Lee+ 102 "Sueños"

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DE

MENTE

“La fuente suprema de felicidad radica en nosotros”. l miedo y la alegría comienzan en la mente. Acotarlos a un solo espacio ayuda a comprender que es una decisión constante: qué vamos a usar en nuestra mente en cada momento, y que conscientes o no, nosotros decidimos qué entra en nuestro corazón y de qué lado lo vamos a acomodar. Entender cómo conseguir la felicidad no depende totalmente del ambiente en el que crecimos, aunque hayamos nacido en una casa en la que sólo estaban deprimidos o no sabían cómo ser felices, podemos aprender a sembrar la alegría y ser felices de manera estable. Al ser la felicidad un estado mental, ésta nace desde nuestro interior y dibuja una realidad única y personal: la felicidad es de quien la trabaja.

Inmunidad mental

Tener un estado mental estable se logra comprendiendo que el miedo y la frustración son facetas de la vida, y que podemos encontrar alegría en toda situación: estar en el tráfico es un buen momento para meditar y orar; ejercitar la paciencia, para que el estrés no se coma la mente. En el mundo moderno la práctica de la espiritualidad es esencial para vivir de la mejor manera posible: amarnos, aceptarnos y vivir en gozo es un balance que todo ser vivo debe aprender. La gran mayoría de la sociedad es educada para creer que la felicidad es tener dinero, ser famoso o lucir joven todo el tiempo que se pueda aunque nuestra salud se vea deteriorada o dañemos a otros. Las carreras que están en la mayoría de las universidades, los trabajos y la publicidad nos llevan a creer que entre más es mejor: más grande tu casa, más dinero, mayor poder. Las expectativas que no son cumplidas, porque simplemente son mentiras, por lo general devienen en un shock; por otro lado, existe la catarsis de toda la gente

que trata de cambiar el sistema, y si no, simplemente se sale de él como en la película Capitán Fantástico. Considero vital estar conectados con nuestros verdaderos deseos para que el camino a la felicidad sea honesto. Vivir una vida que no deseamos es la peor pesadilla, y todo intento por ser felices será fugaz. Entender que tenemos la capacidad de escoger qué queremos vivir y cómo lo queremos vivir nos evita ser víctimas, y nos encamina a crear sin miedo, sabiendo que puede haber dolor, pero que de allí vendrá algo mejor. Un gran ejemplo de esto es parir a un ser humano, la alegría que llega después del tremendo dolor es algo inconmensurable. Otro ejemplo es el encarcelamiento injusto de Nelson Mandela que casi lo quiebra; no obstante, decidió usar ese tiempo tras las rejas para fomentar en él la compasión y bondad, convirtiéndose en un ejemplo para la humanidad. En este planeta crecemos a partir del contraste, del dolor y del gozo; aunque en gran medida el sufrimiento es opcional, también podemos crecer a partir del sufrimiento: es un gran combustible y una buena medida, porque sabemos lo que no queremos y somos capaces de redirigir nuestro timón.

La compasión salvará al mundo

Tenemos la capacidad para hacer un enorme mal y también una tremenda bondad. Somos creadores, ésa es la prueba suprema. Hemos sido creados para ser la paradoja, creados para hacer el bien. En varios libros sagrados se dice: “Ama a tu vecino como si fueras tú mismo”... Es casi imposible, ¿no? Y ¿nos preguntamos por qué hay guerras? ¿Por qué el dolor ajeno no me conmueve y la felicidad del otro me incomoda? ¿Estamos muy ocupados con nuestras apps? ¿Con nuestros deportes en la tv? Da a los otros, porque en esa medida la vida te otorga de regreso, ¿sólo por eso damos? El dolor nos puede hacer más com-

pasivos cuando vemos a alguien que sufre. Entre más hagamos comunidad, ayudando a nuestros vecinos, podríamos hacer sociedades más conectadas, con más opciones para prevenir la tragedia y para resolver los conflictos, independientemente de los gobiernos o religiones de cada persona. Douglas Abrams pasó tiempo con el arzobispo Desmond Tutu y con su santidad el Dalai Lama; le tomó cinco años escribir El libro de la alegría (Grijalbo), documentar la amistad, las risas y travesuras de dos seres que decidieron ser luz, a pesar de lo que han sufrido ellos y sus pueblos; insisten que la manera más rápida y duradera de tener alegría es proporcionársela a otros, y ésta es una forma de aproximarse al mundo, según el arzobispo: “La mayor alegría de todas es la que tenemos al hacer el bien al prójimo, estamos diseñados para la compasión. Estamos diseñados para cuidar al prójimo y para ser generosos los unos con los otros, nos marchitamos cuando no tenemos con quién interactuar”. Douglas menciona que ha hablado con muchos científicos sobre la diferencia entre el nivel sensorial de placer y de dolor, y el nivel más profundo de felicidad mental y sufrimiento: “Si analizamos el modelo de vida materialista actual, vemos que a la gente le interesan más las experiencias sensoriales. Por eso su satisfacción es tan breve, tan limitada, ya que para sentir satisfacción necesitan estímulos externos. Estarán contentos mientras la música no deje de sonar”. El Dalai Lama agrega: “La alegría de los sentidos es breve; la de la mente en cambio es mucho más duradera. El creyente desarrolla una alegría más profunda a través de la fe en Dios, los no creyentes o no


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