El Comité 1973 número 27. Oveja Negra. El otro y su diferencia.

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el comité 1973

Revista de difusión, crítica y creación literaria


EL COMITÉ 1973, Núm. 27. Oveja Negra, el otro y su diferencia Revista de difusión, crítica y creación literaria. Correo electrónico: elcomite1973@gmail.com http://issuu.com/revistaelcomite1973 https://www.facebook.com/revistaelcomite1973 https://twitter.com/ElComite1973

el Comité 1973 Director Meneses Monroy consejero editorial Israel J. González S. Editora de Dossier Asmara Gay Cuidado de Portafolio Almendra Vergara Imagen y Diseño Gráfico Israel Campos Nava

Consejo editorial Agustín Cadena Guadalupe Flores Liera Daniel Olivares Viniegra Patricia Oliver

Comité colaborador de este número Víctor Argüelles Asmara Gay Meneses Monroy Daniel Olivares Viniegra Patricia Oliver Dulce G. Ramírez Joshua Towersvalley Doner Wan Karsten Wilms

Portada y contraportada Israel Campos Publicación Bimestral Año 5. Núm. 27. Febrero - Marzo

Publicación incluida en el catálogo de revistas electrónicas de arte y cultura del CONACULTA http://sic.conaculta.gob.mx/ficha.php?table=revista_elec&table_id=136


indice Dossier ELOTRO Y SU DIFERENCIA Asmara Gay Poema El Uno // Los Otros Daniel Olivares

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Minificción Tu corazón Meneses Monroy

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Poesía en traducción Paul Celan & Juan Rulfo en su natalicio Komposition I (por Karsten Wilms)

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Donald Hall «Declaración» Traducción de: Patricia Oliver Notas El otro y su subjetividad Dulce G. Ramírez Portafolio Doner Wan Relato Hyde Rubenski El incidente de Lefortovo Joshua Towersvalley Poema Otro en mi pintura Víctor Arüelles

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El otro y su diferencia

Asmara Gay

El infierno son los otros. Jean Paul Sartre

No hay en todo el orbe ni en toda la historia de la humanidad un fenómeno que haya generado tantas guerras, persecuciones, masacres y violencia como el del rechazo al otro, simplemente porque ese otro es diferente. Desde su gestación en la familia hasta su desarrollo en grupos sociales más grandes, el rechazo al otro no se debe únicamente al miedo que genera lo que es diferente, como lo han señalado algunos autores ―entre ellos, Thomas Hobbes―, sino a la búsqueda de igualdad que pervive en la condición humana y a la imposición de esa igualdad para mostrar la superioridad de esos iguales usando, en la mayoría de las ocasiones, la violencia. 4


timiento ―y justo en ello reside su acción, su creación: ha concebido el ‘enemigo malvado’, ‘el malvado’, y ello como concepto básico―, a partir del cual se imagina también, como imagen posterior y como antítesis, un ‘bueno’, ¡él mismo!...” [Nietzsche, 2000: 53].

De manera natural, el ser humano siente simpatía por aquellos que comparten su visión del mundo, por aquellos que comparten sus valores, sus gustos, su religión, su color de piel… pero quien es diferente en ese mundo de iguales es descartado, rechazado, marginado o violentado por la mayoría, así como lo muestra en su fábula “La oveja negra” Augusto Monterroso.

El vocablo procedente del latín differens, -entis, que significa ‘que difiere en algo’, y que está asociado a los términos dissimilis, ‘desemejante’, y diversus, ‘alejado’, ‘opuesto’, ‘enemigo’, ‘diferente’ [vid. 1979: 123, 128 y 129 y Alonso, 1990: 1556-1557] conlleva en la imagen mental que produce en el ser humano una lucha contra esa naturaleza humana que le es distinta, una controversia, una disputa y aun un desprecio, porque ese ‘desemejante’ pondrá en duda toda la tradición familiar, cultural y social que le es cercana, con la que ha crecido, que le da seguridad y que le hace ser alguien en el mundo.

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura [1996: 23].

