Cascabel #35

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Cascabel Literaturas

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Muestra del Taller de textos eróticos breves con Ana Clavel Escriben:

Vianey Ruelas Velázquez Arturo Hernández Villalba Irma León Lovebury Miriam Yesenia Robles M. Rubén Olachea Pedro Téllez Muñoz Indra Avilés

La Paz, B.C.S. agosto del 2017


Revista Cascabel

No. 35

La Paz, B.C.S. agosto 2017

Director:

Raúl Cota Álvarez

Consejo editorial: Julio César Félix Lerma Raúl Antonio Cota Ecatl López Daniel Olimón

En este número:

Vianey Ruelas Velázquez Arturo Hernández Villalba Irma León Lovebury Miriam Yesenia Robles M. Rubén Olachea Pedro Téllez Muñoz Indra Avilés

Revista Cascabel es una publicación independiente circula trimestralmente en la ciudad de La Paz, B.C.S. y diversos puntos del país. se autoriza el uso del material siempre y cuando se cite la fuente


Abordar el erotismo sin caer de su filo hacia la cursilería o la pornografía es un reto. Ejercitar el género en un taller y apostar por mostrar el producto a los lectores magnifica el desafío en busca de nutrir el oficio desde la crítica, pero también con la intención de abonar a la lectura de una literatura poco practicada, leída tras bambalinas y comentada solo indirectamente. Este número de revista cascabel reúne 8 plumas que desnudan tinta ante el lector para mostrar el erotismo desde otro reto: la brevedad. Compartir el deseo desde el guiño de la minificción o el poema es la intención desde la que despegan estos textos en busca de la imaginación lúbrica que los acoja en un instante de lectura y goce.

Bienvenidos.



Vianey Ruelas Velázquez Eros Las últimas notas del cuarteto eran lo que esperaba Juan para levantarse del teclado y venir a mí, que al verlo acercarse disimulé con mi Tom Collins lo ansiosa que estaba, como nadie. --Tú aquí, y sola. --Solísima querido. Sabes de mi divorcio. -- No pero podía adivinarse, lo que se me dificulta adivinar es qué haces aquí, en serio. --No recordaba otro lugar donde pudiera comenzar mi nueva vida, es una forma de decirlo, firmamos los papeles hace 4 meses. --4 meses, y qué tal? --Nada nuevo, trabajo solamente. --Mmm… el tercero en discordia? --Si se le puede llamar, no me arrepiento: vine aquí después del trabajo. Juan pensaba que yo estaba ahí por él, antes de casarme con Marcos él me había invitado a salir, pero no acepté porque algo en él nunca me había gustado completamente, pero hasta ahora creía saber qué era: su ser tan descaradamente igualado. No digo que no me encantaba físicamente, al verlo vestidito podía adivinar todas las delicias de su jugosa, tersa y dura musculatura, y no precisamente una musculatura exagerada, sino la de alguien simplemente fuerte, dominante. Sus ojos eran dulces y su tono de voz era amable, contrario a sus maneras. Y pude haber comenzado a verlo completamente bello si no hubiera sido por Víctor, que en ese momento llegaba colgándose el bajo en un hombro: --¿Nos quedamos un rato? --Si, le dije. Víctor era realmente el hombre que merecía y necesitaba después de mi derrota triunfal con Marcos: Víctor era dinámico, activo, muy divertido y brutalmente bueno en la cama, me encantaba que no se conformaba con 3 asaltos o 2, sino que la posibilidad siempre quedaba abierta.

