Tinta Maldita (2024)

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Dirección: isiDora scarlazetta

equipo eDitorial: anDrés salgaDo, Juan torres, isiDora scarlazetta.

profesores: gerson Mora, Jorge rosas

colaboraDores: Javiera gonzález san Martín, abrahaM castillo, benJaMín pérez, Javiera parkers, caMila faúnDez, chelDyn MaraMbio, ignacio vega, nicolás barria, vicente burgos, felipe Jara.

Diseño: anDrés salgaDo, pablo MiranDa, isiDora scarlazetta

DiagraMación: isiDora scarlazetta

Luego de discutir sobre la publicación literaria, una tarde de junio del 2023, alargando una pequeña ventana, se escucha un “ ¿oye wn, y si hacemos una revista?”. Dicha propuesta fue aceptada con una ligereza que solo puede dar la ignorancia, sin tener mínima idea de lo que se nos venía encima. Podemos afirmar con plena certeza que, el mismísimo Edgar Allan Poe, sería incapaz retratar la sensación que nos produjo ese mensaje a las 01:00 de la mañana por parte de la imprenta, asegurando que no podría tener las revistas para mañana, donde nos habían colado un puesto en la feria de editoriales locales. Será muy buen escritor, pero ninguno de sus relatos nos ha provocado tal ataque de pánico.

Ojalá nuestros miedos acabasen en cumplir los plazos impuestos (autoimpuestos), en cambio surgieron nuestra nula experiencia de marketing o de gestionar un proyecto, además de nuestros escasos recursos económicos. Pero nuestro objetivo está claro y es firme, esperamos poder consolidar este pequeño espacio como un lugar de expresión para el que lo quiera o necesite. La Revista Amortajada es una iniciativa de estudiantes de Pedagogía en Lenguaje en Educación Media con el objetivo de publicar a alumnos de comunidad universitaria regional del BíoBío. Un punto de encuentro en dónde el arte creado por estudiantes de nuestra zona es, finalmente, difundido y valorado. Los invitamos a leer, apreciar y disfrutar, gracias <3. Presentación

Revista Literaria Universitaria / Amortajada I
Amortajada / Ilustración: Kito
II ¨payasito melancólico N °1¨
Revista
Cigarro

