Núm. 2 - El momento de Europa: actúa y vota - El Ala Izquierda

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EL ALA IZQUIERDA N.º 1 descabellado, por tanto, decir que una estrella es una hoguera que se alimenta de ella misma. Durante muchos años la estrella vivirá así: tomando elementos ligeros, fusionándolos para formar elementos más pesados y liberando calor. ¿Cuánto tiempo vivirá? Eso es algo que depende de su masa. Contrariamente a lo que se podría pensar, cuanta más masa tiene una estrella menos tiempo vive. Algunas viven millones de años y otras, como el Sol, miles de millones. Sin embargo, a todas les llega su hora, y la forma en la que mueren también depende principalmente de su masa. Las estrellas con menos masa, como el Sol, mueren de forma pacífica dejando tras de sí lo que se conoce como enana blanca: esto es un objeto que tiene casi toda la masa de la estrella en un radio como el de la Tierra. Su densidad es muy elevada. Una cucharadita de café de ese material pesaría una tonelada.

Estrellas más masivas, con tres o cuatro veces la masa del Sol, estallan de forma violenta generando lo que conocemos como supernova, y dejando tras de sí una estrella de neutrones, que tiene más masa que el Sol en un radio similar a la isla de Manhattan. La densidad de estos objetos es, nunca mejor dicho, astronómica. Una cucharadita de café del material que forma una estrella de neutrones pesaría unos mil millones de toneladas. Si la estrella aún es más masiva, la supernova que tiene lugar antes de morir aún es más violenta, y su cadáver es lo que conocemos como agujero negro, cuyas propiedades físicas se escapan del objetivo de este artículo.

«Una estrella es una hoguera que se alimenta de ella misma.» Lo más importante de todo esto es que, durante su vida, la estrella es una fábrica de elementos cada vez más pesados a partir de otros más simples. El oxígeno que respiramos, el carbono que hay en el azúcar del café o el hierro de las lentejas fueron parte de una estrella que nació, vivió, y al morir le devolvió al Universo todo lo que había ido haciendo. Y todos estos elementos más pesados son los que, al principio, hemos mencionado como ingredientes marginales en las nubes de gas que dan lugar a nuevas estrellas y, por qué no, nuevos planetas. Como Carl Sagan dijo en la década de los ochenta, «Todos nosotros somos polvo de estrellas».

Gonzalo Vilella Rojo

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