En su libro Contra el fanatismo, Amos Oz describe este proceder humano de manera inigualable: “si pienso que algo es malo, lo aniquilo junto a todo lo que lo rodea” (2005: 12-13). Frente a esta maldad que el conjunto de una sociedad ve en el otro, este mismo grupo humano opone su concepto de “bueno” representado por él mismo: “Imaginémonos ‘el enemigo’ tal como lo concibe el hombre del resen-

En esta ceguera ideológica hay una gran pobreza de percepción, porque este ser que pretende la igualdad de los seres que están a su alrededor no se percata, no desea percatarse, de que él mismo es, de facto, diferente.

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El ‘otro’ no es un ser ajeno, sino él mismo. Desde que nace cambia, difiere de los seres que le dieron la vida, y ese es sólo el principio. Su naturaleza se va formando a partir de esa tradición, genética y cultural, que tanto amará con el tiempo, pero que pronto se transformará en algo nuevo, en algo diferente a su cercano y lejano pasado familiar y social, porque no hay naturaleza que no contenga en sí misma el germen del movimiento: En los griegos y escolásticos medievales tiene la palabra [movimiento] un sentido general (“mutatio”) sinónimo de cambio, modificación, transformación, evolución; todo cambio, substancial y accidental, cualitativo, cuantitativo o simplemente local. Modernamente suele designar este último el movimiento mecánico o cambio de lugar en el espacio. La noción metafísica del movimiento ocupa lugar preferente en la historia del pensamiento filosófico; es el problema de lo uno y lo múltiple, de la potencia y el acto del ser y del “fieri” o devenir de las cosas [Alonso, 1990: 2909]. Así, pues, en su desarrollo y hasta su muerte el hombre cambiará incontables veces, tanto en su apariencia física como en su apariencia interior, independientemente del entendimiento que sobre este hecho tenga. Y, sin embargo, toda su vida buscará seres que se le aproximen, seres que no le muestren esa nítida diferencia que existe dentro de él mismo y que mezcla el pensamiento racional, aprendido en la sociedad en la que vive, y el pensamiento mágico, emocional e imaginativo con el que nace. Mientras tanto, sólo unos pocos, una mínima parte de entre todos aquellos que caminan por el mundo, comprenden que la diferencia que posee “el otro” nos complementa y enriquece como seres humanos.

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Referencias ALONSO, Martín (1990). Enciclopedia del idioma. T. II. México: Aguilar. Diccionario CIMA Everest Latino-Español y Español-Latino (1979). León: Editorial Everest. MONTERROSO, Augusto (1996). La oveja negra y demás fábulas. México: Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. NIETZSCHE, Friedrich (2000). La genealogía de la moral. Traducción, introducción y notas de Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Alianza editorial. OZ, Amos (2005). Contra el fanatismo. Traducción de Daniel Sarasola. Madrid: Siruela.

