Luz oscura

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Luz Oscura (Antología de humo y flores)

Ulises Paniagua

Ciudad de México, 2017


Variaciones


La Caída de Troya

La Poesía no es un cubo hermético contenido en sí mismo, ni es silencio que revienta la noche, ni dolor de vena abierta o el bolsillo del gigante, o tus labios impacientes del verso que mate lento. Es todo lo que digo; esto y más aún: es nada. Es paso de gato en teatro vacío; mil y un ojos reflejados en espejo ciego;

la caída de Troya desprovista de caballo; el

incendio que es descanso, y tu sexo -la cama donde sueño-. Es cadencia; un perro desbocado; es mierda y amor y rabia; es holocausto y una torpe llave; el temido encierro: la salida. La Poesía no es un cubo hermético contenido en sí mismo.


La agonía del minotauro I Maldito Minotauro que reposas al amparo de mi sombra como silencio que vulnera una armonía como fatiga de nocturno peregrino o encrucijada donde llora una taberna.

Maldito Minotauro que habitas mis horas, riguroso carnicero de añoranza, grito último y certero.

Protervo, sensible, con asombro de alba ríes y atacas cuando el luto te frecuenta, y esgrimes tristeza cual bandera de letras:

Carcómete, pues, en tus rincones de olvido, templos de cantinas y borrachos, hilos de Ariadna a tres el kilo, en las anheladas muertes personales,


en tu ruego. Destrúyete, cáncer de sociedad, refugio de mundo.

Destempla el corazón, vuelve al carril de la llana vida. Despierta, ¿dónde quedó tu laberinto?

II Te vi, bebiendo. Te vi bebiendo una cerveza quemada. Descansabas la cornamenta, fatigado, sobre la barra. Esperabas una ilusión, una voluta de cigarro. Hablabas mucho: de la terrible condena que implica ser un hombre de asfalto, del diario llevar el pan para la departición de la cena, del amargo carnaval que en Latinoamérica se gesta, del agudo acero de letras, del recibo de luz. De esta Creta de alta tensión y amplias avenidas bajo tráfico de oficina, del hilo telefónico que conduce siempre al semáforo –preventiva- del espantoso laberinto. Hablabas. Jorobado y musical. Con ojos de sinsabor, con el dolor a cuestas, con las pezuñas desnudas sin limar. Hablabas. Bebías.

Bebías una cerveza, y otra, mientras en los tersos encalamientos de paredes perfumadas de tequila e historias insalubres, el eco de mariachis, y Vicente, y Alejandro, el olor a pulque y José Alfredo y Pedro Infante, inflamaban, sórdidos, un retazo de tiempo.


Bla, bla, bla. Hablabas. Con ojos de sueĂąo. Blablabas. De la oscura permanencia de las soledades, estĂŠriles como pavimentos en selva lacandona. En el arrastre de tu cornamenta larga y retorcida -nido de paloma a media noche- contabas maravillas de tu improvisada isla en confines urbanos, de tu particular penĂ­nsula que a todos pertenece, del aullido que provoca no conocer jamĂĄs la salida; de llanto, de miedo, de la interminable espera del justiciero Teseo.


Elegía de domingo

¿Qué hace la gente a media tarde, cuando el sol estira las membranas del cielo, y el agua del aire se transmuta en sudor, bajo influjos de rigurosa alquimia, y entonces cuando el sudor se vuelve sal, y la sal aburrimiento? En estadios la tribuna salta, al calor de un atún furioso entre las redes. Líneas hienden la virginidad de papel sobre cuadernos de escuela; se preludian poemas y reposos de

amantes

vespertinos ¿Qué hace la gente bajo el sopor de las calles? ¿Descansa la resaca, desmantela el orden de la casa? ¿Arrastra la mediocridad en una siesta? ¿Santifica puteros? ¿Hay suicidas de azotea a las dos p.m.? ¿Los asesinos se contratan? ¿Se levantan las guerrillas, y Dios hace recorrido para contemplar sus campos, a la ribera de un manso río? Alguien debiera, en la hora aciaga, regalarnos una cerveza y un cigarro, quizás desde luego una mujer; o labrar una queja, un grito, y con la furia y el rencor de una voluta, suprimir esos días terribles y aburridos, tautología miserable convertida en desasosiego. ¿No sería más feliz el mundo – me pregunto - si un día de éstos suprimiéramos la media tarde del domingo?


Marea violenta

Detrás de lo muerto la rapsodia del espanto El mundo no por invisible se torna menos salvaje Jodidez del resentido que vino a poblar mi casa ¿Qué pinches después del arrasamiento? Todo lo que ocultes en la tierra crecerá en la yerba No serás más que la montaña y su amasiato con el viento

Todo lo que escupas volverá abajo.


La contradicción y la memoria

-Inscribo tinieblas en el alba. Tatúo páginas en el torso del ayer. •Mentira. No escribes aves en mierda. -Rásgate de tanto mundo. En la cara de la moneda. En palabras que asoman tras el hueso. •Para qué. Quien recurre a la memoria no evita la contradicción del signo. Te han cortado los pasos. Dictan códigos delirantes. Es inútil arrasar la noche. -No creas, resentido. Raspa. Fúmate los sueños de las cucarachas. Marca el número del derrumbe. La mente es un océano espeso. Eres tsunami. •Mejor quedarse mudo y quieto. -Adivina grietas en la palma del tiempo. Esnifa la metáfora. El encabalgamiento. Transforma. Qué importa lo que digan, resentido. Qué importa si una frase insiste en tu cabeza: No escribes aves en mierda. La belleza bien vale un verso.


