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La luz en las figuras

La gradación de la luz crea un nuevo lenguaje, la profundidad. Este hecho no se aleja de lo mencionado anteriormente, el color (el cual es luz) crea las formas y su profundidad, pero a la vez también lo es. Esto aplica a cualquier figura, no necesariamente en una concepción “realista” o con una alta gama de tonalidades presentes. La luz puede golpear homogéneamente una figura, pensemos en un círculo. Este círculo es de un rojo homogéneo, erróneamente pensado como una figura plana. Introduzcamos esta figura en un fondo blanco, inmediatamente el rojo se aclara y se puede apreciar en un mismo plano con respecto al fondo. Ahora cambiemos el fondo a un verde, inmediatamente el circulo se adelanta a un primer plano y el rojo pareciera que se oscurece y vibre. Sé que de lo que hablo no es un nuevo descubrimiento, pero permite ejemplificar de manera simple como los colores se ayudan entre sí para forma esa idea perspectivita.

Kandinsky afirmaba que el color y la forma van de la mano; “la relación inevitable entre color y forma nos lleva a observar los efectos que tiene la forma sobre el color. La forma misma, aun cuando es completamente abstracta y se parece a una forma geométrica, posee un sonido interno, es un ente espiritual con propiedades idénticas a esa forma” ². Kandinsky habla de un sonido interno, yo, de una luz interna.

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² Kandinsky, W. (2018). De Lo Espiritual En El Arte. Ediciones Paidós, página 74-75

Mientras exista esa coherencia entre color y forma, la luz aparece con naturalidad, casi con gracia. La forma puede ser una mera pincelada o una insinuación, pero si se hace con la intención que es debida, no tiene por qué fallar.

En la serie, Crónica de la quema de un corazón, la luz aparece en dos posibilidades, en su máxima literalidad o como una insinuación (aun así, entregando el mensaje). La carga espiritual la da el trazo, en algunas zonas grumoso y que en algunas partes hace brillar el rostro. Esta luz hace encarnar las figuras, dándoles un carácter dentro del plano.

Serie Crónica de la quema de un corazón

carboncillo y acrílico sobre cartón Año 2020

“No hay carne sobre esas ideas, exclama. Me gustan los músculos, los bellos tonos, la sangre... Mira, mira eso... la Victoria de Samotracia. Es una idea, es todo un pueblo, pero los paños ciñen bien, las alas baten, los senos se hinchan. No necesito ver la cabeza para imaginar la mirada, porque toda la sangre que bate, circula, canta en las piernas, las caderas, todo el cuerpo, ha pasado un torrente por el cerebro, ha subido al corazón. Está en movimiento, es el movimiento de toda la mujer, de toda la estatua, de toda Grecia. Cuando la cabeza se separó, mira, el mármol sangró... Mientras que allá arriba puedes, con el sable del verdugo, cortar el cuello a todos esos pequeños mártires. Un poco de bermellón, unas gotas de sangre... ¡Eso! Ya han volado hacia Dios, exangües... ¿Qué quieres? No se pintan almas. Se pintan cuerpos; y cuando los cuerpos están bien hechos, ¡caray!, el alma, si es que la tienen, el alma irradia y se transparenta”.

(Cartas de Cézanne a Emile Bernard, Cartas aparecidas en le Mercure, de France, 247-248, París 1907, reproducidas en sur Paul Cézanne, de Emile Bernard, R.G. Michel, París, 1925)

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