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CAPITULO 6: EL MUNDO INFERNAL
CapítuloVI
EL MUNDO INFERNAL
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Estigia o Estix fue una de las oceánides, hijas de Océano y Tetis. Era la personificación de la laguna Estigia, el río del odio, que fluía desde una fuente de Arcadia hasta el Inframundo. Su esposo-primo Palante, titán de la guerra, la hizo madre de Nike, Bía, Cratos y Zelo. Cuando se desató la Titanomaquia, Estigia envió a sus cuatro hijos a luchar al lado de Zeus, por lo que después de la victoria de los olímpicos, el nuevo rey de los dioses convirtió a los hijos de Estigia en su guardia personal y dio a la oceánide el honor de convertirse en señora de los juramentos divinos, si un dios juraba por Estigia, o por la laguna Estigia, estaba obligado a cumplir su juramento sin excepciones.

Estigia
Aqueronte
El río Aqueronte es un río situado en la región de Epiro en el noroeste de Grecia. Su nacimiento se sitúa cerca del pueblo Zotiko, en la parte sudoeste de la unidad regional de Ioánina en el már jónico en Ammoudia, cerca de Parga.
En la mitología griega, el río Aqueronte, también conocido como el Río del Dolor o río de Aflicción, es uno de los ríos que fluyen en el Inframundo, y el lugar de castigo para muchos espíritus. El río Aqueronte es uno de los cinco ríos que fluyen en el Inframundo, junto con los ríos Estigia, Cocito, Flegetonte, y el Lete. En los poemas homéricos, el Aqueronte se describía como un río del Hades en el que fluían el Cocito y Flegetonte.
El poema romano Virgilio lo consideró el principal río del Tártaro, del que surgían tanto el río Estigia y el Cocito. Los recién muertos serían cruzados por Caronte para entrar al inframundo.
El Suda describe el río como “un lugar de curación, no un lugar de castigo, limpieza y purificación de los pecados de los humanos”.
Según tradiciones posteriores, Aqueronte había sido el hijo de Helios y de Gea o Deméter, que había sido convertido en río del inframundo llevando su nombre después de que refrescara a los titanes con bebida durante su lucha contra Zeus. Por este mito, Aqueronte también es el padre de Ascálafo con la ninfa lámpade Orfne o Górgira. El río real llamado Aqueronte con las ruinas cercanas del Necromanteion se encuentran cerca de Parga en el continente, opuesto a Corfú. Se cree que otra rama del Aqueronte surgía en el cabo Aquerusiano (Ahora Karadeniz Ereğli en Turquía) y visto por los Argonautas según Apolonio de Rodas. Los griegos que se asentaron en Italia identificaron el lago Aquerusiano en el que fluía el Aqueronte con el lago Averno. Platón en su Fedón, identificó a Aqueronte como el segundo mayor río del mundo, superado solo por Océano.

Afirmó que el Aqueronte fluía en sentido opuesto de Oceano, bajo la tierra por debajo de lugares desértidos. La palabra también se usó ocasionalmente como una sinécdoque del propio Hades. Virgilio menciona a Aqueronte con los otros ríos infernales en su descripción del inframundo en el libro VI de la Eneida. En el libro VII, línea 312, da a Juno el famoso dicho: “flectere si nequeo superos, Acheronta movebo”; “Si no puedo persuadir a los dioses del cielo, moveré a los de los infiernos”. Sigmund Freud usó las mismas palabras para un lema dedicatorio para su libro La interpretación de los sueños, mostrando a Aqueronte como un inframundo psicológico bajo la mente consciente.
En la literatura griega, en ocasiones puede ser mencionado como un lago o pantano, como en Las ranas de Aristófanes o Alcestis de Eurípides.
En la Divina comedia de Dante, el río Aqueronte forma la frontera del infierno. Según la mitología griega, Caronte cruza las almas a través de este río al infierno. Aquellos neutrales en la vida se sientan en las orillas.
El Aqueronte es un ancho río de aproximadamente seis metros, que comienza en el mundo de los mortales, cerca del templo de la muerte en Epiro. Serpentea a lo largo hasta que luego se hunde bajo tierra, hacía el Inframundo. Sus aguas son oscuras, vaporosas y pantanosas, mientras que su corriente tiene miles de voces gritando, chillando de dolor y suplicando clemencia. Cualquiera que se atreva a tocar sus aguas o siquiera escuchar su corriente, se verá afectado por las malévolas voces, culpándolo de pecados atroces que nunca cometió, y mostrándole sus peores recuerdos, tratando de convencerlo de saltar al río. El Aqueronte finalmente se divide en dos pequeños ríos - el Cocito y el Estigia - que fluyen en direcciones opuestas hasta que caen en el Tártaro.

