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primer encuentro de cuentos y relatos ecociencias

CUIDEMOS NUESTRO AMBIENTE

Había una vez un bosque, y ese bosque, tenía mucha basura. Un día fueron Tomás y Julián a tener un día de campo, pero cada vez que se adentraban más, había más y más basura, y eso les impedía tener un día de campo. No sabían qué pasaba. Luego, fueron a lo más profundo del bosque donde estaba totalmente lleno de basura. El centro del bosque olía mal, era feo y contaminado. Luego, vieron unas máquinas que traían más y más basura. Estuvieron ahí mucho tiempo contemplando la situación, luego se acercaron a las máquinas a decirle a los conductores: “¡hey! ¿qué les pasa?”- con un tono de enojo. Estaban a punto de decirles algo cuando… ¡¡PAFFFF!!- sonó un ruido. Estaban pidiendo ayuda. De pronto, vieron a las máquinas y una de ellas estaba chocada y se había dado vuelta, entonces fueron a ver al conductor que por mucho que trataba no podía salir. - ¿Está usted bien? – pregunto Julián –- Sí, - respondió el conductor – pero no puedo salir. ¡¡estoy atrapado, auxilio, auxilio, estoy atrapado!! Al oír esto, Tomás y Julián, intentaron ayudarlo, pero no sirvió de nada. Luego, el conductor atrapado se movió y las personas vieron en su camisa una insignia que decía “jefe”. Luego ellos supieron que era el jefe, pero aun así ayudaron. Tomaron prestada una de las excavadoras de los trabajadores, la manejaron hasta el accidente y levantaron la máquina. De esta forma, el jefe pudo salir. El jefe no sabía cómo agradecerles, pero ellos le dieron la respuesta y lección más clara. - “No contamines, no contamines el bosque, eso es lo mejor que puedes hacer, porque contaminar el bosque lo destruye y en él viven muchas criaturas, animales y seres vivos. Además, un bosque contaminado no deja que podamos tener un día de campo.”- dijo Tomás. El jefe gracias a Tomás y a Julián pudo reflexionar las cosas y pensó bien. Luego, él les dijo a sus trabajadores que no contaminen más el bosque y les pidió que lo limpiaran juntos. Y sólo con esa acción, todos vivieron muy pero muy felices por siempre. El bosque nada contaminado, volvió el buen olor, volvió a ser bello y Tomás y Julián por fin pudieron tener un feliz día de campo. EL FIN.

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Autor Tomás Raúl Cevallos Venegas Edad: 10 años Establecimiento educacional: Escuela Waldorf Alywen, Talca.

El camino correcto no es el más fácil El Cóndor y la Loica

Un ave surcaba libre los cielos, cada cierto rato miraba hacia abajo, cuidando de sus polluelos. Entre medio de gigantes nubes y rayos de sol, apareció un Cóndor, ella como una especie de ave mucho más pequeña, quedó impresionada de la envergadura de este. Era un Cóndor adulto, y hasta ahora había conocido sólo a uno bebé. Ella era una especie pequeña, llena de colores, se llamaba Loica, un ave hermosa y muy sabia. Loica luchaba cuidando su bosque, sus árboles para anidar.

Loica dejó a sus polluelos solos, para seguir hipnotizada a Cóndor que podía planear, pero más que eso porque se veía preocupado.

Volaron juntos algunos kilómetros más allá de donde estaban, cuando de pronto ella vio en los ojos de Cóndor una mirada de pavor. Al frente suyo se veía humo y lenguas de fuego que llegaban a hasta las nubes. Loica tuvo miedo de sus polluelos, que estaban no tan lejos de ahí, el fuego avanzaba rápido a favor del viento.

El santuario de reunión de todas las criaturas del bosque ha sido consumido por las llamas le dijo Cóndor. Ella recordó que ahí volaba en sus días jóvenes, que su padre y madre habían sido parte del concilio de animales que protegían el bosque. Una lágrima cayó de sus ojos…. una sola gota no podría apagar el incendio. ¿Qué pasó aquí? preguntó ella a Cóndor, y él le dijo “fueron ellos con sus máquinas y ambición, quieren toda la madera de los árboles ancianos y jóvenes que aquí yacían, pondrán especies afuerinas, destrozando todo el ecosistema”.

Un árbol pequeñito se agitaba en señal de dolor. “Seremos pequeños, no molestamos a ninguna forma de vida, limpiamos el aire y aun así nos liquidan. Si morimos, todo colapsará” dijo como último suspiro.

Loica desesperada voló veloz a ver a sus polluelos, pero cuando llegó a su encuentro, el árbol donde estaban, había caído y sólo llamas se mostraban.

