Ed. N°5. Patrimonio arquitectónico de San Antonio de Prado

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Edición N°5 | Nov. 2024

Edición N°5

Patrimonio arquitectónico de San Antonio de Prado

© Revista Comuna Adentro, 2024

Editor:

Daniel Bonilla Sánchez

Corrección de estilo:

Yuliana Sánchez Loaiza

Investigación y artículos:

Oscar Steven Chaverra Génesis Vélez Muñoz

Daniel Bonilla Sánchez

Fotografías:

Juan Esteban Cano Giraldo

Archivo IE San José Obrero

Archivo Familiar Los Rico

Robet Platt

Daniel Bonilla Sánchez

Diseño y diagramación:

Comité Editorial

Ilustración: Camilo Gómez

Medellin, Colombia

Noviembre | 2024 06

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Centro de Evangelización San Marcial

Reseña historica y arquitectónica

Iglesia de San Antonio de Prado

Reseña historica y arquitectónica

Capilla La Dolorosa

Reseña historica y arquitectónica

Casa de Maruja

Reseña historica y arquitectónica

Casa de Los Rico

Reseña historica y arquitectónica

I.E. San José Obrero - Granja Taller

Reseña historica y arquitectónica

Casa la Esmeralda

Reseña historica y arquitectónica

multitud saliendo de la iglesia en San Antonio del Prado entre 1933 y 1963

Robert S. Colección Platt I - Negativos de nitrato

Derechos de autor: La Junta de Regentes del Sistema de la Universidad de Wisconsin

En San Marcial está localizada la ermita La Soledad, hecha con piedra extraída de la quebrada Doña María. Es una capilla de arquitectura modesta compuesta por un cuerpo central. En su interior destaca la bóveda de cañón formada por arcos de medio punto. En la fachada se incrusta una espadaña, o campanario de una sola pared con vanos para colocar las campanas, como es habitual en las iglesias de estilo románico rural que carecen de torre, de igual manera, desde la tradición franciscana se utiliza cuando se desea evitar la ostentación. Su diseño estuvo a cargo del arquitecto Francisco Javier Martínez Naranjo.

En el momento de la fundación del corregimiento esta propiedad era conocida como Llano Grande. Fue una gran finca que cubría alrededor de 360 hectáreas, propiedad de doña Teresita Ortiz. En 1942 fue vendida por Pedro Antonio Betancur, nieto de Teresita, a Marcial Naranjo y Soledad Villegas de Naranjo. La antigua casa fue intervenida para

construir un segundo nivel, pero conservando sus rasgos arquitectónicos más típicos como el patio central empedrado, los amplios balcones, los pisos, puertas y ventanas originales en madera tallada, que evocan la arquitectura de la colonización antioqueña. En 1956 Rafael Naranjo Villegas le construye a su hermano, el padre Javier Naranjo Villegas, la ermita La Soledad junto a la

casa como oratorio para la familia y la comunidad de la vereda La Verde. La nombraron La soledad en homenaje a Soledad Villegas de Naranjo, su madre. El 25 de julio de 1956 la ermita fue declarada “oratorio semipúblico” por don Joaquín García. Durante la primera mitad del siglo XX, las celebraciones de las misas, bautizos, primeras comuniones, matrimonios y los retiros de convivencia, convirtieron a San Marcial en casa de retiros espirituales y en un referente de la arquitectura religiosa del corregimiento para muchas generaciones.