Acerca de cosas tan oscuras

Cuando el lenguaje que designa lo futuro nada signifique, y se haya liberado cualquier íntimo gesto, y al universo mis pupilas sienta renacer...yo a ti, lector futuro, te negaré porque agotas la salvaje plenitud que se me escapa. José Ramón Sánchez

En el cruce que conforman tres muertes donde se enfrentan claridad y abismo – trapecios rumiantes de lo que se esfumaeste rudo minotauro persigue necio e improbable lo que no tiene tuétano como blasón ni guía los camastros del absurdo esquizofrenia

la suavidad

el ocio de un dios agrio todo

el discurso marginado

las formas que mide un cuerpo entre distancias de estrellas

la mandrágora que pudiera reír de su lamento

como un perro relámpago

dicho y lo que se perdió en los filos del silencio trastocado

las visitaciones de

o un perro pestilente de relámpagos lo que se pudre dentro del amanuense

en la cornamenta de quien esto o aquello sueña imagina o destruye todo entre la sonrisa de los espíritus foscos

alquimia y descubrimiento de demonios atávicos

placidez de arábiga

todo es recibido atajado por el

lo


pararrayos que me habita extensa alegrĂ­a

o en otras voces anida:

furia

desconfianza

breve o

angustia en vena de poseĂ­dos Acerca de cosas tan oscuras escribo versos luminosos

como un acto reflejo voltaico

como la rana cuyas ancas brincotean al recibir el aguijonazo

Acerca de la noche procuro el primer rayo del orto

que sembremos bosques de luz

entendido que una vez

podremos vislumbrar lo que ahora no es posible

lo que se niega tras el ĂĄnima del fuego entre el ronco trovar de lo que exime ignora o perturba la blancura del ser entre la rasposa garganta de la niebla.


El poema es el tigre ese tigre que enluta el hielo más allá de sangrientos pulmones hinchados de metáforas

El poema es el tigre que tritura las imágenes del aire Es ese goce de fauces entre lumínicos o romos versos

El poema son las zarpas sobre el musgo el salto entre abrojos el rugido que repite el eco figurado

Es hígado de lo que quiere pero no alcanza La mirada que toca la noche y se extiende hacia su centro Lo imposible en su agitada existencia

El umbral

lo turbio presente

La intuición

aquello que no se menciona en la albura

El poema es el tigre blanco que se interna en la entraña de la nieve.


La existencia, los libros, la vida


Poema uno

Soy un inútil que apenas sabe girar una tuerca, colocar una roldana, correr un pasador. Un atado de letras; este fantasma tieso que deambula por la casa rebotando en el lavabo, hinchado de sueño.

Indocto en las funciones del carburador, el arranque, la balata. Ajeno al misterio que se punza con las manos, palpando entre diástoles y sístoles que rabian desde un motor remiso. Torpe, simple: ese soy.

Nunca pude reparar el grifo de la tarja, develar la terquedad del manual complejo


ni prevenir, a la brava familia, aquella tarde en que la abuela murió.

No sé cuánto cuesta el auto de mis sueños. Ni siquiera sé si sueño con autos. Así de fracasado soy.

Pero dentro, en el espacio custodiado por mis propios grifos, en los raros mecanismos que gobierna el deseo; allí, donde prospera la palabra, el epígrafe, un acento; donde la vida germina desde el paso imperioso de una frase; desde el umbral en que los libros construyen ciudades; mundo. Dentro, muy adentro, a veces juego a ser Dios.


Y en esos dĂ­as, en esas horas, no me importa en lo absoluto declararme un inĂştil que apenas puede girar una tuerca.


La ventana y el columpio

Me inquieta lo que encuentro, ajeno, a través del marco de la ventana: los niños de otros, que magullan el jardín, los vecinos que rumoran adulterios y carestías; el volkswagen oxidado, que ancla sus patas de goma al ghetto diario.

Me incomoda la casa vieja que se planta al otro lado de la acera; signo abrumador de lo inmediato que niega, con su robustez, la limpidez del cielo.

Me asusta la estática libre de impulso, la vacilación cinética de la existencia, el empuje hacia ningún punto que no cesa;


el abandono donde han de mecerse los hijos que pudieran ser los mĂ­os.

Me alarma la nada, el lento avance de los minutos; ese otro objeto simple que fluye y refluye, quieto.

Me asusta lo que veo y no se mueve -pero se muevela abstracciĂłn, las viejas fachadas, las canas incipientes: la ventana, los aĂąos y el columpio.


Postulado sobre la urgencia existencial

Porque esto es lo que quiero: solo, a salvo de las dentelladas mortales de una multitud embrionada en el miedo y la indiferencia.

Porque hoy me he soñado eterno, libre del capricho de dioses que no profeso; ignorante del rudo ciprés que me había cimentado a sus raíces durante largos años.

