Catálogo Edgar Sánchez D'Museo

Edgar Sรกnchez Esencia del Paisaje

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Edgar Sรกnchez Esencia del Paisaje

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En el espacio luminoso, 2013. 150 x 150 cm. Acrílico sobre tela

Las primeras imágenes de mi infancia estuvieron relacionadas con la naturaleza. Tenía muy pocos años cuando mi madre y yo contemplábamos el caer de la lluvia sobre el pequeño valle, desde el pretil delantero de nuestra casa. Al atardecer, el viento avivó el olor de los jazmines y el aire perfumado se hizo sentir en todos los rincones. Un extraño brillo invadió la serranía. El paisaje se llenó de resplandores y el olor a jazmín creció, denso, exuberante, estableciendo un sublime compromiso con la humedad y la frescura del ambiente. Entonces, sentí el llamado de los árboles; la sombra de las piedras; el canto rodado de las quebradas; los hilos de agua sobre el suelo árido; la fuerza del atardecer; la tierra, su olor; las nubes. Todos estos elementos participaban de una extraña afinidad, como si formaran parte de una fiesta animada por los más exquisitos colores.

He sentido la presencia de estas imágenes a lo largo de toda mi actividad plástica. Se han anunciado sin mostrarse abiertamente en la configuración de atmósferas, climas y tiempos. Allí han estado latentes para insinuarse, amparadas en el recuerdo, en la búsqueda de nuevos estados formales.

Confieso que no he podido abstraerme a estos llamados, por el contrario, toda restricción impuesta al creador por su sometimiento a lo nuevo y a la gran obra, ha cedido ante el gozo de recrear uno de los mejores momentos de mi existencia. Este grupo de pinturas que presento en el día de hoy son parte del resultado de esta experiencia indagatoria.

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Esencia del Paisaje/Pintura Total María Luz Cárdenas

I La compleja y profunda obra de Edgar Sánchez recorre un camino con aportes originales en la interpretación de la realidad a través de la pintura.

Sin saltos ni contradicciones ha sabido transitar las vías ocultas de la condición humana desde sus más feroces y lacerantes conflictos hasta llegar a la médula de un paisaje donde la misma condición humana permanece detrás de lo apenas visible.

Esta exposición presenta su más reciente producción. La obra adquiere unas dimensiones tan radicales que permiten reconstruir la noción de paisaje.

La bruma despega, el punto de vista rompe con la unidad convencional que le brinda la composición.

El enfoque del mundo se coloca en un punto fuera del cuadro, desde arriba, como si lo pudiésemos ver desde la perspectiva de la cima de los árboles. Sánchez nos revela la naturaleza de manera autónoma, sin que esta pueda ser subordinada a un tema anecdótico, ni sirviéndole de escenario.

El hombre desaparece, el mismo paisaje parece volverse invisible y la pintura comienza a vibrar y vivir independiente, con una inaudita energía que la separa por completo de los contenidos narrativos de la imagen.

El paisaje es un género firme en la pintura venezolana y no es poca la responsabilidad para un artista contemporáneo el asumirse dentro de esa tradición. Edgar lo alcanza con soltura y un enorme

compromiso. Podríamos bosquejar una línea de encuentros con esa tradición y ubicar resonancias en los amarillos, sepias y naranjas de Pedro Zerpa –un extraordinario y poco conocido y estudiado pintor de atmósferas que comienzan a ser luminosas y árboles que inician el vuelo leve que luego Sánchez alcanza a levantar en alto. O en los paisajes sepias de Armando Reverón –como algunos playones y marinas de los años cuarenta– donde el principio inmaterializador de la luz desintegra por completo los perfiles, permitiendo que las manchas de sombríos azules y grises floten en el espacio. O en las pequeñas y maravillosas pinturas de los Flores de Catia y los Cerros de Agua Salud de Alejandro Otero, donde nace un territorio definitivamente nuevo en la comprensión del paisaje, partiendo de cero, como si no hubiese sido anteriormente pintado –allí, en ese juego cromático, los grises, verdes y amarillos abandonan toda relación con la forma y construyen un espacio abierto a la abstracción.