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Éramos compatibles en ser ajenos al drama, tenía un olor natural que me mataba y por si fuera poco unos brazos, un pecho y unas nalgas majestuosas, no quisiera hablar de su verga pero lo haré: qué hermoso ser con vida propia la mayor parte del tiempo, qué imagen con forma y textura de no abandonar mi mente en todo el día y lo más importante de todo, qué manera de tomarme y moverse que era oro molido. Mi Víctor, un ingeniero civil que gustaba de tocar el bajo en el pianobar del centro, el próximo hombre de mi vida. Tomamos 3 rondas de ron, 4, 5, al final yo no quise más, estaba completamente borracha pero consiente. Algo me hacía sentirme descomunalmente excitada, no adivinaba si ese algo estaba en el aire o en los jugos que había bebido, o en la luz que transformaba todo como deseable. Mónica, la mujer sesentona que cantaba en el cuarteto vino a sentarse cerca de mí y gracias a ella le bajé a mi sensibilidad, pero no podía dejar de pensar en Víctor y su grande y jugosa verga y en que cada vez que se venía me caía su semen como una pedrada en el vientre. No podía dejar de pensar en que me debía coger esa noche en la calle, como una vez lo habíamos hecho en un callejón donde yo me vine dejando un pequeño charco sobre la banqueta. Mónica era encantadora, desde que el cuartero acabó de tocar nos habíamos movido de la barra a una mesa ella, Víctor y Juan, que no dejaba de mirarnos a mí y a Víctor, y esa mirada sería la culpable si más tarde en el coche yo comenzaba a manosear a Víctor y después él detuviera el coche y después yo le diera una mamada como para un rey, y al final termináramos cogiendo en algún estacionamiento o un lugar por el estilo. Aclaremos una cosa más sobre mi Víctor: podría describirlo como una persona que no coartaba mis caprichos, había descubierto mi manía por culear en lugares riesgosos o simplemente abiertos y ya habíamos conquistado la mayoría de los puentes de los alrededores de la ciudad que era donde yo me excitaba más, y también varias playas cercanas y semidesiertas. 4


Una vez acampamos en una de estas playas y unos caminantes extranjeros se aproximaban mientras él me hacía un cunnilingus y, al verlos, quiso detenerse pero me obedeció y continuó, ante la mirada divertida de los extranjeros que pasaban frente a nosotros. La noche iba suave y agradable, yo comencé a pedir vasos de agua natural sin hielo para ir poniéndome más cordura. Hablábamos todos sobre coches, Mónica comentaba que había tenido el primer Miura de Lamborghini que salió al mercado y en su hablar yo notaba que coqueteaba con Juan, pero éste no dejaba de mirarme. Las dos chicas fuimos al baño, Mónica me dijo que empezaría a tomar agua mineral y yo le comenté que seguramente Victo y yo no estaríamos mucho tiempo más, y así fue. Decidimos todos ir al departamento de Juan, que era el más cercano, íbamos en mi coche y yo manejaba, y Juan quiso ser mi copiloto con el pretexto de darme las indicaciones para llegar a su casa. Era un departamento cómodo, había una sala de estar, un minibar y cocina abierta, Mónica estaba ya muy borracha, pero seguía siendo simpática. Fue ella quien se encargó de poner un disco y primero comenzamos a bailar yo y Víctor y Mónica y Juan; Víctor me tomaba con ternura y me preguntó si me sentía bien. -¿Quieres hacerlo aquí? --Todavía no lo sé. Me besó el cabello. No me atrevía a prometer nada porque al encenderse la música se apagaron las luces y eso fue suficiente para que me pusiera ansiosa, entre los claroscuros de pequeñas lámparas me tocaba la mirada de Juan, a quien yo no podía permitir entregármele. Mónica vino a robarme a mi Víctor y entonces Juan, con sus dos manos enormes tomó mi mano y mi espalda sobándomela, parecía que quisiera quitarme la ropa ahí mismo y hacerme toda clase de cosas. Yo comencé a excitarme por la voz con la que me hablaba, esa voz amable que se ofreció a quitarme los zapatos sin que yo pudiera negarme. Luego Víctor dejó a Mónica para servirnos unas bebidas y Mónica entró a la habitación de Juan y salió en calzones, medias y zapatillas, sin brasier.