El 25 de julio de 2006 con la celebración de los 50 años de fundación de la Capilla La Soledad, el padre Javier Naranjo Villegas donó la propiedad a la arquidiócesis de Medellín para convertirlo de forma permanente en un centro de evangelización, con la promesa de que fuera nombrado como centro de evangelización “San Marcial”, en honor a su padre Marcial Naranjo.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la falta de disposición del curato de Itagüí para dar cumplimiento a sus obligaciones religiosas y buscar la protección de Dios, motivaron a los vecinos de Prado a construir una capilla de tres naves hechas en paja y bahareque, pero, debido a sus frágiles cimientos, la construcción se deterioró rápidamente. A comienzos de la década de 1880 se promueve entonces la creación de un segundo templo sobre la antigua parroquia, dotado de imágenes sagradas y ornamentación. El templo fue donado por Ramón Arango, quien también entregó una manzana del yucal para la construcción de la plaza principal, en la que participaron otras personalidades como Manuel y Emeterio Betancur, Baltazar Montoya, Vicente Hurtado, Tomas Francisco y Manuel Betancur Uribe.

Fue el párroco Mejía de la Iglesia de la Estrella quien dictó la primera misa y bendijo la primera piedra para construir una capilla de tapia y teja más grande. Los feligreses se organizaban en comité para traer los materiales del tejar ubicado en la quebrada Doña María, y la madera de la finca de Lisandro Hurtado.

El campanario de la iglesia marcaba las dinámicas sociales y los usos del tiempo. Las campanas comenzaban a sonar desde las cuatro de la mañana, anunciando el rezo de los ángeles, sonaban otras veces llamando al rezo del santo rosario a las cuatro de la tarde, y a las ocho de la noche cerraba su timbre sonoro con el padre nuestro por las almas del purgatorio. El 3 de febrero de 1887, por decreto del señor Obispo Bernardo Herrera Restrepo empezó el funcionamiento de la Vice parroquia; también por este decreto, el 30 de noviembre del mismo año, se creó la parroquia

con el nombre de San Antonio de Padua, a cargo del presbítero José Mesa. La existencia de esta parroquia creó fricciones con Itagüí y la Estrella por el cobro de los diezmos.

El párroco Benjamín Aristizábal se encargó de mejorar la fachada de la iglesia y darle mayor ornamentación, recibiendo gran apoyo de la comunidad. En 1915 encargó al artista Misael Osorio las imágenes de Semana Santa que aún se conservan en perfecto estado. El Padre Benjamín estuvo a cargo de la iglesia durante 25 años, hasta su muerte. Se comentaba que hacía milagros y la gente

La campana de la iglesia fue traída desde Alemania. Está construida en bronce y oro para mejorar su sonoridad y tiene un peso de 102 kilogramos. En la década de los 90 fue desmontada para llevar a Nobsa, Boyacá, y ser vaciada de nuevo a causa de una fisura que le hizo perder su sonido original.

se le encomendaba, incluso venían de otras partes a escuchar su misa. Por esto y su obra social, es uno de los párrocos más recordados por los habitantes de San Antonio de Prado.

En la década de 1950 con el párroco Lorenzo Salazar se comenzaron a gestionar grandes obras para el corregimiento, como la construcción de un nuevo frontis para la iglesia ya que un rayo había derrumbado parte de la fachada antigua; así mismo, se gestionó la adquisición de un órgano para la parroquia.

La construcción del nuevo frontis de la iglesia se realizó con el dinero recaudado gracias al altar de San Isidro. El diseño estuvo a cargo de Agustín Restrepo, y la ejecución a cargo Manuel Ricardo Vásquez. Fue construida una sola torre que

representa un diseño reminiscente de las torres de vigilancia que eran características de los castillos medievales europeos, con estructuras defensivas, y además otros detalles de estilo medieval que convierten esta iglesia en un referente arquitectónico y de identidad del corregimiento. Este detalle arquitectónico, particularmente único, agrega una dimensión interesante a la historia de la iglesia y su evolución a lo largo del tiempo.

En 1953 el padre Lorenzo Salazar compra el reloj de la iglesia con los fondos recaudados en la celebración del reinado de la Azucena en el mismo año.

Para entonces, Prado tenía gran cantidad de cultivos de azucena que hacían de esta flor un elemento del paisaje cotidiano y tradicional del territorio, es por esto que surge la idea.

