58
Dinorah Cortés-Vélez, Fugas de duermevela: prosas heridas, Isla Negra Editores, 2018. Doris E. Lugo Ramírez
Contexto Le debo al trabajo que realizo como coordinación y editora de la Revista del Instituto de Cultura (RICP) el recuperar el contacto con los escritos literarios de la autora, oriunda de Isabela, Puerto Rico, Dinorah CortésVélez. La lectura de los ensayos: “Puertorriqueñidad y negritud en Down These Mean Streets”, (RICP # 5 Afrodescendencia, 2016), el “Kitsch neobarroco en la novelabingo de Manuel Ramos Otero” y “Mitopoeia y posmodernidad barroca en Las brujas del teatro feminista de Abniel Marat” (RICP # 7 Rostros y Rastros, 2017) despertó el deseo de seguir nuevamente su escritura. Estos trabajos críticos desprenden gran meticulosidad en la investigación y una depuración expresiva de una pluma académica e incisiva, pero que no oculta el vuelo imaginativo del que es capaz en sus escritos narrativos.
A Cristina Campo Son mis voces cantando para que no canten ellos, los amordazados grismente en el alba, los vestidos de pájaro desolado en la lluvia. (Alejandra Pizarnik, “Anillos de ceniza”, Obras completas. Poesía y Prosas, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1990, p. 247.)
Cuando escribí el texto de contraportada del libro Fugas de duermevela: prosas heridas usé el término: Advertencia (que, finalmente, no fue incluido). Al releer el texto y otros libros anteriores de la autora, como El arca de la memoria (2012) y Cuarentena y otras pejigueras menstruales (2013), confirmé que este aviso sería un acierto para el lector que, entre anaqueles, busca entrar al incierto mundo de la lectura. Esta admonición le dejaría claro que, antes de abrir las páginas de este escrito, deberá renunciar a toda idea de pasividad o pretensión consumista al leer. Deberá optar por la lectura como Narrativas o modos de contarnos