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Siete ojos, por Melisa Machado - Las mil y una obras de Petrona Viera. - Gustavo Genta. Los juegos de la percepción.

Por Melisa Machado

Petrona Viera

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Las mil y una obras

Caminar por la parte superior del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), recorriendo la maravillosa muestra sobre Petrona Viera (Montevideo, 1895-1960), en la que las curadoras María Eugenia Grau y Verónica Panella exhibieron parte del acervo de mil y una obras de esta artista (la cifra es literal), fue una experiencia doblemente reconfortante: por un lado por la obvia calidad de los trabajos de Petrona, realizados durante cuarenta años de creación ininterrumpida; y por otro lado por la satisfacción que otorga la reparación y el homenaje que esta muestra realizó respecto al silencio sufrido durante décadas sobre al arte creado por algunas mujeres en múltiples épocas y lugares.

Gran representante del Novecientos y del planismo, reconocida como “la primera pintora uruguaya profesional”, “hija de un presidente de la República”, Petrona dejó un amplio legado que incluye dibujos, aguadas, acuarelas, pasteles, óleos, grabados y trabajos en madera y metal, además de sus obras pictóricas de grandes, medianas y pequeñas dimensiones.

Quizás su sordera temprana contribuyó a ese ensimismamiento contemplativo que se observa en su obra, una suerte de detenimiento del mundo, donde las imágenes aparecen planas, sostenidas indefinidamente en una suerte de quietud infinita que registra la luz y el gesto captado durante un segundo en el espacio-tiempo.

Este detenimiento se observa tanto en sus grandes pinturas, en las que sus trabajos son un claro eco de la influencia del planismo propio de la época, como en sus dibujos en los que las líneas bocetadas muestran, por el contrario, un movimiento y una fluidez que no se observa en sus ya clásicas pinturas. Debido a su sordera y gracias a pertenecer a cierta clase social, Petrona fue educada en su propia casa, “puertas adentro”, por su profesora francesa Madeleine de Larnaudie, “de corte netamente oralista y alejada del lenguaje de señas, en un ámbito aún influido por el modelo burgués del empaque del cuerpo”, estrategia comunicativa realizada, sin embargo, en forma “clandestina” en internados de Buenos Aires y Montevideo, según afirman las curadoras.

Las mil y una obras que conforman el acervo del museo fueron donadas en su mayoría por la familia de la artista y constituyen la colección más numerosa del MNAV. El objetivo de esta muestra fue exhibir las diferentes técnicas y temáticas recorridas por Petrona, además de sus obras ya conocidas.

Hay óleos, dibujos y acuarelas realizados en su infancia, grabados realizados a partir de 1940, retratos de los años veinte, una serie de paisajes menos conocidos pero de marcada audacia cromática y formal, desnudos iniciados cerca de 1936 (sorprendentes por haber sido realizados por una mujer en esa época) y finalmente una serie de frutos y flores que constituyen la última etapa de su producción, magníficamente exhibidos en la pequeña sala superior del museo, sobre pared azul y con una iluminación que destaca esa última mirada, mínima y colorida sobre lo simple, cotidiano y cercano.

El incendiario ejercicio de ver y no oír

¿Quién fue y es Petrona?, se preguntan las curadoras. Y se proponen, por supuesto, dejar de lado las eventuales etiquetas con las que fue conocida o desconocida durante años, las mismas etiquetas con las cuales a tantas mujeres el patriarcado solía, y aún suele, definir. A saber: “hija”, “discípula”, “esposa”, “amante”, “amiga”, “hermana”, “discapacitada”, entre otras.

De niña quedó sorda, “supuestamente” por una meningitis y no pudo desarrollar su capacidad de habla. Se crió en su casa y solía estar siempre acompañada por su hermana Lucha (Luisa Viera), a quien pintó reiteradas veces. Su vida y su obra están también atravesadas por las primeras décadas del siglo XX, con todo lo que implicó el Uruguay progresista de la época, con sus profundos cambios políticos, sociales, económicos y culturales, producto de la primera época batllista, las primeras izquierdas emergentes, las organizaciones empresariales y los sindicatos, entre otras fuerzas.

Su familia fue parte también de una población aluvional proveniente de la inmigración tanto externa como del campo a la ciudad, “excesiva y a menudo autocomplaciente”, como se referencia en el excelente catálogo editado por el museo. Petrona fue la primera hija de un matrimonio de once hijos, entre Carmen Garino y Feliciano Viera, presidente colorado entre 1915 y 1919, hombre que murió en 1927, cuya muerte significó un colapso familiar. “Pobre papá”, escribiría reiteradamente Petrona en su álbum de recortes familiares. Su vida discurría dentro de su casa, donde recibió las enseñanzas de quienes, más allá de la etiqueta de “discípula de”, se los reconoce como sus maestros de arte: Vicente Puig, Guillermo Laborde y Guillermo Rodríguez.