Porque sé que esto es lo que no quiero -y tal vez, en el vértice de la batalla, quisePorque este día, te digo, me he empeñado en volverme voluntad y lucha; ajeno a catedrales, televisores, trámites sigilosos, tribunales criminalizados;


oscuros tridentes de imperios impíos; caminos heredados desde otros que nunca quisieron, ni querrán, que sea voz…

Tan urgido de destapar la caja de mi propio anhelo, de contagiar de dicha a este guiñapo mío que me han querido imponer, sin piedad alguna, en la construcción del otro.

Porque esto es lo que quiero, ahora, en este momento: tan lejano, tan podridamente feliz, tan pleno de mí mismo, tan natural, tan desconocido para el mundo, con tanta luz, con tanta luz irradiando desde mi pecho.


La patria como un trapecio

En ese edén de la tierra; No el azote de la guerra Infunde duelo y pavor

A México Juan de Dios Peza

Yo no nací en este lugar; este submundo donde las balas aúllan en calles solitarias; en que las sombras agitan sus olores a imperio y los estallidos no perdonan, ni siquiera, a las tumbas silenciosas.

Nací entre la cordialidad vecina, donde las detonaciones causan horror; donde se juega con latas pateadas hasta bien tarde; donde se puede caminar cualquier destino. Allí donde la noche es el mejor telescopio para besar las estrellas.

¿Qué ha sido de este país,


con tantas epidemias inventadas y bolsas con puntajes de miedo; qué de las flores cándidas de provincia; de los cantos de pueblo ajenos a los cuernos de chivo?

Contemplo mis palmas abiertas, mis nudillos: una caterva de gusanos me consume, como a todo el mundo.

Yo recuerdo que no era así: que las ventanas y las casas permanecían abiertas; que escaseaban los crímenes impunes, los impíos secuestros; y no existía la mentira despiadada, ni tanto odio desgarrado, implacable, sin fin.

¿Qué quedó de aquel país? ¿Qué fue de él? ¿En qué punto de la cuerda floja, hemos perdido el equilibrio?


Reversejo

Mírame enfermo ( huérfano metaforizado de espinas (Reversejo) aquello soy ( que salta y no se mueve (Rapto y parto de noche)

He leído en Chéjov las líneas del suicida En Misloz la nostalgia del terruño Nada ha valido

Mírame ácido recortando mis venas (Verserejo) esto soy ( que ladra y no se muere (Rapto y parto de olvido)


He leído en los clásicos las líneas del desamor Nada salva

Mírame aquí espino parto ( venas ( y ladrido y noche

Un derrumbe pulverizando dagas al costado de mi voz.


Beat del resentido

“Resentido”, dice madre. Masca vidrios de recuerdos. Muerde rabia. Gimotea. Y me arranca el alma otra vez desde su vientre.

Padre ruge: “resentido”. Lanza bilis en su honra. Y le estalla dura infancia. Es cal pura esa lengua que taladra que se pudre.

Mis hermanas. Profesores.


Mis amigos y mis nuevos enemigos. Los que odian. Los que aguardan. Se rebelan ante tercos mis dolores.

Yo los tengo hasta el hueso con mis quejas con mis modos delirantes.

No se angustien. Sobrevivo. No dibujo mis abismos con su sangre. Sรณlo espero. Sรณlo espero. A que el mundo vire entero a su contrario.


Radiografía urbana

Entre inhalaciones de muerte anduve festivales de sangre y puños Pensaba en Yeats como un genio

Una vez en cantinas en alboroto de machos pestilentes pude haber matado Soñaba con la placidez de Chéjov

Volví de las catacumbas, de sus mudas raíces Escapé de los infiernos; más no de las páginas de Dante

No fui devorado por Saturno No encontré el conocimiento


A los cuarenta creí que sería distinto El delirio persiste Es una pena el subsuelo humano

Dostoyevsky, Dostoyevsky Para qué me diste corazón


La ansiedad, los otros, mi cabeza

(La persiana rota (La ansiedad del sillón (La yerba (Las pastillas que no desayuné (Joyce (Blake (Ginsberg (La mala armonía (El resentimiento (Kafka (Canetti (Cervantes en vuelo (Las traiciones de los que restallan lágrimas (Misloz (Huidobro (Di Giorgio (Mis placas dentales (La envidia que respira fuera (La melodía a solas (Lo muy agrio (Sexton (Plath (Eunice (Espectros de antiguas novias (Sonrisas grises (Esta jaula podrida de mi esqueleto (La tristeza entre perfumes ciegos (El dolor que no cesa (Caer desde el silencio (Los disparos desde el vientre de mi madre (Los Libros (El vino como profeta (La muerte que no abordé (Lo que sueño a través del tacto (Lo que soy (Lo que he sido (La bruma de mi corazón cuesta arriba (Cuántos instantes de soledad y muchedumbre (Cuánto tiempo para odiar (Para beber mis despojos con ojos de rabia A pesar de todos y de mí mismo.


Manifiesto del errabundo

Yo, príncipe de las tempestades internas perpetuo errabundo de mí doy fe de que la vida como una fuente de sensaciones y conocimiento me ha sido concedida.

Que mi mente y mi cuerpo -cual espacios sagradosaún campean florecientes en la sinrazón del mundo.

He levantado catedrales a la memoria erigido monumentos sentimentales Me he desvanecido fui río, gotera, tsunami de tropiezos

En la fecha en que estas palabras escribo


doy testimonio de que no morí a los veintisiete –fatídicosni a los duros treinta y tres (número cabalístico)

Confieso: la vida es hermosa (sin metáforas ni dobles discursos) Doy del asombro y el gozo ante los días concedidos.


