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Rafael Caro Quintero
por: Eduardo Rodríguez
lo que no se cuenta
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El 15 de julio, en la ranchería de San Simón, municipios de Choix, Sinaloa, fue recapturado el famoso capo Rafael Caro Quintero, en una operación que pareció ser de una eficiencia quirúrgica, ejecutada por las fuerzas especiales de la marina y los servicios de inteligencia de la DEA norteamericana. En la única fotografía que el propio gobierno difundió, el capo aparece pulcramente vestido, bien afeitado, sin señal alguna de agitación, solamente sudoroso, aunque, según el escueto informe, fue localizado por una perra sabuesa llamada “Max”, detrás de unos matorrales, cuando pretendía ocultarse de las fuerzas especiales. También se informa que fue capturado solo, sin armas y sin necesidad de disparar un solo tiro, con tal precisión que pareciera que el capo se levantó, como cualquier otro día, se bañó y cambió de ropa, se tomó un café y se sentó parsimoniosamente a que llegaran por él y lo subieran a un helicóptero. Inclusive en la única fotografía de la detención lleva entre las manos una botella de agua purificada. Tenía sed y le consiguieron una botella de agua para que se refrescara. Lo de esconderse detrás de unos matorrales resultaba innecesario, pero posible, aunque no podía ir muy lejos de la casa que habitaba, sobre la cual tampoco hubo información, aunque se supone que se trataba de un rancho de su propiedad. ¿Así de limpio y de planchado todo, cuando en el “cualiacanazo” el ejército mostró una ineficiencia vergonzante? La versión menos candorosa es que los servicios de inteligencia de la DEA hace meses que le tenían localizado y le daban un seguimiento preciso. Después de la visita a Washington, el presidente Joe Biden, a través de la vicepresidenta Kamala Harris, le pidió a López Obrador la captura del capo, y la única fuerza de confianza para la DEA son las fuerzas especiales de la marina armada, porque del ejército tienen serias reservas. Conjuntamente y de inmediato se montó el operativo, pues la captura fue a los dos días de la visita a la Casa Blanca, utilizando al menos cuatro helicópteros de la marina, uno de los cuales transportaba al comando que, a rapel, bajó hasta los terrenos del rancho y rodeo al capo, quien debió ser tomado por
sorpresa y sin más compañía que su guardia personal, quienes debieron rendirse ante la inferioridad numérica y de capacidad de fuego, para salvar la vida del capo, quien debió entregarse, sabiendo que no tenía otra alternativa. En cosa de minutos estaba terminado el operativo y los helicópteros se retiraron de inmediato, pero uno de los helicópteros, con 15 marinos de las fuerzas especiales, inexplicablemente se desplomó un poco antes de arribar a su lugar de aterrizaje, en Los Mochis, Sinaloa. Murieron 14 marinos y el único sobreviviente quedó herido de gravedad. Si todo había sido de una precisión quirúrgica, ¿cómo explicar que uno de los helicópteros se viniera abajo, cuando estaba cerca de aterrizar y ya fuera de la zona de peligro? Es muy probable que nunca se conozcan las causas verdaderas de este desastre, aunque en unos meses se deberá emitir una versión oficial, pero algo muy anómalo debió de suceder si se toma en cuenta que fue una nave seleccionada para un operativo de semejantes características.
