Cuando los estudios de género hablan de establecer nuevas relaciones entre hombre y mujeres, se refieren a una convivencia que no esté mediada por el machismo, donde no imperen las relaciones de poder, donde las diferencias entre uno y otro género no se conviertan en desigualdad sino en posibilidades distintas pero equitativas de desarrollo y, sobre todo, a una convivencia en donde las mujeres estén libres de cualquier tipo de violencia.
La violencia sexual contra las mujeres es una de las formas que predomina a nivel mundial y en todos los sectores sociales, como ha quedado demostrado con el movimiento llamado Me too iniciado en 2007 por Tarana Burke, una activista estadounidense que decidió denunciar el abuso sexual.