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Tenía unos pechos enormes y al verlos, noté que Juan tuvo una erección, lo noté porque él y yo todavía bailábamos y además comenzaba a sobarme la espalda apretándola cada vez más fuerte. Yo podía adivinar la clase de amante egoísta que era Juan, lo que él no sabía era que el hecho de que me pareciera apuesto no significaba nada, por eso en cuanto Víctor entró me fui a sentar al sofá frente al tocadiscos. Mónica se acercó a Víctor y él coqueteó con ella tan hermosamente amable como neutral, y cuando le hubo entregado su trago a Juan, vino a buscarme para bailar. Bailamos. Mónica se quedó dormida en el sofá muy pronto, por lo que Juan se retiró a un sillón de cuero que relucía entre las sombras. Solo se paró de ahí cuando el disco se terminó y entonces puso otro mucho más sugerente que el primero. El sentirnos observados por él debió excitar a Víctor tanto como a mí, lo sentía empalmarse al tiempo que con una voz diabólica pero baja me proponía meternos al cuarto de Juan. -- Te apuesto que no le importará. -- No seas cabrón, mi amor, le dije juguetona, y fui a sentarme a los pies del sillón donde dormitaba Mónica. Había una alfombra muy suave. Juan seguía observándonos. Víctor vino a sentarse conmigo y después de tomar nuestras bebidas y ponerlas en la mesita de al lado, comenzó a tocarme las nalgas y buscarme los senos con la lengua y la boca abierta. Susurrábamos palabras mutiladas: -¿No crees que le importe? -- No, le gusta, si no ya se hubiera ido. Yo saqué la verga de Víctor y comencé a darle una mamada; si lo normal era que me encantara sentir su miembro caliente y palpitante entre mi boca, en esa situación me ponía completamente loca y desquiciada. Deliberadamente hice mucho ruido con mi boca mientras le chupaba, de reojo veía a Juan, que de vez en cuando se reacomodaba en su asiento o se paraba callado, se servía un trago y volvía a sentarse.

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El cabrón de Víctor alzó la voz de sus gemidos, me tomó por atrás, me alzó el vestido y comenzó a penetrarme de perrito, yo le seguí el juego con los gemidos, para entonces Mónica ya estaba despierta pero fingía dormir, yo veía su silueta respirar hondamente y la escuchaba gemir tratando de ahogar esos gemiditos, y todo al final me excitaba demasiado, nos excitaba demasiado. Ya no nos importaba nada a Víctor y a mí, gritábamos nuestro placer y lo disfrutábamos como lo hacíamos normalmente, hasta que finalmente yo me vine con un chorro interminable y definitivo. Me quedé tirada en la alfombra hecha un ovillo. Víctor tenía mi mandato de que si yo acababa primero, él se tomaría su tiempo para llenarme de semen las nalgas y así lo hizo. Luego descansamos unos minutos, deliberábamos cariñosamente sobre el momento que nos esperaba y la pereza de despedirnos, así que nos vestimos, y salimos fingiendo no querer despertar a nadie.

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Vianey Ruelas Velázquez Hay un lenguaje oculto tras cortinas hecho de cosas que no son palabras: el roce y su respuesta definitiva, la tracción de otro cuerpo y su captura, el olor de la piel y el de lo que contiene, el tono pueril de una voz caprichosa, la orden, la sumisión, el amo, el terremoto interno quizás compartido. Entonces un cuerpo mortal y moribundo puede formar así parte del otro.

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Arturo Hernández Villalba AROMA A CHICLE de huellas pequeñas mis pies te extrañan. Después de que te fuiste mi camino es una larga despedida y el regreso un deletreo constante del adiós. El miedo se sembró en mis pasos y mi sombra ya no besa la tierra que espera la figura de mis pies. Aroma a chicle de huellas pequeñas contigo se quedaron las partes importantes de los sueños, las llaves maestras y las bromas que harían reír muchas mujeres. Aroma a chicle de huellas pequeñas mis pies te extrañan, ahora te encuentro en este cuello, y todo el camino, de ida o vuelta, se detiene, y esta mujer me es infancia.

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Sombra voyeur Estoy a punto de salir del baño. Tu sombra me detiene. Entra por el espacio que deja la puerta para torturar al marco con la promesa de un beso. Me pide que espere mientras me deja encontrarte a través de ella. Tú estás del otro lado de la luz, imitando la figura que se pega a mi cuerpo y se ciñe buscando encajar con mi figura. De espaldas gira el cuello para encontrarse con oído y me murmura que te mire. Entonces lo hago. Tu sombra se me vuelve más estrecha mientras te miro y la rodeo con los brazos, distingo la forma ondulada de tu cabello y tu tinte californiano. Tomo conciencia de que mis ojos comienzan a acostumbrarse a tu sombra y la luz que viene tratando de esquivar tu cuerpo. Tu sombra también te mira, y dándome la espalda dicta la coreografía que has de seguir. Levantas una mano. Luego la otra. Corres la cortina que llevas por cabello y queda al aire tu cuello. De tu muñeca derecha corres una liga y todo está resuelto. Tu sombra entonces se va de mí. Me traspasa. Das media vuelta y caminas hacía la puerta del baño Me imagino que tus labios recorren mi espalda para no huir del escalofrío. -Me permites Balbuceo algo parecido a un sí y tú empujas la puerta para romper el hechizo que dejo en mí la espalda de tu sombra. Te miras en el espejo y yo también podría decirte que estás perfecta.

