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PERFIL

Este mesle rendimos homenaje a la vida del cantautor mexicano

Armando Manzanero, quien falleció el pasado 28 de diciembre de 2020 a causa del Covid-19. Este será un recorrido por los momentos íntimos que inspiraron al cantante a escribir canciones que eternizaría en el mundo entero.

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El alcalde de Mérida, Renán Barrera Concha, anunció en el mes de abril que la calle 60 con 89 dejará de llamarse Flor del bosque, y llevará el nombre Armando Manzanero, en homenaje al barrio en el que vivió toda su infancia el artista yucateco.

Eran las ocho de la noche cuando súbitamente escuché un bolero que marcaría un antes y un después en mi vida. En ese instante tuve la certeza que no sería la última vez que me estremecería. Me encontraba en un lugar tradicional de la ciudad, precisamente a esa hora los empleados del lugar acostumbraban a poner salsa brava, dejaban de vender café, y lo reemplazaban por cerveza. Pasados unos minutos, un hombre quien era el más nostálgico entre las personas que habitábamos aquel sitio, gritó e insistió en adueñarse de la música. Entonces, se decidió por el tema “Contigo aprendí”, interpretado por el cantante Juan Gabriel: “Contigo aprendí que yo nací, el día en que te conocí”. Era la primera vez que escuchaba ese tema y dicha frase no dejó de retumbar en mi cabeza desde ese momento. Tuve que preguntarle a cada persona por el nombre de aquel autor que me había quebrado el alma con tan solo esas palabras. Salí de allí sin recibir ni un solo dato que me acercara a él. Siendo así, me juré investigar todo sobre aquel poeta, maestro, inspirador que con tan solo once palabras me hizo derramar miles de lágrimas, pues es justo el amor aún con todo su dolor y su belleza, el que nos hace creer, luchar, vociferar y así lograr mantenernos vivos.

Fue un siete de diciembre de 1934 cuando de pronto los vecinos de la calle sesenta sur del barrio Flor del bosque, en la ciudad de Ticul-Yucatán, escucharon los sollozos melodiosos y al mismo tiempo desesperantes de un recién nacido llamado Armando Manzanero Canché. Un niño enamorado que desde que estaba en el vientre de su madre Juana Canché la acompañaba en sus movimientos, giros y vueltas. De esta manera, ella creaba las coreografías más deslumbrantes de aquella época. Sus primeras palabras fueron en dialecto maya heredado por su abuela materna Rita Baqueiro Chi. Por otra parte, su padre Santiago Manzanero era un gran trovador y compositor por lo que se convirtió en el segundo hombre mexicano en grabar en los Estados Unidos, después del cantante Guty Cárdenas. De ahí que la casa de sus padres se transformó en veladas inolvidables en donde aquel niño de cinco años recibió las visitas de personajes como Tatanacho, quien fue un gran compositor y actor por ese tiempo. También, en repetidas ocasiones contaron con la compañía de Alejandro Valdivia, un pianista de origen catalán quien armonizaba las noches con sus profundas entonaciones. Al oírlos cantar e interpretar distintos instrumentos aquel niño ya presentía que sus únicos desvelos serían a causa de la música. Su primera guitarra le costó quince pesos, de ahí aprendió que lo más gratificante es luchar y labrarse un caminar propio.

La señora Juana Canché, que trabajaba como costurera por toda la ciudad, un día al ver un piano viejo de una de sus vecinas decidió cambiarlo por una máquina de coser que ya no utilizaba. Habría que imaginar el rostro de aquel niño que ya no tenía que ir de cuadra en cuadra pidiendo prestado aquel instrumento. Ahora era suyo, fue por eso por lo que al cumplir doce años estudió música en la escuela de Bellas Artes. Allí, entre violines y congas se volvió adicto al piano, eligiéndolo su amigo perdurable. Empezó a tocar en varios escenarios y recuerda que su primer pago por tocar ante el público fue una lata de leche Nestlé. En las noches se refugiaba por varias horas con el piano, un lápiz y papel. Escribía, tachaba, y volvía a escribir versos, encontrando sus propias pausas, su propio estilo para componer. Así fue como logró sacudir el alma de las personas con sus melodías. Pues entendía que el bolero debía sonar igual de sigiloso y al mismo tiempo estruendoso, como las olas del mar.

Armando Manzanero en su juventud

Armando Manzanero junto a José José

Dejó sus inseguridades atrás y escuchó el consejo de sus amigos, quienes le resaltaban su magia y dulzura en el escenario. Se encerraba en su cuarto y mientras oía las canciones de Carlos Gardel soñaba con encontrar sus propia forma de componer. Así fue como en 1950, inspirado por su amigo Vicente Garrido, escribió su primera canción “Nunca en el mundo”. Otro tema que se convertiría en su favorito hasta el último de sus días fue “Contigo aprendí”, canción que le dedicaría a su abuela, la mujer que lo crío hasta la edad de siete años. Cinco años más tarde conoció a María Elena Arjona Torres, la mujer a quien le entregó su corazón. En 1957 se casaron y tuvieron 4 hijos (Armando, María Elena, Martha y Diego Manzanero). Por ese tiempo, aceptó la propuesta del reconocido cantante chileno Lucho Gatica de recorrer el mundo junto a él. Una noche al volver a su casa, sacó la llave de su bolsillo y al introducirla se encontró con el cambio de cerradura. Debido a sus largas y constantes ausencias la señora María Elena con su accionar había acabado su relación de más de catorce años, situación que sumergiría al artista en una profunda depresión.

