si hace falta. Como os dije al principio, la gente de la isla es muy celosa de su patrimonio. Rano Raraku es un museo al aire libre, compuesto de moais que no llegaron a trasladarse a sus plataformas y otros que no acabaron de esculpirse. Las enormes figuras se esparcen por la ladera del volcán y el interior del cráter. La mayoría sólo asoman su cabeza. Y desde los senderos te puedes colocar en una posición para mirar de cerca y frontalmente a las cuencas de los ojos de los moais. La sensación que tuvimos es que aquellas figuras que parecían inexpresivas en las fotos de los libros, en la realidad transmiten una fuerza autoritaria, dogmática, coercitiva,

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entre dios y humano. No eran figuras para la estética, sino para imponer. Por supuesto, es una apreciación personal. La cantera es el lugar perfecto para entender cómo ‘nacieron’ estos gigantes de piedra y después valorar las diferentes teorías de cómo fueron trasladados a sus plataformas. EL DERRIBO DE MOAIS Y EL ‘HOMBRE PÁJARO’

Nuestro cuarto día lo iniciamos en el volcán Rano Kau. Fuimos a primera hora. Hay una amplia pista sin asfalto para llegar a la cresta del volcán. Es uno de los lugares más impresionantes de la isla con una fuerza de colores fantástica. El cráter está lleno de agua y su riqueza en sales alimenta una maravillosa flora que lo convierte en un jardín fantástico para los estudios de botánicos de todo el mundo. Está prohibido bajar al cráter por su

peligrosidad, pero una gran experiencia es bordearlo para deleitarse con la riqueza interior de colores verde, azul, violenta, gris que destella brillos distintos según del ángulo que se observa. La imagen de esta sinfonía de colores, combinada con el ocre de las paredes interiores del cráter y el azul del Pacífico que se asoma por una ancha hendidura de la cresta, es un recuerdo mágico tanto para la retina como para las cámaras fotográficas. En el extremo suroeste del cráter se encuentra la aldea de Orongo, un centro ceremonial que habíamos visitado de forma muy breve el día anterior. Hoy le íbamos a dar todo el tiempo para que su significado nos penetrara. Pero para entender la ceremonia del ‘Hombre Pájaro’ hay que retroceder al derrumbe de la cultura de los moais. ¿Qué pasó en la isla para que desde el año

Interior del cráter Rano Rau, relleno de agua y una riquísima flora

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Las sangrientas guerras entre tribus acababan con el derribo de los moais de los vencidos

1650 de golpe se dejaran de erigir aquellos gigantes de piedra que habían sido elemento de cohesión social? ¿Por qué se produjo un cambio tan radical de creencias? Hay la teoría, que hemos esbozado antes, de que la tala de árboles para transportar moais había desequilibrado el ecosistema. Otra teoría explica que los rapa nui cavaron su tumba por la explotación descontrolada de su entorno y el continuo incremento demográfico en un medio frágil y limitado por su aislamiento geográfico, que les dejó sin recursos naturales para subsistir. Por una razón u otra, las tribus locales se enzarzaron en terribles y sangrientas guerras. No había comida para todos. El hambre les llevó a crueldades extremas. El símbolo de una victoria era derribar los moais de la tribu contraria, extraer sus

ojos para quitarles su fuerza. Era acabar con la protección de los ancestros, de su influencia sobre sus líderes, era una forma de aniquilar la tribu rival tanto física como moralmente. La magia de los moais también se vino abajo. Pero las guerras no solucionaron el problema del hambre. Lo agravaron. Los jefes de las tribus idearon un nuevo sistema para evitar la autodestrucción. La cultura de los moais fue sustituida por otro sistema de creencias denominado Make Make, nombre de un dios creador. La principal costumbre de este nuevo sistema era la ceremonia que se celebraba cada primavera en la aldea de Orongo. Esta ceremonia servía para elegir al Tangata Manu, el ‘Hombre Pájaro’. Cada tribu elegía a su representante. Pasaba tiempo preparándose, en nuestro

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lenguaje actual diríamos entrenándose, ya que la prueba era de gran exigencia física. Cuando llegaba el día se concentraban en los pequeños habitáculos de la aldea. La competición consistía en descender el casi vertical acantilado de 400 metros de Rano Kau, nadar en un mar infectado de tiburones hasta el islote Motu Nui. Allí debían recoger el huevo de una ave migratoria denominada en los libros charrán sombrío y regresar a la aldea, atravesando de nuevo el brazo de mar y escalando el acantilado. El primero que llegara con el huevo sin romper sería el ganador, el ‘Hombre Pájaro’ y su clan mandaría en la isla durante aquel año. La pelea para conseguir el huevo era a muerte. La mayoría de los participantes no regresaba. Este ritual era la envoltura religiosa de una deci-

sión pragmática: la de acabar con las guerras entre tribus que habían devastado la isla y derrumbado a los moais. La batalla se reducía al plano individual de los que participaban en la competición del ‘Hombre Pájaro’. Morían unos pocos en la pugna y se conseguía lo más importante: la tribu del ganador iba a mandar durante aquel año y todos lo aceptaban bajo el manto ceremonial del dios creador. La ceremonia servía como factor estabilizador para evitar el genocidio. Nadie iba a discutir quién era la autoridad durante aquel período. Así acabaron las guerras. Un cambio de creencias inteligente. No queríamos acabar nuestro último día sin encontrarnos con otro de los enigmas de la isla: Te Pito Cura. Es una bola esférica, lisa, posada en el suelo, que dos brazos abier-

Las diminutas entradas de las casas de la aldea ceremonial de Orongo

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Te Pito Kura, una piedra esférica lisa. La tradición dice que fue traída de la Polinesia por el primer rey para transmitir su fuerza. A ella se le debe otro nombre de la isla: Te Pito o Te Henua, el Ombligo del Mundo

tos no abarcan, situada dentro de un muro de piedras circular, y acompañada por otras cuatro más pequeñas a modo de asiento. La leyenda cuenta que el rey Hotu Matu’a llegó a la isla con esta enorme piedra portadora de su poder espiritual. Esta bola tiene una alta cantidad de hierro y, según dicen, se calienta más que las otras (nosotros no lo notamos) y la tradición le otorga por este motivo algunos poderes por supuesto no comprobados. Lo que se comprueba es que su componente de hierro ocasiona un comportamiento extraño en las brújulas. A estas rocas le debe la isla su otro nombre: Te Pito o Te Henua, el Ombligo del Mundo. Curioso que los ante-

pasados rapa nui pusieran este nombre a un lugar tan remoto. Regresamos a Hanga Roa. Asistimos a nuestra última puesta de sol, la de la despedida . Por la noche preparamos nuestro equipaje. Aún estábamos en la isla y ya nos invadía un sentimiento de nostalgia por aquel mundo único que habíamos vivido en pocos días. A la mañana siguiente recorrido por el Mercado de Artesanías para hacer unas compras y desplazamiento hacia el aeropuerto. El regreso fue muy largo. Santiago de Chile, Buenos Aires, Barcelona. Pero el recuerdo de la enigmática isla de Pascua fue el mejor compañero de viaje. v

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NĂŠguev, el desierto de Israel MĂ­stica, extensa y desconocida, esta tierra, tan dura como bella, y cuna de civilizaciones milenarias, es digna de ser contemplada por toda la eternidad TEXTO Y FOTOS JORDI CANAL-SOLER FECHA DEL VIAJE 03/12/2015 A 10/12/2015

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El autor gozando de la perspectiva de una joroba.

