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Una labor, un personaje...

dieron el dato que se iba a construir una población de 3 mil viviendas en Puente Alto, así que me vine con mi señora y los niños, llegando primero a un campamento, Los Copihues, por Sargento Menadier, al fondo, donde estuvimos tres años. Fue bien sacrificado, pues no teníamos agua ni letrina”. Dice que todo ese sector de Puente Alto “eran verdaderos potreros, y así llegamos finalmente a la San Gerónimo. Recuerdo cuando me entregaron las llaves de mi casa, me dijeron ‘se va a deprimir de ver como está ahora, pero a futuro, como usted es comerciante, le va a ir bien’. Bueno, así empezamos a tirar pa’delante no más. Acá no había locomoción, no había servicio de retiro de basura, etc. Con mi señora comenzamos a organizarnos como pobladores, a motivar a la gente. Formamos un comité por esos años, y frente a mi hogar nos reuníamos siempre con los vecinos y autoridades de la época. Le dimos vida y forma a la población San Gerónimo, en base a la autogestión, por mucho tiempo”.

Con los años don Raúl desempeñó una activa labor como dirigente social, lo que complementaba con su trabajo en su almacén, siendo conocido como “Don Vera”, como le decían de cariño los escolares que iba a comprar a su local. Ya con el pasar de los años, y con las diversas JJVV que se han conformado en el sector, sigue colaborando en su accionar, con el fin que su querida población sea cada día un mejor lugar donde vivir.

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“Mi señora, Graciela, falleció hace unos meses, y todo San Gerónimo fue a despedirla, fue algo muy lindo, nunca pensé que fuera tan querida. Ella fue una gran mujer, esposa y madre (…) Agradezco a mis vecinos, pues todos estos años han estado siempre conmigo, sobre todo en los momentos más difíciles”, cierra, emocionado.

TALLER LITERARIO «LA ROCA»

Dirección: Magdalena Medina Arenas

En 1973 llegó don Raúl Vera junto a su señora Graciela a vivir a Puente Alto, y a día de hoy se siente un agradecido de la comuna que lo cobijó y en la cual echó raíces, en la que también se desarrolló laboralmente por 43 años con su almacén, ubicado cerca del Liceo San Gerónimo.

Oriundo del norte del país, de un pueblito de la 4° región, llamado Tulahuén, don Raúl tuvo una infancia bien precaria, según dice, con una madre que tuvo que criar prácticamente sola a sus seis hijos, trasladándose luego a Ovalle.

Al pasar de los años, y por intermedio de una tía, llega a Santiago a probar suerte, aún muy joven, en donde trabaja en distintos empleos, desde mozo en el Club Italiano, en una vidriería y como de repartidor en una botillería, entre otros. Tras hacer su servicio militar –que se prolongó por 4 años, y en el que cuenta conoció al Presidente Jorge Alessandri- se le ofrece un trabajo como instructor militar, desempeñándose en la Fuerza Aérea por un tiempo.

“Después estuve en una pega como secretario, jefe de taller de copias de planos, pero la verdad tenía ganas de independizarme, y es así como llego a tener una botillería en Conchalí, aventura en la que tuve el apoyo de mi esposa, que fue el gran pilar de mi vida. Ahí estuvimos por cerca de tres años, y empezamos a ver alguna casita para establecernos como familia”, comenta don Raúl.

LABOR SOCIAL Es así como comienza con su señora a ver en qué comuna irse a vivir definitivamente, postulando primero en Santiago centro. “Nos dijeron en ese momento que no había posibilidades, pero nos

Depequeño recibí de regalo un chanchito recién nacido, le coloque nombre “cochinito”, creció y mis padres lo mataron y lo comimos. Seguí mucho tiempo con ese recuerdo en mi mente y diría que a mis 82 años sigo recordando ese suceso. Ahora al leer como los granjeros crían para el matadero pienso que nada ha cambiado. En el planeta hay 977 millones de cerdos, que son criados para que se reproduzcan y sobrevivan hasta cuando el humano que los posee, disponga llevarlo al matadero, las cerdas paren e inmediatamente son enviadas al cajón de gestación donde son nuevamente fecundadas, este ciclo por cada cerda es de 5 veces; así como a los 23 mil millones de gallinas, incluidos los gallos; 1.339 millones de bovinos; 1.056 millones de ovinos. Todos ellos a través de la evolución aprendieron a sobrevivir y reproducirse.Y los humanos para apresurar su desarrollo los dejan sin movimientos en cajones donde pasan toda su vida. Los pollos no se mueven en las cajas en que los meten hasta sacarlos para llevarlos a faenar. Qué nos autoriza a ello. A las otras especies, les son satisfechas todas las necesidades objetivas—para sobrevivencia y reproducción—pero no las necesidades subjetivas y todas las especies sufren mucho. Hay que entrar a razonar nuestra relación con ellas.