Crann 47

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Esto no es una memoria ni un balance, porque eso es para las empresas, y si Crann fue una empresa lo fue en la acepción del término que remite a las campañas de Alejandro o de Napoleón, antes que a los papers calculadores de activos y pasivos de gente que trabaja de hacer plata. Si los que fundaron Crann hubieran pensado en hacer plata hubieran hecho seguramente otra cosa. Yo puedo hablar de Crann porque fui testigo directo de su nacimiento, vi esfuerzo, vi puja, vi gritos y no vi sangre pero vi cómo la nueva criatura daba sus primeros pasos. Crann fue una ocurrencia de gente muy joven, estudiantes o apenas recibidos que intentaban un vuelo más ambicioso que 8 los desafíos con los que la vida los atareaba en esa etapa: conocer minitas, divertirse, aprender un poco de todo, vivir vivir vivir. Naturalmente que a esos veinteañeros Creo que nunca que éramos, gente en formación, gente que buscaba una personalidad, se lo agradecí ni gente que ya la había encontrado y no sabía qué hacer con ella, a Crann (la imagen la cosa no se le puso fácil cuando a medio construir es medio ridícula si se la ellos mismos se propusieron construir algo entre toma al pie de la letra) ni a sus todos. Y ese algo fue Crann. Crann que dueños. Como sea ya es tarde. no se llamaba Crann. Se llamaba Tal vez estoy olvidando lo más “la revista”. importante de Crann, que fue la explosión de creatividad e ideas que surgía poco a poco a medida que Crann maduraba. La creatividad se manifestó en sus diseños, en su experimentación permanente con la imagen, en su deconstrucción de lo establecido, en su intento de explorar las técnicas posibles (y las no tanto) de impresión. De las ideas, un cúmulo de ellas tan denso como el que puede arrojar los cientos de artículos de una multitud de autores, una en par ticular me viene hoy a la mente, tal vez porque a mi juicio tenga que ver con este final de Crann. Es la que entiende que el divorcio entre arte y diseño es un error. Hoy día la discusión está un poco agotada, pero en su momento, cuando los popes ladraban que el diseño no tiene nada que ver con el arte, la postura de Crann (y me enorgullezco del granito de arena con el que contribuí a cimentar esa postura) fue clara. Y en estos últimos números de Crann es donde esa idea parece expresarse con más claridad, pues son los más rabiosamente experimentales, los más vehementes a la hora de correr los límites, los que expandieron la revista en todos los sentidos (incluso el físico), convirtiendo a Crann en algo más que una publicación de Arte y Diseño, en otra cosa: un objeto, un monstruo, un collage delirante, algo que en suma se parece menos a una revista que a una obra de arte. En este último número Crann parece poner en acto el deseo de cortar la última amarra: cada número es único, intervenido por un diseñador o un artista (o acaso ya no deberíamos hacer diferencia, parece decir esta última Crann). Como tan bien expresó Darth Vader “el círculo está completo”. Crann parece cumplir su misión con el último y máximo gesto en pos de una idea, la inmolación. Comenzó en el diseño y terminó en el arte. Toda buena alegoría concluye en la muerte. Crann parece saberlo y se sumerge en las aguas de Ofelia, las de la locura o las del saber, que son al fin y al cabo una misma cosa. Yo la voy a extrañar.


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