El feminismo y el machismo de los años

‘Composición (retratos en el jardín)’, 1927. veinte esgrimía la fórmula de niñas educadas y esposas cultivadas que supieran llevar adelante un hogar, “colaboradoras indispensables” del hombre productor y proveedor, como escribía Zum Felde en el diario El Día, en 1922, a quien citan las curadoras en su investigación histórica.

“Gracias” a esta “valoración de la enseñanza femenina”, de efectos excelentes en el “ambiente doméstico”, según Zum Felde, Petrona pudo tomar ese “derecho otorgado a mujeres inquietas, rebeldes o privilegiadas” de la época. Pudo entonces disfrutar de la década feliz del Uruguay de 1920 e insertarse en la corriente pictórica enseñada por los docentes del Círculo de Bellas Artes del momento, el planismo: procedimientos organizativos formales y cromáticos donde los contornos se definen a través de planos de luz y color que generan un esquema visual simplificado. Algo que a Petrona le salía a la perfección.

Gustavo Genta

Los juegos de la percepción

Gustavo Genta es un artista raro en el panorama de las artes visuales uruguayas. No pertenece a una tradición ni a una escuela definida. No tuvo maestros. No estudió en la Facultad de Arquitectura ni en Bellas Artes aunque sí en la Escuela de Diseño.

Se define como un “autodidacta, diestro en el uso de las manos”. Los que lo conocen dicen que trabaja durante horas de manera un tanto obsesiva. Se levanta muy temprano, cerca de las 6.30, y comienza a crear con elementos minúsculos, como pequeñísimos recortes de espejos, papelitos o varillas de metal. Con ellos crea cuadros y objetos tridimensionales que alteran la percepción y le hacen trampas al ojo. Sus instalaciones cuelgan de las alturas, reposan sobre el suelo o se extienden como tentáculos móviles en las superficies de los techos.

Podría decirse que en estos momentos Genta está trabajando, además de las instalaciones con objetos en metal y cristales espejados, en dos familias de cuadros: la de los collages en 3D con recortes minúsculos de papelitos blancos o negros, y la de cuadros ópticos realizados con varillas de metal y figuras geométricas, también en blanco y negro.

El 16 y 17 de diciembre se inaugura esta muestra titulada Los juegos de la percepción, en la antigua Casa Antonio Serrato, ahora conocida como Edificio Antonio Serrato, ubicada en 25 de Mayo y Ciudadela, reciclada por los arquitectos Graetz/Núñez, quienes en 2014 obtuvieron el Premio Reciclaje del Acervo Arquitectónico. El reciclaje del edificio respetó el diseño de la fachada de influencia francesa con sus balcones con balaustradas y elementos ornamentales de la época, los cuales han sido conservados en su estado original y constituyen un buen ejemplo de eclecticismo novecentista. La intervención arquitectónica convive con estos elementos gracias a “un tejido continuo de acero inoxidable” que, según los arquitectos, por su color y textura refiere a las superficies de pizarra del edificio.

Sin dudas las grandes dimensiones del hall de entrada del edificio y la sala donde se ubica el salón comedor de las oficinas de los pisos superiores constituyen un marco espacial adecuado para las obras de grandes dimensiones creadas por Genta.

Sus instalaciones, conformadas por sus cuadros y sus objetos como nidos de boyeros o rocas perforadas por erosión eólica, aparecen distribuidas en los diversos espacios del edificio desde la entrada, donde interviene tanto las paredes como el techo, pasando por el nicho donde desembocan los ascensores de acero inoxidable, hasta el gran espacio rectangular conformado por la amplia esquina interna del edificio. Toda una invitación para entrar en un espacio abierto a los juegos de la percepción óptica y estética, mientras se desliza la mirada en las creaciones de este artista único que viene a renovar el aire, un tanto anquilosado o previsible del arte que se viene realizando en estas dos últimas décadas en el país.

Las dos fechas previstas para la inauguración cumplirán con los protocolos sanitarios, esto incluye “respeto de la distancia social mínima y el uso de tapabocas”.

Gustavo Genta

Lugar y fecha de nacimiento: Montevideo, 27 de noviembre de 1971. Estudios cursados: egresado del Centro de Diseño Industrial.