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Lete
Lete es uno de los cinco ríos del Hades, el inframundo de la mitología griega. En griego clásico, significa olvido u ocultación. Siguiendo la mitología clásica, Leteo era también el nombre de un espíritu griego: el espíritu del olvido. Se cree que el río Lete fluyó a través de las cuevas de Hypnos, el dios del sueño, en el inframundo. Se dice que la entrada de la cueva está poblada de amapolas y otras plantas hipnóticas. Ni la luz ni el sonido entraron en la cueva. El río bordeaba el Elíseo, el paraíso donde sólo los héroes, y los mortales relacionados con los dioses, eran enviados a vivir una vida inmortal de felicidad. Los nombres de los cinco ríos del Hades reflejaban las emociones asociadas con la muerte: el Styx el río del odio, el Acheron el río del dolor, el Cocytus – el río de los lamentos, el Phlegethon el río del fuego, y el Lete el río del olvido.
Todos los que bebían del río experimentaban el olvido, y el murmullo del Leteo induciría somnolencia. Cuando las almas de los muertos pasaron a la otra vida, tuvieron que beber del río para olvidar su vida pasada y estar listos para su reencarnación. El mito de Er cuenta la historia de un hombre que murió en batalla y su vívida experiencia de la otra vida y del río Leteo. Diez días después de la batalla, cuando los cadáveres estaban siendo recogidos, su cuerpo permaneció sin descomponer.