La música y los acordes le sonreían pero al mismo tiempo le arrebataron mujeres en su vida, como su primer amor. Sin embargo, él nunca se detuvo. Observaba con atención los cambios de movimiento en su camino, y pasados unos segundos, giraba en torno a la misma dirección. Aunque en su vida se presentarón momentos difíciles, hubo cosas que jamás negoció y fue la puntualidad, y la fidelidad y lealtad hacia sus amigos. Fue así como en 1962, al presentarse en el Festival de la Canción, obtuvo el quinto lugar con su composición “Cuando estoy contigo”, interpretada por el cantante Alberto Vásquez.

En 1967 decidió que algunos de sus temas podrían ser grabados en la voz del señor Pepe Jara. Lo esperó varias ocasiones y nunca llegó, razón por la cual, su gran amigo y mentor Rubén Fuentes le aconsejó grabar sus propias canciones con su tono suave y fascinante. Grabó los temas: “Adoro”, “Esta tarde vi llover”, “Contigo aprendí”. Éxitos que con el tiempo interpretarían cantantes como: Chavela Vargas, Juan Gabriel, Alejandro Fernández, Ricardo Montaner, Luis Miguel, Miguel Bosé, Andrea Bocceli, Elvis Presley, Frank Sinatra, entre otros. Al año siguiente escribiría estos versos“Para hablarnos… Para darnos el más dulce de los besos…Recordar de qué color son los cerezos”. “Somos novios” fue un tema interpretado por diversas voces de America latina.

Pero la traducción de esta canción surge en 1970 cuando el compositor Sid Wayne decide adaptar el fraseo- es decir el ritmo de la misma- a la letra “It's Impossible”, que sería interpretada por el mismísimo rey de rock, Elvis Presley. Sin embargo, al hacer la adaptación le agregaron dos silabas más. Debido a esto, al aumentar el arreglo de la melodía esta se parecería a la tonalidad de la canción del cantante francés Francoise Hardy; por lo que una empresa en Estados Unidos demandó al maestro Manzanero por plagio. Lo que se convirtío en un éxito total también fue un terrible dolor de cabeza. No obstante, después de dos años de viajes y luchas constantes, el maestro Manzanero ganó la demanda.

En 1972 se casa por segunda vez con la presentadora Cristina Blum, con quien tuvo un hijo, Juan Pablo Manzanero. Días antes de su boda el compositor se entera que una mujer embarazada de él. Tiempo después la misma le entrega la custodia de los mellizos, es así como junto a su esposa deciden darle todo su amor a Rodrigo y Mainca Manzanero. Con el tiempo, los problemas de drogadicción de su hijo Rodrigo afectaron no solo su hogar, sino sus emociones en el escenario. Al finalizar una gira su entrañable amigo Emilio Gamboa le dijo “Nunca trates de juntar diferentes sangres, siempre se colapsan”; palabras que nunca intentó borrar de su memoria.

Quizá uno de los momentos más mágicos y sublimes fue el vivido en la década de los noventa, cuando atravesaba su segundo divorcio, y aún así decidió trabajar con el “Sol de mexico” Luis Miguel, para producir su disco. De esta manera, produjo y escogió cuidadosamente las canciones que él interpretaría en su álbum “Romance”. Pues el maestro Manzanero solía decir “Con los malos compositores yo no me llevo, porque eso resulta ser contagioso”. Allí Manzanero le volvió a dar vida a muchos temas que parecían olvidados como: “No me platiques más”, de Vicente Garrido Calderón; “Inolvidable”, del autor mexicano Julio Gutierrez; “La puerta”, del compositor mexicano Luis Demetrio; “La barca”, del gran bolerista Roberto Cantoral, entre otros. Y así, con cada uno de sus arreglos logró revivir y catapultarlos en una marejada llena de emociones.

Fue en la década de los ocheta cuando el escritor y nobel de Literatura Gabriel García Márquez desató una polémica al manifestar que el cantante Armando Manzanero era “Uno de los más grandes poetas actuales de la lengua castellana” pues afirmaba que era admirable reunir miles de argumentos y delimitarlos hasta dejarlos en una sola línea. Quizá para algunos, los poetas solo existían en libros más no en conciertos. Pero para la gran mayoría, y me incluyo allí, Armando Manzanero Canché es y seguirá siendo un poeta, pues fue un hombre que durante seis décadas, plasmó todos sus recuerdos, como cada una de sus sensaciones, luchas, desilusiones y quebrantos, en un papel, para luego hilar sus palabras con el sonido de su amado piano y alterar nuestras noches con cada una sus mágicas pausas.

Manzanero es el hombre poeta porque eliminó la frialdad del corazón de centenares de personas, y con su dulce voz, y cada uno de sus versos, le enseñó al mundo entero que el amor, más que una palabra, es la fuerza creadora de la poesía.

Quizá uno de los momentos más mágicos y sublimes fue el vivido en la década de los noventa, cuando atravesaba su segundo divorcio, y aún así decidió trabajar con el “Sol de mexico” Luis Miguel, para producir su disco.

Armando y Luis Miguel