Colaboradores: Vicente Ulloa, Rodrigo Vargas, Amandine Castillo, Diego Arce
Dirección: Isidora Scarlazetta
Impresión: Tinta Negra Impresiones
Primavera 2024, Amortajada
Tajadas de Amor nace como una búsqueda de nuevas miradas, las cuales reflejan en su forma particular las múltiples realidades sociales y relaciones vinculares de Concepción. Las búsquedas del tal nombrado amor y desarraigo son la parte de esta temática recopilación de escritos, aquellas tajadas por la espalda o el corte insípido del deseo, siendo así la relación con el Otro – de lo sublime a lo fatal– una consecuencia, una acción que no se restringe a un único binarismo relacional sino que danza en la construcción de una experiencia que es inherente en la palabra e imagen.
Hemos recibido actos y gestos que son verdaderas muestras de amor, y tambalean. Pero sobre todo destacamos el placer que nos provoca la diversidad con la que los participantes de esta entrega enfrentan lo que sienten. Caminar por los diferentes campus nos ayuda a valorar y comprender la panorámica de lo que nos rodea e innovar en la idea de hogar que abre espacio a un mundo común: la escritura creándose. Hemos sonreído más veces que el año pasado con este proyecto, gracias al auge o “love bombing” que ha recibido esta revista estudiantil desde sus inicios. Mas es nuestra emoción el saber que existe; la palabra se está haciendo, pero la llamamos poema, cuento, arte; el acompañamiento de los colores, el trazo, el ojo detrás de la cámara que endulza hilarante el proceso creativo de sonidos y oraciones.
Esperamos que esta pieza los emocione tanto como a nosotros durante su proceso. Amortajada ya es interuniversitaria y esperamos motivar tanto al estudiantado regional como a artistas de todo el país a crear y creer en su propio arte, como un camino de autoconocimiento, amor por la expresión y su mensaje.
quema más el fuego de quien es cobarde - Javiera Herrera
Agradecida - Javiera Herrera
jurao como un g - Javiera Herrera
Ruina
Salí de esa habitación estrecha en exquisita soledad, pronto comenzaré a llorarte.
El día ha parido la noche, el cielo es una ventana. Voy naciendo desde la bestia, la palabra se está haciendo como mi respiración espesa.
La noche es una malograda cúpula que reventar a piedrazos.
La noche se está haciendo pero la llamamos noche.
Aunque la haga añicos o le quite los nombres: Todo está hecho de un material intratable, un espacio vago, un misterio anterior.
Anhelamos la mística de un lugar muerto: la textura granulada y amarilla en la piel de una naranja que es apenas el papel tapiz de un dulzor ausente.
Un dado con el número siete. Una melancolía indescifrable.
El tiempo interpela la palabra, sombra derramada jugando con paredes. El otro no puede contestar.
Como yo se pone excusas en su habitación estrecha,
se descascara antes de los golpes, almacena vida en archipiélagos exhaustos de correr ¿o será uno el que corre?
Acá hay sólo humo ruborizando las mejillas del cielo. Un mampostero soñando mundos de piedra, un hielo antiguo como Lao Tse, tan antiguo que le brota un corazón donde guardar tus precisiones.
Te digo:
No hay nada más vasto que lo que continúa.
Es un secreto demasiado simple, un tesoro hostil para las estatuas.
Al alma le basta con ver para saberse prisionera, para reventar un par de ojos que no le hacen justicia. Las miradas se están haciendo en el otro extremo de un telescopio, por acá un tenue simulacro nos revela su ruina.
Carlos Labra Godoy
Y tu ausencia tiene sonido
Incómodo
Como un gigante en un barco pirata,
Como si toda mi estirpe ya no existiera.