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Daniel Olivares

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Caminando / me desplazo / apuradamente / corro / con prisa / distraídamente / observo / veo / pidiendo / con cuidado / estorbo / cansancio / lento después / no más / aproximadamente / con ánimo / me encamino / hacia la derecha creo / ya no está más aquí / se desliza / ¿qué hora será? / estorbo / resbaloso / cuidado / imbécil… / ya no llego / áspero por aquí / muy bonita / viejo tarado / ¿y si llueve? / otro día / la parada / qué calor / desde cuando / hasta allá / me miró / despacio mejor / calladamente / esa luz / a veces pasa / me asomo / más gente / por aquí / ya no puedo / ¿estaba? / frío a veces / se me olvidó / taconeo / tendré que saltar / quedito / gris todo gris / senadores y diputados / vapor / fatiga / liso muy liso / esa raya / crujidos / gas / el taxi / huele mal / hambre / ¿otra vez? / más rápido / la otra semana / pesa / ya no más / ojos / una miradita / amargo / piojoso / traía / ceguera / recordando / si se asoma / separado / allá atrás / sudando / buen humor / pinche metro / multitud / guapo / me dejó / ruido horroroso / lentitud / ¿y los danzantes? / sombreros Tardán / para la merienda / ya no me acuerdo / allá arriba / en la oficina / desgraciada / ¿me formo? / quería que le dijera / como chapulín / ahí estuvimos / con leche o sin / compras / extraño / piedra antigua / ay; pero no hay / así se dice / antes, pero / la naturaleza / sin dormir / tras de esa barda / perrito / patinar / colores, colores / el cielo aborregado / sin paraguas / hormigas / tenochtitlan / el asta / guardia / a la izquierda / te dije / no me alcanza / retroceder / transitando / enfermarme / me transporto / dificultad / urge para hoy / más ligero / bobeando / no me perderé / la conozco / sin querer / tropiezo / marea / más abajo / cabe, pero no / cerca ya / no va / lo mejor, lo correcto / ladeándose / mejor no / coqueta / amanece / y los árboles / basura / empujando / estuvieron / desistir / plumas de ave / frente a la escalera / una falda nueva / no me lo trajo / suplente / ayer creo / hasta arriba / el abrigo / otra vez / arrastrándose / acelerado / no me mires / chistosito / acá no pasa / de mucho abolengo / malinchista / barabara, bara, bara… / no le dije / soledad / si cupieran / olvídalo / hartos, varios, muchos / y sin botones / estudiado / repicar / grandísimo error / me lo apunta para mañana / otra tarde / quedamos / ya déjelo así / listones / corsetería / elotes / apenas / ¿hasta cuándo? / por favor / ¡no me digas! / buenas… / pizpireta / ya no se usa / no pues sí / la más alta / retepicoso / las gafas / joyitas creo / desde temprano / te me callas / dos más y luego doble / no era penal / cuadritos / desagradable / ya ni me acuerdo / divorciada seguro / pequeñín / sabihondo / me caga… / no me gusta / lo mismo de siempre / nos faltan 43 / estudiado / silencio extraño / a la carrera / musiquita / aquí adelantito / me lo regalas / hasta aquí llego / espaldas planas / hasta la rodilla / llore y llore / bueno ya / marchar ni que fuera soldado / sastrería / xoconoxtle creo / me acuerdas / újule julita / ya se acabaron / no cabían / así como todos los días / su compadre / los abogados / ay mana / boleadas de 10 / polvoso / oríllese a la orilla / si nomás me diera otro chance / trogloditas / lo dejaron / escapar, creo / legendario / ¿dónde? / no me alcanza / teatro sí; cine no / las cuatas / ciudad de la esperanza…

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Meneses Monroy

Hace tiempo te cedí mi corazón con la esperanza de recibir el tuyo a cambio. Eso no pasó. Pero permíteme, vida mía, por única vez tener tu corazón entre mis manos sangrantes.

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Paul Celan & Juan Rulfo en su natalicio

Mandorla

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Luvina

como si fuéramos sombras, nos echamos a caminar calle abajo con nuestros negros cántaros. La corona roja de Palabrapúrpura, Purpurwort que cantamos teñida Memoria y amapola Crepúsculo ensangrentado encima, o encima de la espina.

Cuesta de la Piedra Cruda cuando llena la luna ven de bulto la figura del viento, recorriendo ¿En qué país estamos, Agripina? Las calles de Luvina. El viento, llevando a rastras una cobija negra, leche negra de madrugada la bebemos de tarde, Sulamith, de mediodía, de noche al ayer en la mañana.

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Fuimos por el candelabro el negro cántaro Cantar de los Cantares - Hoheslied encima, o encima es como si allí hasta a la tierra le hubiera crecido espina.

Aquello está sobre las brasas de la tierra Schneetrost, Consuelo de nieve, Ventiscametáfora Danzas, tambores y chirimía

Y entonces fue cuando me dio a mí tristeza ver tanta cosa viva Mohn und Gedächtnis Amapola y Memoria ¿Dónde estamos Agripina? Corona roja, Purpurwort, Palabrapúrpura: San Juan Luvina. Atemwende Giroaliento Sprachgitter Lenguareja Sprachtau Lenguarocío Viste la Palabracueva, Worthöhle, con Pielespantera, Panterhäuten, alarga pellejo allí, pellejo allá sentido allí, sentido allá lausche, escucha Mandorla Luvina

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y el silencio (se) junta como una segunda, nítida vida. Schweigen, Silencio en el páramo, auf dem Brachfeld, in seinem Glockenstuhl en su armazón de campana y el tiempo da la vuelta en Comala

Con verdad habla, quien sombras habla.