Sánchez replantea estas claves provenientes de la tradición a través de grandes formatos que ensanchan considerablemente las posibilidades de percepción y, sobre todo, a través de la incorporación de una serie de elementos que asignan a la obra un inmenso potencial poético, con lo cual amplía su alcance como metáfora, como imagen cargada nostalgia, de sentimientos dirigidos a exaltar la naturaleza desde adentro, el núcleo interno del paisaje venezolano, que lo vincula con las intenciones del romanticismo. Finalmente no son paisajes en el término convencional sino que, como el resto de su trabajo, son estados del ser, concentraciones de energía.

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II El talante emocional y evocador de recuerdos muy lejanos, así como las cualidades poéticas de esta serie, se sostienen sobre un sólido dominio del oficio de pintor. Ante todo, el paisaje de Edgar Sánchez no es retinal. La imagen no prevalece sobre la condición plástica. Por el contrario, abandona las referencias anecdóticas para entrar de lleno en el campo expandido de la metáfora, muy misterioso, marcado por una atmósfera en brumas que exalta el poder de la penumbra, de lo casi borrado, a punto de desaparecer. Redefiniendo la técnica del puntillismo, va trabajando capa sobre capa. Fragmenta. Superpone. Solapa los planos del cuadro y propone una noción expandida del espacio como texto pictórico. Dentro de la totalidad del cuadro, las manchas y brumas se comportan como unidades en sí mismas, plenas de asociaciones que activan la memoria. No son obras decorativas, son tramas de la naturaleza en el recuerdo. Este tratamiento plástico tuvo su origen en 2009 con sus primeros paisajes de ciudades en la bruma cuando, en palabras del propio artista, partió de un juego de asociaciones: “un daguerrotipo de la ciudad de Madrid se fusionó con la pintura Tarde de domingo en la Grand Jatte de Georges Seurat mientras ésta me exponía los fundamentos técnicos del neo-impresionismo, la foto me mostraba el poder de la penumbra, su gran emotividad y la belleza de aquel paisaje urbano apenas dibujado entre las brumas. La pintura se nutre de esos hechos para lograr cualquier propósito renovador”(1). Pero Sánchez no utiliza el puntillismo como una técnica para el tratamiento cromático, sino como un mecanismo detonante 8

de diseminación de la composición. Esto permite la vibración de las atmósferas, compuestas capa sobre capa en los diversos planos del cuadro –una vibración que genera una forma de vida nueva al paisaje: “El paisaje te toma, te agarra con fuerza y te arrastra a múltiples circunstancias y múltiples situaciones. Tiene vida, calor”(2). Alcanza así una espacialidad franca y despojada que conduce a la visualidad diferente de un paisaje imaginario, a una situación casi abstracta, sin presencia real; un paisaje que no reproduce la naturaleza literal de un lugar específico sino la refinada y fecunda irrealidad poética de la nostalgia.

La expresión de irrealidad es otra constante en la obra de Sánchez de los últimos años, especialmente cuando trabaja los espacios: “Siempre quise trabajar el paisaje, declaró en 1999. “Primero fueron las ciudades inexistentes, oscuras, pretéritas y luego se fueron fusionando con lo existente.

Hay mezclas de tierras, remembranzas de los cielos larenses. Allí están los cielos de Aguada Grande para presagiar la huida en grandes planicies. Es una manera, quizá, de residenciar la nostalgia en cada pequeño espacio de los cuadros”(3).

De todo ello resulta una atmósfera flotante, imprecisa, subjetiva y difusa que superpone el tiempo de la nostalgia con el espacio de la naturaleza. En este sentido se mantiene intacta aquella intención de penetrar lo real que Marta Traba supo captar en sus primeras obras cuando señalaba que en el trabajo profundamente original de Edgar Sánchez había que reconocer “el deseo de perforar la realidad de lo visible”(4). Definitivamente no busca la fidelidad con los fenómenos aparentes sino que intenta transitar las demandas de la ficción y la

fantasía, lo cual requiere un esfuerzo riguroso. El espacio natural se convierte en un vasto escenario de paisajes inexistentes, núcleos de la imaginación que transita desde lo real a la nostalgia.

