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Isabel Merino, antigua profesora

ESO FUE LO QUE ENCONTRÉ EN EL INSTI DE PORZUNA

Las clases se vertebraban en torno a la relación alumnosprofesor y dependiendo de las aptitudes, actitudes y el don de unos y otros, las clases podían ennoblecer esta profesión Cuando vienen a mi memoria los años que estuve en el insti de Porzuna, me invade una sensación de emotiva nostalgia y entrañables recuerdos. Los viajes compartidos en el coche, el bullicio de la salita de fumadores en el recreo, las tertulias en la cafetería, muchos queridos alumnos, un equipo directivo que por encima de su función directiva estaba el ser compañeros….Y, claro, el sentirse acompañado es lo que más importa, y así me sentí yo en el Ribera del Bullaque Las jornadas comenzaban con el tiempo compartido en el coche, tiempo de confidencias, de quejas y lamentos con o sin causa-, de anécdotas divertidas, de sonrisas y risas, ¡cómo no! En una época sin pantallas y apenas móviles, las clases se vertebraban en torno a la relación alumnos-profesor y dependiendo de las aptitudes, actitudes y el don de unos y otros, las clases podían ennoblecer esta profesión, -y así era en la mayoría de los casos-, o en algunos otros, - los menos-, podían conducirte al desánimo y a cuestionarte tu valía en esto de la docencia. ¡Qué diferente es todo ahora!, todo mediado por las plataformas, las pantallas, la comunicación electrónica… Inolvidables los momentos del café con Rosa, M. Luisa, Antonio,…y demás miembros de la quedada en la cafetería. Allí practicábamos esa actividad tan maravillosamente humana que es la de conversar, “versar con” , algunas veces con vehemencia y seriedad, y otras con chispeantes risas, pero siempre con el enorme placer que hacía deseable su repetición. Inolvidable también la salita de fumadores (entonces se podía fumar) que se cargaba de tanto humo como de algarabía, de comunidad, de vida… En fin, ahora que nos hemos dado cuenta de lo importante que es estar juntos, de cuánto necesitamos a los otros, de cuidar y ser cuidados, he de decir que eso fue lo que yo encontré en el insti de Porzuna.

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Isabel Merino, la profe de filosofía