¿El polvo no da ninguna? Mandorla Zenzontla, sombra escrita Dime, Virgencita

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¿Dónde estamos, Tanilo? Memoria y Amapola en los ríos del páramo en una fuga de espina nórdico del futuro Agripina.

Traducción y composición en el Año dual entre México y Alemania: Karsten Wilms

Notas: Las palabras de Juan Rulfo se escribieron en letra cursiva. Los fragmentos se adaptaron con escasos ajustes desde las siguientes obras: Juan Rulfo, cuentos y novela: Luvina, Tlalpa y Pedro Páramo. Poemas de Paul Celan: Mandorla, Psalm / Salmo, Todesfuge / Fuga de la muerte, Die Pole / Los Polos, Atemwende / Giroaliento, Kleide die Worthöhlen aus / Viste las Palabrascuevas, Ein Dröhnen / Un Estruendo, Zähle die Mandeln / Cuenta las Almendras, Ein Tag und noch einer / Un día y otro más, In den Flüssen nördlich der Zukunft / En los Ríos nórdico del Futuro. Además se insertó el título del poemario Mohn und Gedächtnis (Amapola y Memoria).

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Hacerse viejo es perderlo todo. Envejecer, todo el mundo sabe. Alcanzamos a verlo alguna vez cuando somos jóvenes, asentimos cuando un abuelo muere. Y entonces remamos durante años en el lago del verano, ajenos y satisfechos. Pero un matrimonio, que comenzó sin daño, acaba convertido en escombros en la orilla, y un amigo de la escuela se desploma en una playa pedregosa. Si un nuevo amor nos lleva más allá de la media vida, nuestra esposa morirá llena de fuerza y belleza. Mujeres nuevas vienen y van. Todas se van. La bella amante que anuncia ser pasajera es pasajera. La mujer valiente, la mediana edad contra nuestra vejez, se hunde en una angustia que no puede resistir. Otro amigo de hace décadas se aleja con palabras que contaminan treinta años. Ahoguémonos bajo el lodo al borde del estanque y declaremos que es apropiado y delicioso perderlo todo.

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Dulce G. Ramírez

La vida es compleja. Cada uno de nosotros debe recorrer su propio camino en la vida. No existen manuales de autoayuda ni fórmulas, ni respuestas fáciles. El camino correcto para uno es el equivocado para otro… El viaje de la vida no está pavimentado con asfalto, no está bien iluminado y carece de señalización.

M. Scott Peck

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Doy tal título a estas notas ya que continuamente recuerdo una de mis clases más significativas en la Universidad, clase en la cual comprendí la dificultad que nos supone realmente entender al otro en su totalidad. En la psicología existen múltiples teorías que nos hablan sobre la personalidad con el afán de explicar el comportamiento del ser humano. Dichas teorías pueden ser reduccionistas, deterministas, patológicas o espirituales. Tenemos teorías para todos y para todas, hasta para llevar, lo interesante aquí es que ninguna de esas teorías tienen la verdad absoluta que nos lleve a comprender al otro. Y es que la ciencia, en su afán de explicar al mundo, ha tenido que irse parcelando en campos diversos, lo que nos lleva a la especialización, la cual nos puede hacer muy conocedores de una cosa pero totalmente ignorantes acerca de las otras miles de posibles explicaciones. Ya lo decía Alexis Carrel en su libro La incógnita del hombre: “Sucede a menudo que se da una importancia exagerada a cualquier parte a costa de las otras. Estamos obligados a considerar en el hombre sus diferentes aspectos: físico-químico, anatómico, fisiológico, metapsíquico; intelectual, moral, artístico, religioso, económico, social, etc. Cada sabio, gracias a una deformación social bien conocida, se imagina que conoce al ser humano mientras que, en realidad, no ha cogido de él sino una parte minúscula”. Llegado a este punto quiero recordar la clase que les mencionaba arriba, en donde el profesor empezó a dibujar círculos en el centro del pizarrón para representar las partes que componen al ser humano biopsicosocial-axiológico y entonces, con círculos también, algunos encima de otros, empezó a dibujar las vivencias de ese humano, bueno, algunas: la primera palabra que dijo, su primer día de clases, el segundo día de clases, el regaño que le dio mamá a los 3 años, cuando papá se quedó sin trabajo, cuando tuvo su primera mascota, cuando vio

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X película, cuando leyó X libro… así fue como el pizarrón se fue llenando de más y más círculos en los que algunos se tocaban varias veces entre sí, algunos eran más grandes que otros, más significativos.

