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A la basura como mis plantas Ángel Paulino Chan
Cadadía que amanezco tengo la pesada carga de existir. Si tan solo la vida fuera lo suficientemente justa lo entendería y que gusto sería existir, la verdad. Pero esto no es así; entonces me resigno a la labor impostergable de hacer todo lo posible por evitar morirme. Tarea nada sencilla. Por eso me gustaría partirle la cara al hijo de las mil putas –porque estoy seguro de que era un hombre– que vino con la maravillosa idea de que la vida era muy corta y que qué buena idea sería vivir más años. ¿De verdad era necesario vivir tanto? Apenas y podemos llegar a los 30 sin crisis existenciales, ansiedad, estrés y el sentimiento que no estamos yendo a ningún lugar. ¿De verdad hacía falta postergar ese sentimiento otros 30 años? Ahora toca salir a trabajar, sabiendo que el fruto de ese trabajo me dejará, si bien me va, con una propiedad equivalente a una casa de cartón; una vejez que si a los 40 hubiese terminado de forma abrupta, ahora se instalará en mi estúpido cuerpo progresiva y despiadadamente, apagando uno a uno sus interruptores hasta dejarme tendido en el suelo de la deshonra, más inmóvil que una triste planta, que al menos en la continuidad del tiempo se mueve.
¿Será por eso por lo que las cuido tanto? He declinado a la idea de la reproducción y ahora me concentro en las pobres plantas que a pesar de todo se me mueren. Dios, que no exista en algún lugar del cielo un es- pacio para las plantas, porque seguro si se enteran que he muerto me dejan fuera por asesino serial de girasoles, albahacas, epazotes, etcétera. De pronto la idea de cuidar de otro ser es tan abrumadora, desesperanzadora. Me provoca tristeza pensar que al ritmo que vamos lo más probable es que la criatura se muera en una guerra, o que sus pulmones colapsen llenos de microplásticos. Apenas y puedo cuidarme a mí mismo, apenas puedo conciliar el hecho de que los sueños son solo eso y que a menos que vuelva a nacer como perro de alguna celebridad viviré la buena vida. Cómo envidio a esos bastardos. Si tan solo me pagaran por cada vida que en esta vida se me ha muerto.
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