A la manera de Roseboud

A los buenos amigos

Asomo a la ventana de la memoria Así, como Roseboud alcanza los últimos recuerdos de Kane, dócil como el alero de infancia que Alfonso Reyes anhela; o salvaje como un Kerouac que lega y captura huellas a lo largo del camino

Miro los eventos de mis días como si fuese y no fuese yo el nombre que inscribe jeroglíficos sobre el barro de los años

La ventana abierta de par en par


la sucesión del tiempo la naturalidad con que se hace el amor se anuda una crisis o se desata una tormenta

Yo no tengo nada mejor que hacer en umbrales de noche y día que cazar con la mirada fuera las alacenas que navegan, los escritorios, las fotografías cercanas, algunas casas, jardines, las películas que amé y uno que otro rostro que se irá conmigo al correr las cortinas a altas horas de la vida cuando sea momento de esa luna donde uno debe marchar a los dominios del sueño.


Traducir un lenguaje indescifrable

Es cierto: he intentado traducir el rumor de las estrellas, el color de una botella que se rompe a medianoche Indagué los códigos del silencio.

Es cierto: de la música busqué el instante Del amor, una fotografía De la piedra, el ronquido de la naturaleza.

Traducir es aproximar: Nombrar no crea Las sensaciones son más allá de la palabra

Cacé mariposas de luz durante años Todos sentido desapareció entre letras Evoqué el dolor, la dulzura, el miedo: no pude tenerlos


Poeta es el traductor de lo que no entiende Inicio, fin y continuidad del sueĂąo y la vigilia

Simple intĂŠrprete de los murmullos y los estallidos del Universo.


La mitad de los días

Hasta la mitad de mi vida he sido un huérfano; mi nombre fue escrito con polvo de ancestros; el rugido de mil jaguares del tiempo no ha podido borrarlo. Soy vivo. Morí al menos tres veces: en la seducción del agua, en la crispación de la garganta, en el hondo impacto. Fueron mis maestros la muerte y el silencio. De los padres aprendí el desprecio; de mis hermanas, gramo tras gramo de ira. Qué importa. Me queda agradecer la soledad de las entrañas. Soledad de creación, muchacha cómplice con rostros de belleza y locura. Qué más da. Respiro. Acumulo belleza en la magia de los instantes.Hasta la mitad de la vida he trazado un círculo de pétalos, un polvo de espera, el más bello boceto de los días.


La abuela poeta

Mi abuela era poeta, pero no escribió una palabra Se dedicaba a contemplar el río de los minutos en la transparencia del sueño

Una mujer en Cuba contemplaba el letargo de las olas cada ocaso, paciente, en el malecón Y aunque no bordaba versos, también era poeta.

Poeta es quien contempla los montes en silencio El descubridor de ocasos, de trazos del viento la mujer que sublima el vuelo de su pecho

Mi abuela era poeta, pero no escribió una palabra La poesía no es asunto exclusivo de letras Habita la luz entre los árboles, en la carne del agua en el epígrafe del acto del amor. La luz es de todos.


Mi abuela era poeta, pero no escribiรณ una palabra


Los confidentes, los convocados.

Del frío de la casa, de la niebla que cruzó paredes para instalarse en la memoria. De los faroles y su drama que perfilaban la calle, de levitantes fuera de la ventana. De la noche y el silencio que nutrían huesos y nostalgias, de allí partieron confidencias, confesiones, estallidos y una dulzura melodiosa. Jugamos a leer destrozos en líneas múltiples, al calor del whisky interminable, de papisas y bufones de cartas astrales. Uno no sabe por qué cuenta secretos, pero está bien si sucede entre amigos. Esa luna las paredes transpiraron soledades, las habitaciones buscaron cobijo ante el hielo del encuentro. Y los convocados supieron que los hondos hilos de la noche por fortuna no saldrían del cuarto mínimo, de su propio mundo, del frío escarchado de sus ocho labios.


Nocturno imperio de los proscritos (fragmento)

Deambulan las calles atestadas de muertes interminables; cruzan ventanales huérfanos, muros cicatrizados; un oscuro asilo de ratas rubrica, impúdico, una esquina.

Sobre una acera en sombra pasos se desvanecen, sus cabellos medusan recortando la noche, fornicándola por su filo; y a cada ósculo impuro de las suelas gastadas por sus zapatos, los labios de hormigón se humedecen, anhelantes de caricia de letras, de esdrújulas y graves nominaciones.

Arcángeles pastosos vigilan azoteas y rancias jaulas que amparan tendederos rebeldes. La vida se agita, desesperada, como sábana raída que blasona un horizonte eterno de cornisas y ciegas catedrales.

La luna calla; se desparrama sobre una poeta de labios carnosos


-que asomando palidez a través del ventanalmusita versos donde querubines estáticos comprueban su existencia soplando saxofones de notas tristes y lánguidos oboes de advenimiento.

La carne de los noctámbulos se vuelve piel de luna; también sus corazones apretados en discretos autobuses de medianoche; también su llanto improvisado.

