Revista CAV No. 57

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61 En 1944, cuando el arquitecto Carlos Raúl Villanueva se encon-

traba en los primeros esbozos de lo que sería la Ciudad Universitaria de Caracas –CUC–, nunca imaginó que una organización mundial inexistente para ese momento, elevaría a Patrimonio Mundial de la Humanidad la obra que empezaba a gestar. El 2 de diciembre de 2010 se cumplieron diez años desde que la Ciudad Universitaria de Caracas fuese incluida en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad. Sin embargo, fue mucho lo que debió hacerse para que esta declaratoria se llevara a feliz término y mucho lo que en consecuencia a la declaratoria se ha venido haciendo para mantener el legado mundial que debemos preservar. La declaratoria fue el fruto de la efectiva organización y planeamiento de un inmenso e interdisciplinario equipo de trabajo que conjugó al Estado venezolano, la Academia y las Instituciones Nacionales encargadas de la cultura, en virtud de un fin común, y logró, al cabo de cinco años, armar un excelente dossier demostrativo de los valores excepcionales presentes en la Ciudad Universitaria de Caracas. La Ciudad Universitaria de Caracas fue una obra de larga monta, diseñada como un conjunto, pero obediente de las necesidades de reformulación de sus propias premisas. A lo largo de su construcción fue modificándose en satisfacción de su crecimiento y evolución; de un planteamiento academicista con ejes de simetría en su implantación sobre el terreno, pasó a ser un sistema orgánico de increíble fluidez. Su construcción fue un exitoso laboratorio de comprobación de postulados, en el que mediante el ensayo y tanteo se materializaron los principios de lo que debía ser para su creador la arquitectura, y la arquitectura moderna venezolana en particular. En la Ciudad Universitaria de Caracas se ven concretadas la integración de las artes, la arqui-

tectura, el urbanismo y la naturaleza, del mismo modo que se nos plantea una arquitectura correspondiente con nuestra ubicación, aclimatada al trópico en cuanto al manejo de la luz, los vientos. Armónica con la naturaleza y sus paisajes, satisfactoria de las necesidades del hombre y que se sirvió tanto de la última tecnología del momento como de los avances formales y funcionales de las sociedades modernas para su concreción. La Ciudad Universitaria de Caracas es la materialización de la utopía moderna, donde la realización de ese mundo ideal y perfecto, apropiado para una nueva sociedad, se vive como una experiencia cuatridimensional de percepción, por medio de los criterios de diseño característicos de la modernidad arquitectónica. Una ciudad dentro de la ciudad, en donde los valores como conjunto son tan o más importantes que los principios que en su interioridad fueron desarrollados.

Lo valorable de la Ciudad Universitaria de Caracas Son muchos, y muy respetados, los especialistas a los que la Ciudad Universitaria de Caracas ha puesto a hablar; abundan profundos, interesantes y exhaustivos análisis de cada una de las particularidades, valores y atributos que este proyecto genera para el estudio, y muchos, más aún, son los que merecen ser escuchados en virtud de lo que una obra de esta naturaleza, y vastas magnitudes, proporciona para la disertación. Sin embargo, la percepción individual y el disfrute personal de estos espacios es una experiencia que todos debemos vivir. Entre los atributos –valores excepcionales– de los cuales cualquier observador sensible puede disfrutar en una visita por la Ciudad Universitaria de Caracas encontramos: La espacialidad, entendida como la noción de habitar del hombre


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