Indice

Presentación _____________________________________I

Payasito melancólico N°1 – Kito Cigarro ______________ II

Me da miedo escupir al Cielo – Juan pablo Peña______III

Oscuridad – Pía Paz ________________________________VII

Ilustración Cristofer Cifuentes ___________________VII

En carne y hueso – Fabian Millanao __________________VIII

Campo Minado – Fabian Millanao _________________IX

Audiencia – 1010 __________________________________X

Quimera – Niqueque ____________________________XII

Inri – Niqueque ___________________________________XIII

Ilustración: Maximiliano Zagal __________________XIV

La Peste Negra – Malondra __________________________XV

Regreso a Casa – Simón Valenzuela ______________XVI

Aquelarre – Niqueque _____________________________ XVI

Sin título – Comanis ____________________________XIX

Ilustración Anomalía ________________________________XIX

Ilutración: Kito Cigarro __________________________XX

Naturaleza Maldita – Aidan Cid Flores _______________XXI

Ilustración Kito Cigarro _________________________XXI

Imbunche – Franco Navarro _________________________XXII

Ilustración Escorial _____________________________XXII

Tue Tue – Fernando Castro __________________________XXVI

Ilustración Escorial ____________________________XXVI

Spooky – Artemis __________________________________XXXII

Halloween – Artemis _________________________XXXIII

La Decisión – Simón Wandersleben __________________XXXIV

III ¨Tinta Maldita¨/Convocatoria de Terror

Me da miedo escupir al Cielo

No veo nada. Me encontré con Dios, y me quemó los ojos. Fue por rabia, más mía que suya. Estaba chato de esa vida de mierda, del trago, de la soledad. Cuando cabro siempre quise viajar al futuro, ser inventor, o científico, estudiar algo que me permitiera cumplir eso. Pero vinieron las prostitutas, los escupos al aire, los pulmones masticando nicotina, los golpes que le di a mi vieja, el exilio de mi casa, los escupos al aire. La roñosa cama que doña Marta me pasó por pena, la vergüenza, el rencor, libros meados, fotos mojadas, y escupos al aire. Un día le tomé la cartera y me pillaron. Logré irme, pero quedé sin dónde caer muerto. Ojalá le hubiera puesto un corta cartón en el cogote. Igual me hubieran dado más plata por no matarla. Revisé la cartera: vacía. Pañuelos, la cuenta del gas, una cruz de madera, y la falta total de lucas. ¡No tenía nada la vieja! Admito que quise llorar. Grité al cielo, haciendo un gesto grosero con el crucifijo. “¡Maldito el hueón que me trajo!”. Escupí al coso y lo lancé al aire. Más, en vez de caer, bajó una figura con el rostro de mi viejo. No sentí nada de asombro. Casi que esperaba ver su cara de docto, acolchadita en el Cielo. “Hijo mío”, pronunció. “Tus tribulaciones son pruebas, a fin de que en el porvenir seas bienvenido en los Cielos”.

Asumí que era algo de la Biblia. ¡Como si la hubiese leído! Más encima el hueón me hablaba a mí del futuro. Mi sueño truncado, por la vida espantosa que me heredó mi “santo padre”. Con las uñas enterradas en mis puños, le grité:

Revista Literaria Universitaria / Amortajada IV

“¿Quién eres tú para hablar de eso? Tú me trajiste. Yo debería pedirte algo”. Tuvo la indecencia de suspirar, como si el chato fuera él. “Te será dado lo que desees”, dijo. “En tanto asumas el costo de ello”. Jugaba conmigo. Se burlaba como antes. Se burlaba como siempre. El malnacido siempre me creyó tonto. Si decía “ver el futuro” capaz me mostraba una foto. Tenía que ser más vivaracho, probar sus palabras. Deseé comprehender el futuro y, en un instante, lo dejé de ver.

“Concedido, Verás el estado del Universo desde el Hoy hasta el Fin; cuando los eones del tiempo arrasen con la existencia”. Sentía mis párpados hervirse. “Y padecerás de ello durante el resto de tu vida”.

Vi el presente y el futuro; todo lo que se podrá ver, desde un segundo adelante, hasta billones de años luz. Todo a la vez. El arcoíris del Universo y la oscuridad del Abismo. La luz primigenia; el giro de un púlsar muriendo. La historia de cada vida. Lo ínfimo y lo incalculable. El recorrido temporal de cada objeto concebible. Mi cabeza, pulsando su masa gris y reventando sus venas, era químicamente incapaz de entender nada. Mis ojos, por su parte, lo veían todo.

Mi garganta tensaba hasta el límite sus cuerdas vocales. Quebré mis propios dedos queriendo arrancarme la cara. De inmediato vino otro castigo: mi sentido del equilibrio, perdí la noción espacial de mi cuerpo: me eyectaba, me hundía, me ahogaba. El vértigo de la gravedad perforando mis pulmones, el mareo de los gritos del océano. El futuro, en torno a los ejes, giraba a todos lados y al mismo tiempo, Psicosis. Chillidos. Súplicas. Tercer castigo: Autopercepción. Mis manos eran indistintas de mis piernas. No palpaba el límite entre mi cráneo y las fronteras del Cosmos.

Amortajada /Juan Pablo Peña V

Mi piel se disolvía como arena en lo que veía. Cada partícula de cada Universo yacía dentro de mi carne.

La caótica noción del Futuro, más el frágil recipiente de mi cerebro. Desperté en un cerro, en un barrio que no conocía. Los vecinos me pillaron desnudo, con hematomas, vomitando bilis, con los ojos muy inflados y llenos de líquido, por lo que me llevaron al Hospital Regional. Recobré la conciencia justo mientras me extirpaban los ojos.

Tengo miedo de gritar a los cielos, pero las ganas no me faltan. Trato de conformarme con lo muy, muy poco que me queda.

Quejarme sería otro escupo. Me da miedo.