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May i burn? ¿Puedo morder? – Diré ¿Por qué preguntas? – Dirás Voy a morder – Diré Oh, que delicia – Dirás Voy a morder – Diré ¿Con qué? – Dirás Con la boca – Diré Mejor con la piel – Dirás ¿Cómo? – Diré Abrasándome – Dirás ¿Abrazándote? – Diré Pero de fuego – Dirás ¿Y el incendio? – Diré Tú te lo quedas – Dirás ¿Cómo amor? – Diré Mejor despierta – Dirás

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Irma León ¿Lobo estás ahí? Puedo morderte? voy a gritar, tengo miedo espera, solo una vez (Y un respiro profundo la recorre por el cuerpo) Oh! qué delicia (Cuando una hebra cristalina le humedece la piel) Puedo lamerte? cuánto? mucho por qué no? (Cierra los ojos y aprieta con fuerza los dientes, un escalofrió agolpa y le aplaude entre las piernas) (Siente borbotones caer al vacío) Quiero comerte entra despacio abre la boca (Mete sus garras en ella, están húmedas…) Cógeme ahora por qué sonríes… estoy volando (Y una luz se le clava entre los ojos) Estoy muriendo eres mío

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I Besándote, rozando las gotas tibias que cuelgan de tu barba, dulce olor que se mete y me aturde cuando has saboreado mis entrañas y bebido de mí.

II Al chupar tus dedos y entre las uñas busca mi lengua esa humedad, ese sabor de almendra salada que al roce de tus dedos llega, que manejas a capricho entre los labios, respira profundo, golpea dentro, se agita al borde, al límite, y vuelve tu boca, toca desnuda la piel almendrada que me cubre.

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ASADO AL VINO DE BOCA

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Tres días antes inyecte a la víctima con palabras sucias (cuidando no ser muy explícita, pues exagerar puede amargar el asado), repítale cuánto lo desea pasándole un sorbo de tinto a la boca. Lleve los dedos a la espalda y con los nudillos acomode la carne que cubre los hombros, unte aceite de coco para que el calor suavice la carne y el aroma persista en la piel. Realice esta operación las noches previas a la elaboración. Machaque ajos con los dientes y déselos a comer de su boca, acomódelo en una hamaca y déjelo reposar toda la noche a la luz de la luna. La mañana del día del asado, unte atrás del cuello a la altura de la espalda vinagre balsámico tratando de cubrirlo todo. Léale uno de sus últimos pasajes amorosos al oído y mordisquee sus labios, a modo de preparar la embestida. Cubra la cama con hojas de laurel, arándanos, nueces de la india y jerez, ponga una vela al pie de la esquina y pase por encima una vara de savia, que el humo aromatice y purifique el asado. Envuelva la piel del dorso de la víctima con lamiditas enjuagadas en jugos de frutos cítricos. Déjelo macerar sobre la cama previamente humedecida con sudores amanecidos. Y ponga el chelo de Yoyoma muy despacio. Ate las manos de la víctima con hilo de malquerida y amordácelo con un lienzo bañado en jugos vaginales. Sazone el trozo de carne con el jugo de frutos cítricos y un poco de aceite de coco, masajee lentamente y espolvoree pétalos de sal y muela un poco de orégano en la base del pene. Continúe amasando por 20 minutos, ahora un poco más fuerte y rápido tratando de no enfriar el miembro. Una vez y a punto del clímax. Prepare una hoja de papel arroz debajo de la almohada y deslice lentamente la punta por el vientre bajo, justo cuando sienta los jugos correr sobre sus manos.

