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Rosa Alba Dorado, Secretaria Francisca Madrid Vinuesa, antigua profesora del Centro
MIS 25 AÑOS EN EL RIBERA DEL BULLAQUE
En el mes de julio del año 1996, me encontraba en mi trabajo, en el instituto de Formación Profesional de Mora de Toledo y en el BOE salió el concurso de traslados. Cuál fue mi sorpresa que me habían dado traslado al IES de Porzuna siendo una gran alegría para mí y para mi familia. Me puse en contacto con el director, Luis Miguel, era el único que en esa fecha estaba nombrado y fuimos a ver el edificio donde estaríamos ese primer curso 1996/1997. Ya en septiembre llegaron Nieves y Avelina que fueron el equipo directivo, y los cuatro compartimos ese curso un mismo despacho pero con mucha ilusión y con muchas ganas de poner en marcha nuestro instituto. Lo mejor de todos estos años en el instituto es la sensación de ser una gran familia, en la que puedes contar con tus compañeros para las cosas buenas, y también las menos buenas, sabiendo que las van a compartir contigo. Llevar 25 años en el instituto me ha permitido conocer a muchos compañeros, algunos de paso, otras que han permanecido aquí mucho tiempo, hasta que les llego la jubilación, Encarni, Juan Manuel, Ana, Antonio, Irene, fue bonito participar en su fiesta de jubilación y al mismo tiempo me produjo tristeza pensar que no volvería a compartir el día a día con ellos. Otros compañeros, después de muchos años en el instituto, se han ido trasladados siguiendo su andadura laboral, más cerca de donde vivían y han dejado un gran vacío que, a su vez, llenan los profesores que van llegando cada año. No puedo decir que ojalá pasen otros veinticinco porque está cercana mi edad de jubilación, pero me llevaré un grato recuerdo de mi paso por el IES RIBERA DEL BULLAQUE. “Lo mejor de todos estos años
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es la sensación de ser una gran familia”
ILUSIÓN POR HACERLO BIEN Y UN FUERTE DESEO DE TRANSMITIRLA A MIS ALUMNOS
Porzuna en 1984. Foto cedida por Juan Manuel Otero
Aunque el tiempo me ha hecho olvidar el nombre de muchos de los alumnos, sí he guardado momentos imborrables que evidencian el gran esfuerzo que muchos realizaban.
Dos años de mi vida profesional casi al inicio de esta, hace ya demasiado tiempo, que coincidieron también con los primeros pasos de este instituto, donde se formó el germen de la respetada institución que es ahora. Ilusión por hacerlo bien, por descubrir, por aprender, un fuerte deseo de transmitir esa ilusión a mis alumnos, de compartir experiencias con ellos desde la proximidad y el respeto. Todas esas emociones regresan a mí cuando pienso en esos años, unos maravillosos años aderezados con el recuerdo de los mejores compañeros, algunos de ellos ya amigos, que me hicieron sentir desde el primer día en casa y que siempre formarán parte de mí. Este centro ha crecido junto a ellos; un equipo humano fantástico y de gran profesionalidad, cercanos, siempre implicados y con la mejor de las actitudes: Encarni, Irene, Teresa, Avelina, Nieves, Pedro, Carmen, Rosa, mi estimado D. Juan y otros muchos. Pero un centro educativo también se construye y crece gracias a sus alumnos y, aunque el tiempo me ha hecho olvidar el nombre de muchos de ellos, sí he guardado momentos imborrables que evidencian el gran esfuerzo que muchos realizaban. Como aquel que me explicaba que se dormía en clase porque antes de coger el autobús escolar tenía que ordeñar las cabras y una de ellas era muy traviesa. Comunidad educativa del IES ‘Ribera del Bullaque’, os felicito en este 25 aniversario y os deseo un ilusionante futuro. Estoy orgullosa de haber formado parte de vosotros.

25 ANIVERSARIO 26 IES RIBERA DEL BULLAQUE
La vida son etapas, el paso de unas a otras suele ser suave, inapreciable, lo notamos a posteriori. La perspectiva que te dan los años, las definen.
