3 minute read

Combate de honor

Alef Lucas Da Silva se interesó por el Jiu-Jitsu desde los 13 años. Su recorrido por este arte marcial inició en su natal Fortaleza en Brasil. Llegó al Perú hace 2 años con el objetivo de compartir sus aprendizajes con niños y jóvenes.

EscribE FrEddy WalKEr

Advertisement

El jiu-jitsu es un deporte de contacto. Desarrolla valores, y transmite ideas positivas. “Es mi vida, lo amo totalmente”, me cuenta con una sonrisa plasmada en el rostro. Brasileño de nacimiento, pero con un cariño incondicional por Perú. Su entrenamiento comenzó a los 13 años en su natal Fortaleza. Ahí comenzó la disciplina y compromiso que mantiene hasta la actualidad. Esta era una primera etapa. El gran recorrido fue a los 19 años. Desde entonces, conversó con sus padres y decidió que el Jiu-Jitsu brasileño sería parte de su vida para siempre. A ellos les afectó la noticia, pero él prometió que lucharía y se esforzaría para perseguir sus sueños. “Este es mi camino. Si fallo, es culpa mía. Si destaco, es mi mérito y merezco felicitación junto a los que me inculcaron valores y enseñanzas”, expresa con alegría. prender un nuevo camino: Río de Janeiro. “Ahí el deporte se concentra de mejor forma y tiene más potencia”, explica concentrado. Viajó a esta ciudad con su hermano. Ambos vivían en un centro de entrenamiento. Tenían un cuarto con camarotes, donde se encontraban peleadores de Jiu–Jitsu de distintos países. Comenzaron las nuevas amistades y el compromiso de cada uno de ellos. Entonces, comenzó su acercamiento al ámbito peruano. Alef cuenta que conoció a dos peleadores de esa nacionalidad, quienes participaron en su mismo equipo: Game Fight, el cual existe en 12 países del mundo.

“Hicimos una gran amistad con mis compañeros peruanos. Ellos participaban en todos los torneos en Rio de Janeiro y ganaron. Son grandes peleadores”, sostiene. Tiempo después, regresaron a su país. Sin embargo, un día recibió una llamada. Lo saludaron, y le propusieron

venir al Perú. Se sorprendió y preguntó: “¿viajar para hacer un recorrido ahí, para pasear?”, exclamó con cierta sorpresa. Entonces, le explicaron que un niño al que le encantaba el Jiu–Jitsu quería que viaje, y pagaría su estadía durante 3 meses. Lo pensó durante unos días y aceptó. En noviembre de 2018, llegó a nuestro país.

“Me encantó esta nueva oportunidad. Quería conocer la disciplina y el trabajo de este deporte en Perú. Muchos no lo conocen, pero considero esencial motivar y entrenar a niños y jóvenes”, agrega con satisfacción y orgullo. Lo increíble es que el niño que entrenó durante 3 meses terminó invicto durante todo el 2019. Hasta el día de hoy lo sigue entrenando. De esta forma, comenzó una nueva etapa en su vida: seguir aprendiendo y enseñar a otros. Cuenta con alegría que llegar a cinturón negro en esta disciplina demoró 10 años. “No fue fácil. Es un camino muy largo, pero único. Uno no debe dejar de aprender. La constancia y el apoyo de todos es esencial”, recuerda con ímpetu.

Alef adora nuestro país y manifiesta que conoce personas fantásticas. Destaca el compromiso y la determinación de cada uno de su compañeros, amigos y profesores. En todo momento le inculcaron valores, enseñanzas y reflexiones de vida. Respecto a las competencias, remarca la importancia de no darse por vencido ante la primera caída. “Gané medallas de oro, plata y bronce. Al principio, tuve muchas derrotas, pero no me rendí. Seguí insistiendo y obtuve los resultados que quería”, manifiesta.

El inicio de la pandemia lo afectó, pero sigue trabajando con los protocolos sanitarios. Asimismo, realiza clases virtuales de Jiu–Jitsu desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde. “Mis clases particulares se ejecutan con medidas de salubridad. Voy a la casa de los chicos en bicicleta. Les pido su prueba negativa de COVID-19 y comienzan a entrenar”. Al finalizar, recomienda escuchar a los maestros: “Ellos nos encaminan por el lado positivo. Confía en ti mismo, aprende de otros, sé honesto, disciplinado y agradecido”, concluye. //