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Lovebury Delicia de Virgen a las sábanas mojadas Consideraciones previas Dialoguen suavemente sobre el banquete que se está preparando, tómense el tiempo necesario para disfrutarlo, mírense a los ojos y no divaguen en fantasías frugales Tome delicadamente a la virgen y recuéstela sobre una base de sábanas suaves para ablandar sus carnes. Comience con un suave masaje por su cuerpo y poco a poco avance a toquetear las partes más íntimas sin darle tiempo para asustarse, frote especias y aceites esenciales. Continúe con el agasajo, recuerde que está manejando un cuerpo completo que tiene senos, ombligo, cuello, etc… engrase con la mantequilla todo y no olvidé sazonar con besos y caricias cada parte, continúe un poco más hasta que al introducir sus dedos a la entrada de su vagina estos resbalen fácilmente, asegúrese de mantener la humedad un tiempo constante durante 30 minutos, o hasta que las sabanas queden mojadas. Como tip para este manjar exótico*Cuando la humedad disminuya o puede incrementarla un poco con su lengua, unte la mantequilla y lama suavemente con movimientos circulares el contorno del clítoris, puede ayudarse con sus dedos sobando con ellos delicadamente. Cuando el cuerpo de la virgen llegue a la temperatura indicada asegúrese de contar con un pene bien erecto a la mano, (pese a lo que se dice para este platillo el tamaño no importa, solo procure este bien macizo y que pueda moverlo grácilmente, tampoco importa la naturaleza del mismo usted puede utilizar el suyo o algún instrumento fabricado)

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Inserte firmemente el falo en la vagina, no se detenga si no se le es pedido explícitamente, mueva sus caderas adelante y atrás variando la fuerza y velocidad respondiendo a los sonidos y pulsos del otro cuerpo, llegado este momento tenga en cuenta que puede haber presencia de sangre, es normal en estos casos pero no indispensable, saboree cada instante el despertar de la que yace. Es muy importante no venirse a dentro y reservar los fluidos para decorar el cuerpo. Tenga cuidado con la ahora ex virgen pues dependiendo de su carácter esta puede presentar matices agridulces dolores, sensibilidad o ansias. Si puede sírvase más de una vez Este platillo se disfruta mucho mejor recalentado y variando de posiciones.

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Miriam Yesenia Robles Medellin

Más allá del grito En aquel entonces, yo era un hombre solitario, gozaba del silencio del edificio y de vez en cuando me asomaba al balcón y disfrutaba de un tabaco. Una noche la vi llegar en taxi. Bajó sus maletas y se apresuró hacia la entrada. Se trataba de una nueva inquilina. De lejos era un tulipán carmesí que emanaba frescura al caminar. Aquellos pasillos largos y vacíos, se habían iluminado por primera vez en muchos años. Dos semanas más tarde, me enteré que rentaba el cuarto que estaba a mi lado. Jamás una mujer logró hacer estallar mis oídos con tremendos orgasmos. Ella se entregaba con soltura y sus oscilantes caderas retumbaban en El grito de Munch que estaba sobre mi cabecera. Cierta noche, éste azotó mi frente cuando trataba de ignorar su derroche sísmico. Descubrí que aquel cuadro colocado en mi alcoba no se trataba de una mera decoración. En secreto, guardaba la puerta a un infinito mundo de éxtasis visual, que hasta entonces sólo me había imaginado, entre sueños y reprimidas fantasías de antaño. Al contrario de ese aturdido Munch, yo enmudecí asombrado. Finalmente entendí lo que se decía sobre las grandes obras de arte, cuando el misterio de “ver más allá de la pintura” se revelaba ante mí. No tardé en mirar a través del pequeño agujero que me mostró la belleza de un cuadro vivo: lucha volcánica que derretía mi cuerpo a distancia, mientras ese guiño cómplice me invitaba a seguir mirando.