Quedé impedido de hablar, al caerme me lesioné el cerebro, completamente abatido me siento por ahí y pido plata. Si quisiera, y aún sin ojos, podría recordar al Ángel, el Caos, y los ilimitados alcances del futuro, pero eso igual me da miedo.

VI Revista Literaria Universitaria / Amortajada
Juan Pablo Peña

Oscuridad

Con el corazón retumbando fuerte en mis oídos y con mis manos de única guía, camino por los largos pasillos. Puedo sentir como lentamente me toca, llegando hasta los rincones más íntimos de mi cuerpo. Me saborea, reconociendo cada uno de mis pensamientos. Me mastica, destruyendo cada abismo de alma que encuentra. Sin embargo, no puedo detenerle, es imposible. Está en todos y en ningún lado a la vez. Mis ojos logran distinguir su presencia, pero no logran identificar al culpable de mi desnudez. Porque así es como me hace sentir: desnuda.

¨Tinta Maldita¨ / Ilustración: Cristofer Cifuentes
Pía Paz
VII

En Carne y Hueso

Para mi mala suerte justo esa noche estaba solo en casa. 3 de la mañana y lentamente me dirigía a mi habitación, la forma en que crepitaban las maderas de la escalera se trenzaban con la cólera del viento exterior, bastó con entrar al dormitorio, descubrir las sábanas y acostarme para que el tormento comenzara.

Primero fueron sus pasos los que rebotaban en el pasillo, luego las caminatas de extremo a extremo de la casa, caminatas que parecían acelerarse cada vez más y más, como mi corazón. En el momento despertó de sus sueños el gato, que como era costumbre al verme maullaba, pero esta vez fue diferente, porque más que el sonido fue solo un suspiro, casi inaudible, algo tan nimio que, si no hubiese sido porque estaba a los pies de la cama, no lo hubiese sentido.

Todo me desesperó más cuando volví a escuchar con mayor intensidad los pasos, como si él también hubiese sentido el suspiro del felino, intuí que me buscaría, y así fue.

Escuché cada vez más cerca la trenza formada por el crepitar de la escalera, la cólera del viento y sus eufóricos pasos, hasta que solo me separo de él la puerta de la habitación, cuya manilla temblaba poco a poco, más y más, hasta ceder.

De forma silenciosa vi como entró mi figura en carne y hueso, abusando del pánico que sentía. Solo repitió las acciones, descubrió las sábanas, se acostó e ignorándome por completo ocupó mi lugar. El gato maulló esta vez de forma clara, y así, él se durmió, privándome una vez más de escapar de la eterna condena de estar a sus espaldas.

VIII Revista Literaria Universitaria / Amortajada

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror Revista

Campo Minado

El cielo se cae a pedazos, el agua hace estragos en Concepción. Yo, corro y me pierdo entre galerías intentando escapar de la humedad mientras mis ropas gotean. Vuelvo al paseo y me aventuro a mis desgracia, sé que mis pies no se resistirán mucho tiempo más al agua, aun así, evito los charcos junto a las canaletas. Pero me encuentro con ella, esa maldita baldosa suelta que sin querer recibe mi brinco y produce la explosión líquida, congela mis pies y trepa hacia mis rodillas. Hoy vuelvo a ser una víctima más en este campo minado

Autor: Fabián Millanao

IX
Literaria Universitaria / Amortajada
¨Audiencia¨ - 1010
Literaria Universitaria / Amortajada X
Revista
XI Convocatoria de Terror / 1010

Ilustraciones: Niqueque

“Quimera”
XII
¨Inri¨ ¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror XIII
Maximiliano Zagal
XIV
Amortajada / Revista Literaria Universitaria
“Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso…” -Albert Camus.

¨La Peste Negra¨

Malondra

Maldita¨ / Convocatoria de Terror
¨Tinta
XV

Regreso a casa

Llevaba ya dos semanas en las que me encontraba en casa de mi familia, y las diferencias desde mi partida se hacían notar.