Por esas casualidades de la vida, el IES Ribera del Bullaque supuso un cambio de etapa en mi vida profesional, también en la personal.
Pasé de trabajar en Primaría (EGB) a Secundaria Obligatoria (ESO). Aproximadamente en la mitad de mi vida laboral y con solo cruzar una calle, la Avda. del Dr. Garrido, cambiaría mi trabajo. Al mismo tiempo, sucedieron cambios en mi vida familiar.
En cierto modo puedo decir que, en aquellos momentos, el IES Ribera del Bullaque fue mi tabla de salvación para iniciar mi nueva etapa. Nuevos compañeros, nuevas amistades, nuevos alumnos y mucho que levantar juntos en esos primeros años.
Quiero destacar que me mudé muy bien acompañada por cuatro compañeros del colegio Ntra. Sra. Del Rosario: Maribel, Feliciano, Faustino y JuanIgnacio, nuestro querido Don Juan, que por desgracia ya no está entre nosotros. Además, todos mis alumnos que comenzarían 1º y 2º de ESO, ya lo eran en el colegio. Con algunos estuve cuatro años seguidos.
Nuestro recién nacido instituto requería esfuerzos y cuidados. Año tras año creció y se llenó de materiales y proyectos: libros, laboratorios bien dotados, aulas específicas, instrumentos musicales, ordenadores, pizarras electrónicas… y lo más importante, las ganas de trabajar de profesores y alumnos. Cada año recibíamos con ilusión a los nuevos y despedíamos con tristeza a los que se iban; pero de todos queda algo, en las paredes, en los recuerdos.
Cambios y más cambios, nuevas exigencias no siempre acertadas, desde mi punto de vista, nos obligaban a más papeles, más justificaciones y mayores dificultades para llevarlas a cabo. En todo este proceso siempre me sentí respaldada por mis compañeras de departamento: Yolanda, Mª José, Eva… y por todos los demás. Gracias a todos por vuestra ayuda.
En todas las etapas hay encuentros y despedidas y así llegó la mía, mi jubilación en 2015.
Curiosamente también me acompañaron otros tres compañeros: Ana Garrido, JuanManuel Otero, y Antonio Ortega. Siempre bien acompañada. En medio de todo esto, ha habido definitivas y tristes despedidas a alumnos y a profesores, que no olvidamos. En nuestro recuerdo, en mi recuerdo, siempre permaneceréis. La vida son etapas, el paso de unas a otras suele ser suave, inapreciable , lo notamos a posteriori. La perspectiva que te dan los años, las definen.
Quería decir a mis alumnos que pueden ser lo que ellos quieran, que el esfuerzo y el trabajo siempre tienen recompensa y que la vida va más allá del término municipal de sus pueblos, una vida llena de oportunidades que los están esperando.
EL RIBERA Y YO
Tengo…no voy a decir mi edad pero sí los años que he pasado en el Instituto Ribera del Bullaque: 10 años, de los 25 que cumple. Y la razón no ha sido que haya repetido muchas veces, hay una bastante especial que ha hecho que este IES haya formado parte de mi vida durante tanto tiempo: fui alumna y profesora, situación que es muy especial cuando ocurre y es lo que me ha sucedido a mí. Seis años los pasé como alumna, aunque he decir que solo fueron cinco en el edificio que hoy todos conocemos. Entonces, ¿qué pasó ese primer año? El Ribera aún no estaba preparado para recibir al alumnado en sus aulas cuando yo empecé la etapa de secundaria y tuvimos que “apañárnoslas” en lo que hoy es la escuela de adultos, lo que era el antiguo colegio. Recuerdo lo frías que eran las clases, los armarios viejos que siempre escondían algún tesoro de la época de primaria y sobre todo, las clases llenas de compañeros. Por supuesto, también recuerdo a los profesores que me fueron acompañando durante todos los cursos, son imborrables sus enseñanzas, tanto de su materia, como de la vida. Sí, el Ribera del Bullaque sentó las bases de lo que hoy soy, como profesional y como persona. Son esos años de instituto donde nuestra personalidad se fragua, donde nos preparamos para convivir