A la irrealidad de las atmósferas se une un inspirador tratamiento del color. En estos paisajes refuerza la fuerza investigativa que predomina en su pintura.

Experimenta con la luz, las texturas y las sombras desde el conocimiento integral que posee acerca de la historia de la pintura. Genera una variedad infinita de matices que producen pequeñísimos reflejos en cada capa del cuadro. Puntos mínimos que se convierten en vibración permanente. Las pinturas parecen iluminadas desde adentro, irradiando resplandores que varían de acuerdo con la posición del espectador y la selección cromática que, a su vez, cambia de una obra a otra. Parecería que el color, ondulante, se encontrase en un eterno estado naciente y las masas, expuestas a la luz vibrante, producen la impresión de una abstracción que rompe con todo vínculo con la tradición del paisaje vernáculo. Las formas se mueven y desplazan con soltura por una superficie trasmutada en territorio de luz y colores cálidos o nocturnos.

Estos ensayos con el color le permiten liberar la composición del canon de la perspectiva occidental con la disposición de los elementos y puntos de fuga. No se pueden descomponer los elementos, el juego calculado de horizontales y verticales, no existe el empleo de unidades-clave dentro de la estructura (árboles, perfiles de montañas o casas que funcionen como módulos de proporción).

Tampoco es útil acudir al clásico trazado de diagonales o la búsqueda de puntos nodales en la com-

posición. Estos recursos no concilian su comportamiento con el planteamiento de los paisajes de Edgar Sánchez. Acá no hay tensiones compositivas sino formas vibrantes, atmósferas flotantes que giran y se mueven sin cesar. Los árboles dan la impresión de desplazarse, parecen desintegrarse a la vez de recobrar sus figuras. La mancha sustituye el acabado académico y por esta vía la atmósfera va inundando el cuadro para aportar el invisible personaje que es la luz. La riqueza del juego está otorgada por la alternancia de planos, transparencias, texturas, redes de líneas, formas flotantes, formas sugeridas, formas ocultas.

La ampliación de las escalas es otro de los recursos manejados con excelencia en estas piezas. Al extender los formatos se expanden también las escalas, lo cual genera la sensación de intemporalidad y magnitud que poseen los frescos clásicos, a la vez de conectar al paisaje con una total abstracción donde las formas desdibujan sus contornos.

El funcionamiento de los fragmentos, atmósferas que flotan y parecen cubrir el cuadro entre las brumas resulta particularmente interesante porque estos se comportan individualmente de manera independiente. Cada mancha es, en sí, cuadro con vida propia dentro del conjunto general de la pieza –y con sus propias capas de luz y color, de resplandores, humedad, neblinas.

III Edgar Sánchez llega hasta la esencia del paisaje, hasta su médula. Lo recoge hasta el tuétano para expandirlo en la conciencia y elevarlo al ámbito del recuerdo. Es una labor parecida a la del alquimista que sabe conseguir la sustancia del ser. Esta es 9

una pintura total, dirigida a espiritualizar la materia y dinamizarla para encontrar ese principio del cual todas las cosas del mundo pueden ser reducidas a una nueva sustancia. La pintura, entonces, deviene en espacio interior que recrea una atmósfera espiritual y aprehende el extracto vital del paisaje, ese que representa un estado de ánimo, una circunstancia existencial. Es un paisaje del cuerpo, en lo profundo de la piel. Un paisaje despojado que vuelve a vivir en la nostalgia.

NOTAS (1) PALOMERO, Federica: Edgar Sánchez en la ciudad de sus pinturas, texto del catálogo de la exposición “Edgar Sánchez en la ciudad de sus pinturas”, Galería Freites, Caracas, 2009.