En el año de 1954 se mandó a construir el órgano tubular con la firma alemana Casa

E. F. Walcker por un costo de veinticinco mil pesos. Se trata de en un armonio que va incrustado en la parte de las flautas, construida en madera de las amazonas e instalado en Bogotá. Tiene un aproximado de 800 a 1000 flautas, entre agudas y graves.

Los orígenes de este templo se remontan a 1830. Antes era una posadera que albergaba a los arrieros de Armenia, Heliconia y Ebéjico en su tránsito a Medellín, y luego fue convertido en el primer lugar de oración del Corregimiento. En su momento el sitio era solo una casa principal de paja ma-

ciega y bahareque. En la actualidad aún conserva sus paredes de tapia y su piso original, además de varios elementos religiosos de la antigua posada.

En aquella época los dueños de esta propiedad, Antonio Betancur y Mercedes Acosta, dedicaban el sitio a la ora-

ción de la virgen nuestra Señora de Dolores en honor a un milagro que esta les concedió.

Antonio Betancur, Mercedes Acosta, Francisco Betancur y José María Muñoz visitan al párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria ubicada en el Parque Berrio, para pedirle que bendiga el altar de La Dolorosa; el padre lo consagró entregándoles un cuadro de la nombrada virgen pintado en 1723 por Francisco Victoria Betancur. Este cuadro inicialmente iba a ser entregado a la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá en Bogotá.

A inicios del siglo XX, y finalizando, se realizaron grandes remodelaciones de la capilla, con la iniciativa del párroco Prospero María Merino, quien la convierte en sitio de oración del Santo Sepulcro. Para esto se adecua la fachada con bahareque, alforjas y techo de mojinete. Desde entonces la capilla ha sostenido la tradición del Santo Sepulcro por más de 100 años, heredándose de generación en generación dentro de las familias más devotas del sector.

En la segunda mitad del siglo XX, a la capilla se le instala un revestimiento de piedra cubriendo el original, generando un cambio en la cubierta que parecía estar compuesta originalmente por tejas de barro y caña brava, además, se realizan adiciones en ladrillo perforado en los costados de la capilla para instalar la sacristía y los baños, necesarios para celebrar la misa todos los viernes.

Frontis de la capilla La Dolorosa

Año:2001

Ciudad Rural

Muestra de arte religioso

Año:2001

Ciudad Rural

Celebración del Santo Sepulcro

Año:2014

La tapia es un antiguo método de construcción que implica levantar paredes o estructuras utilizando tierra apisonada, a menudo mezclada con otros materiales como paja o caña, para mejorar la resistencia y durabilidad de la construcción. Esta técnica, común en su época, refleja la necesidad de utilizar materiales locales y recursos disponibles en la región

LA TAPIA

Durante las últimas cinco décadas La capilla ha sido un espacio para la muestra de arte religioso del corregimiento. Allí se conserva la imagen de la Dolorosa que data de 1723; el Viacrucis de la Iglesia de 1850, instalado en la capilla en 1920; además, la escultura La Piedad, efigies e imágenes de Jesucristo y vírgenes que las familias han atesorado durante décadas y que los convierten en elementos de alto valor religioso y patrimonial por su antigüedad y significado para el pueblo.

Al día de hoy, muchos objetos religiosos se han perdido a causa del descuido: cuadros, estatuas, candelabros, tallas en madera, vestidos y manteles bordados a mano se han ido extraviando.

De este Lugar se pueden resaltar las modificaciones significativas que ha experimentado a lo largo del tiempo, las cuales han sido cruciales para la valoración del inmueble, ya que representan las huellas de los cambios que ha atravesado el Corregimiento.

La Casa de Los Betancentral, donde las 11 estimula la interacTiene una gran cantidad más, está construida en taEs una propiedad de 500 Su aspecto más caracteríscontraportón, todo tallado

cur Escobar es de estilo colonial con una distribución espacial alrededor de un patio habitaciones se disponen en forma de galería. Refleja la arquitectura tradicional que ción social, así mismo permite la ventilación y la iluminación natural de los espacios. de puertas y ventanas altas en madera que aún se encuentran bien conservadas. Adepia recubierta de cal y estuco para darle una mayor resistencia y mejor apariencia. metros cuadrados, su frente mide 25 metros y la casa tiene 85 metros de profundidad. tico es el amplio corredor que rodea la casa. Tiene un gran portón, un zaguán y un en madera con una altura de casi tres metros.

