Dossier 36

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Lisandro Aristimuño y su Mundo anfibio

Aguas envolventes Presentar a Lisandro Aristimuño es otro ejercicio de obviedad. Pero he aquí algunos datos mínimos para algún lector desprevenido. Aristimuño nació en 1978, en el sur de Argentina: Viedma, Río Negro. Creador inquieto, autodidacta, desde muy joven incursionó en la creación y la interpretación,

Taddei, Navarro, Eli-U

Chicas fatales ‘‘¿Qué se puede hacer con estas chicas?’’, pregunta una señora con voz cascada y gesto molesto. ‘‘Te dije, se van a poner como locas en el escenario’’, le contesta su amiga mientras guarda los lentes en la cartera. Las dos señoras abandonan la sala y dirigen sus pasos hacia el centro de la ciudad buscando un refugio para completar su molesto diagnóstico. Y lo encontraron a pocas cuadras del teatro: un bar con pocos parroquianos, la tradición de un buen café, y un espacio tranquilo para cargar contra el espectáculo Trovalinas. ‘‘Las muy descaradas… jugar con las canciones, ¿habrán tomado algo antes de subir al escenario?’’.

y hacia el año 2001 se instaló en Buenos Aires para despegar con una de las carreras más originales en el competitivo campo de la canción popular. Quienes tuvieron la posibilidad de verlo y escucharlo en sus numerosas presentaciones en Montevideo y Maldonado (concretamente en el ciclo de Medio y Medio) sabrán muy bien la talla de su propuesta artística. Lleva editados cinco discos; el último, Mundo anfibio (2012), es un muestrario de (muy) buenas canciones concebidas desde una fecunda integración de creación de melodías, armonías, textos y arreglos. Con este nuevo material inició una gira regional que recaló en la sala principal del Teatro Solís hacia mediados de noviembre y, sin vueltas, atrapó y dejó sin aliento a un público que pese a conocer muy bien sus anteriores trabajos se permitió el lujo de disfrutar de la sorpresa, el sacudimiento, la tensión. Este concierto cumplió con una cualidad singular: fue un espectáculo integral. Música, puesta en escena, videos, iluminación, amalgamados en un flujo intenso de climas contrastantes, juegos evocativos, tramos de gran concentración de materiales sonoros y visuales que apelaban a una recepción puramente formal y otros que movilizaban las recepciones más viscerales. Las interpretaciones de las piezas de Mundo anfibio (la vibrante ‘Elefantes’, ‘Aunque no estés aquí’, ‘Por donde van tus pies’, ‘Anfibio’, ‘How long’, entre otras) o de la inteligente selección de

sus discos anteriores (vale mencionar de todas las elegidas a la notable ‘Vos’, de su disco El asunto de la ventana, de 2005) mostraron a una numerosa banda con un virtuoso ensamble de contrastes más las efectivas texturas electrónicas (samples, loops). Y aquí vale el reconocimiento puntual: en el costado izquierdo del escenario, la sección de cuerdas con Leila Cherro (violonchelo y coros), Lucas Argomedo (bajo eléctrico y chelo), María Laura Bertero (violín), Pablo Jivotovschii (violín); al fondo, cerrando filas en la base rítmica: Mar tín Casado y Rocío Aristimuño (quien completó la línea de coros); y a la derecha, jugando a un contrapunto con la guitarra de Lisandro, Carli Arístide (guitarra eléctrica, charango, samplers, coros). Como el espacio de una página no es infinito, se impone un balance global: un show que con inteligencia conjugó muchas patrias musicales –desde la música de cámara culta hasta los lenguajes de la electrónica– en texturas harto complejas que funcionaban como un ajustadísimo mecanismo expresivo puesto al servicio de un objetivo único: pegar directamente en la fibra más sensible del público.

‘‘No creo, está prohibido… mirá si llegaba una inspección de la intendencia’’. ‘‘Alguien tiene que pararlas; yo vine porque prometían regalar un medicamento… ¿cómo era?, ¿te acordás?... ahh, sí, era un estimulador psicofísico cántico’’. ‘‘¿Un qué?’’. ‘‘¿Quedaste sorda?, mirá que no tocaron tan fuerte… dije un estimulador psicofísico cántico, que viene en comprimidos auricomplacientes’’. ‘‘Tenés razón… ¿será por eso que me siento tan bien?’’. ‘‘Mmmm… a lo mejor tenés razón, porque a mí me están dando ganas de volver a escucharlas’’. ‘‘Ah, sí, qué lindo; ¿viste qué polenta tiene la más bajita de las tres’’. ‘‘EliU… preciosa, y además muy afinadita, la chica… y qué swing que tenía’’. ‘‘Claro, además, fijate vos, cantó canciones de su padre, Gustavo Príncipe Pena’’. ‘‘Uy, cómo componía ese hombre’’. ‘‘¿Y Rossana?’’. ‘‘¿La Taddei?’’. ‘‘Ella misma… ¡qué voz que tiene!… me pareció que era la que comandaba al grupete’’. ‘‘Obviamente, tiene una presencia demoledora en el escenario, y qué bien que se entiende con este muchacho… ¿cómo se llamaba?’’. ‘‘¿El que estaba en la batería?’’. ‘‘Sí’’. ‘‘Ah, era Gustavo Etchenique… parecía un pibe… ¿sería su primer concierto?’’. ‘‘Vos siempre decís lo mismo… acordate que este muchacho tocaba con Jaime Roos y no sé con cuántos más’’. ‘‘Tenés razón, ya me parecía que su forma de tocar no era la de un principiante, se lo voy a recomendar a mi hijo que quiere aprender a tocar batería’’. ‘‘Esta otra chica,

Samantha Navarro, qué mata que tiene en la cabeza’’. ‘‘Ay, dejate de embromar… una monada la chica, y viste qué polenta le pone a sus canciones, y una de ellas, ¿la recordás?, se la dedicó a esa cabellera tan musical (entre nosotras, ¿cómo hará para peinarse?)’’. ‘‘No me vengas con eso… lo importante es que las tres se entendían muy bien con los muchachos de la troupe… el caballero Etchenique y los otros dos’’. ‘‘De primera estos otros; uno era… Dany… Dany López, claro, el del teclado, y el flaquito… el que tocaba una guitarra de cuatro cuerdas… ¿cómo se llamaba?’’. ‘‘Estás bastante despistada… fijate, acá dice: Antonio Restuccia’’. ‘‘Era el más serio de todos, pero tocaba muy bien, ¿no?’’. ‘‘Viste que esta fórmula al final nos hizo muy bien’’. Efectivamente, el original espectáculo Trovalinas causó el efecto deseado: mezclar los repertorios de Samantha Navarro, Eli-U Pena, Rossana Taddei, romper con las formalidad, darle un sacudón a la modorra ciudadana y reafirmar que las féminas cantoras y compositoras de estos pagos tienen cuerda para rato. Una propuesta que ameritaba un ciclo, pero no hay que olvidarse que las buenas ideas a veces vienen demasiado dosificadas.

Mundo anfibio. Lisandro Aristimuño. Jueves 15 de noviembre, 21 horas. Sala principal del Teatro Solís.

Trovalina. Rossana Taddei, Samantha Navarro y Eli-U Pena. Miércoles 14 de noviembre, 21 horas. Teatro El Galpón.

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07/12/2012, 01:47 a.m.


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