Poemas de Raúl Allain

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“Ilusoria epidemia” El foco infeccioso se extiende e implosiona la alerta espectral que alardea esputando sangre virulenta pues recrudece Tras oscilaciones contaminantes se persigue el cadáver endémico envolviéndose entre las cortinas de humo que nos recubren desde el nivel del mar sobre las olas del viento seduciendo ideologías contemporáneas a siniestra. Excelso morboso muta enfundado en el todo intrínseco de la matriz humanitaria, y muere por alguna inspiración. Aunque fenezca, transmutará en obscenas formas atribulantes. El aire de nuestras voces lo comunica, regente y obsesionado por estas redes menospreciadas, intoxicadas que con humo negro, son devoradas su grandilocuencia es espléndida. Ambiciona organismo diestro para sostener situaciones corruptas actuando profuso, endemoniado y al tiempo infectado,


antihumano, miserable, vencido tiembla dejando en claro su tenue mentalidad.


“Flotar es precipitar” Al tratar de conjeturar el amor, vi en el camino su encandilado cuerpecillo encaminar, y entre sangre y amor, hacia el poseedor de cabello cano encaminar, parecía violar, ondear y sus movimientos sinuosos predecían su futuro engañar. Mis ojos gélidos de conmoción vieron que sobre ondas se regocijaba entre las barbas de aquel provecto ser, y al girar descubrí, que no hay sangre ni amor porque aunque pueda precipitar, su pasión nunca se acercaría a mi amor. Esa pasión que la convirtió en animal, sediento de carne experimentada, putrefacta, también degolló y cercenó mi amor en trozos exquisitos del mal, llenos de su olor. Mis lágrimas inundaron el fatal ámbito y la despertaron de su éxtasis, de su clímax bestial, mi sangre y su saliva crearon un elixir y contra la naturaleza la envenené, trayéndola a mi sufrir. Reclamé del abismo del sufrimiento y al sendero de su lujuria y envolvimiento, me ahogué en mi propia sangre, sintiendo su sabor dulcemente amargo, catándome irónicamente en letargo. Su perdón dejó de ser ironía y sus pupilas mostraban sinceridad, percibí su alma como la mía, sollozando ante un golpe brutal de traición, moribundo y mi pecho destrozado, lleno de golpes mortales, no cedió, condenándose a la tortura infinita, digna de simples obtusos mortales.


No es traición vociferó, desgarrando las últimas cuerdas vocales que no habían sido violentadas al momento de flotar y agotada de llorar arrepentimientos, dijo con goteante sequedad: “cuando tu corazón vomite su verdad sapiente de los conductos conformados por nuestras poluciones, entenderás nuestra condición terrenal, heterogénea, promiscua” Mis sentimientos se volcaron inexpugnablemente, la culpa me abarcó, siendo yo el victimado y a la faz de la traición y lo saciado desterré la sexualidad de mi edad lozana, jugando con la verdad de mi mañana. Y juré siempre entender que, la única forma de flotar es precipitar.


“Eterna Dea, Virgen terrenal” Las flores descansan en una caja estilizada benditas, llenas de amor y rocío natural, liberado por mis ojos que te buscan, desolados, por algún lugar... Crisis en la definición, exaltando la frontera de las consecuencias penetro el temporal abrupto, y al destrozar mi tímpano, saboreé una voz eclesiástica. El tránsito es difuso, y camino con el riesgo de ser destripado en la pista al encuentro de un desvío que encamine un destino fatal. Brillos puntuales, perdidos en un universo negro, me confunden, retorciéndome hasta el piso enlodado por mis secreciones, -Tiempo indefinidoacabados los músculos retraídos me sucedió una suerte blanquecina, junto con una sonrisa resucitadora, adorando una sencillez expuesta antes vista con inesperada inercia. Belleza natural incomparable, en forma de ella que eterna había existido en mí y sin percatarme, se alejó; reptando desesperado, me acerco a ella convirtiéndome en adicto a su faz, observo atónito su piel lechosa, pura; susurrando fuertemente: ¡Dea excelsa! la impresión naranja de tus ropas me suprime de este auto-ataque incesante. Confluyes con todos los colores


que se manifiestan en tu luminario perfil, trayendo la suavidad de las nubes hacia tus dulces labios encarnados innatos. Sonrió reconfortando mi cuerpo, mi vista se derrotó en su tenue mirar, ¿cómo acercarme más en decadencia ególatra? Observé su lejanía nublarse luminiscente e impercatable, so estela de inocencia. Alejándose en el tiempo, mi indirecta mirada perniciosa yace en sus mejillas rosadas, flotando en mocedad inundada de suavidad, y me ahogo en la severa indecisión de amarla. Idónea e intangible es para mí pues su infinitez condena mi consumado tiempo, mínimo ante su fugaz y eterna real percepción recordaré su cuerpo como acidalia majestuosa, acezando por la congoja sobre su recuerdo. El aguanieve precipita, y tú, en forma de espejismo, te vuelves intermitente ¡Cómo podré recordarte si la aurora se aproxima!, porque no puedo pincelar tu imagen en mi reminiscencia. Llego al cenit de tu profundidad, la cianosis comienza a difuminar tus formas y mi vista repentinamente se percibe en círculos que me sacan de la gravidez, desbaratándome… -Once añosLa madurez imbuía los trajes y la piel, un auto estilizado, sometía el reflejo amarillo causando muertes deseadas, y el olor fétido de gasolina y sangre coagulada, me derrota. Abro los ojos y en mi pecho se encontraba una foto,


extraña, perturbadora, me percato detenidamente fuera de la conmoción y era ella, quien siempre estuvo a mi costado, la había ignorado. Regreso corriendo, a donde nunca debí dejarla ir, a la abadía más pobre y nebulosa, rompo los portones y allí estaba ella por todos lados, en estampas y retratos, conversa en santa, yo la había asesinado…


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