La semilla en la voz. Nueva cartografía poética de Baja California Sur

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La semilla en la voz Nueva cartografĂ­a poĂŠtica de Baja California Sur

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La semilla en la voz Nueva cartografía poética de Baja California Sur

Selección, revisión y nota introductoria de Raúl Cota Álvarez

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© Selección, revisión y nota introductoria de Raúl Cota Álvarez, 2016 © Patricia Vázquez Correa, 2016 © Maricela Herrera Lucero, 2016 © María José Vázquez Moreno, 2016 © Lucía Sam, 2016 © Nora Soto, 2016 © Arturo Hernández Villalba, 2016 © José Miguel Olvera Ortiz, 2016 © Lluvia Walkinshaw, 2016 © Mercedes Reynoso, 2016 © Iber A. Sandoval, 2016 © Vico Caballero, 2016 © Selene Ortega, 2016 © Ulises Navarro, 2016 © Abril Soto, 2016 © Perla Regis, 2016 © Tonantzin Torres, 2016 © Vianey Ruelas Velázquez, 2016 © Jorge Arce Gálvez, 2016 © José Miguel Olvera Macías, 2016 © Adrian Corona Ibarra, 2016 © Jorge Peredo, 2016 © Katlin Arce, 2016 © Jorge Alejandro González Rubio Rivero, 2016 © Claudia Islas Coronel, 2016 © Fedra Isadora Rodarte Hirales, 2016 © Ana Bochm, 2016 © Daniel Olimón, 2016 Correción y diagramación, Jorge Daniel Cabrera Martínez © Por esta edición Marco Antonio Gabriel García Ediciones el viaje, 2016 Av. Hidalgo 927 Colonia Americana, C.P. 44100 Guadalajara, Jal., México edicioneselviaje@gmail.com IMPRESO Y HECHO EN MÉXICO

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Contenido

Presentación Agradecimientos Patricia Vázquez Correa Sobre tus traslúcidas alas de libélula Calamar Maricela Herrera Lucero Quisiera escuchar algún te creo tan sincero Impulso María José Vázquez Moreno Alfonsina no vuelve Leah Lucía Sam Hoy sueño Motivos Nora Soto Ya no corre sangre por mis venas Arturo Hernández Villalba Descalza ¿El espejo en que espejo se mira? José Miguel Olvera Ortiz La mente que besa el hielo Eterno latido Lluvia Walkinshaw Paola Cuando te vayas Mercedes Reynoso Marino Bloqueo Iber A. Sandoval Nocturno Enarbolo

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Vico Caballero Diluvio Enjaulado Selene Ortega Sembrando olas Ulises Navarro Canción para Ana Abril Soto Llamarada Plena y efímera Perla Regis Vuelvo a soñar La razón Tonantzin Torres Verano Soledad Vianey Ruelas Velázquez Como de una semilla La próxima vez que salgas Jorge Arce Gálvez Lucidez Guerra florida José Miguel Olvera Macías Una hoja en blanco Adrian Corona Ibarra Hay algo que disuelve la noche Nicotina y ausencia Jorge Peredo Mangle Noches de polvo Katlin Arce Niña llama Por los viejos tiempos Jorge Alejandro González Rubio Rivero Tiempo y distancia Mis manos Claudia Islas Coronel Fukinagashi Magoi

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57 59 60 61 63 65 67 69 71 72 73 75 76 77 79 80 81 83 84 85 87 88 89 91 93 95 96 97 99 100 101 103 104 105 107 108 109 111 112


Fedra Isadora Rodarte Hirales Agosto y el dominio del desierto Ana Bochm Lunares La grieta La vela Daniel Olimรณn Libro de cabecera Transvisiones