2020. Muestra individual Caminos paralelos, Galería del Paseo, Manantiales. 2019. Muestra individual en el espacio Cultural Tribu, Montevideo. 2018. Proyecto Domo Panda, escultura cinética de grandes dimensiones en Chengdu, China. Seleccionado para ser realizado en el año 2019. https://vimeo.com/317700662 Muestra individual en el Espacio Cultural Tribu, Montevideo. 2016. Seleccionado en el Salón Municipal de Montevideo. 2015. Muestra colectiva Ancestros, Museo Zorrilla. 2014. Muestra colectiva TMTR, Fundación Iturria. Séptimo premio en el concurso de esculturas de World Trade Center. 2013. Muestra colectiva Extensiones, Subte Municipal. Muestra individual Estructuras, Torre 3 WTC. Muestra colectiva en la Embajada de México. Muestra Convergencias, Espacio de Arte Contemporáneo. 2012. Muestra colectiva Planisferio, en el MUMI (Museo de las Migraciones). Muestra colectiva Art Futura, en el MUMI. 2011. Seleccionado en el concurso de esculturas del World Trade Center Montevideo. 2010. Muestra en la Galería DC Arts Center Washington DC, Estados Unidos. 2008. Participación en el Festival de las Loberías, Cabo Polonio. Intervención lumínica en las dunas de Cabo Polonio, Uruguay. https://www. youtube.com/watch?v=WfMVIH1Scm0 Exposición Insecto urbano en dunas del Cabo Polonio, rocas del faro y playa sur. 2007. Realización del proyecto Insecto urbano (intervención urbana). Exposiciones de Insecto urbano en: Facultad de Arquitectura, Fuente Venus del Parque Rodó (Montevideo) y mercado 18 de Julio en Salto. 2005. Exposición en Galería 5 o’clock, Lausana, Suiza. 2004. Exposición Galería Octobre, Ginebra, Suiza. Exposición Galería 5 o’clock, Lausana, Suiza. Exposición Galería Jan Ken Poï, Ginebra, Suiza. 2003. Exposición teatro La Grenade, Ginebra, Suiza. Exposición Tienda de Flores Les Augustins, Ginebra, Suiza. 2002. Exposición Teatro Grütli, Ginebra, Suiza. Fecha de la muestra: 16 y 17 de diciembre de 18 a 21 horas. Se cumplira con todas las medidas del protocolo covid, respetando distancia minima y solicitando tapaboca en la entrada. 25 de Mayo 745.

Andrea Finkelstein

En busca del equilibrio

En la sala mayor del Museo Nacional de Artes Visuales, dedicada desde hace unos años a exponer artistas contemporáneos nacionales vivos, se pudo ver en noviembre la muestra Equilibrios, de Andrea Finkelstein, conformada por una serie de obras de gran formato, donde la predominancia de sutiles grafismos sobre fondo blanco alternados por algunos toques de color, pareciera que pretenden sumergir al espectador en un clima abstracto, aparentemente pacífico, donde sin embargo algo disruptivo parece a punto de alterar aquello que pretende ir en busca de un cierto equilibrio.

Como escribe Manuel Neves, Finkelstein continúa con su búsqueda de “vehiculizar a nivel narrativo relaciones de oposición: vulnerabilidad y agresividad, individualismo y anonimato […] cercanías y lejanías […] trauma y felicidad”. Una búsqueda de integración de los opuestos que se encuentra tanto en la filosofía oriental como en la occidental.

Álvaro Amengual

Ironía desbordante

El dibujo al alcance de todos se titula la muestra que se está realizando en la galería de arte Diana Saravia desde el 12 de noviembre y que continúa durante todo el mes de diciembre.

Quienes conocen personalmente a este hombre sabrán que no es el caso en el que que uno, como espectador o degustador del arte, debería quizás abstenerse de conocer al artista y remitirse, simplemente, a admirar o denostar su obra. Amengual construye una performance constante y esto quizás no sea una provocación consciente sino simplemente su forma de estar en el mundo. El catálogo de esta muestra, digital y colgado en la plataforma issuu, es un buen indicio de sus posturas irreverentes, por demás sarcásticas y –en ocasiones– pasmosamente graciosas. De esas en las que no se sabe si lo que se está viendo y oyendo es una broma ácida o un guion delirante que parece estar escribiéndose en ese preciso momento, en forma espontánea.

El artista le dedica la muestra a su “maestro de la infancia” Andrew Loomis, a quien nuca conoció pero a quien le debe su pasión por el dibujo y a quien “abandonó” por prestarle atención a los intelectuales, “esas personas que saben que la lluvia moja porque lo han leído en un libro [y que usan palabras como] procrastinación, reconstrucción epistémica o contrafractualidad”. A lo que agrega: “Yo me bajo acá”, y vuelve a Loomis para poner el dibujo “al alcance de todos”.

¿Juego, ironía o realidad? No importa, porque lo que destella es la factura y la maestría de sus dibujos que captan la esencia de los personajes que sugiere o las personas que retrata. Muchos de los dibujos que se muestran aquí son de la última etapa, realizados en carbonilla y pastel, y algunos pocos con acuarela.

Amengual es ante todo un dibujante figurativo, irónico y expresivo, que utiliza recursos como el empaste y la difuminación, con los que logra un maravilloso trabajo de luminosidad, al estilo de Degas, más el uso de la línea y la deformación de las figuras humanas con la cuales despliega su humor y su maestría.