AMLO SE MOSTRÓ MALHUMORADO
En lo que fue un suceso inexplicable, Rafael Caro Quintero fue liberado por el gobierno de Enrique Peña Nieto en 2013, cuando había cumplido ya 28 años de prisión pero aún le restaban 12. La liberación fue duramente criticada por la DEA, que le puso una recompensa de hasta 20 millones de dólares. Por la manera en que se dio a conocer la noticia, se pudo percibir que Andrés Manuel López Obrador se sentía incómodo, reticente. Es el primer capo de importancia que captura en su sexenio y lo hizo obligado por el gobierno norteamericano, quien desea casi de inmediato su extradición, pero hay indicios de que López Obrador podría darle largas a la misma, pues inclusive Caro Quintero ya ha obtenido un amparo para tratar de impedirlo si no es por medio de un juicio, lo que se podría llevar el resto del sexenio, al menos. Sobre los 14 marinos muertos, AMLO se limitó a enviar una breve condolencia a sus familias y afirmó que se les dará más de la indemnización que legalmente les corresponde, pero en un acto de total falta de empatía, no acudió a la ceremonia luctuosa en honor de los caídos, cuando ha sido el mayor número de militares muertos en un acto de servicio durante su gobierno. La captura de Rafael Caro Quintero muestra, como principal lectura, que muchos de los principales capos del país no han sido detenidos porque tengan habilidades extraordinarias para ocultarse, sino por la decisión gubernamental de no hacerlo, pues quedó demostrado que los servicios de inteligencia de la DEA tienen información sumamente precisa y al minuto, y la marina tiene las fuerzas especiales con la capacidad de llevar a cabo operativos de alta precisión, pero no existe la voluntad presidencial. ¿Por qué? No hay ninguna explicación, por lo menos no razonable. El último operativo llevado a cabo por el ejército el pasado 9 de agosto en Ixtlahuacán del Río, Jalisco, donde supuestamente se detectó una reunión de jefes regionales del Cartel Jalisco Nueva Generación, CJNG, ninguno de los cuales fue capturado, desató una ola de actos de terror en la zona metropolitana de Guadalajara y 10 municipios de Guanajuato, que duró toda la noche del martes y la madrugada del miércoles. En cosa de horas, la organización criminal desplegó un operativo de terror en la segunda ciudad en importancia del país y en todo el estado de Guanajuato. 29 tiendas Oxxo fueron incendiadas, lo mismo que decenas de vehículos y algunos camiones de pasajeros. Todo indica que el famoso “culiacanazo” le dejó una enseñanza bastante útil a las grandes organizaciones criminales sobre el uso del terror y, por supuesto, de los “abrazos, no balazos”.


por: Marcela Valles
Se agrava el retraso tecnológico y se desvía el poco presupuesto

Si usted entra a cualquier hospital de México, todo el equipo que vea proviene de algún país extranjero, lo mismo que la casi totalidad del instrumental, aún del más simple en apariencia. Nuestra dependencia tecnológica es una de las más altas del mundo, para un país que, contradictoriamente, es la economía número 16 a nivel mundial. Entrar, en ciudades como Saltillo, a una planta de producción de automóviles es ingresar a otro mundo tecnológico, porque todas esas gigantescas plantas son montadas con tecnología estadunidense, alemana, japonesa y de otros países. Somos uno de los más grandes exportadores de automóviles del mundo, pero si ello dependiera de la tecnología de origen mexicano, no podríamos producir ni el más sencillo y económico de los autos. Esto se repite en todos los ámbitos de la economía y la sociedad mexicana, lo que nos hace un país completamente dependiente, pues la economía mundial se rige ahora por el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Esto es tan dramático, que en 2020 México registró menos de 300 patentes, mientras que en el mismo año en Estados Unidos se registraron 3.3 millones; China 3.1 millones; Japón 2 millones; Corea del sur 1.1 millones y Alemania 0.8 millones. Esto es todavía más desastroso si se considera que Corea del Sur es la economía número 31 del mundo y nosotros somos la número 16, pero los pequeños países de la costa asiática desde los años setentas del siglo pasado entendieron que la clave estaba en el desarrollo científico

Así que un país con 20 años de atraso en ciencia y tecnología desapareció 91 fideicomisos y se tomó el dinero para meterlo a la licuadora del gasto de las obras emblemáticas del presidente. Así de penoso. Pero además del recorte de los recursos financieros, la administración de Elena Álvarez-Buylla ha sido marcada por la prepotencia, la sumisión a la voluntad del presidente y, algo inaudito, la represión de una parte de la comunidad científica del país, a la cual se le ha acusado de corrupción y, en su momento, el corrupto Fiscal General de la República, Alejandro Hertz Manero, pretendió inclusive imputarles el delito de asociación delictuosa, un delito considerado de gravedad y muy severa sanción. Eso sólo pasa en México. Para congratularse con el alma envenenada del fiscal Hertz Manero, Elena