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Conflicto y Armonía
from Reflejos 101
Cultural

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Conicto y Armonías

Desde ciertas posiciones ideológicas se critica acerbamente el libro de Sarmiento “Conflicto y
Armonías de las razas en
América”, una de sus obras más controvertidas. Con ese alcance, se la ha tachado de introducir o colaborar en la gestación de cierta xenofobia. Particularmente, porque señala las presuntas o reales diferencias existentes en la población argentina. Dentro del universo de las migraciones, encuentra, por un lado, las que llegaron a estas tierras estimuladas por la Constitución Nacional, separándolas, por el otro, de las provenientes de países vecinos.
Desde luego, vamos a evitar cuidadosamente entrar en discusiones altamente ideologizadas, ajenas al espíritu universalista y conciliador de Reflejos.
Apenas queremos detenernos en algunas consideraciones iniciáticas de la obra del sanjuanino que, tal como creemos, describen una realidad innegable. En todo caso, lo que proponemos es reflexionar sobre alguno de los planteos con que nos interpela.
Dice Sarmiento: “Esta es la vez primera que vamos a preguntarnos quiénes éramos cuando nos llamaron americanos y quiénes somos cuando Argentinos nos llamamos. ¿Somos europeos? Tantas caras cobrizas nos desmienten ¿Somos indígenas? Sonrisas de desdén de nuestras blondas damas nos dan acaso la única respuesta”.
Pero Sarmiento incursiona también en otro interrogante de fuste. Tampoco nos brindará una respuesta concluyente aunque, en compensación, ofrecerá numerosas pistas para indagar.
Conflicto y Armonías fue escrito y publicado alrededor de 1882/1883. Sarmiento, aún en las postrimerías del siglo XIX, mantenía serias dudas sobre la existencia de aquellos elementos que aseguran el mortero de una nación. Veía desacuerdos profundos y difíciles de conciliar. Fuerzas centrífugas, que con ahínco tendían a desarticular la incipiente república. Nos parece que la cuestión planteada, permanece tal como la diseñó el sanjuanino, sin solución.
Sarmiento interroga retóricamente: ¿Somos Nación?
¿Nación sin amalgama de materiales acumulados, sin ajuste ni cimiento?
Sólo diremos para terminar, que las angustias y frustraciones que nos atraviesan, como las marcadas diferencias irreconciliables que persisten, apuntan a ratificar, con igual o parecida vehemencia, las dolorosas apreciaciones de Sarmiento.
¿Será acaso que construimos una nación fragilizada, es decir, apenas solidificada por una argamasa que se degrada irremisiblemente?
Mario Maggi