Aguas de Lete de Thomas Benjamin Kennington
Er había viajado a la otra vida con muchas otras almas de la batalla y se encontró con un lugar extraordinario con cuatro misteriosas aperturas. Un conjunto de aperturas entraba y salía del cielo, y el otro entraba y salía de la tierra. Los jueces dirigían a las almas que se acercaban, enviando a los inmorales hacia abajo y a los virtuosos hacia el cielo. Cuando Er se acercó a los jueces, le dijeron que esperara y observará para que pudiera reportar lo que había visto.
Las almas que emergieron de la apertura del cielo relataron las alegres y edificantes visiones y sentimientos que experimentaron, mientras que los que regresaron desde abajo hablaron de la desesperación y la maldad que soportaron. Después de siete días, Er viajó con las otras almas a un lugar donde un arco iris incandescente gobernaba el cielo. Aquí, a él y a sus compañeros de viaje se les dio un billete numerado. Cuando se anunció su número, fueron llamados a elegir su próxima vida. Er notó que todos escogieron una existencia antitética a su vida anterior. Un alma que había sido buena eligió ser dictadora, una que había sido animal eligió ser humana, y otras que habían sido malas eligieron una vida humilde y virtuosa.
Desde allí, Er y sus cohortes viajaron al plano del olvido, donde fluía el río Leteo. Cada viajero debía beber una cierta cantidad del río. A Er sólo se le permitía observar cómo cada alma bebía, olvidaba su existencia previa y era enviada a comenzar su viaje de nuevo. Er no recordaba haber sido enviado de vuelta a la Tierra, pero se despertó sobre la pira funeraria y pudo recordar toda su expedición a través de la otra vida. Como no había bebido del río Leteo, no tenía una pizarra en blanco como sus compañeros de viaje.
El río no pudo detener los recuerdos de una figura de la mitología griega: Aethalides. Etalides era el hijo mortal de Hermes y miembro de los argonautas. Aunque bebió del río y se reencarnó como Euphorbus, Hermotius, Pyrrhus y luego Pitágoras, todavía podía recordar sus vidas anteriores y el conocimiento que había adquirido en esas encarnaciones. Estaba dotado de un recuerdo infalible que ni siquiera el Lete podía conquistar.
Un concepto similar existía en la religión misteriosa Orfismo. Se pensó que la religión órfica se basaba en las
enseñanzas y canciones del mítico poeta y músico Orfeo. Las enseñanzas introdujeron la existencia de otro río importante, el Mnemosyne. A los seguidores se les enseñó que tendrían que elegir entre dos ríos para beber cuando pasaran a la otra vida. No debían beber del Lete, sino del Mnemosyne, ya que entonces lo recordarían todo.
Se enseñaron órficas sobre la divinidad del alma humana y cómo el alma está atrapada en un ciclo interminable de muerte y renacimiento en un cuerpo. Creían que podían obtener la omnisciencia y, en última instancia, poner fin a la transmigración de su alma a través de una vida ascética! Los seguidores de la religión fueron enterrados con tablillas de hojas de oro que daban instrucciones después de la muerte. Uno de los mensajes comunes presentados a los gobernantes de la otra vida decía: “Estoy sediento y me muero; pero rápidamente dame agua fría del Lago de la Memoria para beber.”
Se creía que el río Limia, entre España y Portugal, era el Leteo, ya que supuestamente provocaba una pérdida de memoria similar. Esta leyenda persistió hasta el 138 a.C. El general romano Decimus Junius Brutus tenía entonces una guerra que ganar y no tenía tiempo para que el mito local impidiera su victoria. Él refutó la leyenda cruzando a la orilla del río y llamando a sus soldados uno por uno, por nombre!
En España, otro río, el Guadalete, fue originalmente llamado el Leteo por los colonos locales de Grecia y Fenicia. Los dos grupos estaban a punto de ir a la guerra, pero en cambio resolvieron sus diferencias amistosamente nombrando al río el Lete y olvidando así su antigua disputa. El río fue rebautizado como Guadalete cuando los árabes conquistaron la región más tarde, pero Guadalete significa “río Lete” en árabe.
Descifrar los misterios de la muerte y el renacimiento era el ámbito de los filósofos antiguos y formaba la base de muchas doctrinas religiosas. Al no beber del río Leteo, el alma podría salvarse del frustrante ciclo de muerte, olvido y renacimiento, y de un estado de despertar religioso realizado. Pero para aquellos que tienen sed de una pizarra en blanco y desean continuar en un camino de dulce ignorancia, las refrescantes aguas del Leteo los esperan.

Perséfone

Archaeological Museum in Herakleion. Statue of Isis-Persephone holding a sistrum. Temple of the Egyptian gods, Gortyn. Roman period ( 180-190 A.C.) En griego antiguo, Perséfone significa “La que lleva la muerte”. Es la reina del inframundo y guardiana de los secretos muertos. Hija de Zeus y Deméter, la diosa de la primavera. Es una de las diosas más conocidas en la mitología griega. Su mito, cuenta como una inocente doncella es raptada por Hades, hermano de Zeus. Cuando Perséfone recolectaba flores en un campo en Enna, acompañada de las ninfas, diviso a lo lejos algunos narcisos. Camino hacia ellos y sin darse cuenta, perdió de vista a las ninfas. La tierra se abrió y del inframundo salió Hades, acarreado por un par de caballos negros. Rápidamente tomó a Pérsefone y la llevó con el al inframundo. Las ninfas fueron castigadas siendo convertidas en sirenas, por no haber intervenido.
Al no poder encontrar a su hija, Deméter entro en depresión y descuido de los árboles y campos. Pronto, los humanos se quedarían sin alimento y morirían de hambre, así que Zeus decidió enviar a Hermes en busca de Pérsefone. Hermes consiguió negociar con Hades, quien le comento que solamente regresaría si no probaba ningún fruto del Tártaro. Perséfone no se pudo resistir a las provocaciones deHades y sin saber lo que le esperaba comió seis semillas de granada. Según lo griegos esta es la razón por la cual se crearon las estaciones del año. Cuando Perséfone estaba con su madre, las plantas florecían y los árboles daban frutos, mientras que cuando Perséfone se encontraba en el inframundo el clima era frío y no había frutos. A partir de entonces Perséfone fue considerada como la reina de los muertos, a quien se referían como “La Doncella” ya que no era seguro pronunciar su nombre en voz alta.