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Presentación

Esta reunión no pretende ser una antología, que tiene la intención de presentar lo que considera lo mejor de una época, lugar o género literario, lo que la vuelve una muestra siempre incompleta, inmóvil y sectaria de la literatura que atiende. El presente panorama es una apuesta, un referente hacia el futuro de cada pluma que hoy aquí se muestra. El criterio principal de selección fue la pasión, el compromiso con la literatura. La edad o la trayectoria fueron más bien elementos de exclusión, pues la urgencia es sembrar en el panorama literario y ante los lectores, la poesía más reciente, la tinta que apenas se asienta en las páginas de la literatura sudcaliforniana y quiere alzar la voz entre la indiferencia de las instituciones y cauces oficiales de edición. Hoy ve la luz un proyecto hecho de la mano por autores, lectores y editores, desde la sociedad civil, sin atender los dilatados tiempos de la burocracia cultural. Cada poema que habita las páginas de este volumen pulsa desde un compromiso solitario con la creación y el crecimiento personal, y avanza desde el trabajo de taller, la autocrítica y la constante evolución del conocimiento en torno al poema, sentando las bases de un quehacer renovado en las letras sudcalifornianas. Queda pues en manos del lector y el tiempo, la permanencia no sólo de estos versos, también la presencia de sus autores en la escena literaria de Baja California Sur, como punta de lanza de las nuevas propuestas estéticas que deben irrumpir y confrontarse con el resto, para hibridar y nutrir el oficio, para seguir haciendo realidad nuestra literatura. Bienvenidos.

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Agradecimientos

Este libro ve la luz gracias a la confianza de muchas personas en la palabra de un servidor y en la importancia del proyecto, sin el apoyo y colaboración de cada una de ellas, no habría sido posible realizarlo. Mil gracias a Gabriela Haro Rodríguez, Raúl Manuel Cota Haro, Raúl Antonio Cota, María de los Ángeles Álvarez, Grecia Cota Álvarez, Braulio Cota Álvarez, Sofía Cota Álvarez, Jorge Arce Gálvez, Daniel Olimón, Adrián Corona, J.A. Diomar, José Luis Gómez, Irma León, Roberto Galindo, Anastacio Agundez e hijos, Patricia Vázquez Correa, Víctor Alí Torres Navarro, Víctor Castro Cosío, familia Benson Arellano, Lulú A. Lizárraga, a los miembros del Taller de la Serpiente, familia Cota Geraldo, Alejandra Meyer, Eduardo Domínguez Ibarra, Marcela Jiménez, Carolina Rodríguez, Agustín Collins, a todo el equipo del C.E.T.S. turno especial, Némesis Beltrán León, José Miguel Olvera Ortiz, José Miguel Olvera Macías, Alejandra Morante, Mayra Carrillo, Aníbal Barajas, a todos los que de una forma u otra contribuyeron, a todos los autores que han puesto sus textos en este esfuerzo, a cada uno de los lectores que den un voto de confianza a estas nuevas letras que son la semilla de nuestra escena a partir de hoy. ¡Salud!

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Patricia Vรกzquez Correa

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Sobre tus traslúcidas alas de libélula llévate mis sueños. Muéstrales el mundo desde la perspectiva de tu asombrosa visión. Déjalos caer una y otra vez hasta la certeza de saber que han derrotado todos mis miedos.

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Calamar

Escucha el ritmo perfecto de mis tres corazones. BĂşscame en el espacio donde se desliza mi manto, aquel momento sobre la isoterma del tiempo en que partiste. Y cuando descubras la alquimia de lo amargo en dulce, si me encuentras, no me dejes ir.

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Maricela Herrera Lucero

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Quisiera escuchar algún te creo tan sincero que se convierta en escaleras a los sueños que me quedan. Con tal seguridad para unirse a mi fuerza como roca. Con una firmeza que me haga saber cuando caigo que aún puedo levantarme. Con tanto amor para convertirse en un te acepto, se puede, ahí estaré.

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Impulso

Camina libre, niña, tus pasos no te dejarán, irán contigo a donde vayas, este espacio en el que estás siete tiempos no es tuyo. Porque amar la tierra no es abandonarse, y obtener conocimiento no es perfección. camina libre, niña, que la conciencia se perdona a sí misma, creyendo que el pasado no existió.

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María José Vázquez Moreno

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Alfonsina no vuelve Para Alfonsina Storni

El mar nocturno me da un apetito inmenso, aroma a mangle, moluscos y sal fría, olores que revelan los deseos viscerales; ninfa marina que vocifera cantos blasfemos de libertad y muerte a través de las caracolas. Valvas que voy colectando al hundirme en el camino, esa búsqueda constante de mi ser. Traigo el sueño atrasado, me quiere alcanzar con esa profundidad que se cava sola, que corrompe a cualquiera con un pedazo de noche incrustado en el pecho; he puesto sobre mis oídos esas conchas parlantes durante años; notas náuticas que anochecen el alma. Afuera soy siempre sol, adentro siempre adentro, conmigo camina la noche.