Hace cuatro años mi padre fue diagnosticado con cáncer, y bastaron unos meses para que éste falleciera mientras se encontraba postrado en su cama. Ciego, calvo, y con indicios de demencia. Tras este suceso decidí apartarme del ambiente rural y, a diferencia de lo que estamos acostumbrados a escuchar, me desconecté del campo dentro de la ciudad.

La relación que tenía con mis padres siempre fue cercana, a diferencia del trato poco fraternal que siempre mantuve con mi hermano. Esto es quizá lo único que no había cambiado con mi regreso. Mi madre tras la muerte de su compañero de vida, no hizo más que cargar con un abatimiento permanente, una suerte de murria eterna que no logró otra cosa que no fuese un deterioro mental que consiguió llevarla a la demencia. Se había transformado en una especie de objeto inerte situado al lado de un brasero que mi hermano ponía a su lado desde que la levantaba hasta que la llevaba a acostarse. Cabe recalcar que este era el día a día de mi hermano. Su día empezaba con la vieja deambulando por la casa y haciéndose cargo de que esta no atravesase la puerta que lleva al patio. Sus tareas iban desde alimentarla, lavarla, ponerla de pie tras sus constantes caídas en monótonos paseos de la cama a la

XVI Revista Literaria Universitaria / Amortajada

cocina, la cocina al comedor, del comedor al baño, y así. Su día se basaba prácticamente en cuidarla y mantenerla con vida. Esto me hacía pensar en que quizás ahora sí existían motivos suficientes para esta distancia fraternal de la que les hablaba, puesto que, era él quien se había llevado tanto la carga emocional como el trabajo pesado luego de la muerte de nuestro padre.

Hoy he decidido acostarme temprano, el cansancio de estas dos semanas de vuelta en casa me ha llevado a un abatimiento considerable. Me dispongo a acostarme antes de las nueve.

Después de unas cuatro o cinco horas durmiendo, despierto en medio de la noche sin mayores sobresaltos, pero no puedo volver a conciliar el sueño. Unos quejidos provenientes del exterior de la pieza en la que me encontraba llamaron mi atención provocándome la curiosidad típica que evocan los ruidos de medianoche.

Decido levantarme y caminar en dirección a las habitaciones contiguas a la mía con tal de saciar mi curiosidad. Camino sin mayor temor, sólo un interés en descubrir de dónde provenían los quejidos.

Un escalofrío recorre mi cuello y una sudoración desciende a través de mi espalda al ver una escena dantesca. En la silla que se encontraba usualmente mi madre durante el día, estaba ella con sus piernas entreabiertas y mi hermano con su rostro en la entrepierna de su propia madre. Nuestra madre. La escena que presenciaba me adormecía las extremidades y no encuentro valentía para actuar y detener tal aberración. La decisión en cuestión de segundos es armarme de valor, todo apunta a que aún no me ha visto. Tomo con mi mano derecha un trozo de leña

XVII

que se encontraba al lado de la cocina, y golpeo a mi hermano por la espalda repetidas veces en la cabeza. Lo golpeo hasta verlo inconsciente. El mundo me da vueltas, mi hermano sangra tendido en el piso y mi consciencia sólo me repite a gritos que acabo de matar a mi hermano frente a los ojos de mi madre. Me siento en el suelo desconsolado, y solo atino a mirar a la cara a la vieja quien parecía haber abandonado su cualidad de objeto inerte. Me miraba penetrante y esbozaba una pronunciada sonrisa como si le enorgulleciera mi acto. La miro con espanto, de su boca sale el nombre de mi padre y el de mi hermano, el de mi hermano y el de mi padre, en un perturbador bucle con su voz quejumbrosa de octogenaria, más nunca el mío.

Ilustración: Niqueque XVIII
Literaria
/ Amortajada
Simón
Valenzuela
Revista
Universitaria

Ustedes viven tranquilos en los campos como si fuera inofensivo, yo vivo atormentada día a día cada que escucho las botas marchar sobre la tierra del sembrado y escucho abrir la tranca. Diviso las mismas manos del arriero que me han visitado por meses en compañía del cuchillo de caza. Él, se lava las manos, y me descubre del ropaje para ver la piel que me queda, una vez más, está preparado para sajar un pedazo de mi piel como tantas veces lo ha hecho todo, con tal de tener un festín para colmar el vientre.