(2) CÁRDENAS, María Luz: Conversaciones con el artista. Caracas, Marzo-Julio 2014.

(3) SÁNCHEZ, Edgar. Declaraciones con motivo de la exposición Obra Reciente, Galería Freites, 1999.

(4) TRABA, Marta: “Edgar Sánchez: la apertura de la panoplia”, en

p. 10/ Paisaje en rojos, 2013. 120 x 120 cm. Acrílico sobre tela p. 11/ El resplandor, 2013. 120 x 120 cm. Acrílico sobre tela p. 12/ En la vía, 2013. 120 x 120 cm. Acrílico sobre tela p. 13/ Los rastrojos, 2013. 120 x 120 cm. Acrílico sobre tela

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La arboleda, 2013. 120 x 120 cm. Acrílico sobre tela

Mirar en Caracas, El Nacional, 1977).

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Edgar Sánchez, Reseña Biográfica Nace en Aguada Grande, Estado Lara, en 1940. En 1954 ingresa en la Escuela de Artes Martín Tovar y Tovar de Barquisimeto, donde finaliza en 1959. En 1960 se residencia en Caracas e ingresa en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, donde realiza estudios hasta 1966. En esta época comienza su trayectoria como artista plástico, habiendo obtenido importantes premios en Salones de Arte en Barquisimeto y Caracas, entre los cuales destacan tres premios en el XXVI Salón Oficial Anual de Arte Venezolano del Museo de Bellas Artes, en 1965, gracias a una pintura titulada Grupo: el premio Henrique Otero Vizcarrondo, el Premio José Loreto Arismendi y el Premio Roma. Ello le permite darse a conocer y generar el interés en la crítica de arte nacional: “En esta obra queda demostrada la vigorosa presencia de su excelente dibujo como soporte medular de la pintura”, —señala Lorenzo Batallán—“Lo valioso de Edgar Sánchez es comprobar que no es un artista vacío u ocasional”. En 1968 realiza en el Museo de Bellas Artes de Caracas su primera exposición individual: Obras Recientes, conformada por la serie Huellas en el Espacio. Esta serie permite al movimiento figurativo ingresar en una nueva etapa para el arte venezolano: “La figuración tienta al pintor desde un ángulo diferente, con un espesor rasgado en las texturas, con una inquietud en algo malsana, angustiosa: es probablemente el asedio de las pesadillas increadas, los sueños sofocantes”, expresó Roberto Guevara.

Con una obra de la serie de Huellas en el Espacio, obtiene el Premio Andrés Pérez Mujica en el XXVI Salón Arturo Michelena.

En 1970 se traslada a Nueva York, donde reside hasta 1972 y participa en exposiciones colectivas y exhibe individualmente en 1973, en el Robertson Center for Arts and Sciences, Nueva York. A su regreso a Caracas, en 1973, comienza una significativa labor docente que finaliza en 1986. Como profesor, Edgar Sánchez impulsó e inspiró a una nueva generación de dibujantes 16