Si lo analizamos ni la necesidad de encajar, de ser aceptado, de comprensión absoluta, la intolerancia, la discriminación, la crítica, entre miles, no tendrían razón de ser si tenemos como punto de partida la palabra diferencia. La misma diferencia que nos ha servido para marcar quién sí y quién no, que ha iniciado guerras, ha propiciado crímenes, podría ser la misma que nos diera la motivación para hacer las cosas de otra manera y que si bien sabemos que nunca podremos comprender al otro al 100% si hacemos las preguntas correctas y abrimos un poquito la mente podremos conocer un pedazo de su realidad, realidad que probablemente resulte tan enredada como aquella vez la telaraña dibujada en el pizarrón, pero que nos hará entender la vida de otra forma y nos dará la oportunidad para ver si esos hilos se entrelazan con algunos hilos de nuestra propia telaraña. Hay que propiciar más encuentros humanos en donde predomine, ante todo la excelencia.

Quizá así es como nos vamos construyendo y quizá es la razón por la cual es tan complicado desaprender, porque para desaprender debemos primero dar significados diferentes a esos círculos, pero a la vez a los círculos que están tocando y así al infinito y más allá. El pizarrón quedó como una telaraña sin ton ni son y eso era tan sólo una pequeña parte de la personalidad, una muestra. Por cierto, ese ser humano vive en una realidad histórica, económica y cultural tanto hacia fuera como en su propia vivencia como persona que ocupa un lugar en el espacio, ya sea familiar, laboral, profesional, entre otros, en donde igual está en movimiento continuo. En fin, WordReference, dice sobre la diferencia: f. Cualidad o aspecto por el cual una persona o cosa se distingue de otra. Llegamos al punto de partida, todos y todas somos diferentes, hasta la genética asegura que es muy difícil que existan dos personas totalmente iguales a nivel genético, podemos ser similares, pero no iguales y vivimos en un mundo de 7,480,303,679 más o menos personas, y aunque compartamos ciertas características somos únicos y únicas. Entonces se abren varias preguntas: ¿de dónde surge nuestra profunda necesidad de encajar en los grupos sociales?, ¿de dónde surge la desesperación de sentir que no encajamos?, ¿de dónde surge la idea de que nadie es capaz de comprendernos?, ¿de dónde surgen la intolerancia y la discriminación?, ¿de dónde surge la crítica al otro o a la otra porque hace las cosas diferentes?

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BREVÍSIMA SEMBLANZA DE DONER WAN Doner Wan, es un diseñador gráfico y artista urbano, originario del estado de Tlaxcala, México, desde sus comienzos con la experimentación gráfica se ve relacionado con la integración de formas orgánicas y naturales, experimentando con esto una relación hacia las culturas prehispánicas, mismas que caracterizan a su arte callejero. Ha diseñado e ilustrado para distintos proyectos gráficos dentro y fuera del estado de Tlaxcala.

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Mictlรกn Doner Wan 2015 Ilustraciรณn Digital