A Los beduinos están siendo obligados al sedentarismo, pero todavía mantienen a sus camellos, aunque sea para dar vueltas a los turistas.

David Ben-Gurion, primer ministro de Israel durante su independencia, le gustaba el desierto de su país. Le gustaba asomarse al balcón natural de roca en el extremo del kibutz de Sde Boker y contemplar como el despertar del sol modificaba el calor del paisaje rocoso, yermo, desnudo y estéril que se divisa desde lo alto. Lo contemplo desde el mismo sitio en que lo miraba cada mañana Ben-Gurion, cerca de la tumba donde escogió ser enterrado. Reposa aquí junto a su mujer. Él fue el primer visionario en creer que la vida podía llegar al desierto y que el deber del país era poblarlo y hacerlo florecer. Llegué aquí tras superar un puerto de montaña, entre desgastadas laderas, y el frondoso y bien cuidado bosque con el sendero que conduce hasta el lugar de reposo del primer ministro

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El cañón de En Avedat contiene algunas fuentes que lo convierten en un oasis en medio del desierto.

y su esposa ya me anunció que sería algo especial. Bajo unos árboles y la bandera de Israel, las dos tumbas yacen al sol delante de un balcón que se abre a un paisaje para contemplar por toda la eternidad. El extenso valle de roca desnuda se presenta como la piel erosionada y arrugada de una tierra envejecida que, sin embargo, muestra en su tosca rugosidad la fuerza indómita de las fuerzas geológicas. Sigue siendo un paisaje

fascinante, que se abre en una expansión de terreno abrupto, un ancho vacío más allá del acantilado en el que me encuentro, cuyas estribaciones erosionadas descienden hacia el fondo del valle de Zin, donde se distingue el trazo del lecho seco de un viejo río. En el horizonte se perfila la silueta de colinas lejanas, medio difuminadas por el polvo. En la llanura, la roca toma colores ocres, marrones, negros, amarillos y marfilados,

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DNI DEL VIAJERO Nombre: Jordi Apellido: Canal-Soler De: Barcelona (España) Edad: 38 años Soy escritor y fotógrafo especializado en viajes. Viajo por el mundo y lo cuento en artículos en revistas y periódicos, programas de radio y televisión, charlas y conferencias y media docena de libros, entre los que se cuentan VIAJE AL BLANCO (Editorial UOC, 2014) y TERRES DEL NORD (Nova Casa Editorial, 2015). También me encontraréis en: Página Web: www.jordicanal.com Blog: Apunts de Viatge Facebook: facebook.com/jcanalsoler Twitter: @jordicanalsoler Instagram: @jordicanalsoler Youtube: jcanalsoler Google Plus: +JordiCanalSoler

que conforman una paleta magníficamente diversa. Esto es el Néguev, el desierto más grande de Israel. Con sus más de trece mil kilómetros cuadrados, el desierto del Néguev cubre más de la mitad de la superficie del Estado de Israel, y aunque en los textos bíblicos aparece mencionado más de cien veces (entre ellos, fue el lugar en el que se retiró Abraham cuando fue expulsado de Egipto), hasta hace relati-

vamente poco la industria turística del país no le había hecho demasiado caso. En hebreo Néguev significa tanto “seco” como “sur”, y es que ocupa toda la extensión media del país, con forma de triángulo invertido, hasta llegar a Eilat, en el Mar Rojo, y sin embargo tiene algunos de los paisajes más fabulosos del país que vale la pena conocer. Hasta hace pocos decenios era una extensión solo habitada por familias beduinas

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nómadas que se movían por el desierto buscando los escasos pastos para sus camellos y cabras, pero a partir de la creación del Estado de Israel se empezaron a crear asentamientos allá donde se encontraba suficiente agua en el subsuelo. Be’er Sheba, la capital de la región en el norte del desierto, tiene más de 200.000 habitantes, pero existen otras pequeñas poblaciones dispersas, tanto judías como beduinas, e incluso unos cuantos kibutzim que aprovechan algunos oasis para conrear sus cultivos.

EN AVEDAT

En todos los desiertos esta agua subterránea acaba aflorando de alguna manera convirtiendo el árido paisaje en un oasis de verdor. Y junto al kibutz de Sde Boker el agua aflora desde lo alto de un promontorio y a medida que va descendiendo hacia el valle se convierte en el río Avedat. Remontando sus aguas hacia la montaña, este se pierde en un cañón rocoso que penetra la roca y des-

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aparece entre altos acantilados, empapando la tierra para que crezcan algunos arbustos y palmeras protegidas por el Parque Nacional de En Avedat, una de las joyas del Néguev. Bajo en el coche hasta el aparcamiento, y mientras el conductor marcha para venirme a buscar al otro lado de la montaña, al final del camino, inicio la excursión. Un camino de polvo conduce, serpenteando entre algunas charcas de agua y juncos que crecen a la sombra de las altas paredes, hasta una poza enorme que recoge el agua de manantiales

superiores antes de que esta se cuele por encima de la roca pulida que le hace de presa. Incluso en verano, cuando las temperaturas superan fácilmente los cuarenta grados, esta agua mantiene fresco el ambiente. El camino sigue por una hora más de trayecto, elevándose mediante escalones cortados en la roca para poder remontarse hasta encima de la cascada que alimenta la poza. Y más allá de ésta el camino sigue subiendo poco a poco el curso del río hasta llegar al pendiente más abrupto del precipicio. Es

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El árido y rugoso aspecto del Néguev, con su geología a la vista, tiene un indescriptible atractivo.


momento de mirar atrás para ver el tramo recorrido, sorprenderse ante la belleza del cañón superado e intentar divisar alguno de los buitres que recorren los cielos en busca de comida. Incluso si hay suerte pueda verse, saltando por las rocas, alguno de los íbices que son el símbolo del parque. El último tramo es el más duro y peligroso, ya que el camino se convierte en algunos puntos en una escalera de metal por la que hay que trepar, y un sendero empinado que serpentea ladera arriba. Casi antes de llegar al altiplano superior el camino gira a la dere-

El agua de En Avedat se encharca en pozas naturales creando espejos en los que se reflejan el cielo y las altas paredes.

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¿CÓMO VISITAR EL NÉGUEV? Aunque lo mejor es alquilar un coche para poderse mover libremente por la zona, la compañía ABRAHAM TOURS ofrece completos tours por la zona (con camel ride y comida en haimas beduinas incluidas) saliendo de Jerusalén que facilitan bastante la visita de los puntos más céntricos.


La vida florece cerca del agua en En Avedat

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Los monjes bizantinos construyeron barandas para el acceso a sus cuevas.

cha y llega hasta un par de cuevas excavadas en la roca durante el período bizantino. Desde aquí los monjes que las habitaban hacían contemplación espiritual pero, sobretodo, me imagino, se debían pasar horas en el balcón frente a su cueva, admirando en su solitario retiro unas vistas que muchos pagarían por tener. RAMON MAKHTESH

Un buitre sobrevuela el vacío del canñón de En Avedat buscando carroña.