La soledad en una gotera en el techo de la pieza, Y tu ausencia tiene sonido,
Cuando no estás
Invento un balde bajo su cauce llorón
Pero el sonido sigue, Y sigue…
Y ya no estoy solo:
Ahora hay vacas enormes pastando en la alfombra,
La catarata que había sido gotera se transformó en un percusionista sádico, en gotas de madera Petrificada que vienen a hacer de la ausencia un metal pesado,
Un ruido de estáticas que crece dentro del balde de lata,
Ah,
Y las mariposas que enviaste
Ya comenzaron a devorarse mi estómago
Y tu ausencia tiene sonido, lo juro,
Un metrónomo desarreglado, una orquesta de timbres y notas
Que se odian,
Un director borracho, el llanto de todos los partos del mundo,
Una pila de tazas amontañadas,
Ruido
Y tu amor
Que se siente como la risa de un niño, que nunca se fue del islote húmedo y tibio de la ter nura,
Transpira distancia
Ahora
Que no estás
Y solo existe el caos
Y el orden el caos el orden
El caos
Y el orden, cuando estás,
La tumefacta luna, mirando celosa, con su ojo de gallo,
La alineación perfecta de sinfonías dulcísimas
Flotando en el aire
Como libélulas por la mañana
Khristian
Acaeciendo - Camila Faúndez e Ignacia Morín
Distancia
Ojalá mi caricia fuera perfecta Calculada milimétricamente y llevada a cabo con el pulso de un cirujano, Como el caminar de un gato entre las cosas desordenadas del velador, Sin arrasar con nada, Como la ola abriéndose paso en el roquerío,
Desaforada, inquieta, Caramelo blanco de limón en medio de la lengua, Así, a la manera de un cuerpo extraño, De una sólida nube en la boca, Dulcísima como el color naranjo, Pero perfecta
sé que vas a quemarme el corazón - Javiera Herrera
Benefactora
(a Bárbara)
Ábrase la luz, al compás de tus pestañas; llénense de ocasos, las profundidades del sueño; recorran eléctricas, líquidas señales amarillas al tibio de tu cuerpo; ármense de valor, todas las mañanas al golpe de tu despertar. Oh benefactora! seductora del blanquecino rayo que cruza nuestra ventana, rojo y fuego despertar de vuestros aún húmedos labios, sí tan solo tus labios fuesen - siempre - matutinos labios míos, sí tan siquiera nuestra ventana fuese - eternamente - ventanal propio, sí solo pudiese que la luz se abra para mí - por favor - con tus pestañas, Oh benefactora! No querría sueño, atardecer ni noche, solo... despertar
Fabián Millanao
Ver el mundo a través de ti
¿Qué es el tiempo?
Si siempre estás aquí,
¿Qué es amor?
Si solo quemas,
Un nudo en el pecho,
En el árbol,
En la garganta del árbol, Donde el pulmón aspira las espinas,
Auxiliándose las ramas en la brisa,
Asegurando que no habrá más estío, Más lirio y más florecer.
-Brillo es la espuma de la ola al chocar contra la roca-., Brillo que enciende años de juventud y soledad.
En estos tardíos días,
Las manecillas del reloj corren, Se llenan mis proyecciones, De momentos que recordar.
Cuando miro con mis ojos de frente, ¿Entiendes que trato de explicar?
Que tengo unas ganas vanas de incendiarte, De perder el sentido, la “Testa”, Radicarte como mi fe impuesta, Ver el mundo a través de ti.
Sobre ellos,
No puedo decir que me importa, O si importa entonces que no sepan de mí, o de ti.
Oh, el tacto dulce de tus manos sobre mis manos, La postura que en una habitación solo remito hacia ti, El brío de acompañarme desde lejos por las noches, El llamado incansable de tu alma anticipando la mía, Cuando escribo y ocurre así.
Este lugar rodeado de maniquíes, Tal costado diminuto del universo, ¿Cuál es el fin de existir?
Cada día van y vienen las presencias, Y alguien que puede hablar con elocuencia, Se vuelve inolvidable para mí.
Nadie me dijo que chincoles a las 3 de la mañana, Contaban cuentos de amor y poesía. Que podía abrazarte siendo que no estás aquí.
Compañera
Embelesada el camino de venus recorría mientras que las curvas de los montes guiaban sus pasos.
Se posaron sus manos en un río dulce y un pasto incipiente, la melodía safírica hizo eco al compás de las copas rebosantes, las lunas doncellas se bañaron mutuamente, sellaron la cálida corriente en un tierno brote.
La lluvia roja preparó la tierra, verde la siembra y verde el alma, luna madre.
Aquellas flores en sus raíces se cruzaron, crecieron fuertes y salvajes, ningún viento secó su lazo, permanecieron perennes en las memorias primaverales, las lunas ancianas nunca callaron.
Nadia Cid
Revista Literaria Interuniversitaria/Amortajada
calma contigo - Javiera Herrera
20pm
Garabatos en tu piel, fluorescentes
Se marcan como raíces en tus palmas
Las fugaces caricias que todo lo protegen
Llevan a una promesa que acecha las lenguas.
