Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)
idiosincrasia de cada país, según el grado de desarrollo ya alcanzado y los recursos de que disponen. Ello no quita la importancia de seguir insistiendo al conjunto de los países sobre la importancia de la integración regional, tema en que las sombras parecen haber superado las luces en el período reciente, así como sobre la necesidad de establecer una sólida gobernanza de los recursos naturales, revirtiendo las desfavorables tendencias actuales en esa materia. Por último, el balance de la última década en términos de sostenibilidad ambiental tampoco da lugar a análisis muy alentadores, tanto porque la región aplica patrones de consumo y producción globales con escasa sostenibilidad ambiental, como porque el incremento en el uso de los recursos naturales exige una atención y fiscalización no siempre presentes en las políticas de varios países. El desafío de ampliar la capacidad de influir positivamente en los países de la región para que se ajusten al imperativo de la sostenibilidad no puede subestimarse. Todo esto en nada reduce el mérito de la CEPAL de haber brindado a la región en los últimos diez años un profundo conocimiento sobre su realidad socioeconómica, acompañado de riqueza analítica e interpretativa. Por el contrario, solo muestra la relevancia de la obra realizada en los últimos diez años para el enfrentamiento de los desafíos futuros en América Latina y el Caribe.
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