Hay unas vistas incluso más espectaculares en la siguiente parada de mi recorrido por el desierto, el Cráter Ramon. Este es en realidad el mayor makhtesh del mundo, un tipo de cráter que ni ha sido formado por el

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impacto de un meteorito ni por la erupción de un volcán. Se formó, como los otros, a partir de la erosión de millones de años de la roca más débil, que abandonaba el espacio a través de la salida del wadi o río. El de Ramon tiene cuarenta kilómetros de diámetro y una profundidad de quinientos metros, cosa que permite entender el porqué de su título de importancia como el mayor del mundo. Su contemplación tiene algo de sobrenatural. Junto al borde del precipicio en uno de los extremos apenas distingo el borde del cráter más allá del horizonte agrietado del valle inferior que, con sus montículos ocres, amarillentos y marrones, parece pertenecer más a

un lejano planeta deshabitado que a nuestra Tierra. Quedo absorbido por la tranquilidad y el silencio del desierto, hasta que me despierta de mi ensoñación un ligero bufido a mi espalda. Es el camello que me ha traído aquí. Si hay algo más sugerente que contemplar el Cráter Ramon es hacerlo desde lo alto de un camello, mientras a su paso lento, avanza por el borde del precipicio con bamboleante silencio. Me subo de nuevo a él y regreso, con mi guía Ahmed, al punto de partida. Él es uno de los beduinos que supieron adaptarse a la vida del desierto, y me confiesa que sin la ayuda de los camellos, la supervivencia aquí hubiera sido imposible en el pasado.

Los ermitaños bizantinos construyeron celdas en la roca para rezar aislados del mundo. Lo hacían con las magníficas vistas del barranco de En Avedat.

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Ramon Makhtesh es el cráter makhtesh más grande del mundo.

–Ahora que la electricidad y el gasoil permiten a los judíos tener aire acondicionado y grandes bombas de agua que buscan hasta la mínima gota debajo de la tierra, cualquiera puede vivir aquí –me dice–. Por eso hay tanta gente… La vida aquí es demasiado fácil ahora… Y luego, en un susurro que se lleva el viento, me confiesa: –Antes sólo vivíamos los beduinos, aquí. Estábamos más tranquilos…

VIDA BEDUINA

Para entender mejor el modo de vida nómada aplicado en el desierto termino el día en casa de Salim, un amigo de Ahmed. Debe de tener unos cuarenta años, aunque el sol y el polvo del desierto han envejecido rápidamente su piel, como las grietas del paisaje seco. Tiene un par de esposas y cinco hijos, y aunque es de origen beduino, cada vez se encuentra con más dificultades para poder seguir el modo de vida tradicional de su gente, ya que el

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La familia beduina de Salim trata de mantener sus costumbres en un mundo que cambia a pasos agigantados. La hora del tĂŠ, sin embargo, se mantiene.


Una buena red de carreteras cruza el desierto del Néguev, con muy buenas indicaciones para hacerlo por uno mismo, aunque para disfrutarlo aún más es mejor ir con un guía.

gobierno quiere sedentarizar a los beduinos, y el nomadismo inherente a su modo de vida es casi imposible. Pero a esa contrapartida se le hay que sumar algo muy positivo: sus hijos e hijas pueden ir a la escuela cercana, donde aprenden árabe, hebreo e inglés. –Ellos aprenden cada día durante ocho horas el modo de vida moderno –me explica Salim después de haber comido, en la haima que tiene montada detrás de su choza–. Pero cuando anochece, junto al fuego, yo les explico viejas historias beduinas, les enseño las costumbres de nuestro pueblo y cómo sobrevivir en el desierto.

Salim enciende un cigarrillo con una de las brasas ardientes que calientan el té y deja escapar una nube de humo que se desvanece antes de llegar a la tela que nos protege: –Así, en un futuro, cuando sean mayores, ellos tendrán las dos formaciones. Y entonces podrán decidir si quieren vivir según la vida moderna o la vida de los beduinos. Será una difícil decisión, creo. Pero sea cual sea su elección, pienso, sus hijos seguirán viviendo aquí, en el Néguev. Puede ser un desierto austero, tosco y difícil, pero con su refinada belleza, el Néguev crea adicción… v

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TERRES DEL NORD Un libro de Jordi Canal-Soler Libro de viajes sobre el recorrido por Alaska y Yukón siguiendo las huellas de los buscadores de oro, cazadores, aventureros y animales de una de las últimas tierras vírgenes del planeta.

Nova Casa Editorial [català]

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VI AJ ER O A BL OG UE RO

DE

Jugar en tiempos de guerra

La vida en Sarajevo en tiempos de paz, contrasta con lo vivido durante el conflicto bosnio, aún muy presente en la memoria colectiva TEXTO Y FOTOS NICOLÁS MARRERO FECHA DEL VIAJE SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2015

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E

l gris ilumina las montañas que se van vistiendo de Otoño. Entrado el mediodía la bruma comienza a opacar el horizonte. Sarajevo va ingresando lentamente al frío estival y sus colores grises se mojan con esa lluvia intermitente que nunca deja secar las calles.

Ingreso a un pequeño almacén y compro un vino cuya cepa desconozco. La veterana que atiende me sonríe y me dice algo en bosnio. Le devuelvo la sonrisa, pago y salgo. Voy serpenteando las veredas y esquivando a los obreros de la construcción que son las manos que reconstruyen las cicatrices del pasado. Poco a poco, la ciudad va sanando

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las heridas de sus edificios tan lastimados por las balas, bombas y masacres. Cruzo tres cementerios que recuerdan la muerte como parte de la cotidianidad. En épocas de la guerra, había más muertos que tierras para enterrarlos, por lo que hubo que habilitar parques, terrenos baldíos y hasta jardines particulares para darle descanso a los caídos de aquel asedio que se desató tras la separación de Bosnia&Herzegovina de la República Socialista Federal de Yugoslavia. Cuando llego a la casa de Masa, me recibe con esa eterna sonrisa que tiene la gente de Sarajevo ante el saludo y la bienvenida. El olor de sus albóndigas funciona como un arrullo que tiene sabor a mi tierra, Uruguay. “Albóndigas, como las que hacía mi madre” le digo a Masa. Ella también parece disfrutar

DNI DEL BLOGUERO Nombre: Nicolás Apellido: Marrero De: Uruguay Edad: 32 años Blog: www.letrasdeviaje.com Facebook: facebook.com/LetrasDeViaje Twitter: @pimarrero Instagram: Letras_de_Viaje Linkedin: uy.linkedin.com/in/nicolasmarrero Mail: pimarrero@gmail.com Soy Nicolás y nací en Uruguay. Desde 2012 soy escritor nómada. Manejo un blog de viajes www.letrasdeviaje.com Escribí dos libros que puedes encontrar en mi tienda del blog. Uno es “Letras de Viaje” que es una bitácora de mi primer año de viaje a dedo por Europa y otro “Cuentos de Bolsillo” que son 25 relatos cortos de ficción y realismo mágico. Escribo una columna de viajes mensual para la revista “La Mirilla” que es una producción uruguayo-argentina. Colaboro para la web phows.com con pequeños artículos en inglés. Tengo 25.000 kilómetros hechos en autostop. He viajado por 39 países a los que, en su mayoría, he entrado caminando con la mochila al hombro. He vivido en Uruguay, Rumania, México, Costa Rica y Bosnia. Cocino y me gusta mucho el café.