Xochitl Doner Wan 2013 Ilustraciรณn Digital



Tlalocajna Doner Wan 2015 Ilustraciรณn Digital



Tochtli Doner Wan 2015 Ilustraciรณn Digital


Nahualli Doner Wan 2015 Ilustraciรณn Digital


K´ Uk (Quetzal) Doner Wan 2016 Ilustración Digital



Venado Azul Doner Wan 2014 Ilustraciรณn Digital


Kukulkan Doner Wan 2016 Ilustraciรณn Digital


VĂ­nculo Natural Doner Wan 2015 IlustraciĂłn Digital


Por Rubenski

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de las emociones. La ruptura del fluir de los estados, para centrarse en un foco de comportamiento. Por eso, mi siniestro rostro siempre en él, yo: Hyde. Sí, lo usé a mi antojo, destrozando todo a mi paso. Me revelé. Es libertad extraordinaria ser Hyde e intuyo que el texto me persigue, es mi doble. Soy la tercera alma platónica, aquella que surge del estómago, donde habita el alma maligna y ocurre la transformación total. Desde ahora el doctor ya no existe. Sólo Hyde; uno de los dos tenía que vencer, y preservarse. Hace unos días, tenía dos personalidades. Una dócil y amable, otra altanera y bestial, enfermiza, colérica, nerviosa, de éxtasis constante y una fuerza sobrenatural de los sentidos. Monstruo de luces y de tinieblas. Ahora soy más y más fuerte; sólo yo, Edward Hyde con el testamento a mi favor, además de lujos y encuentros con lo prohibido. Mujeres hermosas desnudan sus pensamientos frente a mí.

Todo ha cambiado. Ya no soy el mismo personaje de ayer. Mi piel es la llama, flujo de substancias malignas hundiéndose en el amanecer. Cuervos y laureles de una bestia tenebrosa. Estoy en la cama, observo a mi mujer. Veo los filamentos de su rostro, pienso en la destrucción. Reflexiono: ella está dormida a mi lado, al lado de Hyde. Debería estar asustada; con extremo sigilo salgo de las sábanas y me deslizo del colchón, salgo por la ventana hacia la calle, me pierdo en los callejones pestilentes. Veo palabras y números flotando sobre la avenida, me pregunto por los símbolos detrás de los símbolos, de la noche que escapa a nuestros ojos y es ceniza en la distancia; me concentro en mis músculos y en mis vertebras y salto hacia un balcón sin flores. Ahí encuentro notas escritas en papel. Son cientos, y están por todos lados, incluso en el techo. Son símbolos dobles, esta parece ser la casa de un loco —pienso— y me digo: es extraordinario, el doctor no pudo volver a fabricar la fórmula, y lo he suplantado, sólo queda Hyde, es decir, yo, mientras que el doctor ha desaparecido. Gané la batalla. El juego alquímico me favoreció, y sólo prevalece el maldito, el oculto, una alegoría en la mirada. La metamorfosis psíquica, la transformación

Nunca me interesó el doctor, en realidad. Yo quiero romper límites: súper fuerza más allá de todo. Soy fuego inteligente. Soy un cambiante. Un Shape-Shifter, otro nombre puede ser Hyde. Lo extraordinario y oculto. El doctor es el asesino. Destruyó su lado humano para convertirse en lo que soy, un ser obscuro que escribe estas líneas. Él decidió tomar la fórmula, y me encontró a mí, su tirano. Quien lo terminó por poseer completamente. Evité la muerte del doctor, su suicidio, para usurparlo. Ahora yo controlo el juego, ya no es más un trastorno de bipolaridad. Está más allá de un problema de personalidad múltiple, es la posesión del gemelo negativo sobre el positivo. Alguna vez tenía que ganar; muchos escritores han sufrido esto como yo, entre ellos el propio Stevenson, así como Hemingway y Edgar

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Allan Poe, quien, además, tenía un doble que lo atormentaba rompiéndole el eje de las cosas. Vivo en las regiones subterráneas que emergen a la luz. Libertad del Ser. Rienda suelta a placeres de todo tipo, al desenfreno del “ello” y de las aventuras que navegan en la inmundicia, en la maravillosa falta de conciencia al desatar el fuego. Imán de Fuerza y Poder. Constelación de manos infinitas que no pueden negar la tercera alma del interior. Además, no soy de fácil acceso como la trastienda, por donde entro al usar mi llave en la novela. Están ahí el laboratorio y los experimentos químicos. De hecho, sino es por Mr. Enfield, Mr. Utterson jamás se hubiera dado cuenta de que se trataba de la parte trasera de la casa. Sin embargo, tengo en la novela un departamento en el Soho —el cual, por cierto, cambié su ubicación, ahora que vivo en otro país y hablo otras lenguas. Digamos que el doctor tenía ojos café cobrizo. Los míos son de un negro absoluto. Y sí, soy más bajo que el doctor, como en la novela y no tengo freno moral, no me importa nada, puedo tundir a palos a una criada o a una señora de la alta diplomacia. Soy lobo de la noche rutilante. Cada estrella es reflejo mío. Soy el hijo rebelde que se vuelca en contra de lo establecido en la Inglaterra Victoriana. Luego, escribí esta historia sobre la bestia salvaje en que me he convertido. El rebelde de la ciudad de plomo. Quiero seguir en la correría, vaciar la madrugada y sus lingotes, justo después de escribir estas páginas. Yo soy Mr. Hyde, el tipo auténtico, el que se deja llevar. El que decidió no ser aceptado por sus conductas ante la so-