COMANIS
XIX
Anomalía
Ilustración:
XX
Cigarro
Revista Literaria Universitaria / Amortajada
Ilustraciónes: Kito

Naturaleza Secreta

A lo lejos divisaba rocosas montañas, salpicadas de crudo verde a lo largo del cuerpo frío. El viento movía mis sentidos cantaba su nana, adormeciendo mis penas liberando mis temores.

La pequeñez en el vasto verde absorbe, una liebre marcada por la luna me llama y yo me entrego a los falsos amores de una fantasía de fauna y flora, de sueños vividos, de una serenidad nunca antes sentida.

Palpo el viento susurrante me lleva entre sueños hacia el entramado marrón húmedo para una siesta sempiterna. absorbe, una liebre marcada por la luna me llama y yo me entrego a los falsos amores de una fantasía de fauna y flora, de sueños vividos, de una serenidad nunca antes sentida.

Palpo el viento susurrante me lleva entre sueños hacia el entramado marrón húmedo para una siesta sempiterna.

Revista Literaria Universitaria / Amortajada
XXI

Imbunche

Hablaban de un secuestro debido a la desaparición de un niño en el pueblo. Estaban los ancianos reunidos en una cantina, luego de una noche de diversión. Cuando irrumpiendo en la conversación el viejo Carlos, nervioso, alzó su temblorosa voz y dijo:

-Yo conozco la historia de una familia que perdió a su bebé al día de haber nacido. Como los años han pasado y ya no tengo el temor de antes, pues setenta y cuatro años forjan el carácter de cualquier hombre, les contaré la historia.

Una noche de tormenta, en la que los relámpagos rasgaban el cielo, marcó el inicio de la historia compartida por Raúl y Amanda, un matrimonio cuyo sueño más profundo se cumplió con el nacimiento de su anhelado hijo. Pero la vida, siempre caprichosa, pronto derramó sombras sobre su felicidad. Contrario a lo esperado, la tormenta no atemorizó al recién nacido, más bien, parecía acurrucarlo con una extraña serenidad mientras dormitaba en su cuna. Sin embargo, aquella calma efímera dio paso a un trágico suceso.

Con el alba, cuando la luz del día debía propiciar sonrisas en sus rostros, el pequeño Carlos había desaparecido, dejando a sus padres sumidos en un

Amortajada / Revista Literaria Universitaria XXII

abismo de desesperación indescriptible. Atormentados por la angustia y la incertidumbre, emprendieron una búsqueda desesperada tocando las puertas de sus vecinos y conocidos, solo para ser recibidos por miradas cargadas de desconcierto.

Los días que siguieron a la desaparición se transformaron en un tormento persistente. La tristeza, como una fiel sombra, se encadenó a sus corazones. No sabían qué más hacer, como si aquella tormenta cruel, dura y fugaz, hubiera desaparecido junto al niño. En el abatimiento decidieron, juntos, que lo intentarían una vez más, intentar una vez más encontrar a su precioso y amado hijo. Decididos, pero sin confianza, emprendieron su camino hacia la casa del chamán del bosque.

Aquel hombre, del que poco se hablaba y mucho se temía, no era un chamán bueno. Se comentaba que practicaba las artes oscuras, consumía carne de muertos y embrujaba a la gente por dinero. Al salir del pueblo y entrar en el bosque, los árboles gigantescos les dieron la bienvenida a una espesura de temer. Con pocas indicaciones de cómo llegar, pasaron toda la tarde y comienzos de la noche buscando aquella pequeña choza en la que vivía aquel brujo.