Álvarez-Buylla, violando la reglamentación vigente, le dio la máxima categoría del Sistema Nacional de Investigadores a este turbio personaje que, por si fuera poco, fue señalado, con fundamentos, de plagio en una de las pocas obras de tema histórico que ha publicado. Y así sencillamente no se puede. ¿Cómo encausar en el desarrollo científico y tecnológico a un país donde a su gobierno no sólo no le interesa esto, sino que se toma el poco dinero del que se dispone? El CONACYT tiene un presupuesto de apenas 29 mil 564 millones de pesos, pero arrastra serios vicios burocráticos y está infiltrado por la política, y así tampoco se puede. En 2020 el presupuesto de Investigación Científica y Desarrollo Experimental (GIDE) bajó hasta 69 mil millones de pesos, un presupuesto similar al de 2011, de acuerdo a las propias cifras oficiales. Un país sin desarrollo científico y tecnológico está condenado al subdesarrollo y a la dependencia, pero habrá que buscar una explicación a lo que está pasando en este sexenio Como el de AMLO es el gobierno de un hombre, donde todo lo decide él personalmente, si se revisa su historial personal, se puede constatar que tenemos a uno de los presidentes de la república con una de las formaciones académicas más pobres que se tengan registradas. Ya es demasiado conocido su desprecio por la academia y su pobrísima formación personal; su incapacidad para rodearse de especialistas y expertos competentes y la idea de que nada tiene “mayor ciencia”. Nunca fue más absurda esa frase que le han colocado al programa de becas: “Jóvenes construyendo el futuro”; si yo fuera joven y estuviera pensando en mi país al futuro, estaría sumamente preocupado. Si el sistema educativo no camina, si no hay desarrollo de ciencia y tecnología, esos jóvenes están viviendo en el pasado.

El poder del discurso populista

por: Rodrigo Tejeda
64 años de dictadura cubana
El escritor William Navarrete, nacido en Cuba en 1968 y desde hace 20 años radicado en París, es una de las voces más sugestivas e interesantes para poder entender cómo la dictadura cubana se ha sostenido 64 años, utilizando dos recursos sumamente eficaces: un sistema de represión sofisticado, aprendido de la Unión Soviética, y el discurso hipnotizante de Fidel Castro. Lo de la represión es algo común en todas las dictaduras, pero la lengua del dictador es un fenómeno excepcional, en lo que es la isla más grande del caribe, una de las regiones más hermosas del mundo. William Navarrete no habla desde la posición de un intelectual de izquierdas, sentado en su ideología marxista y en su cómodo escritorio burocrático, sino desde su experiencia vital personal y familiar; de aquel que tuvo que dejar su país y todo lo que ello significa en busca de la libertad y de sus sueños. Latinoamérica está girando hacia el populismo y se están instalando gobernantes de izquierda, cuyo principal recurso es un discurso machacante que va apoderándose de todos los espacios mediáticos, generando millones de fanáticos que repiten, como discos rayados, el mismo discurso del caudillo y el ambiente político se va enajenando, hasta quedar inundado por las mismas frases, los mismos adjetivos, las mismas promesas, las mismas mentiras, las mismas fantasías, los mismos insultos, la misma figura del caudillo que aparece, como una alucinación, en una irrealidad fantástica que envuelve a la realidad, hasta perder la línea que separa a la una se la otra.
William Navarrete, en su obra Fugas (pag.32) explica el poder de Fidel Castro, uno de los demagogos más grandes de la historia moderna y el dictador más longevo que ha dado también la historia latinoamericana. “En esta isla las conversaciones se repiten, de tan reiterativas pueden cambiar de matices, pero el tema sigue siendo el mismo. Hablan todos de lo mismo cada día, desde ni se sabe cuándo, sin que nadie dé señales de fatiga. Los primeros son Ellos, los del Poder. “Mancha de plátano”, así conocido en el pueblo de mi infancia, no ha parado de repetirse desde el día que se apropió de todos los micrófonos del país. A veces le da por cambiar lo que ya dijo. Sabe hacerlo tan bien que no nos damos cuenta. Es experto en eso de envolver sus discursos con palabras bonitas, bien ordenadas y tan profundas que la gente se queda anestesiada. Todos creemos que ha dicho algo nuevo, que ahora sí se solucionarán los problemas, que ha llegado el fin de los sacrificios. ¡Ilusiones! Lo mejor es que es tan hábil en disimular sus continuos fracasos, en camuflar sus verdaderas intenciones, que hasta quienes lo detestan terminan aplaudiéndolo. Esto, la verdad, es como para volverse loco. Tanto es así que cuesta trabajo explicarlo.” Todos los demagogos populistas de la izquierda latinoamericana son aprendices de Fidel Castro, pero están demasiado lejos de poder igualarlo, aunque a algunos sí les esté alcanzando para justificar todos los errores y la incompetencia de sus gobiernos, cuando ya
están en el cuarto de seis años y siguen repitiendo, machaconamente, el mismo discurso que adoptaron desde el primer día.