Tintineos en la coraza que une los cuerpos
Hay algo llamando a las puertas,
Un encuentro furtivo que rehace la fortuna
El querer no se apiada de las mentes
ni de las flores
A todas riega con mesura,
En sus inicios
Con gestos dotados de grácil placer
Nadia Cid
Pienso en mi madre, en su pelo liso, sus facciones bronceadas, sus ojos grandes. Pienso en ella mientras llora frente a un cuerpecito infantil sin saber que chucha hacer con todo esto. Pienso en mi madre, en sus sueños rotos y en sus ojos llorosos, en su rabia guardada, en sus penas, en su juventud ya perdida. Estoy de luto, por la gracia perdida de mi madre. De chica quise viajar al pasado y evitar mi nacimiento, teniendo siempre en mente los sueños rotos de mi madre. Aun así, siempre odié la comida de táper. Odié que mi mamá no fuese como las otras; que no me esperara con almuerzo después del colegio, que tuviera que trabajar toda la semana, que me gritara tanto y que me regañara con tanta violencia. Pienso en mi madre, en sus ojos grandes y sus facciones pálidas, en su figura marcada por el paso de los años. Cuando chica se me hizo tan difícil ver a mi madre a los ojos. Nunca vi su orgullo, su entrega, su amor. Aun cuando no pudo verme, aun cuando la traté de loca, de enferma, incluso cuando intenté arrebatar la única razón por la que renunció a sus sueños y a su juventud.
Hoy a mis veinte años, pienso en mi madre. Pienso en sus hábitos chistosos, en sus juguetes en las repisas, en sus dulces en el refri, en la comida vencida de la despensa. Pienso en la joven que pasó hambre por mí y mis hermanos. Pienso en la comida de táper, en los macarrones con queso de los fin de semana por medio, en mi refri vacío. Pienso en mi madre.
Sol ausencia - Camila Faúndez y Carlos Labra
Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
Locus Amoenus
Que estorbo es tu esencia y más inhóspito tu existir eres desperdicio, desgasto, torpeza... tristeza. exsecrāri amor. rechazo, repulsión, ¡rencor! déjame en la inquietante tranquilidad de tu alterna ausencia. no... no vuelvas. apiádate... y regresa a mí, lugar aquel.
Amandine
Mar - Ignacia Morín
Petirruí -
Camila
Faúndez
El Maricón Fonseca
“¡Yo no crié a un hijo maricón!” Me dijiste, a 2 horas del culto del domingo, hace una semana exacta. Me golpeaste con la rabia de una bestia mientras mi mami gritaba. Me llevaste a tu pieza, te sacaste el cinturón y me moliste a correazos. ¡Qué fuerte es contarlo! Todavía me hierve la carne donde mi mamita me curó las heridas.
Me revolvía en la cama por hallar un punto donde las heridas abiertas no quemaran. Y lloraba despacito, despacito, para que nadie me escuchara. Para que nadie me gritara tantas veces esa palabra, que marea del puro odio que trae. Si hasta el sonsonete que lleva duele como una patada. Me cerraste la boca a correazos. En el colegio llegué con una cara horrible que nadie notó excepto el Fonseca, un compañero que desde hace año y medio me gustaba. Me preguntó al recreo qué me había pasado.
Le dije que no importaba. “Cómo que no importa, si hasta las mangas las traes rojas”. “No”, respondí, “es que si te cuento por qué me pegaron me vas a dejar de hablar. Me vas a llamar algo feo”.
¡Quién iba a saber que él también lo era! ¡Dios santo, él también lo era! El mismo Fonseca, imán de las cabras, envidia de los cabros y ejemplo de los profes me miraba ahí con sus ojos caídos. Me dijo no sé que cosa, pero fue lo más lindo que me hicieron sentir, como si mi corazón se acolchara dentro mío. Sentía que se me salía del pecho a través de las heridas marcadas por la hebilla. Le di un beso, un piquito. Uno chiquitito, rápido, en la mejilla. Me lo devolvió, nos reímos, y recosté mi cuerpo adolorido en el suyo. Y el Talo nos pilló.
Salió corriendo. “¡El Fonseca es maricón! ¡El Fonseca es un maricón!”. A mi me ignoraron, quizás un pesado como yo les daba lo mismo. La cosa fue molestarlo a él. Al final del recreo todo el curso lo había escuchado, y para cuando terminó el lunes, sabían todos los alumnos del colegio. Llegó con la misma cara que la mía el martes. No sé si me miró, porque yo no me atreví a hacerlo. Sabía que en el fondo era mi culpa; yo le había confesado todo. Yo le di el piquito. Casi como la historia de Judas traicionando con un beso que me enseñaban los domingos.
