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PINOCHO DE GUILLERMO DEL TORO

Imposible no ver Pinocho de Guillermo del Toro y no salir con una sonrisa en la cara. En la misma sencillez de la película se encuentra su dificultad. Misma paradoja que comparte con la vida, y algo que hemos visto al director mexicano crear y retratar en varias ocasiones en la pantalla grande. Ahora, con esta versión, stop motion del clásico cuento italiano de Carlo Collodi, toma un mensaje para la niñez y lo convierte en un mensaje para la adultez y la ‘rudeza’ de la vida misma. La naturaleza de Pinocho como moraleja es tomada por Del Toro en esta nueva versión y la acerca a lo más profundo. ¿Qué mejor personaje para enseñarnos de la vida que Pinocho? Un ser inanimado al que le es otorgado la virtud de la vida y a través de su paso por ella, se le enseña algunos detalles que, como adultos, pasamos por alto. Poniendo principalmente los argumentos de la obediencia, la perfección,la vida, la muerte y el amor, sobre la mesa de los que estamos. Vivimos para tomar a Pinocho como una lección de lo que realmente somos. Llena de simbolismos, Pinocho es una aventura infantil. Guillermo del Toro ha reiterado en múltiples ocasiones que su Pinocho es una película para adultos que puede ser vista por niños. Alejada de la versión de Disney, una versión que es una fábula sobre el bien y el mal, y la importancia de las decisiones; el Pinocho del director mexicano va sobre aprender a ser humano. Pinocho no se gana la vida por ser ‘bueno’, Pinocho se gana la vida por aprender a ser humano. La película es una alegoría de padres e hijos imperfectos. Pero va más allá de eso, en cada uno de sus personajes vemos la fragilidad de la obediencia y la fragilidad de la perfección.

La de Geppetto, fallando como padre y cayendo en el alcohol hasta encontrar a Pinocho (y enfurecer de sus actos). La de Sebastián, el grillo con poca modestia. La de Candlewick (Finn Wolfhard), buscando ganarse el cariño de su padre obedeciendo.

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La de Spazzatura (Cate Blanchett), el mono tratado como basura (traducción de su nombre en italiano) al ver al Conde Volpe (Christoph Waltz) como su salvador a pesar del maltrato. Y la de Pinocho, que pasa de ser ‘la reencarnación del hijo perfecto en el hijo imperfecto’ a ser el mensaje que, con todo y sus imperfecciones, hace cambiar a todos y a cada uno

¿LA MEJOR ADAPTACIÓN DEL CUENTO?

-Guillermo del Toro de los personajes. La cinta no se puede entender sin el contexto del nacionalsocialismo en la época de la Italia de Mussolini. La exageración desmesurada del fascismo, es lo que refuerza el mensaje de la obediencia en Pinocho. Un ‘niño’ que cuestiona la autoridad (como cualquier otro) por lo irrisoria que es. Con paradojas como lo malo de la guerra, aunque sea una obligación o cuestionarse cómo todos adoran la imagen de Jesús en la iglesia y a él lo tratan como monstruo, a pesar de ser ambos de madera. El contexto, otorgado por Del Toro en un nacionalsocialismo italiano, nos hace ver a Pinocho como la amenaza, incluso rebelde, al totalitarismo. Y cómo la rebeldía de cada personaje, inspirada en la de Pinocho, genera que ‘con sus imperfecciones, con su desobediencia como virtud, logra cambiar a todos sin cambiar él mismo’, como dice su director. Y de la obediencia, pasamos al amor. La posibilidad de amar sin transformar es una de las frases que mejor describen a esta película y son propiamente las palabras con las que Guillermo delToro califica la cinta en el especial de Netflix sobre la creación de la película: ‘Pinocho suele tratarse de lo que Pinocho aprende en el mundo y se convierte en un buen niño, y por ende, en un niño de verdad. Nuestro Pinocho no es eso, él cambia a todos, porque es tan puro. Cambia a Geppetto, cambia a Grillo, cambia a Spazzatura; cambia a todos. Aprende quién es como ser humano’. La posibilidad de amar sin transformar es quizá el mensaje por el cual sonreímos cada vez que vemos Pinocho y la mayor ‘arma’ de la cinta para trascender en su mensaje. Guillermo del Toro ha tallado un nuevo Pinocho, uno alejado de la historia original de Collodi, y mucho más de la versión de Disney con la que crecimos todos. Un ‘nuevo’ Pinocho que nos traslada a otras épocas, a otro tiempo, para entender aspectos fundamentales de la infancia. Y ahí radica la importancia de la visión del director mexicano, como si poner su nombre junto al título no fuera suficiente, el mexicano se hace presente en cada uno de los simbolismos, desde los más sutiles, hasta los más directos. Con una idea de Pinocho que abraza a los ‘monstruos’ para trasladarnos a otra época, a otro tiempo… y a nuestras memorias.

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