¨Tinta Maldita¨ / Convocatoria de Terror
XXIII

Comenzaban a perder la esperanza de encontrarla, pero, cuando estaban a punto de desistir, divisaron a lo lejos una pequeña abertura entre los matorrales. Como un insecto a la luz de una ampolleta, se acercaron a la cueva sin medir las consecuencias de aquella indiscriminada y desesperada acción. No había forma de prepararse para lo que encontrarían. Sortearon la entrada y, al entrar en la choza, vieron una especie de cama hecha de paja. Desesperados, se acercaron a ella y, con tristeza en sus corazones, lo vieron, vieron al pequeño Carlos. Claro, lo único que pudieron reconocer fue su rostro. Aquel lindo niño, tan hermoso, era ahora una bestia. Su pierna derecha estaba a la altura de su cabeza, sus pequeños brazos estaban torcidos y rotos como ramas, y sus dedos... sus dedos estaban completamente destrozados. No era lo peor, pues su cabeza

Convocatoria de Terror/ Ilustración: Escorial XXIV

estaba girada, mirando hacia atrás con una expresión de temor e incomprensión. Su nariz aplastada, sus orejas cortadas y cosidas, como si aquel niño no debiera escuchar nada nunca más.

En un impulso de angustia, tomaron en sus brazos al pequeño, solo para desencadenar un llanto desgarrador. Pero al mirar su boca, la pesadilla se amplificó, su lengua estaba partida en dos, como un cruel acto de silenciamiento. Con manos temblorosas, soltaron al bebé. Aterrorizados, comprendieron que su búsqueda había terminado en un destino inimaginable. A la mañana siguiente, Raúl y Amanda eran el matrimonio más rico del pueblo y negaban haber tenido un hijo.

Franco Navarro Revista
Literaria Universitaria / Amortajda
XXV

Tue Tue

Si he de ser sincero, ni aún con los años he dejado de pensar en lo ocurrido aquellas vacaciones en San Julián. Al llegar a la adultez, me he negado a olvidar y con frecuencia intento conectar los hechos para no perderlos en la nébula oscura que a veces es la memoria infantil. Por desgracia, he tenido éxito.

Mis primeros recuerdos, son una noche oscura, un viento estremecedor y los queltehues que nos acechaban. El resto son fragmentos y sensaciones: la mano de mi padre que me sostenía con firmeza a pesar de que ya no podía ver su rostro en la densa tiniebla; a lo lejos, la luz de alguna casa de campo y el sonido ensordecedor del follaje de los arboles sacudidos por la ventisca. También recuerdo el miedo que me recorría la espalda y que se extendía hasta mi pecho, agitando mi respiración, acelerando mi andar. Cuando los queltehues se callaron y el viento amainó, mi padre apretó aún más mi mano. “Vamos, hijito, apurémonos” y yo sentí que él también estaba asustado, pero no por el hecho de habernos perdido en mitad del bosque, sino por algo más, pero yo no entendía. A esa edad, la vida era principalmente misterios, a muchas cosas ni siquiera era capaz de darles nombre, pero sí podía sentirlas y en aquel momento solo había confusión y miedo. Cuando un ave solitaria nos sobrevoló cantando “tuetue, tuetue”, mi padre me tomó en brazos y comenzó a correr. El pájaro

Revista Literaria Universitaria / Amortajada XXVI

nos seguía. Y así recorrimos varios metros hasta que mi papá se frenó en seco y vociferó un ofrecimiento, lo cual alejó al ave y pudimos encontrar el camino en paz. Al día siguiente, mientras yo jugaba en la cocina de mi tía, tocaron la puerta y fui a abrir pensando que era mi madre. Sin embargo, era un anciano quien estaba parado en la puerta y se reía como si yo le hiciese gracia. Me dijo que venía a tomar once, que lo habían invitado y yo le hice pasar. En aquel momento mi padre irrumpió en la cocina y lo echó; le increpó que nadie le había invitado y que era mejor que se fuera. El viejo no impuso mayor resistencia, pero le dijo que prometer cosas en vano era pecado, que nos íbamos a arrepentir y que nos maldecía. Antes de irse me dirigió una sonrisa y me guiñó el ojo. Conozco la mitología chilena, he oído las decenas de historias similares a la mía, sé que existen variantes tanto en la persona que se presenta como en las artimañas que se emplean para expulsarla. Todo aquello es posible. Pero jamás he sabido de nada parecido a lo que nos ocurrió después.