Y cual ligera llovizna, apenas un roce en sordina, el fresco de la madrugada invade -como el dolor profundo de las roncas notas de un Miles Davis en extravío; como la esperanza descarnada del Réquiem de un Mozart apesadumbrado por las visitacioneslas páginas desnudas que dibujan síncopas repetitivas; codas melancólicas, profundas, púrpuras, que llenan la luna de las uñas, las carnes, las pupilas, las extensas sombras;


los lĂĄpices para bocas moradas por el frĂ­o, las medias rotas, los neglillĂŠs de batallas lejanas; los cigarrillos sin filtro, las gabardinas desgarradas, los tragos de cerveza, los pasos y pasos, y pasos eternos de las mujeres y hombres que erigen silencio entre las electrificadas calles de una Babel sin nombre.


Nocturno imperio de los proscritos (fragmento)

Hemos nacido mudos vagabundos malditos desde fétidas placentas que reposan bajo casas almacenes edificios putas oficinas ovarios doloridos y dolientes mazmorras mugrosas de simulada libertad.

Hemos emergido satánicos ciegos ácidos ajenos a la condena que heredaron los fiscales del mundo -injuriosas pústulasentre colegios cánones parcos y ortodoxos.

Donde expusimos antropófagos antropólogos -preservadores del sacrilegio- tantos entendidos nombres bajo la lupa de la contestación:

los Yahvés Maquiavelos Smiths escritores del best seller cineastas de lengua tibia en ruda afrenta a los Wells Langs Eiseinsteins y Fellinis de originales profundas extremas tomas que formaron pensamiento.

Hemos puesto nuestras deidades de espaldas


las hemos apedreado con filosas búsquedas cartesianas en la herida que desangran labias redes sociales hemos desandado con rojas manzanas de ciencia el intrincado laberinto de cables sordos e inútiles.

Nos sucedemos en esta pesadilla de cacerolas conflictos aterrantes aviones novedoso ántrax cavernosas elegías postales pavores de ricina anchas carcajadas anónimas que entendemos por el aquí ahora: esta granizada de odio sin sed, de sed sin odio.

Hemos nacido forajidos inmorales drogadictos extraños hetero y homo sexuales aprehensivos oscuros débiles creadores infanáticos lascivos poseedores de la marca de incendiarios y homicidas y por ello nos han fichado perseguido exterminado rabiando entre holgura de fusil y tasas de crecimiento.


Muerte, dulce muerte


Cualquier ácida luna

Cualquier ácida luna, uno da cuenta -mientras flamean los néctares de lo inasibleuno da cuenta de los ajados cuervos del fosco minuto -sin estridencia ni histriónico timbrazo-

Uno se percata de que las carnes florecen en concéntrico espasmo, ensanchan las canas y enllaguecemos hacia adentro

Esa fecha se comprende el sabor a duelo, el responso que agita los vapores del alma: la claridad sin sobresalto, el amor entre ojales zurcidos, veteranía del cuerpo en compás de mullida agitación: los pulmones aspiran polvo sacro del turbio camino

Cualquier ácida luna,


uno entiende que la contemplaciรณn, la permanencia y el reposo no son romos rostros que habitan el interior de lo estรกtico.


Osario en luz

No existe sitio como un cementerio británico para calzar la sombra de lo innominado para meditar bajo el viento que flecha a los cipreses bajo la paz que verdea entre las hileras de losas los arbustos

los maxilares

los gatos

En el silencio que respira el cementerio británico no se persigue

no se pregunta

sólo se aguarda con paciencia con la perseverancia de un iluminado a que el misterio en el ramaje convoque a alguna pista algún presagio de lo que vive detrás de los fulgores del alba y la conciencia.

No existe mejor sitio que un cementerio británico para internarse a la espesura de lo tan claro


de lo que se evidencia en la mรกs tranquila oscuridad que habita en el alma del hueso y del relรกmpago.


Hacer la piel

Hacer la piel entre la muerte (desde labios floridos (en la miel de los muslos (Acercar las gacelas del tiempo (Destronar relámpagos o minuteros ante los nombres (ante nuestros cuerpos (Proscribir el llanto (Recomponer dolores (Ser un triste feliz entre viñedos de lumbre (Amante que gesta pasos con un eco besa-aires (Aspirar días tatuados de memoria (Luz espiritual en vocablo espiritual (Ser oso de felpa (Noche de frío en bajopuente (bajo tu abrigo (Pura alma habitada por tus ojos (Este fabular a quien se quiere (a quien se anhela (Más allá de la ilusión intelectual (Metafísica (Más allá de la belleza (Del fuego (De oscuridades.


El lecho de la muerte

He de rondar tu lecho, Muerte entre orquĂ­deas bebiendo estrellas

He de pasear mis labios con oficio en cada metatarso en tus anhelos de tibia trĂŠmula y de muslo descarnado

He de reposar en tu osario bajo el calor del mezcal

En una taberna habremos de enredarnos (ceibas lustrosas: carne (deseo (huesos y mĂĄs huesos

En medio de notas tatuadas aunque negras


En medio del réquiem perpetuo del roce de mi boca y tus encías

He de seguirte, amada muerte atándome a tu cadera de oscuridad (muerte sexuada (muerte cachonda hasta llegar al éxtasis de tiempo y silencio bajo el péndulo de tus lunas en tu ajustado liguero

He de rondar tu lecho, Muerte Sólo para desaparecer en el gozo de tus sueños y tu frágil espesura de esqueleto.