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Leah

I Noche ebriedad cielo de nubarrones furtivas flores ojeras con llovizna mordidas de serpiente.

II En las estrellas de tus lunares dormĂ­ lengua guerrera mariposa mis labios versos sobre tu cuerpo.

III Tinta plasmada frambuesas agridulces besos de nube tabaco en el lecho prendida a tus ojos.

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Lucía Sam

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Hoy sueño

Hoy despierto soñando primaveras de golpes y angustia. La realidad me sorprendió durmiendo, amargo, insalubre, deshecho. Somos eternidad, dolor y aroma. Amor se encuentra herido, inconcluso, cobarde. Amor está que arde, tropieza y se desboca. Se reprime, jadea, camina, no puede. Amor es miserable. Temeroso agrede y lastima. Aparenta que sabe, que quiere, que nadie. Amor está perdido. Y otra vez adormezco conceptos fundidos. Soñando renacimientos. Soñando otra vida.

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Motivos

A usted no tengo razón para amarle. No encuentro un motivo para recordarle. Usted no ha hecho nada para llamar mi atención. No hay nada en Usted que yo necesite. Ni me hace sentir segura de Usted. No parece agradable, seguro ni amable. No es una estrella. No es ni sociable. Camina agachado, apocado, nervioso. La gente lo tacha. Usted los evade. Se cree de una pieza. Un medio no vale. Presume orgulloso, tal vez de ser nadie. Entonces por más que lo pienso no entiendo... ¿Por qué?

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Nora Soto

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Ya no corre sangre por mis venas, se ha secado mi templo, el corazón sufre de pena desde que te fuiste, desde que te marchaste con el tiempo. Siento una piel marchita, mis poros se han cerrado, sólo recuerdo tus labios que excitan y un corazón abandonado. Excuso mis ansias locas de tenerte junto a mi aliento, mis deseos se mojan y se secan con el viento. La casa ha quedado vacía, no hay flores, risas ni voces, cesaron la fiestas y las pasiones de noche. He buscado en mis venas tu pasión desenfrenada, tu frenesí, tus manos, tus piernas, tu penetrante mirada. No encuentro evidencias, no encuentro sensaciones, tu venida no la recuerdo ahora, tu partida se fue con el horizonte.

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Arturo Hernรกndez Villalba

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Descalza

La despedida se quita los tennis, —esos que brillaban cuando pisábamos el suelo y que hacían oler a chicle nuestras huellas— para guardar sus pies en una cajita de zapatos. Mientras nos alejamos de ella nos ve con la mirada vidriosa, llamándonos por aquel nombre con el que mamá nos llamaba cuando vertía en las palabras el enojo. Nos mira y nos llama desde lejos sin tratar de alcanzarnos, se queda inmóvil porque sabe volveremos a decir adiós.

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¿El espejo en qué espejo se mira?

El espejo se pasea por la calle, no lleva monedas en los bolsillos y no sabe desde dónde lo mira la tristeza. No ve su reflejo cuando mira en los aparadores de las tiendas, ni encuentra en los vidrios, que sabe transparentes, la figura de quién le hizo polvo el corazón. No sabe de amor sino de Roma, nunca entiende las rimas. Desde que alguien descubrió que la luz no le toca la piel lleva lentes oscuros y un bastón. Como no ve su reflejo no sabe donde se le esconden los fantasmas que se alimentan de estar muertos.

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JosĂŠ Miguel Olvera Ortiz

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La mente que besa el hielo

Fragmento de hielo brota y seduce al mundo de neuronas destruye sus pilares inunda sus aguas con ponzoña que muerde lo consciente tiñe la realidad de colores insensatos el miedo se torna deslave pronto la realidad no es más que otro sueño una sonrisa eterna decide coronarse Pronto llega el encierro pronto se conoce a los hombres de blanco pronto surge la condena perpetua Pero es muy tarde la realidad ha perdido los colmillos con que nos amenaza desde que nacemos ya no importan las cuatro paredes de nieve dibujadas por la torre sin puertas el cuerpo se queda, pero es la mente quien escapa Ahora se avanza a toda vela por andenes fantasiosos con sabor a júbilo no hay razón para volver, mucho menos para llorar que el tornado muere cuando se corteja a la dama de la demencia.