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ese aire y levanta la vista para asociar recuerdos. Mientras abro el vino, hace memoria: “Sí, yo disfruto este tipo de comidas porque durante la guerra la comida era muy escasa”. La niñez nos tocó en la misma época, pero con una realidad donde el concepto de escasez significaba otras cosas. “Recuerdo que una vez un vecino nos trajo un tomate” me sigue diciendo “Un solo tomate. Ya no recordábamos a qué sabía. En mi casa éramos nueve personas: cuatro niños y cinco adultos. Te podrás imaginar que no era suficiente para todos. Por eso, mi madre cortó el tomate en cuatro partes, uno para cada niño. Ella y mi abuela se limitaron

a pasar su lengua por el cuchillo para tener el gusto en su paladar”. Vienen a mí aquellos años de 1992 o 1993, mientras los tomates crecían en las calles de mi pueblo, yo me sentaba a la mesa con mi familia a mirar las noticias de un país raro que estaba en guerra y de una ciudad llena de muertes y balas. Yo en Uruguay y Masa en Sarajevo, cada uno en mundos tan distantes y opuestos. Vuelvo a mi presente y desde la calle llegan los sonidos de los albañiles trabajando. En la mesa, los platos rebosan de vapor, colores vivos y aromas arrolladores. Mientras yo sirvo un poco más de vino, Masa recuerda el

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día en que los ejércitos comenzaron a tomar la ciudad: “Yo estaba en la casa de mi abuela y me vio asomada a la ventana. Me dijo apresurada que no me acerque, que recoja las cosas y que nos vayamos para mi casa. Fue en ese momento en que ella se dio cuenta de que la guerra había comenzado. Por suerte nos apuramos a salir, porque esa zona fue destruida”. Fue el 5 de abril de 1992, cuando las fuerzas del Ejército Popular Yugoslavo y el Ejército de la República de Srpska rodearon la capital bosnia, cortaron los accesos, los servicios de luz, agua y gas, y se instalaron en las montañas que rodean la ciudad. Dieron

comienzo al sitio más prolongado en la historia de las guerras modernas. Sarajevo, antes de la guerra, era una ciudad que hervía de juventud. Teatros, cines, bares, tertulias e intelectualidad hacía de la ciudad el epicentro de la movida cultural de Yugoslavia. Hasta que de un día para el otro, los ejércitos apagaron la luz de cada bar, cambiaron sonidos de guitarras por estruendos de bombas y los tanques aplastaron cada muro pintado de arte y poesía. Masa recuerda con una leve sonrisa cómo pasaban el tiempo cuando ya no había actividades que hacer en la ciudad. Cuenta que una vez estuvieron metidos en el sótano

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por cuatro meses: “Fue una época en que el bombardeo era constante y nunca sabíamos si alguna bomba caería en nuestro edificio. Imagínate: no teníamos radio ni televisión, la luz venía una o dos horas nada más. No había mucho para hacer. De todos modos, en el día, mientras los adultos subían a encargarse de sus quehaceres, los niños organizábamos obras de teatro para presentarlas en las noches. Organizábamos concursos de bailes y canto. Nos divertíamos mucho con esas cosas”. “¿Se divertían? ¿había lugar para eso?” le pregunté. “Claro. Una vez que estás viviendo la guerra, te acostumbras y la vives como puedes.

Es terrible, lo sé. Pero llegó un punto en que era parte de la cotidianidad. Nosotros en ciertos momentos, salíamos afuera a jugar como niños que éramos”. Salir a jugar, algo tan natural para un niño. Era por aquellas tardes de verano, cuando mi escuela estaba de vacaciones, que nos juntábamos los niños de mi pueblo a jugar a la escondida, al fútbol en la calle, a las guerras con agua y a la lucha entre los vaqueros e indios. La guerra como un juego para mi. La guerra como una realidad cotidiana para Masa. “Pero si jugaban afuera ¿podía alcanzarles algún disparo de los francotiradores?”

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le pregunté al verme en la imagen cuando correteaba en esos veranos. “No estaban en mi barrio. Aunque una vez el ejército yugoslavo estaba cerca. Parecía inminente que tomaran esa zona. Al final, nuestro ejército pudo hacerlos retroceder, pero mi madre me contó, años después, que esa noche en que se estaban viniendo los enemigos, estuvo caminando afuera pensando en la mejor forma de matarnos a mi y a mi hermana. Porque todos sabíamos lo que hacían los soldados cuando tomaban los edificios”, me termina diciendo Masa con una naturalidad que denota aceptación. Los platos ya están terminados. El aroma del café después de la comida parece sumirla en otra leve nostalgia. “Aún no sé como

hice para sobrevivir todos aquellos años” me repite. Otros niños y niñas no tuvieron su misma suerte y hoy descansan en esos parques, recordándonos que la guerra no discrimina edades. Parece que los obreros terminaron de trabajar. El paso del día va alargando las sombras y la ciudad comienza a iluminarse de ese amarillo del atardecer. El contraste de las montañas ponen de relieve el horizonte y el sonido de la ciudad comienza a apaciguarse. Es hora de irme. Me despido de Masa con una sonrisa de gratitud, porque sé que mientras dure el retorno a mi casa podré valorar aquella niñez que viví, tan llena de platos calientes y con el concepto de guerra solo como un juego entre niños. v

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Libro Nicolás Marrero es escritor nómada desde 2012. Ha recorrido cuarenta países de varias maneras. A la mayoría de ellos ingresó caminando mochila al hombro. Este es su primer libro, una bitácora de su primer año de viaje. En él conjuga el humor y la reflexión para llevar al lector a un recorrido por una Europa vasta y diversa.

Hacé tu pedido email: libro@letrasdeviaje.com Versión digital Versión Impresa Descargar un capitulo gratis Tienda Online

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El paraíso alpino Suizo Un recorrido entre bellas montañas y paisajes singulares que dejan al viajero cautivado TEXTO Y FOTOS TXEMA GONZÁLEZ ALLENDE FECHA DEL VIAJE JULIO 2011

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L

a montaña suiza esta increíblemente acondicionada para el visitante. Hay numerosos teleféricos y trenes cremallera a lo largo y ancho del país que facilitan la llegada a lugares bastante inaccesibles. Y además de la naturaleza, hay infinidad de pueblos y ciudades de postal, aunque en este viaje nos centramos más en la parte natural, pues ya habíamos estado antes en Suiza y conocíamos muchos de los pueblos y ciudades. Viajamos en coche desde Bilbao hasta Berna en el mes de Julio. El verano es la época ideal para conocer los Alpes suizos ya que en invierno la nieve impide el acceso a muchos lugares de la montaña. Desde la preciosa ciudad de Berna nos desplazamos a Interlaken, un pueblo sin demasiado encanto, pero estratégicamente situado para las visitas de los siguientes días. Al día siguiente nos dirigimos hacia uno de los lugares emblemáticos de los Alpes, el Jungfrau. Se trata de una cumbre de más de 4.000 metros, mítica del alpinismo suizo. Y lo bueno es que se puede llegar prácticamente hasta sus pies a bordo de un increíble tren cremallera, que nos deja en una cima secundaria, el Jungfraujoch. Conviene subir un día despejado porque el tren es realmente caro y si subes con mal tiempo vas a ver muy poco. Subimos desde Grindelwald y tras un transbordo en Keine Scheidegg el tren se introduce en el interior de la montaña y tras dos paradas en unos miradores excavados en el interior de la propia roca llega a la estación de Jungfraujoch (3.454 metros). El paisaje que se puede contemplar desde las terrazas Walensee: Lago Walensee