Vámonos poniendo fúnebres I Que ninguno se salva de tus labios, bien lo sabes, que nadie del otero se refugia, suicida Santa. Que el gusano teje olvido carne a carne, hueso a hueso, al amparo de los cánceres y el sida.

Que no se rechaza invitación al aposento, al festín de tierra entre los dientes, a la celebración del polvo y de la mosca bien lo sabes, perversa, terroncito de azúcar; bien lo dicta tu desdén, tu empeño.


Dime entonces, sin fingimiento: ¿ tu expiación, cuándo se llega? ¿ cuándo tu lápida se yergue?

Nada para siempre queda, hermana, ni tu ni nada para siempre.

II

¿Para qué tanto escándalo de horas, tanto cuesta arriba y cuesta abajo, tanta verbena de mercado y tanto andar nervioso de una hormiga?

Para qué tantos besos de Judas y Caìnes, y este seguir hollando mundo; la deslealtad del hombre caza-hombres,


¿para qué entonces el llanto de la ciencia?

Al final, lejos, muy después del camino sólo dos misterios nos esperan. Y ellos no entienden de retórica. Ellos no comen de pretextos.

III Cuando alguien muere, consumimos los pabilos para avivar el fuego de la ausencia; suplantamos su sombra sobre el pavimento; gastamos cartuchos en busca de perdones y excusas; trocamos viejos rencores en felices momentos. Nos creemos santos, y hasta hacemos verbena de buenos principios frente a todos.

Pero a solas, en el silencio estático de nuestros adentros, sabiendo lo que sólo nosotros sabemos,


nos da por llorar: lloramos.

Cuando alguien muere, sencillamente lloramos.

IV Nada a tu paso queda, hermana, nada a tu paso; desde el microbio hasta la orca nada dejas sobre el mundo; ni las piras quevedianas, ni las bibliotecas imposibles, ni el destino, ni el fusil, ni un zapato. Todo por morir termina, a tu paso toda senda arrollas, tren nocturno.


De nosotros nada sobrevive, todo por morir acaba; ni la flor, ni el canto, ni la mentira que atraviesa un puño de agua; nadie queda, nadie, lo que vemos la chingada se lo carga la chingada. Nada para siempre, hermana, ni tú ni nadie para siempre. Es apenas un arrebato de sueño, una tímida señal, un gesto, es apenas la ilusión de ser materia de aire en la impaciencia del camino, o la esperanza de pertenecer a un llanto, a una cruz, a un guijarro.


Nada para siempre queda. Ni tĂş ni nada para siempre.

Amorosos, morosos, de un cariĂąoso odio


Territorios

Después de todo sólo se trata de la carne, de los amorosos territorios; de esa fiebre incesante con que los cuerpos se revuelcan en la tumba. Después de todo se trata del amor como una fiera oscura, dentellada furtiva que reclama nuestro encuentro.

Quizá, en recovecos urbanos donde asoman la timidez y el prejuicio, en las calles lunares, sin sortilegios y sin ruido, convoquemos urgentes al placer milagroso, ese sueño que todos soñamos -¿quién lo sabe?-

Tal vez sea aproximación de vahídos en combate de cuerpos, crucigrama de pieles cicatrizadas a fuerza de besos, perfume que dejamos en batallas;


un nombre, un rastro, un รกngel compartido. Tal vez: ese leรณn insatisfecho que nos habita entre los muslos, ese jugoso pretexto de retozar cama, jornada ardua de caricias y mordiscos; luz, sombra, muerte chica, desnuda necesidad de piel, desnuda necesidad de piel, y olvido.


Noche de lobos

Todos decían que cobijarme en su sarcasmo causaba cáncer. Tenían razón.

Todos decían que jugaba a la ruleta rusa cocinando balas expansivas.

Me refugiaba de la soledad, eso era todo. Me divertía pensar que no pensaba.

(Destapé mi cajita de Pandora una tarde sin nublados ni tormenta. Creo que de ella surgieron agonías felices, conversaciones malgastadas,


largas caminatas sin tregua y sin sentido)

Organizar el recuerdo de sus ojos equivale a cruzar un hoyo negro sin ningún cuidado; llamarle a la estupidez, inocencia, y a la fatalidad, romance o aventura.

Ahora no quiero reducir su recuerdo al engaño de unos cuantos trazos fastidiosos. Del olvido más vale no acordarse; la memoria es siempre una trampa exacta, urdida justa al tamaño de una noche de lobos.

Te olvidé una vez y hoy te olvido de nuevo: tú me ves ya, que no estoy cansado.

Ojalá que tú no me recuerdes de ningún modo.


Ojalá tampoco a ti te persigan los lobos.

El umbral y la caricia

Lo que se deja en el lenguaje de la llama y la caricia no es el áspero color a humedad de la entretela no es la savia de la figura, el recorte de una presencia el enlace de dos vientres, la persecución desenfadada ni el vahído, el acercamiento.

Lo que se deja en el lenguaje de los que aman -cuando en el umbral se amanes alba intuición, ese algo, cualquier algo fragata en hundimiento a la cual asirse con enardecidas zarpas: lo que semeja al color, a la presencia, a ese vahído.