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Eterno latido

Impoluto es como naces en la mirada del alma olvido del reflejo, reino de lo ajeno aventurero que sube montañas sin fruto ni promesa Tiñes al ser con tu laberinto de dudas y traiciones luna insondable ángel en un día, demonio en otro Jamás eres juez o verdugo ante la unión del mismo cuerpo sólo aconteces cual impulso hilado por el aura fortuito encuentro con una vida pasada oasis cuando la existencia no es más que tempestad dos almas besándose mientras los labios callan astro sin comienzo ni final Eres, amor.

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Lluvia Walkinshaw

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Paola

Descansas de costado, la mano con el suero abraza tu nariz en una posición graciosa. Duermes. Estás ahí, ajena a mi mirada de ave rapiñera, un mechón castaño se interpone entre tu barbilla y la bata verde. La paciente de enfrente me mira acariciarte la cabeza, si yo pudiera salvarte, si yo pudiera evitarte el dolor. Yo, que he vivido en carne propia este teatro de suero, pastillas y coágulos. Yo que lloré, me cerré y logré que todos quienes me conocían pactaran que el episodio nunca existió. Yo preferiría estar en tu lugar si eso te devolviera la sonrisa. No puedo llorar ni por ti, ni por mí, el bebé de al lado ya lo hace uno que no fue tuyo, ni mío.

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Cuando te vayas

Explotaré entre temblores y tempestades de traqueteos en los dientes. Me recuperaré, pero no podré salvarme. Ya es tarde para dar marcha atrás. Volverás las aceitunas de tus ojos a las ruinas de la ciudad que seré. Y me pedirás que seamos amigos. Seguirás tu camino, inconsciente de mí como lo hacías antes de amarme. Y diré que sí. ¡Me iré para siempre! dejando migas de perdedora, deshilándome, hirviendo de dolor. Ya cuando sea humo, tú estarás fumando un pitillo con otra. Y me exhalarás.

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Mercedes Reynoso

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Marino

Te absorbo desde la entraĂąa de mi vientre como el beso infinito de una anĂŠmona, y se despliegan tus aletas hacia mi cuerpo leve, ventosas cosquilleantes que titilan en la piel quieren volverse aire, perla y verso, rugido de marea que me alcanza.

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Bloqueo

La boca negra que avanza, succiona vida y hojas. La hoja que cae aún en blanco. La pluma que tiembla. La palabra en el aire, vuela, fue vacío, piel o beso. Fue mar vestigio de alguna cultura. Fue espasmo en el vientre convertido en sangre, vida. Fue semilla efímera de aquel árbol. Filtros, hojas, la pluma que tiembla… Fuego, la palabra se consume en tu rostro y del humo brota lluvia, terror.

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La boca negra que avanza. La pluma que cede al suelo. Aroma a incendio de letras en la cocina. Y la hoja que cae aĂşn en blanco.

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Iber A. Sandoval

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Nocturno

Soy la esencia que habita bajo tu cama. Esencia que cuando todos duermen encumbra con el único propósito de alimentar mi médula con gemidos de tu jugosa alma. No descuidaré tu espalda, no me alejarán de tu cuello. Al menos que las cadenas del alba aten mi cuerpo y me arrastren a la penumbra de la que vengo.

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Enarbolo

PequeĂąas hojas de moringa flotan sobre el agua limpia que se perturba cuando mis dormidas manos lĂ­quidas deambulan al son de un natural tango.

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Vico Caballero

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Diluvio

Mi día comienza verdaderamente a las doce de la noche cuando el silencio se decide a cubrirlo todo desde el balcón desde las caricias que flotan en el aire y en cada pensamiento. Me pregunto cómo he sobrevivido a la mañana, a la tarde aun cuando he vuelto a nacer una decena de veces en cada segundo en cada alegría contenida que surca el tiempo que sostengo entre mis manos.

mis lágrimas t u s l á g r i m a s n u e s t r a s l á g r i m a s Surcan como aguas dulces que nutren el alma y duermen la sed tenemos el corazón roto por los siglos de los siglos incendiado y en estado de evolución.