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es espectacular, el glaciar Aletsch, el más grande de Europa se extiende hasta donde se pierde la vista y pudimos caminar sobre una parte del mismo. Tras pasar unas horas arriba en el viaje de vuelta nos paramos en la parada de Keine Scheidegg para acercarnos a las paredes de los míticos Eiger, Mönch y Jungfrau. Seguimos una preciosa ruta de senderismo que sigue por las faldas de las montañas hacia Grindelwald y en unas dos horas llegamos al punto donde habíamos cogido el tren de subida. Ya en Grindelwald vimos los dos glaciares que bajan hasta las inmediaciones del pueblo. El superior está acondicionado mediante escaleras en la pro-

pia roca y varias pasarelas. El circuito por las rocas es precioso. Al día siguiente nuevamente desde Interlaken nos dispusimos a conocer el espectacular valle de Lauterbrunnen. La primera parada fue el propio pueblo de Lauterbrunnen, un puñado de casas de estilo alpino suizo encajadas en un valle de altísimas paredes verticales por donde se dejan ver cascadas que caen desde la parte superior. La más conocida y pintoresca es la de Staubbachfall, de unos 270 metros, muy cerca del pueblo. Una vez visitado el pintoresco pueblo y la cascada nos dirigimos a las cataratas de Trümmelbachfalls, realmente curiosas

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DNI DEL VIAJERO Nombre: Txema Apellidos: González Allende De: Bilbao (España) Edad: 41 años Ingeniero, fundador de la app de viajes TravelEchoes. Desde que empecé a recorrer mundo no he podido parar. Viajar es algo que te engancha y aunque ahora con niños tengo que plantear los viajes de otra manera espero poder inculcar a mis hijos esa pasión por viajar y conocer nuevas culturas. Me encanta viajar en coche a mi aire porque me da mayor libertad y también soy un apasionado de la fotografía, otra afición que se complementa perfectamente con la de viajar.

Jungfraujoch: Vista del glaciar Aletsch desde Jungfraujoch

Aletsch: Glaciar Aletsch visto desde la ruta Eggishorn – Bettmerhorn

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Lauterbrunnen: Vista general del valle de Lauterbrunnen

porque son unas cataratas que caen por el interior de la montaña en diferentes saltos. Un sistema de túneles, ascensores y escaleras nos permitieron ascender por ellas. Desde el interior de la montaña el rugido del agua al caer es atronador. Hay numerosos miradores a lo largo del recorrido y también hacia el valle. Tras comer algo nos dirigimos a Mürren, uno de los pueblecitos situados en terrazas sobre el valle. Es un pueblo precioso, peatonal y solo accesible en teleférico o a pie. Dimos un paseo por un pequeño sendero señalizado de un ahora que ofrecía unas vistas espectaculares del valle y de las cimas del Eiger, Mönch y Jüngfrau. Tras dar un pequeño paseo por el agradable pueblecito subimos al Schiltorn tomando otro teleféri-

co. Allí se encuentra un famoso restaurante giratorio, el Piz Gloria, que se hizo famoso a raíz de su aparición en una película de James Bond. Las vistas desde aquí superan las que encontramos prácticamente en todos los Alpes. Tras bajar al valle nos quedaban un par de horas de luz que aprovechamos en Wengen, otro pueblecito situado en el mismo valle y solo accesible por ferrocarril o teleférico. Dimos una vuelta por el precioso pueblo, excepcionalmente cuidado como todos en Suiza, y disfrutamos de más vistas. El día siguiente lo dedicamos a la zona de los dos lagos que rodean Interlaken. Por la mañana, nos dirigimos a la cima del Niesen en el lago Thunersee. Es una montaña bastante modesta (2.362 metros) pero con unas

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vistas sobre el lago y las grandes cumbres de los Alpes realmente espectaculares. Llegamos fácilmente en funicular desde Mülenen, prácticamente hasta la cima. En la cumbre hay un hotel, un restaurante y sobre todo vistas increíbles. Tras disfrutarlas bajamos de nuevo en funicular y nos dirigimos al este hasta el Brienzersee, el otro lago que baña Interlaken. Allí subimos a otro impresionante balcón, el Brienzer Rothorn. Subimos en un pintoresco tren a vapor desde Brienz. El recorrido es de cuento de hadas y la vista del lago turquesa y las montañas desde la cima es otra vez indescriptible. Desde allí había numerosas rutas de senderismo pero nos quedamos con las ganas pues no teníamos tiempo. Descendimos de nuevo en el maravilloso tren y aprovechamos lo poco que quedaba de día para visitar las

bonitas cascadas de Giessbach, en la orilla sur del lago. Hay un hotel y un corto sendero con un puente sobre la cascada. Terminamos el día en Brienz, otro encantador pueblo con sus casas de madera. Con el nuevo día nos dirigimos a visitar el glaciar de Trift y sobre todo el espectacular puente colgante de estilo nepalí que atraviesa la garganta, el Triftbrücke. Desde Gadmen, al oeste de Brienz, se toma un teleférico que te deja a algo menos de dos horas del puente. La caminata resultó muy agradable a lo largo del valle hasta que de repente llegamos a un punto en el que apareció ante nosotros una imagen impactante. Al fondo el glacial con el lago de un turquesa impresionante justo debajo y el increíble puente cruzando la garganta a unos 100 metros de altura. Cruzar el

Mürren: Vistas desde Mürren

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puente es una experiencia realmente única. Aunque era un poco pronto aprovechamos para comer allí y disfrutar de la espectacularidad de lugar. Además estábamos casi solos, a pesar de hacer un día impresionante y ser pleno mes de Julio. De nuevo regresamos hacia Brienz, y aprovechamos para ver una serie de atracciones naturales ‘menores’ en las cercanías de Meiringen, como la garganta del Aare – un precioso recorrido de poco más de un kilómetro por pasarelas y puentes

- las cataratas de Reichenbach – unas bonitas cataratas donde Doyle mató al personaje de Sherlock Holmes, y a las que se accede en funicular- y la garganta de Alpbachschlucht – otro precioso paseo esta vez bastante empinado y con buenas vistas -. Los dos días siguientes fuimos hacia el Norte. El primero de los dos días visitamos el Monte Pilatus en las cercanías de Lucerna. Como seguía haciendo un tiempo excelente aprovechamos para subir a este monte des-