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ciedad. El doctor no es antítesis de mí, también es mi constitución, mi carne. Yo lo asumí y lo integré: lo absorbí. Soy el Hyde que se desvela sobre la absenta pidiendo tragos y tragos al camarero. Vivo ensimismado en la constelación del humo que emerge de mis pensamientos. Me encuentro en otro extremo de la realidad.

sin conmiseraciones. Quedan tendidos en la tierra, con las miradas vacías y una ligera torcedura en los labios. Mientras observo la sangre enciendo un cigarrillo, y doy un salto en la euforia de la liberación. Ahora estoy seguro: mi doble es el texto — no el doctor—, quien descubre el misterio sobre la supervivencia de Hyde.

Pero ahora yo, Hyde, tengo el control. Soy quien navegó en un barco ebrio descuartizando mis notas y los libros de la biblioteca, donde consumo las horas con óleo en mis dedos. Escribo sobre las paredes y formulo el nuevo caos, la nueva transformación. Un sinfín de anotaciones en puertas y ventanas.

Recuerdo a mi mujer. Seguro tendrá frío y necesitará tenerme en las sábanas. Seguro me extraña y me desea, después de mi escape furtivo. Por eso, me dirijo al departamento. Ella conoce mi transformación, sabe que soy Hyde ahora, que ha perdido a su querido doctor, y sin embargo, sigue amándome: le excita la violencia de mis actos, la falta de modales, una bestia en euforia constante, pero con esferas contemplativas que son la acción suprema. En una gasolinera me cambio, me limpio la sangre, y camino a casa. Abro la puerta del departamento, y me doy cuenta de que aún tengo restos del juego. Ella me interroga, entonces le doy una bofetada que la manda al suelo. Entro en la cocina por un whisky. Abro una botella y la bebo en largos tragos. Abro otra, y otra. Por lo menos tres botellas de whisky bebí esa noche mientras mi mujer dormía ya en silencio absoluto.

Durante la noche, me desquicio y desfallezco en un largo sueño psicótico donde peleo con el doctor. Los dos flotamos en un cielo azul que nos ve golpearnos. Batalla onírica que al despertar sólo puede ganar uno, y siempre soy yo, Hyde, quien despierta sobre el colchón con aliento salitroso, después de toda una noche de desenfreno. Siempre envuelto por la multitud —ocultándome— buscando la ocasión para el crimen. Es decir, largas caminatas por los llanos, lúgubres montes donde encuentro fantasmas. Rutas del parque obscuro con tesoros de sangre. En la espera me volatilizo y encuentro a una pareja. Son jóvenes. Los dos van muy bien ataviados, regresan de una fiesta por su aspecto alcohólico. Camina ella sin zapatos sobre la hierba y él avienta el saco. Se besan y comentan en risotadas situaciones ingenuas. No me perciben en la gruta de la noche. Salto sobre ellos como un viejo comparsa, luego, los lanzo a varios metros. Al caer, truenan sus huesos. Camino hasta sus cuerpos y los arrastró hasta un árbol, donde los degolló

Al desnudarse surge el símbolo, ahí, donde el texto no deja de perseguirme, es la llama de mi transformación, mímesis, mutación brutal de los sentidos. De cómo llegué a ser Hyde y cómo mi mito se esparció en la literatura y en la cinematografía; ya no vivo en Inglaterra —como dije—me aburrí de ese lugar. Ahora vivo en el trópico y uso un teléfono Apple con FaceTime. Y sólo quedará mi doble textual, ése que no detendrá su paso —así como yo—,