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Enjaulado

Qué despropósito el de las jaulas qué angustia para cualquiera sobre todo para quienes las merecen sea la cama o el penal de máxima seguridad.

¿Cuándo fue que nos resignamos

que nos escondimos en el silencio cómplice henchidos en la algarabía de lameculos de bestias con banderas y estandartes? Había una vez un sueño cruzando el río una luz y el alimento necesario un cansancio natural y la calma. Ya no miro el horizonte sin pensar en la muerte por confusión por daños colaterales ya no miro el horizonte sin pensar en la muerte porque tu corazón detenido es mi corazón enjaulado.

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Selene Ortega

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Sembrando olas (fragmentos)

I De la tierra soy, de la tierra y no de arena. De los josefinos surcos de amores campiranos, donde han nacido mis hijos cerca y lejos de los arados. Con los coros conformados por las vacas y caballos, de la tierra soy y reconozco en mĂ­ a un ser del campo. Distante estoy de la cuna de mis antepasados, para venir a encontrarlos aquĂ­ en la alegrĂ­a de los limones y los naranjos. De la tierra soy, de la tierra y no de arena.

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II Llegué a conocer en esta tierra los frutos de la carne, esos que aboné con desvelos: cosecha de mi sangre. ¡Nuevos ecos que se asoman en el sol de la tarde! De la tierra soy, de la tierra y no de arena. Acogedora isla: ¡Finisterra! Patria nueva de los navegantes, fértil dueña eres de los sueños y la risa de los infantes. Mujer soy de la tierra y no de arena.

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Ulises Navarro

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Canción para Ana

Linda nenita llegaste del cielo tu sola sonrisa mi alma alegró no sabes mi niña cuánto es que te quiero por eso te canto hoy esta canción. El día de hoy te conviertes en niña y aunque pasen los años no cambiará mi forma de verte feliz y dichosa tan bella y sonriente como tu mamá. El cielo te envía como un regalo a mostrarme cosas que no imaginé enseñaste a mi alma a gozar de la vida y que toda mi vida es nada sin ti. Por eso a tus siete, hermosa criatura quisiera entregarte en esta canción mi vida, mi cielo, mis noches, mis días y cada latido de mi corazón.

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Abril Soto

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Llamarada

¡Aléjate! ¿No lo entiendes? Tus te amo fueron tan efímeros como mi paciencia hacía ti Desgarraste cada pared de mi corazón rompiste mis principios, sólo tú ¡maldita droga de ojos cafés! Fuiste una llamarada en mi cuerpo lava ardiente en mis venas pero de cenizas renazco sin manchas de tu tacto Volviste en primavera porque recordaste que no soy tu invierno.

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Plena y efímera

Hay un tragaluz en mis sueños me baño en su luminiscencia ese vacío de mi alma ese todo de mi nada Oh poema de mi cuerpo dibújame en versos sopla en mis excesos mis males pasajeros Respiro tranquila permanezco en vida plena y efímera Despierto en la oscuridad sólo para desear volver a ver esa luz.

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Perla Regis

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Vuelvo a soñar

Entre visiones de ensueño soñé con un viento frío de despeinados oscuros hilos. Turbada por la mañana me acosté pensativa de lado, mientras el crujir de mi corazón rezaba: ¿cómo hago para olvidar a mi amado?

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La razón

Confundirme desean a la par los delirios de esta sociedad loca, pero mi razón viveza de luces dan firme consejo a mi alma como roca. ¿Hallará, oh, razón, comprensión de tu esperanza inmortal? ¿O al encajar en sombra tendrás contestación para vivir en paz con los demás? Mas no pueden convencerle de torpeza porque en agua ni arena se parte en pieza, y quien sepa comprender esta razón ilusa, de galardón tendrá su pasión reclusa.