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Brienzersee: Vistas del lago Brienzersee desde el Brienzer Rothorn

de Lucerna en teleférico. No es una montaña muy alta (2128 metros) pero la vista desde la cumbre hacia el lago de Lucerna con sus numerosos brazos es sencillamente espectacular. También se puede llegar en tren cremallera. Una vez arriba una serie de sencillos caminos conducen a diferentes miradores, a cada cual más sobrecogedor. También hay un paseo por una galería excavada en un acantilado con vistas que merece la pena y una capilla preciosa en el borde del acantilado a

la que se puede llegar andando desde la estación superior. Tras disfrutar de todos estos puntos y comer en el Pilatus pasamos lo que nos quedaba de día en Lucerna, una ciudad increíble, con un casco antiguo encantador como sacado de un cuento. Destaca especialmente su puente de madera. Continuamos el viaje hacia el este para visitar la región de Appenzell. Esta zona es preciosa, con pueblos de ensueño y un paisaje suave que se vuelve más montañoso en la zona de Alpstein. Paseamos un poco por el precioso pueblo de Appenzell mientras hacíamos algunas compras. Desde Wasserauen cogimos un teleférico que nos llevó a Ebenalp, una zona con vistas increíbles. Allí hicimos una pequeña ruta pasando por la capilla de Wildkirchli hasta llegar al restaurante de Aescher, un edificio de madera en un emplazamiento espectacular bajo la pared de roca y que habíamos visto en numerosas postales. Tras comer y disfrutar de las vistas nos desplazamos hasta Schwägalp, punto de acceso al monte Säntis, la montaña más alta de Alpstein. En la estación de la cumbre nos encontramos unas instalaciones perfectamente habilitadas para disfrutar de las vistas con miradores fabulosos sobre esta parte de los pre-Alpes. Tras bajar de la montaña aprovechamos para visitar el lago Walensee una hora al sur. Es un lago de un verde turquesa precioso y a lo largo de la carretera hay diferentes miradores que permiten apreciar un paisaje de ensueño. A la mañana siguiente el tiempo empezó a cambiar pero todavía seguía sin llover. Paramos en Bad Ragaz, un bonito pueblo y

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aprovechamos para ver la garganta de Taminaschlucht, un precioso recorrido por pasarelas excavadas en la roca de la estrechísima garganta. Continuamos hacia el Gran Cañón Suizo, Ruinaulta. Es un cañón hecho por un afluente del Rhín realmente pintoresco por las extrañas formaciones rocosas que lo bordean. Es una caminata de unas tres horas

ida y vuelta sin mayor dificultad y que lleva a una plataforma de observación espectacular. De camino se pasa por unos lagos color turquesa increíbles. Tras la caminata visitamos el pueblo de Flims. Tras comer seguimos al oeste hacia el paso de montaña de Oberalp. Desde allí hicimos una ruta circular hasta las fuentes del Rhin. Como empezamos tarde

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apretamos el paso y conseguimos hacerlo en menos de cuatro horas. Es un recorrido circular que ofrece unas vistas espectaculares y llega al lago Tomasee, la fuente del Rhin. Sin tiempo para más seguimos hasta Andermatt donde hicimos noche. El día siguiente el tiempo se terminó de estropear y nos limitó bastante, ya que pre-

tendíamos hacer un recorrido circular en coche por algunos de los pasos de montaña más emblemáticos de los Alpes. Empezamos subiendo el mítico San Gotardo, donde pudimos ver el precioso puente del Diablo y la mítica carretera adoquinada de la Tremola. No obstante las nubes y los chaparrones no permitían contemplar el paisaje. Tras el

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Pilatus: Vistas hacia el lago de Lucerna desde el monte Pilatus


Lucerna: Puente de madera de Lucerna

Gotardo nos dirigimos a Nufenenpass, también con vistas impresionantes. Seguimos al norte hasta Gletsch, donde se despliegan los pasos de Furka y Grimsel, uno en cada dirección. En la subida al Furkapass nos encontramos con otro lugar mágico, el glaciar del Ródano que parece querer engullir un hotel situado en el borde de la carretera. La imagen es espectacular y se puede visitar el final del glaciar, con una cueva excavada en el hielo, en un paraje realmente mágico. Tras completar el puerto de montaña deshicimos el camino y subimos el Grimselpass. Paramos numerosas veces a disfrutar de vistas aunque muy mermados por la lluvia. Nos alojamos en Fiesch.

El día siguiente nos dedicamos a explorar otra de las maravillas naturales de Suiza, el glaciar Aletsch, que ya habíamos visto desde uno de sus extremos en el Jungfrau. Subimos en teleférico hasta el Eggishorn, un increíble mirador sobre la parte inferior del glaciar. La sensación de estar en la montaña sobre un inmenso río de hielo es indescriptible. Desde allí hicimos una ruta de unas 3,5 horas hasta el pico Bettmerhorn, sin perder de vista el glaciar. Desde allí utilizando de nuevo el teleférico bajamos al valle y tras comer nos dirigimos a otro punto espectacular del glaciar: el puente colgante entre Riederalp y Belalp. De nuevo accedimos en teleférico y tras pasar por el majestuoso puente colgan-

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te de estilo nepalí a unos 100 metros sobre la garganta llegamos al precioso mirador de Riederalp, unas tres horas después. Allí apuramos lo que quedaba de día. Continuamos el viaje hacia Zermatt y el mítico Cervino o Matterhorn, el monte que sale en una famosa marca de chocolates. Para llegar al precioso pueblo de Zermatt tuvimos que dejar el coche en Täsch y continuar en tren, el único transporte permitido. Allí tomamos el famoso y caro tren cremallera a la estación de Gornergrat (3.089 metros), un lugar espectacular sobre una lengua glaciar y con una vista inigualable del Cervino. Bajamos hasta el glaciar y dimos algunos paseos por las cercanías de la estación de tren. Después decidimos bajar caminando hasta la siguiente parada del tren (lo puedes

Appenzell: Restaurante de montaña de Aescher cerca de Ebenalp

Furkapass: Glaciar del Ródano en el paso de Furka

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Matterhorn: Pico Matterhorn desde las cercanías de Gornergrat

coger y dejar donde quieras) y así disfrutamos de nuevas perspectivas del espectacular Cervino. Después seguimos en el tren hasta la parada de Riffelalp, donde seguimos una bonita ruta de unas tres horas por algunos de los más bonitos lagos de la zona como el Stellisee, Grindjisee o Grünsee. Después bajamos en tren hasta el pueblo de Zermatt y visitamos el coqueto pueblo con sus preciosos edificios de madera. Nos dirigimos a Sion a pasar la última noche. Iniciamos el regreso a casa pero antes una última parada: aprovechamos la mañana para subir en teleférico hasta Mont-Fort un

impresionante mirador hacia el Mont Blanc y una inmensa cantidad de cumbres de los Alpes. Conducimos hasta Verbier y allí subimos hasta e espectacular mirador. No teníamos tiempo para entretenernos mucho y tras disfrutar de las vistas iniciamos el descenso y el largo regreso a Bilbao. Para alojarnos durante el viaje echamos mano de hoteles y algún B&B aunque no son demasiado abundantes en Suiza. El alojamiento no es excesivamente caro pero el buen número de trenes de montaña y teleféricos que usamos nos supuso un presupuesto importante, ya que no son nada baratos. v

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Interrail, disfrutando del trayecto Es una de las mejores maneras de conocer Europa, divertida y económica: un mítico billete de tren que te permite viajar a tu aire. Una experiencia ineludible TEXTO Y FOTOS ANNA BONET MARTÍNEZ FECHA DEL VIAJE AGOSTO 2010

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S

i naciste en los años 90, probablemente tu cuenta corriente aún no te da para un billete de avión transoceánico o para unas vacaciones en las Islas Griegas. La economía puede ser un freno para viajar pero, si eres joven, tienes otras formas de ver mundo sin gastar tanto. Una de estas opciones es viajar en Interrail, lo que para mí fue una experiencia ineludible antes de cumplir los 26.