Esa noche la recuerdo caótica y llena de ruido. Mis tías regañaban a mi papá, pues él les había contado todo y las señoras evangélicas que habían llamado, oraban a viva voz en la cocina. Yo miraba desde el pasillo, sin entender nada. Así estuvieron algunas horas hasta que los caballos

¨Tinta Maldita¨ /Fernando Castro
XVII

de afuera comenzaron a relinchar y encabritarse, las gallinas se alborotaron y los perros ladraban vueltos locos. Sobre el tejado de cinc, se oyó el aleteo pesado del Tuetue, quien cantaba al ritmo del caos que afuera imperaba. Escuchamos atroces aullidos de dolor de todos los animales y de pronto, nada. Ahora el sonido “tuetue, tuetue” parecía una carcajada. Las señoras comenzaron a clamar a Dios y a reprender al pájaro con palabras que yo entendí sagradas y mis tías alzaban sus crucifijos dando saltos como queriendo tocar el techo. Eso pareció dar resultado pues el pesado cuerpo del ave cayó sobre el tejado y mi papá, profiriendo groserías, tomó un palo de escoba y salió para enfrentarlo. Todos lo seguimos y mi madre me tapaba los ojos, sin embargo, logré ver los cadáveres de los perros, las gallinas y los caballos, tendidos en el patio. El pájaro intentó despegar del techo, pero mi padre lo golpeó con la escoba y lo derribó a tierra. Todos miramos aterrorizados y asqueados que no se trataba de un ave, sino de la cabeza del viejo, quien gritaba de dolor con sonidos indistintos de animal o humano. Unas enormes alas como de murciélago le brotaban de las sienes y aleteaban con torpeza, abatidas

Tinta Maldita /Fernando Castro

Amortajada / Ilustración: Escorial por las oraciones de aquellas mujeres que seguían en su clamor. Mi padre apaleó la cabeza del anciano hasta darle muerte, la tomó del cabello, la arrojó a un tambor metálico y le prendió fuego. Las llamas iluminaron el paisaje y mis tías pudieron ver, desoladas, a todos sus animales muertos. Aquella noche la pasamos en vela, orando en silencio, agotados y temblando, sintiendo escalofríos. Con los años, cada vez que intento contar la historia en algún carrete, estoy condenado a recibir furtivas miradas de reproche, pues mis padres han acabado por pretender que aquellos sucesos jamás ocurrieron, y relegarlos a malas interpretaciones de la realidad, a sugestiones mitológicas. Pero yo recuerdo bien. X X I X

Ilustración: Escorial

XXX

¿Cómo he de olvidarlo? ¿Cómo pretender que todo aquello fue un sueño? Si por las noches aún siento un suave susurro en mi oído que dice que está conmigo, que me acompaña. Cómo olvidar a aquel anciano del demonio si cada noche se sienta a los pies de la cama y se ríe. Se ríe de mí.

Fernando Castro
Maldita¨ / Convocatoria de Terror XXXI
¨Tinta
Ilustraciones: Artemis
XXXIIXXX
Amortajada / Revista Literaria Universitaria
¨Tinta Maldita¨ / Artemis XXXIII

La Decisión

El invierno los había golpeado más fuerte de lo que Claudia pensó. Con el lento pasar de los días las goteras comenzaban a devorar la casa poco a poco, y el hambre se acentuaba cada día más. El reloj retumbaba en el estómago de sus cuatro hijos y ella, absorta, miraba a través de la ventana a la espera de que algún animal cometiera el error de arrastrarse hasta su hogar a las afueras del pueblo.

Desde hacía meses que su situación financiera iba en picada y, el hecho de que el padre de sus hijos haya caído preso, claramente no los ayudó en lo absoluto. Para el hombre le vino como anillo al dedo, ya que dejó de dormir en la pocilga en la que estaba atrapado junto a su “familia”, además de que ahora recibiría 3 comidas al día. No obstante, su esposa e hijos tuvieron que seguir soportando los martirios del mundo real.