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Tonantzin Torres

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Verano

Trasluces en todos mis versos y te nombra cada una de mis palabras, no sĂŠ si es mĂĄs tortuoso adorarte a pesar de, o intentar arrancarte de un alma llena de tus gestos comunes y tu mirada extraordinaria. Rendida estoy, ven a poblar esta tierra que sĂłlo reverdece en la humedad de tu presencia. Que desborda de ti y para ti. Eres como tu nombre, en el que florece todo lo perenne.

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Soledad

Es no tener jamás a dónde ir. Errar. Eres pieza de un rompecabezas en el que no encajas. Ser la metáfora del árbol que cae pero nadie hay para escuchar y no emite sonido. Hablarle al vacío. Es como el aire que todo lo posee, no queda un solo espacio sin conquistar. No puedes detenerle. Un abrigo de agujas, la vida vista en sepia, sin más filtro que unos ojos siempre a punto de llorar. Sentir el peso de la nada: caminar, reír, abrazar con un hueco empujando desde dentro; no encuentra su lugar en tu cuerpo, es un agujero negro que lo absorbe todo y se engrandece hasta que se engulle a sí mismo.

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Vianey Ruelas Velรกzquez

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Como de una semilla, de la chispa que escapa a las cenizas un รกrbol de fuego brota en el instante. Tres cosas son precisas: calor, materia y aire. El รกrbol se desprende. El รกrbol vuela. El รกrbol es pรกjaro del desastre.

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La próxima vez que salgas volando de casa quiero atraparte en la madrugada de mi pelo. Te obligaría a conocer las sedas infinitas de mi cuerpo y a temer caerte de sus bordes. Y raptado en un recóndito paisaje, y teniendo por fuerza que vivir con medios propios, te volverías experto en disfrutar de su belleza austera y salvaje.

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Jorge Arce Gรกlvez

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Lucidez

Juguemos a atrapar unicornios para colgarlos del retrovisor del auto, a escondernos de los duendes que tienes en el jardín. Juguemos a ser soldados sin fusiles y sin banderas blancas, a viajar en naves espaciales que vayan a ninguna parte. Soñemos que fuimos alcohol que se diluyó entre las manos y brindemos con la luz solar que se filtra por la ventana de mi habitación sucia y acolchada. Juguemos Madre, que vienes por mí y me rescatas de esos seres de bata blanca.

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Guerra florida

Has padecido cruel sequía de mis labios, la extensa hambruna de caricias, y una atroz epidemia de indiferencia. En cambio yo, pago tributo a tu desprecio y me someto al implacable poderío de tu ego. Se hace necesario aplacar la ira de los Dioses, enfrentémonos. ¿Tu arma más poderosa? El silencio prolongado en el lecho de batalla. Tu escudo, la desconfianza por anteriores derrotas. Es tan hábil tu estrategia que finalmente sucumbo. He caído prisionero. Mis entrañas serán tu alimento y mi corazón aún chorreante es el trofeo que hace redimir tus miedos. No hay posibilidad de revancha.

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José Miguel Olvera Macías

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Una hoja en blanco

¡Un pedazo de papel… un lienzo, un bloque de mármol, un tronco caído esperando ser levantado, cepillado, acariciado y moldeado a punta de cincel, a cuchilladas y golpes en algo superior, en su verdadera dimensión, su forma real en toda su potencia, su alter ego escondido a los ojos y mentes mediocres de los impíos, auto amputados, víctimas cómplices indolentes, de pasión y curiosidad famélicas! ¡Una hoja en blanco es una bofetada en pleno rostro tejida con indignación, odio, incredulidad, desprecio, y… esperanza! ¡Imagina, si puedes, el más doloroso silencio, la más horrible y voluntaria soledad, la insondable sonrisa de La Gioconda vuelta contra la pared, arrancarte la lengua con tus propios dientes, ahogar tú mismo tu sentir y entender en la podrida comodidad de los pusilánimes mientras ella frente a ti envejece, por ti amarillea vacía, inútil, inmaculada, muerta antes de nacer! ¡Una hoja en blanco es una abierta provocación, es un reto a vivir, es el más ferviente llamado a existir, a pensar, a trascender, es como Dios te grita “¡Aún no has muerto!”! ¡Ella es tu balsa de salvación en medio de un pestilente y decrépito mar de basura y autocomplacencia, es tu portal hacia cualquier dimensión en cualquier lugar, tiempo o persona. Es un angustiado cáliz esperando viertas en él de tu puño y letra lo que diga y mande tu alma atormentada, sin razones o miedos, dolor o amor… los jirones de tu piel! ¡Vacía con tus uñas las cuencas de tus ojos, engáñate y olvida quien eres, haz oídos sordos a palabras, visiones

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e ideas fantásticas, eternas, unívocas; rehúsate a respirar, muere de hambre en el cuerno de la abundancia, de un tajo profundo cercena tus muñecas y derrama tu sangre en tierra estéril, hazte el muerto… y deja una hoja en blanco!