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Habitualmente visitamos Europa con viajes relámpago de fin de semana, pasamos tres o cuatro días en alguna capital europea, visitamos los monumentos más importantes, comemos el plato más típico, hablamos en inglés y así volvemos a casa imaginando como es un país entero... Lo cierto es que las capitales tienen su propio microclima cultural y social y, si bien es interesante visitarlas, también lo es salir de ellas y adentrarnos en el relieve del país en cuestión. Por ello, cuando planeamos viajar en Interrail, hace ya casi cinco años, optamos por un recorrido que enlazase algunas capitales con otras ciudades más pequeñas y desconocidas. Nuestro destino: el norte de Europa. Así, el que tenía que ser un viaje entre dos amigas se convirtió espontáneamente en un viaje a cinco, algo que sólo pasa cuando tienes menos de 30 años. A Txell y a mí, se nos unió primero Laura, amiga de la Universidad, y luego Oleguer y Jordi, amigos del instituto. Como teníamos pocos días de vacaciones y Ryanair todavía ofrecía ofertones en sus vuelos, decidimos viajar en avión hasta el punto de partida. Molino de Bremen (s.XVII y XVIII)

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OSLO

ESTOCOLMO

GÖTEBORG COPENHAGUEN BREMEN

BARCELONA

LUND MALMÖ BERLÍN

Nuestro viaje duró 12 días, durante los que visitamos cuatro países y 10 lugares diferentes, sin duda un ritmo que se sigue mejor cuando tienes menos de 30. Para ajustar el viaje a nuestro presupuesto y tiempo, algunas noches dormimos en el tren, aunque generalmente optamos por hostales. Aprovechamos para comer bien en las ciudades más baratas y, comprábamos pan y queso en el supermercado para hacernos bocadillos, en los lugares más caros. El viaje empezó pues con un vuelo de Barcelona a Bremen (Alemania), que salía mucho más barato que viajar a Berlín. Allí visitamos el centro de la ciudad y, como no, fuimos a ver a los míticos Die Bremer Stadtmusikanten (Los músicos de Bremen de los Hermanos Grimm). En una placita del centro

Centro de Bremen

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Catedral de Berlín

que tienen una escultura dedicada, formada por un burro, un perro, un gato y un gallo. Pasamos sólo un día en la ciudad, ya que es pequeñita y se va rápido. Nos dio tiempo de probar el famoso currywurst (la salchicha alemana por excelencia) y tomarnos las suficientes cervezas de litro que nuestro cuerpo podía aguantar. Así que a la mañana siguiente cogimos un tren hacia Berlín. En tres horas nos plantamos en la capital alemana, en la gran Berlin Hauptbahnhof, la estación central de Berlín, que no es otra que la mayor estación ferroviaria de paso de la Unión Europea. Se inauguró en 2006, justo a tiempo para la celebración de la Copa Mun-

dial de Fútbol. Moderna y enorme, es toda una joya arquitectónica que probablemente muchos visitantes se pierden si no viajan en tren. Y es que esta es una de las grandezas de Interrail, llegar a ver zonas o espacios a los que difícilmente nos acercamos cuando viajamos en avión. En Berlín aprovechamos el sol de verano y la buena temperatura para recorrer la ciudad en bicicleta. Es una buena manera –barata, sostenible y rápida– de visitar muchos espacios como, por ejemplo, la East Side Gallery, donde se alza parte del viejo muro que separaba la ciudad y que queda un poco alejada del centro. Moverse en bici facilita también

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DNI DEL VIAJERO Nombre: Anna Apellidos: Bonet Martínez De: Granollers (España) Edad: 30 años Soy periodista, trabajo como redactora y productora de televisión, aunque no es tan emocionante como parece. Fuera del trabajo, me encontraréis practicando yoga, en un festival de música o tomando una cerveza con mis amigos. Tengo un plan: hacer un viaje de largo recorrido por Latinoamérica.

ir a sitios que no pisaríamos si fuéramos andando o en metro, aunque también andamos mucho durante los días que pasamos en Berlín. Dormimos dos noches en un youth hostel, barato y casi nuevo, que encontramos cerca de Alexanderplatz, en la parte este de la ciudad. Hay que decir que a nuestra partida solamente teníamos reservadas las dos primeras noches en el hostal de Bremen. Una vez allí, gracias a los ordenadores con internet del hostal -en esa época todavía no teníamos smartphones- reservamos las dos noches siguientes, y así sucesivamente. Esto nos permitía tomar decisiones sobre la marcha de los lugares donde queríamos ir. Al ser un Interrail relativamente corto –los hay de hasta un mes entero– teníamos bastante clara la ruta de las cuatro o cinco ciudades

La Puerta de Brandeburgo en Berlín

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imprescindibles a las que queríamos ir, pero el resto lo íbamos improvisando. Aunque éramos cinco personas (tres chicas y dos chicos) no tuvimos muchos problemas para encontrar alojamiento. Además, algunas noches las pasamos en el tren, de modo que ahorrábamos y no perdíamos tiempo de

día moviéndonos de una ciudad para otra. Yo personalmente había hecho otro Interrail 21 días por el centro de Europa y los Balcanes, y debo decir que dormir en un tren es una experiencia totalmente distinta cuando de trata de un tren alemán, danés, sueco o noruego. Recuerdo un viaje de noche en un

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tren que cruzaba Bosnia, en un compartimento de seis personas sentadas sin espacio para tumbarnos, en el que una mujer mayor empezó a fumar y no había manera de que entendiera que eso nos molestaba. Aquella experiencia era pura supervivencia comparada con las noches en trenes nórdicos, don-

de te dan manta, antifaz y los asientos son del todo reclinables. Así pasamos las ocho horas que dura el trayecto entre Berlin y Malmö (Suecia) durmiendo tranquilamente en las literas de un tren que nos tenía del todo alucinados. Antes de partir, cuando planeábamos la ruta,

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nos dimos cuenta de que era posible cruzar el mar Báltico en tren pero no teníamos muy claro cómo lo hacía. Así que cuando pasó el revisor, le preguntamos y nos contó que una vez en la frontera alemana, el tren entraba en un barco que cruzaba hasta la orilla del norte. Bien temprano por la mañana llegábamos a Malmö, una ciudad costera del sur de Suecia donde nos pilló la lluvia. Por suerte llevábamos unos ponchos de emergencia,

impermeables baratos, que nos permitieron seguir la ruta. De allí fuimos a Lund, también en el sur pero un poco más alejada de la costa y descubrimos “los vagones del silencio” cuando, dentro del tren, una mujer nos hizo callar mostrándonos una señal que prohibía hablar en el vagón en cuestión. Y así fue como empezamos a impregnarnos de la cultura y el civismo nórdicos, que nos acompañarían el resto del viaje.