Un letargo atemporal que florece


que no se palpa con la memoria ni las yemas de lo mirado. Eso es lo que queda: el arrullo de luz, el perfume de un halo, la púrpura oscilación en la cuerda. La ciudad fabulada

Esta es la ciudad del amor, Atentos, Desde las paredes, Entre muros, En besos de tezontle y cantera, Entre perros de ladridos y llamados de gas, Los cuerpos se afianzan, Aferran, Se reconocen en un braille de perfumes, Es la aldea del amor, Las avenidas son brazos en desnudez, Piernas, Corazones que buscan despojarse de sus ropas, Las caricias se propagan en onda, Hace calor en lo vivo, Todos se derrumban sobre sí, Sobre otros, Encima y debajo y en medio de otras, Entre lagartonas, machos mínimos, nocturnos, entre libres, diversos, ñoños o hippies o hipsters, metaleros o amantes del blues, entre podadoras de misterios, misóginos intelectuales y feminazis, Entre los que se refugian del aullido, Los que muerden con ansia, Los que se extrañan, transparentes, En jardines ahuhuetados y floridos espinajosos, Para ellos las ventanas, Las plazas y sus gemidos, Los bares y los dulces insultos, Los anhelos, Los abrazos. El beso y la frecuencia modulada de caricias. Para ellos. Para todos. Esta ciudad. La ciudad del amor.


La resurrección, la zarpa, el amor

Resurrección de polvo eres (del mirlo y la rosa púrpura (repercusión numeral entre herrumbres (Página de heroína sin torre (sin ahorcados (Perfume infiel que evoca (Vocablo de transparencia (Oda de tormentas, de edenes, de muchas y muchos… Como si no fueras abecedario que se aspira por la piel (Arista (Como si no miraras lo dentro (Tal si fueses o no fueses trampa jugosa (Rezo emplumado hacia el norte y carnalidad a lo sur (Invención (Velo que cubre a todos y al Todo (Cual si fueras sombra (Anhelo (Eco en silencio de brillos presurosos Como si no fueses, amor, la más dulce zarpa…


Tu cuerpo

Tu cuerpo no es la llama (es pantera-relรกmpago que consume al mundo (Mis dedos son hormigas que exploran el orgasmo

Tu cuerpo no es la llave (es conculcaciรณn (estremecimiento Mi respiro en tu vientre

Mis ojos (limpios (se besan en tus ojos:


Tiempo en que habré de penetrarte (dulce (en la hoguera del silencio

Detrás de tu cabello , el cosmos de tu espalda (azafrán de carne (lo adormecido:

Apenas cruce somos (lo hereje (calor de saxofón y mujer hecha de noche

Celebración de lo tan cerca: (En ti nuestras pieles inscriben universo

Muy profundo en ti (celebración somos…


Tu cuerpo no es la llama (Es el más intenso estallido.

Se hizo cuerpo

Esa noche en andas mostré la ternura que viste a lo más sucio Yo no era uno) Era duplicidad de furia) huracán que arremete piel)

Tus muslos escapaban) peces-torbellino) lúdicos) lúbricos) en la nominación del fuego

Esa noche de amantes) yo era otro) oscilación en entrepierna)


Tú, estallido de labios eras) blanca sonrisa) uña clavada en cama sin nombre)

Te recuerdo en claridad-habitación y regazo nocturno: trepidación insomne) Pendulas hasta la aurora) Es tu cuerpo espesura y secreto: fronda que extiende sopor de tacto) presencia que recita caracoles)

Remotas, adormiladas) tus hojas contraen-resplandecen) brillo de luciérnagas en mis dedos)

En la tersura del espejo -Minotauro y Gacela-) disfrutamos de la savia de un… Te penetro)


Misterio: negras hechiceras desprenden hojarasca en letargo) Ca-da le-tra seduce al instante) Mi poesía: suave hundimiento entre tus muslos)

Mi poesía: lo dicho y lo imaginado) Goce en una noche de insectos)

Mi poesía: tu orgasmo que florece) Alumbramiento de carne) Búsqueda de pan en la tersura)


Como crispación de cuerda las pupilas dictan armonía) la piel es oleaje en el núcleo del durazno)

Cortejar en el lecho es ignorar las trampas del tiempo) Esencia de cuatro sombras) Adentrarse al delicado abismo:

Esa noche en andas encontré la escritura de la vida y la muerte las cartas del placer) la promesa del alba)

Y mi poesía se hizo cuerpo.


La fiereza de lo amado

Hay que aprehender las formas del misterio (Llegar a la carne como se atraviesa el agua (Navegar la gravedad de cuerpos (espantapájaros amantes (para no reventar en polvos negros…(Hay que hablar de amor y deseo mientras queden labios con qué besar (Volvernos sábana de hotel (abierta pupila ante las piernas cerradas de los sentidos (((Hay que jugar al suicidio del amor (suma y olvido de alcatraces (Afilarse los ojos ante tanta des–nu-dez (escorzos ciervos giros) (roer lo mineral del jadeo…(Hay que indagar lo que muerde (anocturna (permanece (((Ser (estallar y volver a ser (trémulos como trigo (con cervicales amorosas trabadas desde los pechos (Hay que caer al centro de los labios (A la madreselva que despierta calor de vientres… Debo hallarte (gacela de tanta espina (entre lo que se besa y abandona en cada templo (En el desasosiego astral de orgasmos (((Libar la ronquez (húmeda de tanta luna (Celebrar tu ascenso a través del no-tiempo (Porque grande y furtiva eres, pantera mística (Y yo desnudo abrevar quiero en tu sombra (Allí (Justo en la fiereza de lo amado.


