Cuadernos Hispanoamericanos (Julio y agosto de 2016)

Page 47

importantes galardones como el Premio Acento por su poemario En pie de paz (1959), el Premio Guipúzcoa de Poesía (1965) o el Premio Internacional de Literatura Infantil Hans Christian Andersen (1975) por su obra Cangura para todo. Un día después de su muerte, ocurrida el 27 de noviembre de 1998, el poeta Pere Gimferrer publicó una reseña en la que deja entrever las razones de su modesto reconocimiento literario en contraste con su enorme popularidad: «Una confluencia de circunstancias ha eclipsado en parte el alto lugar a que tiene derecho en la poesía española contemporánea: algunas no desinteresadas omisiones, la relativa incomodidad que derivaba de su cordial y sólida personalidad humana y por paradoja mayor su éxito como autora de niños»2. Aunque existe la idea generalizada de que la relevancia poética de Gloria Fuertes como una de las autoras más importantes de la poesía española contemporánea ha sido subrayada y analizada con más intensidad en el extranjero que en España –gracias a los trabajos llevados a cabo por críticos e hispanistas norteamericanos como Peter Browne, Brenda Capuccio, Nancy Mandlove, Andrew P. Debicki, Sylvia Sherno o Alberto Acereda–, no debemos tampoco pasar por alto investigaciones y reseñas críticas de gran calidad que, sobre la producción poética de Gloria Fuertes, se han llevado a cabo en nuestro país por especialistas como Francisco Ynduráin, Emilio Miró, José Luis Cano, María Payeras o Pablo González Rodas. Gracias al trabajo de estos críticos, el nombre de Gloria Fuertes ha ido ganando reconocimiento literario, y paulatinamente ha dejado de aparecer únicamente en las visiones críticas que desde un punto de vista panorámico recorren la poesía española de postguerra, para constituirse en sí misma objeto de estudio especializado, apareciendo en las últimas décadas numerosos estudios pormenorizados sobre diversos aspectos de su corpus poético. Es difícil catalogar el trabajo de la autora como perteneciente a una generación o grupo poético, pues como ella misma se encarga de subrayar: «cuando empecé a escribir, niña-adolescente, como no había leído nada, mi primera poesía no tenía influencias»3, añadiendo más tarde que ni siquiera el paso del tiempo le hizo aceptar influencias externas –«aunque después, como es lógico, leí y leo poetas, a mí no hay quien me influya, así que, como en 1934, sigo siendo huérfana e independiente»4–. De hecho, no será la única vez en que la autora remarque su «in45

CUADERNOS HISPANOAMERICANOS


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.