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Lund

El canal de Nyhavn, en Copenhague

Plaza en Lund, Suecia

El mismo día cruzamos en tren hacia Copenhague. En este caso las vías pasan por encima de un puente enorme que muchos suecos utilizan diariamente para ir a trabajar a la capital danesa. Allí, de nuevo nos sorprendió la lluvia y como decidimos recorrer a pie el camino entre la estación y el hostal, nos quedamos el resto del día en el hostal para recuperarnos del chaparrón. Durante dos días pudimos visitar la ciudad,

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Estocolmo, Suecia


para mí, una de las más bonitas del viaje. Imagino que en invierno debe ser un lugar totalmente diferente, pero lo cierto es que aquellos días de agosto Copenhague destilaba vitalidad. Con sus bulliciosas terrazas del amplio canal Nyhavn, las famílias disfrutando del parque Langelinie (donde, por cierto, no pudimos ver a la famosa Sirenita, ‘Den lille havfrue‘(porqué se la habían llevado a la Exposición Universal de Shangai) o sus calles invadidas por bicicletas conducidas por bellos daneses y danesas. Los precios de la comida, el café y la cerveza empezaban a impresionarnos y a contener nuestras carteras, así que lo más caliente que comimos fue un kebab en un pequeño local cerca de

Christiania, la “comuna libre” de Copenhague. Fundada en 1971 por un grupo de parados y hippies, es una comunidad autogestionada que se ha convertido en una de las pocas experiencias libertarias todavía activas del norte de Europa. Allí no pudimos tomar muchas fotos –está prohibido– pero recuerdo perfectamente la impresión que me provocó que aquél curioso lugar conviviera con una ciudad tan ordenada. De Copenhague fuimos a la capital sueca, Estocolmo, en un viaje que se alargó poco más de lo que dura una jornada laboral en España. Creo que casi nos pilla el síndrome de Stendhal cuando llegamos a Galma Stan, el casco antiguo de la ciudad que ocupa una de

Vistas de Bergen, Noruega

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Los Fiordos noruegos

las 14 islas que forman la ciudad. Creo que llamarla una de las mejores ciudades europeas (por no decir la mejor) que he visitado resume bastante bien mi recuerdo. Por ser especialmente flotante, por su gente dulce y elegante, o porqué tuvimos unos preciosos días de sol para recorrerla, no lo sé, pero lo cierto es que es un lugar que absorbe tanto como la literatura que la ha utilizado como escenario. Nuestro siguiente destino era Noruega. De camino hicimos una breve parada de cuatro o cinco horas en una lluviosa Göteborg, donde nos separamos en dos grupos: unos fueron a tomar una cerveza y los demás fuimos a dar una vuelta por la ciudad. En viaje así, la lluvia no puede ser un impedimento y hay que

ir preparado para todo –gafas de sol y impermeable, tirantes y forro polar en la mochila– porqué va a pasar de todo. A veces en un mismo día puede cambiar varias veces el tiempo, incluso en menos de una hora puede desaparecer el sol para dejar paso a la lluvia y de nuevo vuelve a salir el sol. Cuando llegamos a Oslo, tras poco más de tres horas de tren, nos decepcionamos un poco. Las capitales suelen ser las ciudades más cuidadas de un país y eso es lo que esperábamos de la noruega, pero al salir de la estación nos encontramos un panorama desolador. Nos habíamos olvidado de que los países ricos también esconden una cara oscura y allí la teníamos en todo su esplendor: una plaza gris, arquitectónicamen-

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El tren de Fl책m


te triste y llena de vagabundos emborrachándose en plena calle. Cierto que las estaciones de tren suelen tener una salida parecida a esta, pero después de todas las que he pisado me atrevería a decir que esta es la más lamentable que he visto nunca. Aún así, seguimos con nuestros planes y decidimos visitar la ciudad para ver qué mas tenía para ofrecer. La realidad fue que nada de lo que vimos en la capital noruega nos impresionó lo más mínimo así que nos marchamos un día antes de lo previsto y cogimos el tren nocturno –todo lujo y confort– hacia Bergen, a unos 500 km al oeste del país. La ciudad es conocida, entre otras cosas, por ser una de las que menos días de sol tiene en toda Europa, pero lo cierto es que

a nosotros nos recibió con un cielo espléndido. Visitamos el famoso mercado de pescado, junto al puerto, y probamos las especialidades del lugar (ballena, reno y salmón) en todos los tipos de cocción posible. Para que no se nos fuera del presupuesto, compartimos tres platos entre cinco personas. Luego subimos a una colina para ver toda la ciudad y, finalmente, nos bañamos en las heladas aguas de los fiordos que no estaban a más de 13 grados. ¡Ay, cosas de juventud! El día extra que conseguimos al pasar de largo por Oslo, lo dedicamos a recorrer los fiordos en barco. La actividad más cara que hicimos –y que casi nos cuesta una división del grupo, porqué no estaba prevista en el

Alrededores de Flåm

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Alrededores de Flåm

presupuesto– valió muchísimo la pena. La experiencia de surcar las aguas noruegas con aquellas majestuosas montañas a lado y lado de nuestros ojos fue una de las más impresionantes. El barco permitía parar una noche en el diminuto pintoresco pueblo de Flåm y subir de nuevo al cabo de 24 horas. Allí tuvimos tiempo de desconectar de todo lo urbano y nos adentramos en la naturaleza más viva de Noruega a bordo de su trenecito, que te lleva a través del fiordo más largo y profundo de Europa. Finalmente tomamos rumbo de nuevo a Oslo para coger el avión de vuelta. No hace falta que os diga que no

pasamos más de unas horas en la ciudad, con ganas de volver a casa y tomarnos una cerveza fría que pudiéramos pagar sin sentir un dolor profundo en nuestro bolsillo. Llegábamos al aeropuerto contentos de las mil y una experiencias vividas dentro y fuera de los trenes, de las que no he tenido espacio para contar más que una pequeña muestra. Y es que 12 días de Interrail te dejan con la sensación de haber pasado años fuera de casa. Sin duda, una opción de viaje que siempre que puedo recomiendo para disfrutar de una forma única no solamente del destino sino también del trayecto. v

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LAST MINUTE...

Cuzco El ombligo del mundo. Capital del imperio inca, y centro del mundo para ellos, la ciudad peruana es conocida como ‘la Roma’ americana por su rico legado.

Consejo: En Cuzco hay in finidad de visitas, pe ro su principa l atracción se encuentra fuera, en plen a selva: se trata del M achu Picchu, una de las nuevas siete maravillas de l mundo.

El Instagram

@carynstreeter

El libro

En la maleta. Está ubicada entre montañas, en plena selva, rodeada de lagunas y ríos torrentosos. Mejor ir preparado para la aventura.

ucto Todo prod Tapetes. Cuzesano en textil és art e reproviene d co: la lana traída a ales, es ex baños loc naturales con tintes a id ñ n te , o man ena opció a. Una bu jid te o .. l. g a e y lu omía loc ar la econ para apoy

El plato Chicharrón a la cuzqueña

‘Los ríos profundos’, de 1958, es considerada la obra maestra de José Mª Arguedas. El libro marcó el comienzo de la corriente neoindigenista, al presentar por primera vez el ‘problema’ del indio desde una perspectiva más cercana.

La ‘playlist’

El sitio

1. Qosqo Llacta. Juan de Dios Aguirre

cisepa.pucp.edu.pe Cerca de Cuzco, en Moray, los incas experimentaban con el cultivo a diferentes alturas, creando microclimas en círculos. Estas formas de agricultura han sido muy estudiadas. El CISEPA peruano reune en su web un resumen de sus investigaciones.

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2. El carnavalito. Música andina popular 2. Homenaje al Cusco. Los Bohemios del Perú 3. Cusco siempre. Condemayta de Acomayo 5. Ojos Azules. Música andina popular 6. Qosqo Napaykuykin. Francisco G. Gamarra


magellan De viajero a viajero

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En el pr贸ximo n煤mero:

Viajamos a Croacia

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