En el libro de oro de San Antonio de Prado se narra que cuando este sitio solo era camino de arrieros, la casa de los Betancur o casa de Maruja era una posada de paso hacia la gran hacienda, propiedad de la señora María de los Ángeles que iba desde Ebéjico hasta Angelópolis.

Durante el siglo XIX, la casa de los Betancur adquiere diversos usos con los cambios administrativos del territorio de San Antonio de Prado. Su parte baja se usó como prisión cuando Prado fue municipio entre 1903 y 1909. Luego, al pasar a ser corregimiento de Medellín, la casa fue propiedad del sacristán de la iglesia por varias décadas hasta 1950, finalmente fue comprada por Jorge Betancur para convertirla en sede de la Asociación Nacional de Cafeteros. Sus habitaciones sirvieron para el reposo de arrieros y el depósito de café. Al morir Jorge Betancur la casa quedó a cargo de su esposa María de la Fe, más

conocida como “Maruja”, quien se dedicó a la crianza de sus 14 hijos. En la década de 1980, uno de sus espacios fue convertido en una tipografía fúnebre, lo cual hizo de este lugar un referente de Prado.

En los 90 la familia Betancur modifica intencionalmente aspectos patrimoniales de la casa como las columnas de madera del corredor que fueron reemplazadas por unas columnas de estilo dórico, para darle una apariencia más moderna. Al interior también se reformó parte del

patio transformándolo en una residencia.

A inicios del año 2000 muere doña “Maruja” y su nieto abre el Café Balcón de Maruja, en su honor. Con los años la casa fue reconocida como la residencia de Maruja.

A pesar de las adecuaciones, la casa aún conserva al interior sus elementos arquitectónicos originales como sus pisos, muros de tapia y todos los acabados en madera como puertas, ventanas y co-

lumnas, también parte de sus muebles. Aunque los hijos de Jorge Betancur y María de la Fe conservan la casa por su valor sentimental y reconocen su valor patrimonial, los gastos de mantenimiento los han obligado a ponerla a la venta.

Estas características históricas, arquitectónicas y constructivas no solo son testimonio de la rica herencia cultural de la región, sino que también aportan a la singularidad y valor histórico de este inmueble.

IGLESIA San Antonio de Prado

IGLESIA Antonio Prado

Panorama del costado occidental del parque principal de San Antonio de Prado. Se observa el camino antiguo hacia el cementerio, a un lado, la casa de Jorge Betancur y María de la Fe. Un lugar que en la actualidad se conocen como El balcón de Maruja.

Antonio José Rico se casó con la hija de José María Ortiz, un hombre adinerado y dueño de muchas tierras, a diferencia de Antonio Rico que no contaba más que con la fidelidad de su esposa. De este matrimonio nacieron 15 hijos oriundos del corregimiento que habitaron diferentes lugares

del mismo. Al morir José María Ortiz, su hija heredó una casa en la vereda Montañita y un terreno con plantaciones de café y plátano ubicado en la centralidad

para beneficio igualmente de sus quince hijos y de su mujer.

En 1925 “Toño Rico” es contratado como Arriero de telares para llevar la mercancía desde San Antonio de Prado hasta Ibagué. Con este trabajo y con sus hijos trabajando en las plantaciones de plátano y café, construyeron en una parte de las plantaciones la casa de la familia Rico en la centralidad del Corregimiento.

del Corregimiento. Por entonces, los esposos administraban las fortunas de sus mujeres y debido a ello, la propiedad quedó a nombre de José Antonio Rico,

Casa campe sina

De esta casa se destacan características propias de la casa campesina de la colonización antioqueña, como la distribución espacial alrededor de un patio central, donde las habitaciones se disponen en forma de galería reflejando la arquitectura tradicional que estimula la interacción social, posibilita la ventilación y la iluminación natural de los espacios. Además, su sistema constructivo utiliza la tapia y el bahareque, dos técnicas de construcción tradicionales que ha-

Coloni zación Antio queña

Casa campe-

cen uso de materiales naturales.