con nosotros mismos y con el resto del mundo, donde aprendemos a luchar para seguir adelante, años donde recopilamos estrategias para enfrentarnos al mundo, en sentido metafórico, claro. Cada uno de nosotros vive su paso por el IES de una manera diferente, de ahí la riqueza de las experiencias que nos cuentan cuando preguntamos a la gente sobre su etapa en el centro. Reconozco que los primeros años de instituto no fueron fáciles. Y no porque hubiera que estudiar mucho, que también, sino porque tenía una personalidad muy diferente a la que ahora conocéis. Me daba miedo hablar en público, levantar la mano para responder a cuestiones que me sabía o me aterraba preguntar dudas. Era tan introvertida que afectaba a mi manera de relacionarme con el mundo. Pero llega un día en el que todo cambia y no por arte de magia, hay que hacer un esfuerzo y llegar a ser lo que uno quiere ser. Por eso me apunté al intercambio de Francia y ahí empezó mi cambio. El Ribera no solo me ayudó a saber los contenidos esenciales para aprobar y obtener un título, también hizo que comenzara a moldear una nueva personalidad con la que me sentía y me siento feliz. Los últimos años de instituto fueron decisivos para encontrar a la persona que soy y decidir que lo que más quería en este mundo era ser profesora de inglés. Podréis pensar “¡Qué locura, trabajar en un instituto de donde todo el mundo está deseando salir!”. Sí, llamadme loca, pero era mi objetivo y con trabajo y esfuerzo volví al Ribera, ya no como alumna, si no como profesora. Recuerdo el día que tuve que elegir Porzuna como mi destino para trabajar de manera provisional durante solo un año. Estaba en una sala llena de profesores que elegían su destino de entre varios pueblos y yo no

Trabajo realizado con los alumnos en 1918
era de las primeras en elegir. Mis nervios hacían que cada latido de mi corazón moviera el asiento y no estoy exagerando. Temía que alguien delante de mí pudiera pedir mi pueblo, mi IES. Esa plaza debía ser para mí. Cuando llegó mi turno, antes de que me preguntaran dónde quería ir a trabajar de entre las plazas que quedaban, di un grito “¡¡¡PORZUNA!!!” creo que se escuchó a varios kilómetros. La plaza de inglés de Porzuna era mía por un año. Volvía a mi centro pero no para sentarme en un pupitre, sino en la mesa del profesor. Qué raro fue el primer día que pasé por el pasillo de jefatura y dirección. Y más raro llegar a la sala y ver que mis antiguos profesores eran mis compañeros. ¡Qué extraño se me hacía llamar a Don Pedro, solo Pedro, aun me sigue costando! ¡Y qué vergüenza ver mi foto en la orla de 2º bachillerato! Esa chica no era yo. Pero sí mostraba lo que una vez fui y ahora aparezco en otra orla como profesora y esa foto muestra lo que soy. El Ribera es testigo de mi evolución. ¡Cómo no le voy a tener cariño! Qué curioso e ilusionante fue ver todo desde el otro punto de vista. Lo que quería ese año y los tres años siguientes que formé parte del equipo del Ribera era dar a mis alumnos las enseñanzas que me dieron a mí, mostrarles que pueden ser lo que ellos quieran, que el esfuerzo y el trabajo siempre tienen recompensa y que la vida va más allá del término municipal de sus pueblos, una vida llena de oportunidades que los están esperando. Cuando era alumna y decidí ser profe, hice una lista con cosas que quería hacer cuando fuera profesora. En mis años en el Ribera del Bullaque taché todas ellas y apunté unas cuantas más, porque mi vida en el IES no solo se trataba de enseñar inglés sino de seguir aprendiendo de mi alumnado y de mis compañeros. El Ribera del Bullaque es, para mí, un constante aprendizaje. Me sentí afortunada de dar clase en mi IES porque pude dejar mi granito de arena, mi manera de ver el mundo y la enseñanza de un idioma. Me sentí feliz porque estaba en casa y como el turrón en Navidad, espero volver.