Al despertar

Descorro el velo Detrás del tiempo: la pátina de tu piel

Eres desnuda Sonríes mariposas Tus ojos irradian rayos gama

¿Puedo darte un beso? digo en el espacio…


Te invito a caminar mi saudade

¿Puedo darte un beso? Nace un cosmos paralelo

Bebamos café por la mañana vino de labios por la noche

Descorro el velo Te sigo en el manto de los sueños.


Gacela

Hay una pantera en mi lecho con ojos de tormenta

Nada es mรกs profundo que la almohada de su cabello desbordado su libertad entre sรกbanas

Hay una tempestad que se vuelve marea un rugido que desparece en susurros

La pantera se suaviza


vira:

Una gacela entre sus piernas da fragor a mis muslos.

Entropía:

Hacerte el amor es entropía: Arteria de luz -azar al núcleo y al vacíoSendero que ahonda en escarpada espalda o se refugia en entrepierna

Permutación

búsqueda de carne

fulgor entre pechos

(adormidera tibia al contacto)

Mariposa siniestra soy

bebiendo placer entre tu furia


Blanco tigre

corsaria pantera

estallido de lo puro

giro de libertad

repercusión de ese tu gemido

Hacerte el amor es entropía: Mordida de labios cachorros -muslos que derrumban hacia arribaRonca agonía

génesis

(marcha presurosa-lenta-presurosa: vuelo)

En vano pronuncio el rugido que escapa entre los vientres

Es ruptura concatenación de sucesos en amoroso desorden

Nuestras manos enlazan hacia dentro lo puro a nuestro contacto


lo afuera para el mundo

Nuestro incendio

origen de lo que ha estado muerto amanecer de lo que era florecido caos

Ramaje que profana la raĂ­z Tierna esquizofrenia hacia su centro

Tu sonrisa y tu gemido hermanan el vuelo de la cama: Hacerte el amor es entropĂ­a:


Tu cabello

Tu cabello era el fuego y tu espalda, abrojo

sudor en llamaradas

Desnudez en pastizales eras Espina

asalto y fuga

Fruto en entrepierna que siembra ponzoĂąa en la dulzura

Eso y menos

y mĂĄs

Eso eras

Ensanchados como turbios animales


runrruneamos talanfes y gustozos Bestamos el oscilar de la cama Tú, murmusa y yo amanfo

Al perfil de la erosual, lúbida ola nos amamos furiosos…

Era ardiente sortilegio ramaje suicida herejía de comunión nocturna

Ahondábamos los muslos tóxicos los brebajes de la perdición el enfermo correr del alba

Perdidos Tibios Deliciosos


Así como alacranes obsequiando rabia con sus colas.

La vía

Nuestro amor profundo como durmientes que se internan en la noche

Nuestro romance siete gatos como lectura de muslos al tarot de la cama

Conjugación astral de cuerpos: Tú supernova

yo mudo misterio


Nuestro amor de siete puntos en canto cherokee

Nuestro amor de luz y rebeldĂ­a hondo como la noche de Cuautla. Todo se desgarra

Uno quisiera que reinara la frescura de la ola Pero aparece, en silencio, la sal del tiempo

Uno quisiera que el amor no fuera jaula donde se suicidan elefantes Que el eco del esquizofrĂŠnico no llenara miocardios Pero pasa

Uno quisiera que no se derrumbara el ser entre los filos que nadie jugara al trapecio del dolor


que permaneciera la savia de las manos que el amor no fuera oscura telaraĂąa

Pero sucede: El amor es savia y trapecio y telaraĂąa y suicidio El amor todo lo desgarra.


Tigrillo

A maullidos de tierno tigre voy moldeando tu espalda

Nuestra ruina es éxtasis

Tú) suave adormidera abres al misterio

Tú) evocación entre gemidos encuentras la conciencia de la noche

Eres dios y el diablo en neglillé


Cuerpo de aire y fuego a travĂŠs de los tatuajes

Eres estepa y selva en una noche de grillos

Eres sueĂąo

A maullidos de tierno tigre voy arribando a tu cuerpo.


Lento

Lento (con la tibieza de tu piel clareando la mía (Expandiendo)‌ Lento (en lo que humedece la frontera de universos (en jadeo que despierta mi rugido Bien despacio (al nadir de oleaje en cama (espejo y aroma de lo amado) Allí (siguiendo el caracol que no deja de extenderse Tan lento habremos de estallar (supernovas de caricias (al tronche de una hoja inflamada


(en un lampo de fiereza y de ternura (en la destrucciĂłn y la furia de los otros

Y asĂ­ (Muy lento (convocaremos lo que nace del gemido.


El elemento quebrantado

Había fallecido tu perfume. Quise incendiar la cama con flores. Asesinar al abismo. Ya no recogeremos notas al vuelo. Mira el túmulo del abrazo, esta ancha pira de fotografías. Lo que queda en la noche y el tacto es un vacío aceitoso. ¿Cómo será la luz sin nuestras sombras? Misterio. Nuestros rugidos no se alzarán más allá de su mixtura. El Cosmos permanecerá en su sitio. No habrá más de lo fabulado, de la promesa.


El elemento “amor� ha sido quebrantado.


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