Caronte, el barquero
Caronte
El mito de Caronte habla de un personaje muy interesante, cuya labor era conducir a los muertos hacia su morada final: el Hades, o inframundo. Caronte era un ser misterioso, que tenía mal carácter y era hijo de la noche y de las sombras.
El mito de Caronte nos habla de uno de los personajes más enigmáticos de la mitología griega. Era el barquero del inframundo y su misión era la de transportar las almas de quienes habían muerto recientemente, hasta el Hades, en donde morarían por toda la eternidad.
A este personaje se le describe como un anciano harapiento y descuidado, con una barba blanca y enmarañada. Su rostro era adusto, sucio, sombrío, y su carácter agrio. Cuenta el mito de Caronte que él hacía avanzar su barca con la ayuda de una pértiga, que izaba las velas y que su navío estaba siempre oxidado y destartalado.
Caronte hacía hacía su viaje por el río Aqueronte, que significa ‘río del dolor”. Su labor era interminable y rutinaria, por lo que su carácter era hosco. Lo único que lo sacaba de su infinita rutina eran las situaciones excepcionales en las que un vivo quería penetrar en el inframundo, como ocurrió con Hércules y Orfeo. Por lo demás, su actividad era una eterna repetición de lo mismo.
El mito de Caronte dice que el barquero del inframundo era hijo de Nix y Érebo y que había nacido en un tiempo tan antiguo, que no existía memoria posible para recordarlo. Nix era la diosa de la noche y estaba dotada de una belleza tan abrumadora que hasta el mismo Zeus le temía. Ella era hija de Caos y había estado presente en la creación misma del universo.
Érebo, por su parte, era el dios de la oscuridad y de las sombras. Reinaba sobre las nieblas profundas que rodeaban los confines de la Tierra y hacía presencia en todos los lugares subterráneos. Era hermano de Nix y con ella concibió dos hijos: Éter, el brillo y la luminosidad, y Hemera, el día.
Según el mito de Caronte, Nix logró concebir por ella misma otros hijos, sin la intervención de su hermano y esposo Érebo. Fue así como tuvo a los hermanos del barquero, que eran: Moros, el Destino; Ker, la Perdición; Tánatos, la Muerte; Hipnos, el Sueño; Geras, la Vejez; Ezis, el Dolor; Apate, el Engaño; Némesis, el Castigo merecido; Eris, la Discor-
dia; Filotes, la Ternura; Momo, la Burla; las Hespérides, Hijas de la Tarde; los Oniros, los Sueños; las Keres, los espíritus de la destrucción y la muerte; y las Moiras o Parcas, la Fatalidad.
Cuenta el mito de Caronte que el nombre de este personaje significa literalmente ‘brillo intenso”. Se dice que las personas, apenas un segundo antes de morir, muestran un brillo particular en su mirada. A eso alude el nombre del barquero, que también se ha traducido como “el de mirada fiera” o “el de mirada de fuego”.
Se dice que quienes lo llamaban a cumplir con su deber eran las Moiras, sus hermanas, quienes lo invocaban con furiosa impaciencia cuando alguien estaba a punto de morir. Era entonces cuando Caronte llegaba a la orilla donde esperaba a las almas de los recientemente difuntos, pero no todos ellos podían atravesar el río del dolor, o Aqueronte, con él. Las almas tenían que pagar el paso con una moneda.
Esa era la razón por la que los griegos enterraban a sus muertos con una moneda debajo de la lengua: era el pago que debían darle al barquero para que los trasladara al Hades. Si los muertos no llevaban esa moneda, o si habían sido sepultados de una manera inadecuada, debían quedarse vagando en los alrededores del río por El mito de Caronte cuenta que solo dos personajes lograron hacer el viaje hasta el Hades sin morir en el intento. Uno de ellos fue Hércules, a quien Caronte transportó hasta el inframundo, sin que se sepa muy bien por qué y sin haberle pedido ningún pago. Por esa razón los dioses lo castigaron y tuvo que pasar un año en una cárcel.
El otro mortal que pudo cruzar fue Orfeo, quien logró encantarlo con la magia de su música y doblegó la voluntad del barquero. Caronte también permitió que pasara la diosa Psique, que representaba el alma, debido a los ardides que esta divinidad usó para confundirlo.
Aunque el lugar donde Caronte permanecía era el río Aqueronte, también tenía derecho de navegar por otros ríos del inframundo como Cocito, el río de los lamentos; Flegetón, el río del fuego; Lete, el río del olvido; y Estigia, el río del odio.

