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Nunca bastó con ser
Elina Sujhey
De ellos, de ti, de mí de todo lo que se escucha en la calle, en tu habitación, en tu cabeza.
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Tus pies pisan las calles que solías caminar para ir a casa vuelves para abrazar a tu madre recordar el abandono de tu padre y sostener el peso de los deberes que tendrías que cumplir mientras alimentas a la terrible criatura de exigencias.
Cuando sales miras la grandeza de los edificios y los faros de luz que alumbran las carreteras, donde duele el peso de las cadenas abrazando tus pies y sientes las calles retumbar por los gigantes caminando.
El fuego sofocante que se desprende de tu techo de lámina o el vapor que emanan las personas paradas y sentadas muy cerca las unas de las otras conviviendo dentro del transporte público al medio día es lo más cercano que tienes a un lugar cálido.
Eres un extranjero mutilado en tu propia ciudad. Nunca bastó con las menciones honoríficas de la escuela, los premios ganados en tu vida, la falta de sueño por despertar temprano para ir a trabajar, las buenas noches dichas e ignoradas
No bastó con vivir
Nunca bastó con ser en esta ciudad donde los ecos de la exigencia retumban
Eres un extranjero de tu propia ciudad, Ciudad donde naciste ciudad donde hoy has muerto.