Estas características arquitectónicas y constructivas no solo son testimonio de la rica herencia cultural de la región, sino que también aportan a la singularidad y valor histórico de este inmueble. Sin embargo, a la casa se le ha añadido un zócalo que no es original del inmueble, esto sin el debido asesoramiento. La falta de compatibilidad de materiales entre el zócalo y la estructura de tapia podría plantear desafíos adicionales a largo plazo para su conservación arquitectónica.

Colonización Antioqueña

Reseña histórica

En 1939 Pedro Antonio Betancur vendió esta propiedad a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, más conocidos como los Hermanos de La Salle. Los Hermanos adquieren la

propiedad para construir su casa de formación de nuevos religiosos. La edificación fue hecha por el arquitecto italiano Albano Germanetti, quien le dio un estilo de claustro con tres plantas en forma

Casa de formación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas

ta, las fiestas navideñas y las misas dominicales. En el ámbito educativo y formativo, los Hermanos fundan la Escuela Beato Benildo, ubicada en la entrada del predio, comúnmente conocida como “La Portada”. Allí fomentaron el acceso a la educación, formando a los niños y jóvenes a través de la enseñanza de la catequesis y otros saberes como aritmética, español, historia y ciencias.

Los Hermanos de La Salle también ofrecieron muestras culturales, “además de obras teatrales [...] hacían competencias de oratoria, presentaban el coro y hacían recitales de poesía y concursos de canto. Todo ello lo hacían los novicios y escolásticos” (GIMH, 2013, p. 19). En la parte deportiva y recreativa, los hermanos fomentaron su práctica abriendo al público los distintos espacios de su propiedad, las zonas verdes, la piscina y el patio central del edificio.

de U y un patio central. Durante 30 años (1943-1973) harían presencia los Hermanos de La Salle en la vereda realizando diversas actividades de índole religiosa como la Semana San-

Hermanos de La Salle sentados en el comedor de uno de los corredores Fecha: 1947

Fuente: Archivo I.E. San José Obrero

Casa de Convivencia de los Hermanos de La Salle

Para la década de los años 70, el edificio dejó de funcionar como Casa de Formación para convertirse en una Casa de Convivencias, la cual era alquilada por los Hermanos a grupos juveniles, instituciones educativas, grupos empresariales, y demás, que llegaban allí

para realizar retiros espirituales, convenciones, días recreativos y de descanso, entre otros. Este fue el uso que se le dio al espacio hasta 1982, cuando los últimos hermanos se mudaron a su nuevo hogar de estancia, en la Casa Parmenia de Medellín.

Granja Taller para Enfermos

Mentales Epifanio Mejía

En 1982, el predio fue adquirido por la Gobernación de Antioquia con el fin de ejecutar el proyecto

Granja Taller para Enfermos Mentales

Epifanio Mejía, un Hospital Mental que fue aprobado por la ordenanza N° 60 de diciembre de 1979. El objetivo de este

proyecto era brindar protección a un sin número de enfermos mentales crónicos que se encontraban en condiciones precarias en distintos hogares del área metropolitana de Medellín. Cerca de 90 pacientes se alojaron en el edificio de los Hermanos; pero, durante el tiempo

transcurrido antes de la realización oficial del proyecto de la Granja Taller, las personas allí alojadas recibieron un trato completamente inhumano, careciendo de lo mínimo en términos de alimentación e higiene.