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Rubén Olachea

Adolescente exhibicionista

En serio, sólo queríamos usar el baño como vestidor, en la playa Pichilingue. El contacto visual, digamos, fue inmediato, porque él, el muchacho al fondo del pasillo, efebo de entre catorce o dieciséis años, buscaba ser visto en toda su desnudez de tez blanca sana y dorada, y su curva erección delataba esa angustiante, agonizante premura por ser visto. Supongo que admirado. ¿Es acaso la erección un prodigio digno de encomio, sobre todo si no la buscas en lo absoluto? Sí. Aquel torpe mancebo quería hablar, tartamudeó algo incoherente y gradualmente inaudible. Mi amigo el extranjero se cambió, se puso su traje de baño y yo hice lo propio. Era mediodía y hacía un calor insoportable: calor de agosto. Yo le sonreí al chico en cuestión con la condescendencia de alguien bienintencionado que ignora lo sucedido. Grave ofensa. Obtuve lo contrario a lo que deseaba: se marchó ofendido, enrojecido, encolerizado contra sí mismo. 18


Afuera, bajo una amplia tienda de playa de esas desarmables y cuadradas, su familia convivía entre el tedio y la mesura provinciana. ¡Qué envidia y qué ternura los ardores de la adolescencia masculina sudcaliforniana, condenada a menudo a mantener la pose de un recto cardón a sabiendas de que el huracán viene a arrasar, con su fuerza letal, la vida a su paso, inclemente!

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Ensalada Reconciliación

En una cama de berros, el poema. Rima sin rimar. Pequeños trozos de pimientos de colores. Caerán lentas gotas de mostaza y miel, que nos despierten y casi empalaguen, pero no. Es la revelación. El tintineo del vino blanco, frescor que suelta la lengua, la nocturna brisa. A un lado el pan, dorado y tibio, mojado en mantequilla, aceite de olivo/oliva: al tiempo, con ajo y hierbas finas, como tus sentidos, tu sensibilidad. Eco, memoire. La delicada huella, caricia a servilleta. El dedo inquieto, la espera, los cubiertos. Del paladar, de la boca, labios, dentadura, se derrama una diminuta gota fugitiva y yo sólo puedo ver lo blanco de tus ojos. Tu sonrisa rindiéndote y puesto que ya no importa, ignoramos quién está encima de quién: a carcajadas.

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Bebida cítrica: verano afrodisíaco Ingredientes: 1. Una lima chichona 2. Seis hojitas de hierbabuena 3. Dos limones sin semilla 4. Hielo picado 5. Dos palos de apio con todo y hojas 6. Dos toronjas

Instrucciones: 1. Sacarle jugo a la lima, acariciando su chichita como se exprime un pezón, con suavidad y fueraza a la vez. Repetir hasta sacarle la última gota. 2. Lavar bien la vara del apio que quede fresco y limpiecito como para una foto. Meterlo al vaso de la licuadora con suave firmeza, como quien devuelve una espada a su funda. 3. Raspar el par de limones hasta que desprendan su perfume. Gemidos y quejidos de éxtasis son muy esperables en esta etapa. 4. Sobar y acariciar las toronjas mientras se exprimen. Mezclar los jugos. 5. Tomárselo a besos, intercambiando la mezcla de jugos de boca a boca con trocitos de hielo, mascando también hojitas de hierbabuena. 6. Repita la operación. Recomiéndelo a gente de su gusto. Agítense hasta carcajearse.

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Pedro Téllez Muñoz

El jugo del Amor 4 prácticos consejos para una producción deliciosa de jugo de amor. A ustedes les ha pasado que tras una larga espera por probar ese delicioso manjar que ha guardado para el momento ideal, realiza todo el ritual de prepararlo, servirlo y degustarlo. Pero llega el momento de saborear lo que debería ser el dulce jugo de amor, y resultó que no era lo que esperaban. O a ustedes mismos les han dicho, -regreso voy a escupirlo al baño-. Recuerden que al igual que el vino, conseguir un sabor y un olor determinado requiere de ingredientes de primera, tiempo y preparación. Para evitar tener que fingir les aconsejo asegurarse que el sujeto o ustedes sigan los sencillos pasos que a continuación les comparto. 1.- Aumente el consumo de frutas y verduras con sabor y olor fuerte, al igual que algunas especias. Personalmente prefiero la pera, zanahoria, lima, canela y cardamomo. Son la mejor combinación que he probado. También la piña y el melón son muy buenos cuando de sujetas se trate. Evite en lo posible espárragos, brócoli y la col. 2.- suprima totalmente las grasas de su dieta, y reduzca al mínimo el consumo de carnes rojas. Ya que afectan a la circulación periférica y por esto, la sangre no llega como debe llegar, a donde debe llegar y cuando debe llegar. Punto y aparte el cambio del olor que expele el sujeto cuando suda debido al ejercicio físico a la hora de la extracción del preciado jugo.