que marcaron el camino del Nuevo Dibujo en Venezuela. Durante esta década su actividad expositiva crece considerablemente: en 1974, participa como invitado en el III Salón Nacional de las Artes Plásticas, en el Museo de Bellas Artes; en 1976 realiza una exposición individual (La Piel del Mundo) en Estudio Actual, Caracas y participa en la colectiva Taller de Grabado el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. En 1977 presenta una nueva exposición individual: Huellas en el Espacio, en la Galería de Arte Nacional, Caracas. Con esta muestra ingresa definitiva e incisivamente en la historia de la creación en Venezuela: “Todo el contexto general de las telas es la apropiación de la sombra, el lado oscuro nuestro, del cual estaremos recuperando realidades con tremenda veracidad, con exigente desnudez”, señaló Roberto Guevara. Y Marta Traba: “Edgar Sánchez está pensando darle otra vuelta de tuerca a la condición humana, para obligarla a replantearse los datos capitales de la existencia”. Ese mismo año participa en Líneas de Visión, una exposición itinerante sobre el dibujo latinoamericano: Centro de Relaciones Interamericanas, Nueva York; Universidad Nacional de Florida, Miami; Centro de Arte de Arkansas, Little Rock; Centro de Arte de Oklahoma; Centro de Arte de Manila; Museo de Indianápolis, Indiana y Galería de Arte de Hamilton, Canadá. En 1978 la Galería de Arte Nacional lleva a recorrer por el país (Barquisimeto, San Felipe, San Cristóbal, Puerto La Cruz, Mérida y Maracaibo) una muestra de sus Serigrafías y Dibujos, y recibe nuevamente el Premio Andrés Pérez Mujica en el XXXVI Salón Arturo Michelena, con la obra Diálogo Nocturno. En 1979 expone nuevamente en Estudio Actual, Caracas. Se trata de la muestra La Piel del Mundo, en la cual Roberto Guevara hace notar que: “Los dibujos de Edgar Sánchez son rotundos, seguros, riesgosos por su insistencia. El rigor del oficio se vuelve un rasgo luminoso de la expresión. Es como una manera decantada y exacta para aceptar la dura supervivencia de la piel.

En Sánchez la humanidad se convierte en un tema concéntrico y abismal. Más que rostros, el verdadero asunto es una piel

alojadora de sufrimientos y enajenaciones, de tapiadores injertos, que es como una suma de pieles, de sensibilidades, de vidas extrañamente concentradas. La ejecución sostenida de cientos de rostros amplía la problemática y la piel se convierte en un territorio orgánico más vasto”. Ese mismo año, un jurado compuesto por Inocente Palacios, Manuel Espinoza, Sergio Antillano y Hans Neumann le otorga el Primer Premio del Salón Nacional del Dibujo Nuevo en Venezuela, organizado por FUNDARTE en el Banco Central de Venezuela, con la obra Fragmentos, de 1978. Al respecto, Sergio Antillano indica que el reconocimiento fue otorgado, considerando su “textura muy original, muy limpia, muy significativa”.

En 1980 inicia la serie Letargo que genera elogiosos comentarios e impulsa su trabajo internacionalmente. Es una serie de rostros de enorme fuerza expresiva que introduce en el artista una transición del dibujo a la pintura. El crítico de arte Germán Rubiano Caballero, de Colombia, considera que “se pueden señalar como uno de los trabajos más importantes del arte figurativo internacional de los últimos decenios”. Ese año participa en importantes exposiciones colectivas, entre las que destacan: Panorama Benson & Hedges de la nueva pintura latinoamericana, que recorre el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, el Museo de Bellas Artes de Córdoba y El Museo de Provincial de Bellas Artes de Santa Fe, todos en Argentina y el Museo Nacional de Artes Plásticas de Montevideo, Uruguay; Indagación de la Imagen 1680-1980, Galería de Arte Nacional, Caracas y Gráfica XII, Sala Mendoza, Caracas. En 1982 inicia las series Piel y Paisaje y Piel y Personaje y en 1983 realiza varios retratos de Simón Bolívar con motivo de la conmemoración de Bicentenario del Libertador, los cuales son exhibidos en la muestra Bolívar, Novísima Iconografía, del Centro de Arte Euroamericano, Caracas. Expone individualmente sus dibujos en el Museo de Barquisimeto y en el Museo de Arete Contemporáneo de Maracay. Asimismo, integra la representa17

ción de Venezuela en la XVII Bienal de Sao Paulo, con Miguel von Dangel, Ramón Vázquez Brito y Pedro Barreto. En 1984 su exposición individual Piel y Personaje inaugura la Galería M&O, en Caracas. Su obra Letargo, 1983, ingresa en la Colección del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. En 1985 expone en la Galería de Arte Nacional 18 telas pertenecientes a la serie Piel y Paisaje. Señala María Elena Ramós que “con Piel y Paisaje Edgar Sánchez presenta un interesante momento de su trabajo. Inicia una síntesis visual entre la pintura y el dibujo, en el que había logrado una indiscutible calidad técnica.