Fin

Autor: Arturo Reyes Pérez Edad 12 años Establecimiento Colegio Los Agustinos de Maule, Talca

ÓSCAR

Óscar tenía mucho tiempo libre por la cuarentena, pero eso no detenía su mayor habilidad: la creatividad. Él quería poner a prueba o mejor dicho ponerla a funcionar pero no sabía cómo. Hasta que un día su mamá en voz alta (gritando) dijo: me gustaría guardar el agua de la lluvia, pero no sé cómo. Él pensó dos cosas la primera obviamente por qué mi vieja quiere guardar el agua de la lluvia, que se habrá tomado y la segunda, puedo ayudarla y hacer algo para cumplir el deseo de mi madre, pero es mucho tiempo y me da lata. Por otra parte, no le dio nada por el día de la madre, lo voy a hacer para compensarla, pensó.

Pasaron los días y Óscar no encontró nada. Buscó en Instagram, en twitter y en la diosa Wikipedia y él se planteó hasta la vida. Hasta que un día tuvo una gran idea: fue a la cocina a comerse un pan y también fue a la mini reciclaje que tienen en su casa, a sacar todas las botellas de plástico que habían y le contó la gran idea a su madre. Su madre le ayudó a lavar las botellas, el gran problema es que casi nunca llueve. De casualidad llovió ese mismo día, en la noche llovió y mucho, al punto que cuando Óscar y su madre fueron a ver las botellas, estaban llenas. Él le preguntó a su madre por qué quería guardar el agua. La madre le dijo: porque en el campo se regaba así y le encantaba hacerlo, pero cuando me mudé a la ciudad lo dejé de hacer. Pero tú, Óscar me ayudaste y volveremos a regar así, gracias.

Actualmente lo hacen muy poco porque no llueve, pero Óscar le contó a todos sus amigos que reúnan las botellas para poder juntar el agua de la lluvia y a su barrio igual, y fueron elegidos por otras juntas de vecinos de otras comunas como el barrio más ecológico de la Región Metropolitana.

Autor: Agustín Iñaki Araya A. Edad:16 años Establecimiento educacional: Colegio Francisco Varela, Santiago.

EL CAMINO CORRECTO NO ES EL MAS FÁCIL

En la casa había un silencio sepulcral el cual rompí diciéndole a mi hermana que pusiera música por YouTube. La música que puso se escuchaba triste, estaba en inglés y decía “hurts like hell”. Le pregunte a mi hermana qué significaba y me dijo que significaba “duele como un infierno”. Me puse a pensar que cada vez que talaban un árbol a este le dolía como si a nosotros nos cortaran una extremidad o alguna parte del cuerpo, que “dolería como un infierno”, y que si los árboles derramaran sangre cada vez que los talan el mundo estaría cubierto de rojo y el mar en vez de ser azul sería rojo por la cantidad de árboles que cortan en total en todo el año que es una cantidad muy grande si la contamos por todo el mundo.

Seguí escuchando la canción y me gustó, así que el nombre lo anoté en un papelito para no olvidarlo, ya que soy buena olvidando algunas cosas, espacialmente cómo se escriben las palabras en inglés jeje, tengo que estudiar mucho en esa clase. A la hora del almuerzo le pregunte a mi mamá “¿cuántos árboles se cortan al año aproximadamente?” y ella me respondió “no lo sé, Carol ¿por qué no después de almuerzo lo buscas por Google?”. A mí me pareció una buena idea ya que Google me podría decir eso con más exactitud. Cuando necesitaba ayuda con alguna tarea y nadie de mi familia sabía la respuesta, lo buscaba por Google, pero no buscaba la respuesta en sí, sino que sólo ponía la definición de algo y me quedaba claro y la respuesta ya la formulaba en mi mente así que sí confiaba en Google. Después de almuerzo hice lo que mi mamá me dijo, así que entré en Google y escribí “cuántos árboles se talan aproximadamente en el mundo en un año” y aparecía “un nuevo estudio de la revista Naure estima que el planeta contiene alrededor de tres billones de árboles. Actualmente, 15,3 mil millones de árboles son talados cada año. Aproximadamente un 46% de los árboles del planeta han sido talados desde el origen de la agricultura hace 12.000 años”. Ahí me dije “sip, si los árboles derramaran sangre el mundo entero sería rojo, algo muy trágico para todos”.

Pasaron las horas y estaba estirada en mi cama escuchando música y una canción dice “el camino correcto no es el más fácil” y pensé “la gente que recicla elige ese camino porque saben que el mundo está en manos de todos por la contaminación, y la gente que no recicla elige el camino fácil: no hacer nada. Me alegro de que mi familia y yo elijamos el camino correcto, porque así nos salvamos a nosotros y también al planeta. Estoy feliz de eso y espero que más gente tome conciencia de lo que está pasando en el mundo, lo protejan y cuiden para que los futuros niños y niñas puedan tener una infancia muy distinta a la que tuve yo.

Y tú… ¿eliges el camino fácil o el camino difícil?

Autora: Noelia Paz Álvarez Muñoz Edad: 11 años Establecimiento educacional: Colegio San Joaquín de Renca, Santiago

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