Cerbero
Cerbero era un perro monstruoso encargado de guardar las puertas del Averno (ver Hades). Parece que había sido concebido por los monstruos Tifón y Equidna, y se creía que era hermano de la Hidra y de la Quimera, criaturas tan terroríficas como él (ver Heracles y Belerofonte). Cerbero tenía tres cabezas, si bien según algunas fuentes podría tener muchas más. Su cola era una serpiente y sobre su lomo se extendía una crin hecha con cabezas de serpiente. Su aliento y su saliva eran muy peligrosos y, al igual que Medusa, su mirada podía convertir a cualquiera en piedra.
Hades, el dios del mundo de los muertos, tenía a este perro para evitar que las almas huyesen de su reino. Cerbero también evitaba que entrasen los vivos. Uno de los Doce Trabajos de Heracles fue llevarse al perro de las puertas del Averno. Hades tuvo que aceptar, pero puso como condición que el héroe no utilizase ningún arma, para lo cual uso sus propias manos y se lo llevó a su patrón Euristeo, tras lo cual lo devolvió a su lugar entre los muertos.
Para empezar según la mitología Griega, Cerbero también conocido como Can Cerbero, era un perro de tres cabezas, una serpiente por cola y en su lomo tenía muchas cabezas de serpientes, su misión era cuidar las puertas de Hades (el inframundo Griego) para que los vivos no pudieran entrar sin pedir permiso y los muertos no pudieran salir.
La mitología Griega narra que cuando la luz solar toco la piel de este animal comenzó a silbar y la saliva dio origen a la planta venenosa conocida como acónito, en ese momento el rey Euristeo vio a este terrible monstruo y huyo, de esta manera el perro quedo liberado de sus cadenas gracias a Heracles, escapando así hacia

Erinias

Hijas de Urano y Gaia (debido a la sangre de los genitales del dios del cielo sobre ella al ser mutilado por Crono). Eran las diosas de la venganza que torturaban a los malvados relacionadas con Némesis. Eran tres: Alecto (la que no descansa), Tisífone (vengadora de asesinatos) y Megera (la celosa). Representadas en el arte como doncellas severas con cabellos de serpientes y alas, ojos inyectados en sangre, rechinando los dientes, con túnicas negras con una cinta roja sangre y portando un látigo, una antorcha o una hoz. También se las conocía como las Euménides o las Aras o Arai y en Roma las llamaron Furias. Los asteroides 465, 466 y 464 llevan los diferentes nombres de las tres hermanas y el 889 se llama Erinia. Tisífone aparece como la amante del dios-monte Citerón.

