REVISTA PUNTO ED. 71

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El bullerengue blanco de Colombia Con tambores y maracas suena el mar y entre montañas evados a cabo en su gran mayoría por mujeres. Inició en la zona del Canal del Dique, cerca de Cartagena.

Bullerengue sin fronteras

Yimalá, que significa montaña en idioma palenquero, es el único bullerengue blanco en Colombia que, además, nació como lo dice su nombre: entre montañas, en pleno corazón de los Andes, a 2.475 metros sobre el nivel del mar, en una tierra de agricultores con ruana, sombrero y machete, donde la música se hace con tiples o requintos. El director de Yimalá, Sergio Castro, tiene 27 años, es un hombre de 1.70 de estatura, de contextura delgada, piel acaramelada, cabello negro y ojos pequeños. Es oriundo de Sonsón y un apasionado de la música: “Durante mi proceso como estudiante y aprendiz en la escuela de música Mercedes Ramos Toros, llegó por cuestiones de la vida un kit de instrumentos de música del Caribe. Nosotros dijimos: ¿esto para qué sirve?, ¿cómo se come?, ¿para qué se utiliza. Los trajeron a mediados del 2013, cogimos y los tocamos como pudimos. Luego dijimos, un alegre -tambor pequeño, también conocido como tambor hembra, utilizado en la música de percusión folclórica de origen africano- se parece a una conga, y así fuimos mirando ritmos, analizando qué era cada uno”, narró Sergio. El bullerengue es una danza y práctica musical de origen africano, propio de las regiones de Urabá, Córdoba y Bolívar, zonas y departamentos que se caracterizan por la presencia de una amplia población negra. Dicho género nació para los rituales fúnebres o festivos, ll-

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La única similitud de Sonsón con Cartagena, Necoclí o Arboletes es que sus montañas asemejan un paisaje ondulado como grandes olas verdes. Y aunque parezca que lo único caliente es un tinto cargado o una aguapanela con queso, la cultura en la región se ha ido fortaleciendo, dando paso a la llegada de ritmos propios de la costa como lo es el bullerengue, la chirimía, o el currulao. Sergio cuenta: “Inicialmente con los demás integrantes nos llamábamos Grupo n°4, porque fue así como quedamos registrados en la planilla de la Casa de la Música. Luego de experimentar con diferentes sonidos, fue como una bofetada, no sé cómo explicarlo, pero esto fue lo que les gustó, el folclor, pero caribeño. Entonces nos decían ¿Por qué no hacen folclor andino? Pero no podemos ser egoístas, saber que en Colombia existen muchas regiones y muchísimos ritmos que son propios de todos nosotros”. Después de definirse como grupo bullerenguero, se procedió a la definición de roles, en los géneros procedentes de la cultura africana la cantaora es el corazón, es la fuerza, el timbre o la nostalgia de su voz es lo que logra comunicar esa alegría o duelo de


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