El martes le seguían gritando, repitiéndole a carcajadas esa palabra que duele como un golpe en el cogote. El mismo Talo lo dijo lo suficientemente fuerte para que el profesor lo escuchara. Horrible, ¡ahora sabían los profes! El Fonseca se encerró en el baño y se supo que llamó a su mamá para que lo fuera a buscar. No alcancé a disculparme.
“¿Era mi culpa de verdad? ¿Por qué no me molestan a mí mejor?” pensaba. O hubiera querido pensar; ¡si es que soy un cobarde! No hubiera soportado la mitad de lo que él aguantó el resto de la semana.
Miércoles; la misma cara, los mismos gritos y las mismas risas. Tomé el valor de decirle al Ale que la cortara; total era harto más chico y flaco que yo. “¡No me toquí’, maricón!”. El resto se rió; ahora valía incluso menos que el Ale. Me aguanté las ganas de llorar lo suficiente como para ver al Fonseca llegar a sacarle despiadadamente la mugre. Entre cuatro tuvieron que pararlo, mientras al Ale se lo llevaban de urgencia al Cesfam. La mamá llegó directo a la sala a llevarse al Fonseca tirándolo del brazo.
No hubo compasión. Nadie pensó que era demasiado. El jueves llegó José López, hermano del Ale, de 3ro medio B. Con otros 2 suches le molieron la cara a puñetazos. El Fonseca vomitó cuando le empezaron a dar golpes en la boca del estómago. Ahí nadie se rió, pero los de 3ro sí le gritaron con rabia, de nuevo diciéndole maricón. Lo dejaron botado en su propio vómito. El viernes no se apareció.
Y ayer sábado supimos del Talo en el grupo de Whatsapp. “Cabros, no me van a creer lo que pasó. El Fonseca se mató”.
¿Eso querías enseñarme, viejo? ¿Me querías cerrar la boca para salvarme? ¿Evitar que traicionara a un hombre por quererlo? O quizás quisiste golpearme fuerte nomás, con la misma fuerza que te faltó para evitar que te abrochara el cuello con el cinturón que usaba para cuando íbamos al culto, como hoy, todos los domingos.
Juan Pablo Peña
Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
Revista Literaria Interuniversitaria/Amortajada
Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
Revista Literaria Interuniversitaria/Amortajada
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“Zoé - Azul” - Lyn Navarro
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Collage - Lyn Navarro
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Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
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Y yo que carezco de silencio en el pecho
Ansiosa de su caricia que no es mi cuerpo tambaleo por el centro de la leña ardiendo, despierta a descubrir algo de su texto su lengua creando, sed de verbo
Y yo que carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
Ansiosa tambaleo despierta su lengua Y yo que contemplaba
(Escribiendo
Ansiosa de tambaleo por despierta a su lengua creando,
Y yo que carezco contemplaba
Ansiosa de su tambaleo por despierta a descubrir su lengua creando,
(Escribiendo
Y yo que carezco contemplaba
(Escribiendo
Ansiosa tambaleo despierta su lengua Y yo que contemplaba
Ansiosa de su caricia que no es mi cuerpo tambaleo por el centro de la leña ardiendo, despierta a descubrir algo de su texto lengua creando, sed de verbo que carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
de su caricia que no es mi cuerpo por el centro de la leña ardiendo, a descubrir algo de su texto creando, sed de verbo
Tajadas de Amor / Arte Estudiantil
Ansiosa de su caricia que no es mi cuerpo tambaleo por el centro de la leña ardiendo, despierta a descubrir algo de su texto su lengua creando, sed de verbo
Y yo que carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
Ansiosa de su caricia que no es mi cuerpo tambaleo por el centro de la leña ardiendo, despierta a descubrir algo de su texto su lengua creando, sed de verbo
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
su caricia que no es mi cuerpo por el centro de la leña ardiendo, descubrir algo de su texto creando, sed de verbo
Ansiosa de su caricia que no es mi cuerpo tambaleo por el centro de la leña ardiendo, despierta a descubrir algo de su texto su lengua creando, sed de verbo
Y yo que carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
Y yo que carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
Ansiosa de su caricia que no es mi cuerpo tambaleo por el centro de la leña ardiendo, despierta a descubrir algo de su texto su lengua creando, sed de verbo
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
Ansiosa de su caricia que no es mi cuerpo tambaleo por el centro de la leña ardiendo, despierta a descubrir algo de su texto lengua creando, sed de verbo que carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
Y yo que carezco de silencio en el pecho, contemplaba la lenta extinción del pulso.
(Escribiendo que tenía fe y no creerlo)
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