Se les ordenó ser las perseguidoras y hacer ver a los humanos sus culpas. Trataban así de restablecer el orden perdido. Se encargaban de hacer crecer y florecer entre los humanos los sentimientos negativos tales como odio y rabia. Tisífone era la encargada de castigar a los que osaban traspasar los límites de la buena conducta y era conocida como la Furia Vengadora. le reveló que había sido su propia madre, Climenestra, esposa del rey, la autora de tal delito. Orestes, fuera de sí, puso fin a la vida de su madre. Entonces entró la Furia Alecto en escena, atormentando al desgraciado príncipe por el crimen que había cometido. Orestes acudió de nuevo a la ayuda de los dioses, siendo esta vez Atenea la elegida, para rogar el fin de su condena.
Megera se encargaba de hacer nacer el odio, la discordia, entre los mortales. Alecto los perseguía sin descanso hasta conseguir que murieran de locura o que fueran incapaces de volver a cometer un crimen semejante. Cuentan que cuando Orestes acudió desesperado ante Apolo para conocer el nombre del asesino de su padre, Agamenón, el oráculo Atenea, la diosa guerrera, consiguió convencer a Alecto de que el hijo de Agamenón ya había pagado con suficiente dolor sus actos y fue perdonado. Ahora bien, Orestes había de traer desde la ciudad de Taúride una estatua que hubiera sido consagrada a Artemisa, hermana de Apolo y diosa de la caza. Desde este momento, las Furias pasan a llamarse Euménides y a ser consideradas como benevolentes, aunque, eso sí, siguieron persiguiendo a los criminales.
En Atenas también se utilizaba eufemísticamente la perífrasis σεμναί θεαί semnaí theaí, ‘venerables diosas’. Asimismo se aludía a ellas como χθόνιαι θεαί chthóniai theaí, ‘diosas ctónicas’, y se les aplicaba el epíteto Praxídiceas (Πραξιδίκαι), ‘ejecutoras de las leyes’. En la mitología romana se les conoce como FURIAS (en latínFuriæ o Diræ, ‘terribles’).
Es posible que ya estuvieran documentadas en las tablillas micénicas de lineal B bajo la forma del teónimo E-ri-nu.
Según Hesíodo, las Erinias son hijas de la sangre derramada por el miembro de Urano sobre Gea cuando su hijo Crono lo castró, siendo por tanto divinidades ctónicas.

