Cuadernos Hispanoamericanos (Septiembre 2016)

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asesinos. Vida, fulgor y muerte del Noi del Sucre, de Antonio Soler. Creo que lo que ha de llamar más la atención del lector de la acertada versión de los hechos históricos que este libro cuenta es esa suerte de contradicción, inscrita ya en el título del libro, Apóstoles y asesinos, en el que se sintetizan los principios políticos de los anarquistas radicales, que habían abrazado el terrorismo para difundir su credo: estaban persuadidos de poder llegar al paraíso libertario a punta de pistola. Su carácter visionario y su capacidad para convertir el crimen y la extorsión en cómodos plazos de la revolución es lo que a cualquier persona en su sano juicio tiene que hacer pensar. Al paraíso por el terror. Época de profetas e iluminados con la pistola en el bolsillo. Un tiempo en el que, como escribe Soler, «héroes, mártires, ladrones, traidores, facinerosos y visionarios comparten el tablero. El mundo ha desquiciado sus ejes, millones de personas caminan por allí como si fueran en un barco que se escorase». O como años después señalase Ángel Pestaña, el que fuera destacado anarquista, amigo y colaborador de Seguí: «La organización perdió el control de sí misma y después perdió su crédito moral ante la opinión. La CNT llegó a caer tan bajo en el crédito publico que decirse sindicalista era sinónimo, desgraciadamente, de pistolero y malhechor, de forajido y de delincuente ya habitual». En este peligroso filo de la navaja se movió Seguí, sin resbalar nunca hacia los extremos, y por ello recibiría la descalificación de sus correligionarios radicales, activistas del terrorismo. Para hablar de aquella Cataluña, Soler ha seguido el itinerario biográfico del Noi del Sucre desde sus orígenes hasta su asesinato (magistral el

Es esta la primera novela sin ficción que ha escrito Antonio Soler, pero no es la primera historia que sitúa en Barcelona y sus bajos fondos, pues, en la que tal vez sea su obra más celebrada, Las bailarinas muertas, tenía ya un protagonismo central y se constituía en espacio soñado y lugar de promisión idealizado por el narrador infantil que en Málaga leía las cartas que le enviaba su hermano desde aquella ciudad. Tampoco, como saben los lectores de Soler, le son ajenos el mundo marginal y los bajos fondos, pues los protagonistas de la mayoría de sus novelas y cuentos entrecruzan sus vidas o se confunden con perdedores y delincuentes de todo tipo. La Barcelona de Salvador Seguí fue una ciudad cercada por el pistolerismo, un hervidero de intrigas, traiciones, espionaje y asesinatos de tal calibre y crudeza que ha imantado muchas veces la imaginación de los escritores. Tal vez el primer texto literario memorable sea la escena sexta de Luces de bohemia (1924), de Valle-Inclán, en que la conversación del obrero catalán con Max Estrella sirve para ejemplificar magistralmente la famosa ley de fugas que Martínez Anido aplicó con crueldad a los sindicalistas y activistas anarquistas. La estela podría seguirse en la novela realista de posguerra (Ignacio Agustí por ejemplo), hasta llegar a otros más recientes e igualmente memorables, como La verdad sobre el caso Savolta (o Los soldados de Cataluña). No faltan, pues, ejemplos literarios ficticios que hayan aprovechado tan potente material en clave ficticia, pero carecíamos de un libro que aunase el rigor histórico y la documentación contrastada sin perder un ápice del atractivo narrativo de una novela. Este es, y lo adelanto ya, el gran mérito literario de Apóstoles y CUADERNOS HISPANOAMERICANOS

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