Fue solo hasta el 2 de enero de 1985 que se inició formalmente el proyecto Granja Taller para Enfermos Mentales Epifanio

verdes alrededor del edificio y en la piscina, que luego se convirtió en un criadero de truchas; actividades manuales de costura; producción de bolsas de papel, panadería, entre otros. Estos productos eran comercializados con el objetivo de recoger fondos para el proyecto.

Mejía, y es a partir de este momento que empiezan a dignificarse las condiciones para los pacientes. El programa incluía actividades formativas para el proceso de rehabilitación de los pacientes, las cuales constituían la propuesta de “Granja Taller” como: actividades agropecuarias que se realizaban en las zonas

Institución Educativa

El proyecto de la Granja Taller para Enfermos Mentales llegaría a su fin en 1994, cuando el crecimiento demográfico hace visible la necesidad de ampliar la oferta educativa del corregimiento, que entonces era cubierta únicamente por el Liceo Manuel J. Betancur y el IDEM San Antonio de Prado. La cre-

ciente demanda de nuevos cupos para la educación secundaria.

movilizó a los líderes veredales y corregimentales para presionar a la administración municipal con el objetivo de que concediera el edificio del Hospital Mental para desarrollar allí un nuevo centro educativo. Los reclamos de la comunidad llegaron a su punto máximo el día martes 12 de abril de 1994, cuando se realizó la marcha de la comunidad pradeña hacia el edificio del Hospital mental. A esta movilización pacífica se le denominó como “La Marcha de los Pupitres” y luego fue recordada como “El pupitrazo”.

En los inicios de este nuevo centro de educación pública, y a lo largo de 8 años, se le denominó como Colegio Nueva Granja Taller. Durante su primer año fue dirigido por el jefe de núcleo Gonzalo Enrique Giraldo como rector encargado y por el maestro Luis Horacio Castaño como coordinador.

En 1995 se aprueba oficialmente el Colegio Nueva Granja Taller como centro educativo público adscrito a la Secretaría de Educación de Medellín mediante el acuerdo municipal 016 del 26 de abril de 1995. Para este año asume la rectoría Cesar Prada y la coordinación el señor Manuel Segundo Ortega. La administración del señor Prada llegaría hasta el 30 de octubre de 1995, fecha en la que se nombra como rector el Licenciado Marino López García (IESJO, 2014).

Para el año 2002, el rector Marino López solicitó el proceso de cambio del nombre del colegio ante la Secretaría de Educación. De esta forma el Colegio Nueva Granja Taller pasó a denominarse como Institución Educativa San José Obrero, según la resolución departamental 19243 del 23 de diciembre de 2002 (IESJO, 2014).

Es una casa tradicional de la vereda Potrerito que existe desde que esta zona era el único sitio de paso del Corregimiento. La propiedad fue comprada por la Familia de Wbeimar Echavarría en la década de 1950. La Madre de Wbeimar puso a la finca el nombre de La Esmeralda; resulta que cuando su padre compró la finca tenía el nombre de La Manuela, y cuando la arreglaron y esta quedó nuevamente pintada, su ma-

dre dijo: “ya la finca quedó muy preciosa, parece una joya, hay que bautizarla como La Esmeralda”.

Es reconocida por sus tradicionales cultivos de fresas y la producción de vino artesanal a partir del cultivo del fruto jabuticaba.

La guayaba jabuticaba es un árbol nativo del Brasil y se ha ido distribuyendo en varios países de Suramérica; su nombre científico es plinia cauliflora y hace parte de la familia de mirtáceas. La jabuticaba es un árbol de aspecto sinuoso, con pocas ramas, de corteza gruesa y un poco espinosa. Crece generalmente bajo la sombra de árboles más grandes. Sus frutos están pegados al tallo y se concentran en el tronco principal y las ramas gruesas; el fruto es de color verde y cuando comienza a madurar pasa de morado a negro. En Antioquia este árbol es conocido como “palo de uvas”.

Esta publicación se produjo con dineros públicos priorizados a través del programa de Planeación del Desarrollo Local y Presupuesto Participativo del Distrito Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación de Medellín.

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