Ha dejado que uno y otro medio se contaminen mutuamente, intercambien propiedades. La pintura pierde corporeidad, se abre y se fragiliza, se hace dúctil y se transparenta. El dibujo toma color y fuerza. Los recursos y posibilidades se multiplican”.

En 1986 inicia la serie Pieles, Gestaciones, presentada al público en 1987 en la Galería Freites, Caracas.

En 1991 realiza las series Imágenes, Visión y Rostro, Visión, que exhibe en la Galería Freites, Caracas. En 1995 realiza las series Rostro, Imagen, Rostro y Piel y Rostro. En 1992, 1994, 1996 y 1999 realiza exposiciones en la Galería Freites de Caracas y la Galería Freites-Revilla en Boca Ratón, Florida. En el año 200 el Museo de Bellas Artes de Caracas le dedica una muy completa exposición: Piel sobre Piel, Tiempo sobre Tiempo. Edgar Sánchez. Antológica. 1975/2000, la cual reúne 25 pinturas, 26 bocetos y 16 dibujos. La exposición itinera al en el Museo de Barquisimeto y el Ateneo de Valencia, Venezuela. En 1999, el jurado integrado por Ivanova Decán, Víctor Valera, Alirio Palacios, Ángel Hurtado y Tahía Rivero le otorga el Premio Nacional de Artes Plásticas como reconocimiento a sus aportes al arte venezolano. En 2002 es invitado de honor de la Feria Iberoamericana de Caracas (FIA Caracas) y en 2003 realiza una exposición titulada Otra vez el cuerpo, en el Centro Cultural BOD-CORP BANCA, Caracas, conformada por una antología de 80 dibujos y 11 pinturas recientes. En 18

2012 expone nuevamente en el Centro Cultural BOD-CORP BANCA, con la muestra titulada Edgar Sánchez. Antología: 1977-2012, que en 37 obras sintetiza las principales etapas de su creación y presenta 16 obras recientes. En 2013 recibe el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, Barquisimeto. En 2014 realiza la exposición La esencia del paisaje en la Galería La Esquina, Bogotá y D’Museo, Caracas.

La obra de Edgar Sánchez se encuentra representada en el Museo Nacional de Buenos Aires, Argentina; el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, Brasil; el Museo Omar Rayo, Rodanillo, Colombia; Vassar College Collection de Nueva York, el Museo de Austin, Texas y el Museo de Arte Latinoamericano de Washington, en Estados Unidos; la Galería de Arte Nacional de Kingston, Jamaica; la Casa Norberto Ramírez, en León, Nicaragua; la Ralli Cultural Foundation de Londres, Gran Bretaña; el Museo de punta del Este, Uruguay; y, en Venezuela, en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber, el Museo de Bellas Artes de Caracas; la Galería de Arte Nacional; la Colección Banco Central de Venezuela, Caracas; el Museo de Barquisimeto, el Museo de Arte Contemporáneo Mario Abreu de Maracay; el Museo de Arte Moderno Juan Astorga Anta, de Mérida; el Museo de Barquisimeto, el Museo Casa del Correo del Orinoco, Ciudad Bolívar; el Museo de Ciudad Bolívar; el Museo Municipal de Artes Gráficas de Maracaibo; y las Fundaciones Banco de Venezuela, Polar y Cultural Mercantil, en Caracas.

Fuentes de Información Documental: PALOMERO, Federica: Edgar Sánchez, Edición Galería Freites, Caracas 2006.

Archivo documental de Edgar Sánchez.

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sept 2014 /expo nยบ 21

Centro de Arte Los Galpones, Galpรณn G2, Av. ร vila con 8a transversal, Los Chorros, Caracas, Venezuela. +58 (212) 284.0943 - 0177 dmuseo@gmail.com / www.dmuseo.com

sept-oct 2014 / expo #3

Calle 77 Nยบ 12-03 Local 103 Tlf: +57 1 310 1330 Bogotรก - Colombia info@laesquinagaleria.com www.laesquinagaleria.com