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La mejor canción Paco Olvera

La mejor canción

Paco Olvera

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Hablar de mundos que pudieron ser y no fueron, o no podrán ser. “Las cosas son como son, y no como debieran ser”, dice uno de los postulados de la sabiduría yucateca. No puedo dejar de pensar que las ideas de tener nostalgia por lo que no sucedió, es del tipo de combustible que alimentan al “Writer Hero”: “qué tal si”, y “si a mi me hubiera tocado”. Esta mezcla compleja de pensamientos nos asalta de vez en cuando y los desechamos, pero la verdad es que nos gustaría haber estado en la “Caverna” y escuchar a los Beatles, o ir a “El Patio” y escuchar el espectáculo de Tin Tan y su carnal Marcelo, o ver al Cantinflas primigenio en una carpa. Pero más aún, nos hubiera gustado escribir la letra de “La Gloria eres tú”, o el guion de “Taxi Driver” o ser Steve McQueen en “El Gran Escape” (o García Lorca, o Leonard Cohen o tantos otros que hemos dejado patentes en las páginas de nuestra querida revista). Las películas siempre han tenido esa virtud en mí. El primer recuerdo que tengo de querer ser el “muchacho chicho de la película gacha”, es una de esas películas japonesas que estrenaba en México Carlos Amador, en su cadena de cines incluido el Arcadia y el Copa Cabana (hoy convertido en taquería con antro adjunto). La película trataba de una princesa que reinaba sobre un mundo submarino, el héroe manejaba una nave (muy parecida a la de “Marino y la Patrulla Oceánica”) que le servía para pelear con los malos y rescatarla, y llegado el momento, besaba a la bella princesa. La noche después de que fuimos al cine, me desperté varias veces soñando que yo era ese guerrero, pero supongo que lo que me despertaba era el stress: yo no sabía besar a una muchacha. Me desperté como tres o cuatro veces cuando llegaba el preciso momento de dar el beso, ¡que sufrir! Al paso del tiempo quise ser Robert Retford en “El Golpe”, o Yul Brainer en “Los siete Magníficos” o hasta Robin Williams en “Good Morning Vietnam”.

En fin, ya sean películas de fantasía, biográficas, de guerra y algunas de acción, me hacen entrar en ese frenesí de ser “el héroe de la película”, como dijo alguna vez Chava Flores, o un infame personaje a un no menos infame gobernador. Todo esto lo escribo como resultado de que en este número de la Letrónica, hablaremos de mundos alternos que podrían ser (o pudieron ser), y además que recién terminé de ver la película “Yesterday”. La línea narrativa de la película gira en torno a que, por un extraño fenómeno, el protagonista se da cuenta que en el mundo nadie sabe quiénes son Los Beatles y sólo él recuerda sus canciones, lo cual se hace patente cuando canta “Yesterday” y todo mundo queda cautivado: la letra es grandiosa. ¿Qué tal si nos hubiese pasado a nosotros?, ¿qué caras haría alguien si dijésemos, “cómo ves esta rola que se me acaba de ocurrir”? Justamente plantea un mundo de, “que hubiese pasado si”, y mas que el deseo de narrar la trama de la película, algo que llegó directamente a mí, fue una línea del guion donde uno de los protagonistas (que sí puede recordar al cuarteto Liverpool) le dice “que este mundo sería peor si no existieran Los Beatles”, y de allí me di cuenta cuan profundamente están ellos y su legado dentro de mi vida, lo mucho que me gustan sus letras y la cantidad de recuerdos personales que están atados a una canción, a una letra o a una versión particular. Cuando hicimos la sesión de las “Tres para

morirse”, que eran las tres canciones que pediríamos toquen en nuestro funeral, yo incluí “Con una pequeña ayuda de mis amigos” (así traducida como lo haría don Adolfo Fernández Cepeda en Radio Universal). Cuando pienso en mi primo Sergio, que ahora vive cerca de Los Ángeles, siempre me acuerdo de, “Happines is a warm gun”, (que yo no entendía cómo podía gustarle una canción con un título que me parecía tan raro). Mi hermano Nacho me dijo que mi canción debía ser “I Will”, del “Álbum Blanco”, cosa que aún recuerdo con cariño especial y también me acuerdo de Mafalda (que ya lo he mencionado en otros escritos), cuando baila “I’m looking trough you”, y Manolito le dice que porqué escucha música en inglés si no la entiende, y ella le responde que, “a todo mundo le gustan los perros, y nadie sabe lo que significa Guau”.

No ha sido mi intención hacer un homenaje a Los Beatles, me quedaría muy corto, pero si ha resultado que este mundo paralelo que creó el guionista de la película hizo aflorar la gratitud y el gusto que tengo por sus canciones. Por ejemplo, la película “Across the Universe”, hace un homenaje muy efectivo y me gusta mucho, pero no hizo que pensara en lo terrible que a mi me resultaría un mundo sin ellos. Recuerdo que cuando llegó la noticia que había fallecido George Harrison, estaba yo trabajando en Miami, y escribí algo referente a que “me había acostumbrado a que estuvieran allí, como las Pirámides, o algún otro monumento que nos parece inmutable, y que de un día para otro no estaba”. Cuando falleció John Lennon, matamos clases en toda la Prepa.

Seguro los cuatro Beatles se la pasaron a toda madre en ese periodo de sus vidas, pero lo que siento en este momento es que lo maravilloso es que el mundo paralelo más fascinante que me puedo imaginar, es estar con ustedes mis queridos amigos, escribiendo, echando netas, cotorreando, oyendo música, contando anécdotas, y supongo que toda esta cuarentena del coronavirus, lo que ha hecho es poner en relieve que en todo momento vivimos en un mundo perfecto, en esos instantes en que somos felices. Como he repetido varias veces cuando me puedo reunir con ustedes: el incomparable placer que siempre se puede repetir. Gracias por ser y estar, como dijo la teacher de primaria cuando nos enseñó el verbo “To Be”. Es como haber compuesto la letra de la mejor canción. Un abrazo y los quiero siempre. Paco

20200427

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