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3.- Si también desea incrementar el volumen de producción del jugo, le sugiero que evite extraerlo durante periodos de soledad. Por el contrario, alimente el deseo enviando o solicitando “nudes”. Esto ayuda que el sistema produzca más, pues el cerebro le envía órdenes de que ya hay alguien en espera de esa cosecha. 4.- Evite el intercambio directo con sujetos de los cuales desconozca los hábitos, ya que pondría en riesgo la calidad de su propio jugo si llegara a contaminarse con algún ingrediente impuro. Nota. Lleve el régimen alimenticio durante al menos 1 semana, y manténgalo durante todo el tiempo que le sea posible. Les deseo una producción deliciosa y que la degustación le sea inolvidable. Comparta sus propias mezclas en un comentario en nuestro blog blog.eljugodelamor.com o envíelo al correo mijugodelamor@xxx.com.mx

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Indra Avilés

Carne de cerdos al pitopián Para golosos urgidos. Ingredientes: • 4 costillas de cerdo sin pudor • 250 g de pitopián • 2 chilacayotes enteros y urgidos • 2 naranjas bien jugosas para decorar • 1 cucharada de aceite de deseo • Agua a hervor, la necesaria para coger las carnes. • Condimentos al gusto (juguetería).

1. Lavarse las carnes y secarlas. 2. Poner la cama a fuego lento, una vez caliente hay que dotar las carnes por ambos lados con aceite de deseo. 3. Asegurarse de que las carnes queden bien apelmazadas, agregar agua caliente, la necesaria para que pueda cogerse. 4. Agrega el pitopián para mediar la mezcla, seguir meneando con movimientos circulares a fin de que esté a punto de cogerse.

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1. Una vez sobre la cama el pitopián, se incorporan los chilacayotes enteros y urgidos. Dejar que tomen vigorosidad al compás del meneo. 2. Condimentar para saborear las carnes en otras proporciones (juguetes). 3. Sírvase con rebanadas de naranjas.

NOTA: Se sugiere el platillo con previas caricias a fin de que puedan degustar de un ánimo efervescente. No es apto para personas que acostumbren cogida típica.

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La mirada

Muy a menudo disfruto de ir al cine sola, no es que sea antisocial, más bien consideremos que soy inmoral. Procuro cintas para parejas. Estando a oscuras regalan compases melódicos, de galope sudorosos. Y estabas tú, creyéndote acompañado cuando en realidad aparejabas. Intrépido, bajaste la bragueta para iniciar toqueteos, seguido de constancia y esfuerzo quedaste devastado, espasmódico al correrte. Extasiada, atrapada ahora con las manos en las brasas.

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El olor Embobas con tu sonrisa Tú fórmula consiste en despertar La ilusión, el futuro. Lechosa alegría de vivir, Por eso encanta apretujarte Y juguetear hasta soltar risotadas. Esos pliegues de tu cuerpo emanan fragancias frutales Y jugos agrios. Puede ser que tengas un sabor a mí.

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La piel A partir del poema "puedo tocar" de e. e. cummings. Puedo gemir -dijo ella Voy a probar -dijo él Solo una vez -dijo ella Mejor varías -dijo él Puedo jadear -dijo ella Cuánto -dijo él Mucho -dijo ella Por qué no -dijo él Elevémonos -aclamaron No muy lejos -cantaron Dónde es lejos -preguntaron Donde tú estás -comentaron Puedo embriagarme -dijo él De qué modo -dijo ella Así -dijo él Si me besas -dijo ella Puedes aullar? -dice ella Para qué -dice él Lo necesito -dijo ella Cuando te nutra -dijo él ¡Así mi vida! -dice ella Pero tu esposo -dice él Él sonríe -dijo ella Le gusta ver -dijo él Toc, toc -figura él Participa -anunciaron ¿No te molesta? -cuestionaron Somos libres -murmuraron ¿Ya se vienen? Pregunta él Te esperamos -suspiraron Ambrosias -cantó él Saboreemos -suspiraron

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Colabora: revista_cascabel@hotmail.com visita: www.proyectocascabel.blogspot.com www.hablaelsilencio.wordpress.com


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