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Vanessa Ponce De Leon

VANESSA PONCE DE LEÓN

Lic. en Comercio Internacional egresada de la Universidad de Guanajuato, con Diplomado en derechos humano, CISAV Querétaro.

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Estudiaba en la Universidad de Guanajuato y justo cuando me gradué apliqué para entrar en Mexico Next Top Model, afortunadamente gane y me mude a la Ciudad de México a perseguir el sueño de ser una modelo profesional.

La vida como modelo era muy emocionante... hasta que me di cuenta de que todo se trataba del físico. Nadie te juzgaba por lo buena o mala que eras, por tu talento o proyección... era solo si cumplías con el perfil... si eras rubia o suficientemente alta.

Poco a poco me fui desencantando de la vida en Ciudad de México, del círculo social y de mi futuro. Un día me toco ir a hacer un comercial a un albergue de migrantes en Oaxaca, la grabación duraba tres días, pero me quedé dos semanas. Una vez que vi la necesidad, el hambre, la violencia de la que huían y el miedo, entendí que no me podía quedar sin hacer nada.

Desde entonces he trabajado con más de 17 organizaciones sin fines de lucro. Soy parte de la mesa directiva de un centro de Rehabilitación para Mujeres, vocera de el Manantial Hogar para chicos con capacidades diferentes y soy voluntaria de Comunidad Loyola, donde trabajamos con comunidades indígenas en el estado de Guanajuato. Este año gané el certamen Miss México acompañada del proyecto de beneficio social “Na Vali”, que da poco en educación, salud y nutrición a hijos de migrantes indígenas jornaleros.

Este proyecto dura 4 meses entre abril y julio, cuando los jornaleros salen de sus comunidades en Guerrero para venir a Guanajuato a cortar el chile. Dejan a sus niños en las zanjas aledañas bajo el sol y a veces sin alimento, ahí es donde entramos nosotros, montamos campamentos paralelos a la cosecha y llevamos a los niños a un lugar seguido donde no se deshidraten por el sol. Les enseñamos hábitos de higiene como lavarse las manos antes de comer y lavarse los dientes; les brindamos dos alimentos balanceados al día, cuidamos su salud con campañas médicas y les damos educación básica para que puedan entrar a algún sistema educativo.

Llevo dos años trabajando en este proyecto y aún nos falta mucho, pero estoy segura de que estamos haciendo un cambio, estamos abriendo los horizontes de estos pequeños. La experiencia más enriquecedora de mi vida ha sido sin Duda alguna el voluntariado en migrantes en el camino. Ahí me di cuenta de lo afortunados que somos, nuestras preocupaciones son minúsculas comparadas a las de los migrantes centroamericanos.

Ellos huyen de la violencia y creen que llegar a una casa en obra negra después de caminar por días y escapar de la policía exponiendo sus vidas vale la pena, porque hoy tienen un plato en la mesa y sus hijos podrán descansar sin miedo.

La clave de mi éxito ¡Creo que es que me importan los demás! Siempre trato de ayudar a todas las personas con las que me toca convivir. Creo que la compasión es un valor que la sociedad ha perdido y retomarlo nos une como comunidad.

Tal vez ayudar a los demás es lo que le ha gustado a la gente y por eso estoy aquí. Algo que nadie sabe de mi…

Que en la prepa era muy insegura, me daba miedo hablar frente a otras personas. Era el patito feo de la clase y se burlaban de mi porque tenía los dientes

muy grandes y creía en el amor verdadero. Decían que vivía en otro planeta y era muy ñoña.

Mi infancia se divide en dos, viví en CDMX hasta los 8 años con mis abuelos y mis papas, fue maravilloso. Cenas de navidad con toda la familia, días de reyes y mucho, mucho amor. De los 8 a los 18 viví en Aguascalientes y fue más difícil, mis papas se divorciaron y me afecto mucho. Aún Así lo disfruté al máximo, tenía muchísimos amigos, era parte de la selección de Volyball y trabajaba de edecán para ayudar en mi casa, a los 18 me fui a vivir sola a Guanajuato.

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