Fidel Castro, en la referencia del mismo William Navarrete, tenía como repertorio básico los siguientes adjetivos y elementos en su discurso: la revolución merece cualquier sacrificio, patria o muerte. ¡Venceremos!, el imperialismo yanqui amenaza a la revolución (muchas veces se refería a Estados Unidos como el “imperialismo del norte”), los sacrificios del pueblo cubano terminarán pronto, como patriotas hay que resistir (los sacrificios han empeorado cada año que pasa), el pueblo cubano jamás será vencido, comenzaremos una nueva era de prosperidad (la prosperidad jamás ha llegado), denunciemos a los traidores y a los enemigos del pueblo y la revolución, bla, bla, bla. “Mancha de plátano” se murió a los 90 años, después de ejercer el poder por ¡57 años!, y el encanto de su lengua se extinguió con él, pero dejó a su hermano Raúl, otro anciano de 91 años que sigue siendo el jefe supremo del país, pero tiene al frente a un pelele llamado Miguel Díaz-Canel que tiene ya el agua al cuello, porque la revolución no aguanta más. Castro habló siempre en nombre del pueblo y por el pueblo, algo que hacen todos los que gobiernan en este mundo, pero le agregó otros elementos como el nacionalismo, la revolución y se inventó un horrible enemigo en el imperialismo yanqui y los “traidores” a la patria, los cuales se convertían en tales a criterio de los mecanismos sofisticados y los procedimientos más burdos de policía política, que es toda en Cuba.
LAS FRASES DEL POPULISMO DE AMLO

AMLO es un gran admirador de los Castro y de la dictadura cubana y lo expone públicamente. Su discurso tiene el propósito, igual que el de “mancha de plátano”, de saturar todos los espacios públicos, con tres horas diarias de repeticiones, donde en lugar de la revolución habla de la transformación; utiliza la idea de “el pueblo” como el objetivo y la sustentación de su poder, al mismo tiempo que se ha inventado enemigos horribles de esa “transformación”, como los conservadores, los neoliberales, el colonialismo español y el norteamericano. Se erige no como un simple presidente de la república, sino como un caudillo histórico, que suele acusar de “traidores a la patria” a todos los que se opongan a los “intereses de la nación”, lo que trata de fijar en el imaginario colectivo, pues resulta casi imposible, desde el punto de la propaganda gubernamental, mostrar que los “intereses de la nación” son realmente los intereses del grupo en el poder. Al igual que el modelo de la dictadura cubana, la preocupación no es crear una economía fuerte, sino el establecimiento de todo un programa asistencialista, por medio del cual se regala dinero al pueblo a cambio de su fidelidad al caudillo, a la transformación y al partido oficial, aunque esto a la larga sea un desastre, pues sin una economía que genere riqueza, por medio de la inversión, el empleo y los ingresos de la población en general, lo único que se genera es más pobreza y los recursos para repartir, que finalmente no son sino impuesto del sector productivo de la economía, se van terminando, hasta llegar a lo que pasa en Cuba, donde salvo la casta gubernamental, los 12 millones de cubanos viven en la pobreza y muchos en la miseria, pero sin democracia y bajo una férrea dictadura que vuelve la isla una cárcel con muros de agua. Leyendo las crónicas de cómo es que vive el pueblo cubano, resulta una locura estar defendiendo a esta dictadura, con la enorme mentira de que se encuentra en el hambre por el bloqueo parcial de Estados Unidos, cuando el régimen comunista de los Castro sencillamente se agotó hace por lo menos tres décadas y, a partir de ahí, todo ha sido administrar la miseria.
