El Triángulo de Bermúdez y otros cuentos

Page 6

cones, cambetos. Ejercían los más disímiles oficios: cazadores, yerbateros, jugadores de gallo, latoneros, beisbolistas. Nuestro amigo se ocupaba de la telegrafía y el correo, allí encontraba el empleo perfecto para aislarse y saber acerca de la vida de los habitantes del pueblo. No porque leyera la correspondencia, eso jamás, sino por el inventario que llevaba en el libro, un registro minucioso de nombres, direcciones y otros datos de interés particular. El desafío de su imagen ante el espejo y esa estatura que le agobiaba el espíritu no le impidieron cultivar ciertos dones, había nacido con una inteligencia proclive a la comunicación y las relaciones públicas, lo que contribuyó a convertirlo en asistente regular a fiestas y agasajos. Compensaba una cosa con otra, es la ley de la vida. Quienes no le conocían observaban a primera vista a un ser repulsivo, un adefesio que hablaba hasta por los codos; sin embargo, una vez instalados en cualquier silla terminaban soltando la risa por las ocurrencias del histrión. Bermúdez, un hombre común que a pesar de haber nacido sin atributos físicos, en su interior conservaba un cúmulo de aptitudes para alcanzar grandes metas. La belleza va por dentro, decía para echar vainas. Lejos de la humillación y el rechazo de sus paisanos se sentía estimado, esas burlas y chistes que hacían de su persona le resbalaban. En una especie de sutil venganza terminaba riéndose de aquellos y nadie 6


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.