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y que siempre es una espiral infinita; irá detrás de mí para afirmarme como Hyde, dando paso a la desaparición del doctor. El texto respalda al monstruo. Me da elementos. Es un lugar almático, un talismán. Soy quien acabó con el doctor; siempre estoy ahí donde se levantan las estilográficas rojas, donde se eleva el placer de los suburbios desenfrenados, del caos ardiendo en la madrugada, donde me han llamado hereje y sabio, yo, la bestia tenebrosa que se agazapa en su costado izquierdo, sudando los borbotones de sangre necesarios para encontrar víctimas —cualquiera que éstas sean—y atarlas en las sombras, hacerlas polvo. Ser el transgresor, aquel que ha roto su imagen para encontrarse al otro lado del espejo.

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Joshua Towersvalley

No hay mucho qué decir…claro que estaba al tanto de los accidentes en el túnel de Lefortovo pero jamás había presenciado ninguno… menos aún creía que fuera a ser víctima de alguno… Estaba conduciendo mi camión de regreso a la bodega… había realizado todas mis entregas… afortunadamente ya no traía carga… nunca supe de dónde salió el otro camión…ambos nos volcamos…no hay mucho qué decir… Pero lo que él no dijo al entrevistador, quizá porque no lo entiende o no desea quedar como idiota, es que ese segundo camión pareció surgir directamente de la pared de concreto que bordea el túnel (así se aprecia en la grabación) y que era exactamente igual al suyo. Él salió ileso, caminó hasta el camión que lo había impactado. Casi se infarta al ver que la persona que conducía el otro vehículo era idéntico a él; su gemelo. La única diferencia era que ese hombre no había tenido su misma suerte.

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UN OTRO EN MI PINTURA Víctor Argüelles

I Al terminar el día se abre una conexión de pulmones en el aire, conductos elásticos por donde inspecciona la sombra su edad, su ronco estar ahí para no ser de la luz ni del pincel, sesión aplazada. En su porte rígido, la sombra robusta ya fue de todo: envoltura, cordón, manto y atizada veladura que formó una casa; enorme casa, sirve para alojar a quien genera la existencia, y la identidad siniestra de su permanente misticismo. II La mirada de ese otro: el mismo y el pretérito de siempre. Su mirada tira sucesión de puntos para armar el andamiaje, el vuelo y el trayecto de aves negras, giran su extensión de sombra; ligeramente picotean el borde del pensamiento escondido de quien, a espaldas y a contraluz, se deja ver a un lado de pesados recuerdos.

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III La rabia te excava y te presenta al que eres desde un fondo cubierto de lunares negros. Estando ahí te reconoces en un estallido de luz directa que viene de la caja donde se alojan cuerpos de madera. Indeciso, sin tanto despegue como otras veces, haces temblar puntas de un lápiz. A veces tu intelecto se mancha del vuelo de las aves de rapiña ¡carroñeras!, desgastando todo alrededor del minuto en que fuiste suspendido por halos serpentinos de lucidez. A veces la rabia se vuelve inmundicia de las cosas; de raíz viven cortadas como coléricos hilos que jalan de tus nervios. IV Ya no es él quien serpentea en una tira su color ni quien atiza el verde de su negro para conceder a la noche vástagos de estrellas. Ya no importa quién sea el desgastado rugir sediento navegando en una comarca y pide espacios. Es la entidad velada cubierta de signos, incendios, devastación de horas, licencia proclive al llanto de su tan arcano dolor que no es del mundo ni de los lienzos secos de la piel gastada. V No quiero saber de mí… Supe, al rugir del color en la materia, ante puntas de mil pinceles que había otro que pedía auxilio; “quería”, quiere externar en el aire la maleza abrupta de quejidos, resonancias múltiples que vienen de predios atestados de negrura, de casas donde reinó la encrucijada del silencio y el rencor como un malestar de sangre, herencia de la piel más negra que lo cubre ahora. “Quería”, quiere… avanza. Se vuelve hacia sí mismo en su reflejo, y queda aquí… reinventándolo.

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