Inclusión financiera de pequeños productores rurales
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Uno de ellos es que las bancas de desarrollo no comparten información básica ni experiencias exitosas o fallidas. Tampoco focalizan ni diferencian estratégicamente muchas de sus acciones. Como se mencionó, no existe un modelo claro sobre el tipo de relación que debe establecerse entre las distintas bancas de desarrollo y las instituciones financieras privadas, los usuarios y otros organismos de desarrollo para potenciar la inclusión financiera rural. A continuación, se esbozan algunas reflexiones acerca de las posibles medidas relacionadas con los ejes de la Política Nacional de Inclusión Financiera. El primer eje habla del “desarrollo de conocimientos para el uso eficiente y responsable del sistema financiero de toda la población”. A este respecto, es importante que se defina con mayor claridad qué se entiende por educación financiera, así como los materiales relevantes para los diferentes grupos prioritarios. El BANSEFI, como certificador de educación financiera, puede tener un papel más activo en este sentido. Independientemente del canal por el que se transmita la educación, este servicio debe atender las necesidades y capacidades de su público objetivo. Resultan interesantes y necesarios los proyectos piloto, como el de Prospera Digital, que están involucrando a expertos en economía del comportamiento para desarrollar programas de educación financiera con un mejor entendimiento de las decisiones económicas del grupo objetivo que se incluirá. Asimismo, es importante que las instituciones financieras y los operadores de programas públicos también reciban esta educación financiera especializada, para que anticipen las respuestas a situaciones y dudas que puedan surgir entre los clientes rurales que atienden. El segundo y el tercer eje de la PNIF hablan sobre el “uso de innovaciones tecnológicas para la inclusión financiera” y el “desarrollo de la infraestructura financiera en zonas desatendidas”. Ambos ejes van de la mano y son relevantes, sobre todo, para las zonas apartadas y rezagadas. Sin embargo, cabe tomar en cuenta por lo menos dos aspectos que se derivan de este trabajo. El primero es la necesidad de invertir en el desarrollo de productos, es decir, que la innovación tecnológica tenga contenido, por lo que es necesario distinguir entre el canal y el producto. La tecnología puede mejorar el canal de acceso reduciendo los costos de transacción. No obstante, si el diseño del producto no atiende las necesidades de los usuarios, la inclusión financiera se tropezará con problemas de no uso o, peor aún, de un uso de productos que pueden generar mayores problemas.