Estoy listo. Desbarátame. Quiero el último recuerdo de tus nuevos labios rojos. Apresúrate. Carcome toda la pasión que aún me queda en la estúpida esperanza que no sabe distinguir lo incierto de tu boca. Yo no puedo continuar sin el fundamento de tus palabras, esas que nunca serán la eternidad. Por eso te pido, desbarátame, ahora y vete, que la luz ya sopla liviana, y pronto dejara de soplar.