Edición Nº 42 - Septiembre 2012

Page 9

se toca o no se toca? En definitiva, la Constitución deberíamos dejarla como está. Pero lo que está en juego es mucho más que quién se sienta en el sillón de Rivadavia sino cuál será el troncal ideológico que queremos para el siglo XXI y si los sectores populares tendrán o no que ver en esa transformación. Además, sin considerar la breve vigencia de la Constitución del ‘49, nuestra carta magna permaneció prácticamente inalterable desde 1853/60 hasta 1994. Sin embargo, nuestra historia ha demostrado que aún sin tocar la Constitución el poder puede vulnerar cualquier derecho, incluso el derecho a vivir.

El lecho de Procusto Así las cosas, se torna necesario volver a plantearnos la pregunta que Ferdinand Lassalle se hiciera en su conferencia de Berlín, en abril de 1862: ¿Qué es una Constitución? El catedrático germano nos diría que responder esa pregunta es preguntarnos primero sobre “los factores de poder”. Dice: “¿Cuándo puede decirse que una Constitución escrita es buena y dura-

DIA 32 ◆ Septiembre 2012

dera? La respuesta, señores, es clara, y se deriva lógicamente de cuanto dejamos expuesto: cuando esa Constitución escrita corresponda a la Constitución real, a la que tiene sus raíces en los factores de poder que rigen en el país. Allí donde la Constitución escrita no corresponde a la real, estalla inevitablemente un conflicto que no hay manera de eludir y en el que a la larga, tarde o temprano, la Constitución escrita, la hoja de papel, tiene necesariamente que sucumbir ante el empuje de la Constitución real, de las verdaderas fuerzas vigentes en el país”. En definitiva, la Constitución es la expresión histórica de una puja de poder. En algún momento los sectores dominantes lograron “canonizar” su posición privilegiada creando la Constitución liberal que todavía nos rige. Por eso, no es de extrañar que no haya sido necesario cambiarla durante la alternancia de la República Conservadora, de la Década Infame o de los golpes militares. No molestaba para nada. Pero no es casual que el primer hecho político del golpe del ‘55 fuera derogar por decreto la Constitución del ‘49. Es que la “Constitución Peronista” suponía el reconocimiento de un factor de poder que a la oligarquía no le hacía gracia: los pobres. Entonces, es posible y deseable la reforma constitucional para asegurar la continuidad de un proyecto político integrador. Pero aquí vienen otros

Una Constitución que garantice una reelección indefinida, ¿es una contradicción en sí misma? ¿No es un atentado contra la lógica misma de la idea de república? planteos importantes: ¿Solo se pretende la reelección presidencial? ¿No deberíamos plantear la creación de una nueva república, fundada sobre otras bases? Y, lo más importante de todo: una Constitución que garantice una reelección indefinida, ¿es una contradicción en sí misma? ¿No es un atentado contra la lógica misma de la idea de república? (decimos república y no democracia -la diferencia entre ambas amerita otra discusión-; solo diremos aquí que la Constitución también pretende poner coto a las mayorías cambiantes). Preguntas nada fáciles de responder, pero de necesaria formulación y discusión. De lo contrario, a la manera del lecho de Procusto, en lugar de estar ajustando la cama al hombre estaríamos ajustando el hombre a la cama. ❖ *Abogado y docente

9


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.