Tanto el estómago de Claudia como el de los niños competían por ver cuál gruñía más fuerte, a tal punto que la mejor técnica que hallaron fue dormir la mayor cantidad de tiempo posible para así ahorrar al máximo sus energías. Fueron esas las circunstancias que llevaron a Claudia a tomar una decisión

La lluvía golpeaba el techo sin descanso, a medida que el frío carcomía los miembros entumecidos de los pequeños que reposaban en el improvisado sillón hecho con tablas. La mujer estaba sentada mirando por la ventana, mientras

XXXIV
¨Revista Amortajada/ ¨ Tinta Maldita¨

comía sus casi inexistentes uñas. Sin embargo, esta vez su mirada no estaba al otro lado del cristal, sino en el marco de la puerta, donde Samanta, su perra, tenía apoyada su cabeza. La perra todavía tenía un poco de carne en su cuerpo, se le notaban las costillas como a todos en esa casa, pero aún había algo a lo que aferrarse, algo que podía salvar a la familia al menos por una semana. Antiguamente había sido una fiera salvaje que traía ratones y gatos muertos a la casa todas las semanas, mas, ahora, apenas corría 3 cuadras sin quedar exhausta. Sí.

Sin dudas era ella. La perra era una perfecta solución a sus problemas. Evidentemente no era un arreglo definitivo, pero sí lo suficiente hasta que la lluvia cesara y Claudia tuviera una mejor idea. La mujer tomó el cuchillo que descansaba intacto en mitad de la mesa, el cual parecía estar ahí a la espera de que ella tomara aquella decisión. Vio el reflejo distorsionado de su mirada a lo largo del utensilio y cerró sus ojos suplicando que faenarla no dejara la cocina hecha un desastre. Se acercó a la perra en silencio, conteniendo la respiración, a medida que se imaginaba a sus hijos con la boca llena alrededor de la mesa. No obstante, justo cuando iba a agarrar a la perra del cuello para que no fuese capaz de morderla, Ángel, su hijo más joven, comenzó a llorar a todo pulmón y luego tiró su mamadera contra el piso, despertando a cada habitante de la casa.

Enseguida la perra se levantó asustada, observó a Claudia, bajó sus orejas en señal de confianza y se acercó a ella, ofreciendo su lomo para que le hicieran cariño. Ante tal

XXXV
Maldita¨ / Convocatoria de Terror
¨Tinta

acto de ternura, fue imposible no dirigir su rabia hacia quién había frustrado su plan. De inmediato vinieron a su mente los recuerdo de las insufribles contracciones previas al parto, las náuseas constantes, la sensación de que la vida se le iba gracias a una hemorragia tras dar a luz a su último hijo, las noches en vela, la pila paños sucios, el hambre, el sueño, las migrañas, las discusiones con su esposo, los golpes de su esposo, los comentarios despectivos de él hacia a ella por su peso, las miradas de odio de sus otros hijos al saber que tendrían que preocuparse de uno más, pero, por sobre todo, a ella misma, a ella siendo ignorada como un mueble más de esa casa. Miles de momentos amargos que tenían un factor común: Ángel.

El también tenía carne. Más que la perra, incluso alcanzaba para ella, lo suficiente para reponer su energía para que fuera a cazar por el barrio y los ayudara a sobrevivir el resto del invierno.

Es un niño, pensó Claudia. No, ni eso. Ni siquiera cumple el año.

—Hay que cortar carne para… salvar el hueso…—susurró sin ninguna expresión en el rostro mientras caminaba en dirección a su hijo.

Puedes seguir leyendo a este autor en su último libro de cuentos ¨Aberraciones¨, en www.sietchediciones.cl

XXXVI

Revista Digital

Esta publicación puede ser parcialmente reproducida, almacenada o transmitida siempre y cuando sea sin fines de lucro, citando al autor y a la editorial como fuente.

Agradecemos a todos por confiar en este trabajo, sigamos disfrutando del arte que nos rodea, y del que podemos ser parte.

Instagram: @revistaamortajada

Correo: revistaamortajada@gmail.com

Impreso en ¨Librería Marcos Cabal¨, febrero del 2024, Concepción.

Arte estudiantil / Revista Amortajada

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