REVISTA HISTORIA PARA TODOS – AÑO 2 – NÚMERO 3 – JULIO 2016 – ISSN 2451 – 6333

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debilitamiento de la tradición ideológica de los valores de Mayo4 y el direccionamiento de las celebraciones hacia el homenaje a la figura de Rosas. En 1835, cuando Rosas es nombrado gobernador y capitán general de la provincia con la suma de poder público y facultades extraordinarias por la Sala de Representantes, logra la definitiva exaltación del 9 de Julio, fecha para recordar la Independencia como hecho histórico, pero principalmente para glorificar al nuevo héroe de la nación independiente. Celebrar y gobernar presenta una lectura clara y precisa, múltiples láminas y un apéndice documental acompañan el texto. Como indica el Epílogo, la importancia de este trabajo, producto de la tesis doctoral de la autora inscripta dentro de la perspectiva historiográfica inaugurada en la década de 19805, abre nuevos caminos para la indagación futura en un terreno poco estudiado en Argentina: el de las fiestas cívicas como bases consensuales del sistema de dominación. Desde esta perspectiva, las fiestas constituyeron espacios privilegiados de circulación de ideas, creencias, valores y prácticas que permitieron a las elites gobernantes lograr su necesaria legitimidad, de allí su papel pedagógico. En conclusión y parafraseando a la autora: “En una sociedad donde sólo una minoría de sus miembros estaba alfabetizada, las representaciones simbólicas del poder poseían una importancia fundamental: era este lenguaje que, por vía de lo sensible, de lo estético, gran parte de la población podía entender y compartir. En efecto, la transmisión de valores patrióticos así como de las nuevas ideologías debió ser confiada tanto o más a la eficiencia de la imagen que a la circulación de la palabra escrita” 6

4  Entre las operaciones de debilitamiento de los ideales de Mayo pueden destacase algunas acciones tendientes a lograr dicho objetivo, como ser la ceremonia central, que dejó en un plano inferior todo tipo de festividades en el convulsionado año 1829 consistió en el traslado de los restos del Coronel Manuel Dorrego a Buenos Aires en el primer aniversario de su fusilamiento. La suntuosa celebración tuvo lugar en el mes de diciembre, fue ornamentada por el arquitecto Zucchi y estuvo encabezada por Rosas, ello le permitió presentarse ante los ojos de sus seguidores como el legítimo heredero de uno de los más conspicuos federales, reafirmando su poder y popularidad, simultáneamente se iba acentuando el enfrentamiento entre unitarios y federales. Como en este caso, el régimen rosista continuó valiéndose de las fiestas y despliegues ornamentales para instrumentar la política propagandística en torno a la figura de Rosas, así por ejemplo, para las Fiestas Mayas de 1830 Rosas no se encontraba en Buenos Aires, ello contribuyó a ponderar la celebración del 9 de Julio, en otras oportunidades, como ser el caso de 1832 Rosas se hallaba presente en Buenos Aires y los despliegues ornamentales dejaron en un segundo plano la memoria de la Revolución y exaltaron la figura del Restaurador. Finalmente, tras el éxito de la “Campaña del Desierto”, Rosas se posicionó como el héroe militar exitoso cuya figura fue exaltada durante las Fiestas Mayas de 1834 y 1835. 5  La autora alude aquí a las obras pioneras de los años ochenta, como ser “La Inversión de la tradición” de Eric Hobsbawm y Terence Ranger o “Comunidades imaginadas” de Benedict Anderson, textos que postularon el surgimiento de las naciones modernas como resultantes de un proceso de construcción e invención deliberada, en contrapunto con las interpretaciones alusivas a un pasado remoto y místico de las naciones del cual no han quedado registros. 6  Munilla Lascasa, María Lía, “Celebrar y gobernar”, Op. Cit., p. 225.


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