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Adrian Corona Ibarra

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Hay algo que disuelve la noche, ruge en el horizonte y huye —al hombro me sonríe—. Qué huérfano es el día si no desnudo la noche y los cerros me alejan de alcanzarla. Escucho Bruce Springsteen: You can´t start a fire, sittin’ ‘round cryin’ over a broken heart this gun’s for hire even if we´re just dancing in the dark. Cada tarde termina con un guiño en el espejo y las luces descubren el baile de sombras, otra burla de la noche… Even if we’re just dancing in the dark

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Nicotina y ausencia

Nocturno murmuro tu ausencia al oído del viento, responde en la mañana con una frívola sonrisa, no vendrá, me dice entre los dedos. Si no huelo tu perfume que él pruebe el vaho amargo de una mañana ausente de ti, de nuevo este asequible vacío de letras tosigosas, con un cigarrillo reniego al viento.

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Jorge Peredo

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Mangle

El huracán desraizó al último mangle no puedo llorar si lo hago pedirás explicaciones El árbol se hunde en la sal del crepúsculo y con él mueren nuestros pasos en la arena. En estas olas vivimos los últimos silencios. Quiero derramarlas sin dejarte de ver sin soltarte las raíces sin pensarlas. El recuerdo que se ahoga y se marchita ya no dará sombra a esos dos que nunca fuimos tú y yo.

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Noches de polvo

Me rompe verte: ver lo que se llevó la rueda del tiempo. Me rompe hoy esa mirada que se ha vuelto tan distinta a la que un día buscó los ojos que ya no tengo. Me pregunto si eres tú. La memoria es sueño: nada más allá del perfume de una sombra. Roto cada instante, la vida se hace polvo. En la noche me diluyo y desde ahí, desde la nada, miro.

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Katlin Arce

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Niña llama

Dos hogueras calcinadas encontré llegando a casa. Las pupilas dilatadas apagaron toda brasa. Mi pecho se hizo una fragua y mi corazón de acero. Por quien fuera niña de agua, ojos llama, ¡hoy me muero! Se llevó a la niña viento, se llevó sus ojos llama, se llevó todo mi aliento y dejó una grande flama. ¡Qué calor esta fogata! ¡Qué calor esta impotencia! ¡Qué coraje esta violencia donde todo mundo mata!

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Por los viejos tiempos

A kilómetros de aquí, setecientos, siendo una niña comencé a leerte. Leí tu nombre antes de conocerte en el libro de arcoíris y cuentos. Te conocí hasta después de diez años, yo estaba en prepa y tú en universidad. Y aunque sentí en su momento afinidad, siempre fuimos —los dos— bastante huraños. Intentando lograr un buen soneto llegó el momento ideal para expresarte: —pues con las ganas yo nunca me quedo— Te dedico a ti, con todo respeto, estas letras que buscan abrazarte. ¡Por los viejos tiempos, Jorge Peredo!

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Jorge Alejandro Gonzรกlez Rubio Rivero

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Tiempo y distancia

El magma que ardía en mi interior comenzó a dar vueltas, perdí los escrúpulos al ver de nuevo en sus ojos, ventanas que me muestran todo un paisaje, contemplo soles y lunas que en menguante estado se encuentran, bajo la tibia atmósfera busco esa sonrisa que me envuelve en placeres y deseos, siento ganas de morder esos tiernos labios que fraccionan mis sentidos, podría abrazarla eternamente pero el tiempo y la distancia entre nuestros pasos no me lo permiten, y si algún día logro ser digno de su piel me aseguraré de que ella esté a salvo hasta que la última porción de vida que yo tenga se termine.