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Tanato
En la mitología griega, Tánatos era la personificación de la muerte; una figura popular en el último siglo gracias a las teorías freudianas acerca de las pulsiones humanas de vida y muerte (Eros y Tánatos). Pero como buenos guerreros conquistadores, los antiguos griegos diferenciaban la muerte violenta de la no violenta y Tánatos sólo se encargaba de la primera.
En el pensamiento mitológico, Tánatos eran un joven alado y barbado cuyos atributos generalmente eran una mariposa, una corona y/o una antorcha invertida en sus manos. Hijo de la noche Nix, Tánatos regalaba el descanso de la muerte con un suave toque, tal como su hermano de Hipnos, el sueño. La muerte violenta era trabajo de sus hermanas las Keres, que sobrevolaban los campos de batalla. Según las leyendas, Tánatos e Hipnos discutían por las noches, o bien por quién se llevaría a cada hombre, o porque que Hipnos anulaba a los mortales con el sueño, imitando levemente el poder de su hermano.
Tánatos actuaba cumpliendo el destino que las Moiras dictaban para cada mortal. En un episodio, Admeto, rey de Feres en Tesalia, obtuvo ayuda de Apolo para convencer a las Moiras de aplazar la muerte de Admeto si lograba encontrar a alguien que muriese voluntariamente en su lugar. Cuando el día llegó, sólo su esposa Alcestis se ofreció a morir por él y Tánatos fue el encargado de llevarla al Inframundo.
Pero Admeto se arrepintió y le pidió ayuda a Heracles, quien retuvo al dios de la muerte por la fuerza y lo trató de convencer de que esperase a que a la joven le llegase su momento de forma natural. Tánatos odiaba estas jugarretas de los dioses que interferían sus funciones pero acabó liberando a Alcestis, sin dejar de reclamó el respeto debido e incluso fue capaz de llevarse al mismo Heracles cuando le llegó su turno.
A pesar de la importancia de su rol, Tánatos no es un gran protagonista en la mitología griega, aunque si ha participado en varias leyendas, quizás por la presencia de Hades, el dios de los muertos, quien sí obtuvo una gran popularidad. Sin embargo, podemos encontrarnos con episodios que involucran tanto a Tánatos como a su hermano, pues ambos eran famosos por ser obedientes, responsables y rápidos en sus trabajos.
Tánatos era el hijo de Érebo y Nicte, hermano gemelo de Hipnos, y personificación de la muerte. Era el genio alado que acudía a buscar los cuerpos de los que habían fallecido.
Cortaba un mechón de sus cabellos para ofrecer como tributo a Hades y se llevaba sus cuerpos al mundo de los muertos. Transportó, ayudado por su hermano Hipnos, el cuerpo del guerrero Sarpedón, muerto en Troya, hasta Licia. También se llevó el cuerpo de Alcestis que, ejemplo del amor conyugal, había sustituido a su marido en el féretro.
Más tarde, su presa le fue arrebatada por Heracles, que lo obligó a devolverla a la vida más joven y más bella que nunca. Sin embargo, la historia más curiosa en la que interviene Tánatos es en la que es encadenado por Sísifo.
Sísifo era el más astuto y el menos escrupuloso de los mortales. Era capaz de los más enrevesados engaños para conseguir sus propósitos.
Se dice que, al ser amante de Anticlea, él sería el verdadero padre de Ulises.
Cuando Zeus raptó a Egina, la hija del río Asopo, Sísifo fue testigo casual de los hechos. Utilizó la información para conseguir de Asopo un manantial en la ciudadela de Corinto, y delató a Zeus.
Éste, enfurecido, mandó a Tánatos para acabar con la vida del mortal, pero el hábil Sísifo consiguió atrapar y encadenar al genio alado de la muerte, y por un tiempo ningún hombre murió. Finalmente, Ares liberó a Tánatos, que volvió a realizar su trabajo empezando por el propio Sísifo.
Pero Sísifo era capaz aun de más artimañas para librarse de la muerte, y antes de morir ordenó en secreto a su esposa que no le tributara honras fúnebres.
Una vez en los infiernos, se quejó ante Hades de la impiedad de su esposa y le pidió que le dejará volver para castigarla.
Hades se lo permitió y Sísifo, que no tenía intención de volver a los infiernos, vivió en la Tierra feliz hasta época muy avanzada. Cuando por fin murió, Hades le impuso una tarea para evitar una nueva evasión. Su martirio consistía en empujar cuesta arriba un gran peñasco que, una vez en la cumbre, volvía a caer por su propio peso y el trabajo de Sísifo se prolongaba así eternamente.
Tánatos tuvo un papel de Psicopomposo en la mitología griega, recogiendo el espíritu del difunto con sus hermanas, las Moirai, había decidido que la vida del individuo había llegado a su fin. Tánatos se aseguraría entonces de que el espíritu del mortal fallecido fuera transportado con seguridad al Inframundo y a la orilla del Aqueronte. Allí el espíritu podía cruzar sobre la barca de Caronte, siempre y cuando la persona hubiera sido enterrada con los rituales de entierro correctos.
Aunque se le conoce como el dios griego de la muerte, Thanatos estaba particularmente asociado con la muerte pacífica, mientras que los que sufrían una muerte violenta eran más propensos a ser encontrados en compañía de los Keres, los Destinos de la Muerte y los Sabuesos del Hades.

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