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Mis manos

Mis manos quieren moldear tu deseo, esculpir tu libido, motivar tu piel, manejar los hilos de tu reparaciรณn, acelerar el motor de tu emociรณn, palpar tus detalles, definir tus relieves, friccionar tus puntos claves, navegar en tus redondeces, deslizarse en tus curvas, explorar tus cavidades, cubrirse de tus humedades, tocar las fibras de tus latidos, y las cuerdas de tus suspiros, presionar los botones de tus gemidos, internarse en la suavidad de tu calor, quemarse en el interior de tu ardor mis manos quieren derretirse en el fuego de tu pasiรณn.

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Claudia Islas Coronel

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Fukinagashi

Cinta fortuna tu lanza floreciente traza el camino No te vayas a caer amárrate los cordones, niño no tropieces que te ensucias Y fuimos olvidando la caída blanda los dientes tierra las manos grietas y se nos cayeron los ojos de otoño y no pudimos más que quedarnos árboles sin gestos sin viento ni marea náufragos del pavimento buscando el color de un pétalo en el neón.

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Magoi

Aprendiz en flor primavera tu paso rama guerrera Levántate niño Camina Entregamos nuestros pasos a la multitud gigante gris que creció más alto y más lejos que cualquier juego y dejamos de trinar para enmohecer un sillón para entendernos aves muertas presas de monitor comiendo el vacío edificando el ego huyendo de la soledad de las voces del canto nuestro.

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Fedra Isadora Rodarte Hirales

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Agosto y el dominio del desierto

III Me tomó por sorpresa esta vena de sangre de palabra esta ilusión de encontrar por fin tempo y argamasilla para la estructura del poema así piramidal como iceberg profundo o como un animal herido o como en la carnicería el buey abierto en canal y ofrecido. Así de impronta y oscura esta palabra verso carbón diamante enrarecido brillan los bordes, cristales de sal da la bienvenida el pulso y atestiguo que mi corazón no ha muerto que mi corazón no ha muerto que yo, corazón, no he muerto.

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Ana Bochm

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Lunares

Bajo aquel tule de sombras entreabiertas, la pulsión de sus lunares entibiándolo. Esa piel que paría lunas nuevas, pigmentadas de roces mudos y jadeantes; tintes de arrojo vinum escurrían ante la hipnosis de la flauta; bajo sombras tejía sentimientos de contento, que casi prefiere no soltarlos al viento.

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La grieta

En esa grieta los vertimos, acasos que aquietan todas las pasionarias de mi lecho, mecen suspiros suspendidos, los que dejo en tu falo y en las raĂ­ces de tus prisas, los que salpicas en las alas de mis besos, simplemente tiernos acasos, dulces calvarios de noches inmemoriales; AhĂ­, donde todo el pecho pesa como terciopelo cuando sucumbe.

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La vela

Sus desnudos tiritan entre humo y abismo, almas raptan desplegando espejismos de flama, de esa vela cónica que hipnotiza su entrepierna, que vence la lengua; la cera nonata lubrica la sien: ya oscilaba vacilante antes de resplandecer mucho más que las noches y el sol; hecha de cometa, sin destino o ventura, lo sabía bien, cuando al querer hablar gemía; y cuando ya tenía el reflejo de todos los reflejos, esa flama moría naciendo... se prendería con lágrimas y besos, y perdida flotaría en el mar.

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Daniel Olimรณn

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Libro de cabecera

Tu cuerpo lienzo crudo persistente, rasgado sobre mi almohada afiladas extremidades piel de curvas texturizadas a la sombra del tiempo para impregnar cicatrices versos con mis dedos pinceles vivos bajo tu ombligo‌

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Transvisiones (fragmentos)

I Seguido al eco el perdurable silencio, se dispersa en murmullos por la garganta del mutismo, ausencias que revolotean fragmentadas en el tiempo.

II Emociones en el viento dejan ciĂŠnagas en mis ojos sofocados, en el Ăşltimo suspiro sepultando caricias bajo la piel de mis visiones.

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La semilla en la voz se terminó de imprimir en diciembre de 2016 en el taller gráfico de Ediciones el viaje. A cargo de la edición estuvo Raúl Cota Álvarez

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